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Argentina, campeón en un año inusual
En vísperas de una nueva Copa América, a muchos futboleros les gusta hacer revisionismo histórico de antiguas ediciones. Y en tiempos en los que la CONMEBOL demuestra fallas organizativas y constantes cambios de sede (Colombia no la realizará por el estallido social y Argentina tampoco por la crisis sanitaria, mientras que Brasil será el anfitrión a pesar de estar atravesando ambos conflictos), uno logra darse cuenta de que estos problemas ya existían mucho antes de 2021.
Recién comenzaba 1959 cuando Argentina se preparaba para albergar el Campeonato Sudamericano. Sin embargo, Ecuador insistía en conseguir la localía para celebrar la apertura del Estadio Modelo de Guayaquil en julio. La CONMEBOL no accedió a retrasar el torneo y finalmente se realizó en Argentina entre el 7 de marzo y el 4 de abril, con la Federación Ecuatoriana de Fútbol retirando al equipo del certamen como protesta. ¿Qué decidió hacer la Confederación Sudamericana de Fútbol para que el flamante estadio pudiera inaugurarse con un torneo de selecciones? Por única vez, hasta el momento, organizar dos ediciones en el mismo año. En la primera jugaron Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. Venezuela -que recién debutaría en 1967- y Colombia desistieron de participar. El formato fue un sistema de todos contra todos a siete fechas y todos los partidos se disputaron en el Estadio Monumental de Buenos Aires.
Entrenada por Victorio Spinetto, Argentina repitió el título obtenido por los Carasucias dos años antes en Perú, pero sin gran parte de ese plantel. La derrota por 6-1 ante Checoslovaquia, conocida como El Desastre de Suecia, derivó en la eliminación del Mundial 1958 en fase de grupos y fue el punto final en la Selección para muchos de esos jugadores y para su director técnico Guillermo Stábile. Solo Oreste Omar Corbatta (Racing), José Varacka (Independiente), Eliseo Mouriño y Juan Francisco Lombardo (Boca) estuvieron tanto en Suecia como en el Sudamericano de 1959. Por lo contrario, Brasil llegó con el mismo equipo que venía de ganar su primer Mundial. Allí se destacaban Pelé, Garrincha, Mário Zagallo, Djalma Santos, Gilmar, Vavá, Didí y Nílton Santos.
La campaña de la Albiceleste comenzó con una goleada por 6-1 ante Chile, luego superó por 2-0 a Bolivia, venció por 3-1 tanto a Perú como a Paraguay y 4-1 a Uruguay. Su rival en la última fecha sería la Verdeamarela, que venía de superar a todos sus rivales luego de haber igualado en dos ante Perú en el debut. El partido que Brasil le ganó por 3-1 a Uruguay en la quinta fecha es recordado por una batalla campal en la que resultaron heridos hasta los camarógrafos. La Copa Libertadores, que comenzaría un año después, estaba naciendo.
Argentina llegó líder a la jornada decisiva con diez puntos, uno más que su rival (aún se daban dos unidades por triunfo). 85 mil espectadores se hicieron presentes en el Monumental en la noche del 4 de abril para ver la definición del campeonato. El árbitro chileno Juan Carlos Robles, quien había dirigido el mencionado encuentro entre uruguayos y brasileños, les recalcó a los futbolistas antes de salir a la cancha que ante la primera gresca suspendería el partido. Brasil tuvo el control del primer tiempo, aunque más por la posesión de la pelota que por llegadas claras. Los de Spinetto esperaban en su campo y cortaban constantemente con infracción para no darle continuidad al juego. En una de las primeras llegadas de Argentina, Juan José Pizzuti metió un gol de cabeza tras un centro de Eugenio Callá para adelantar al local a los 40 minutos. En el complemento, Brasil salió decidido a dar vuelta el resultado y, en una de las mejores jugadas colectivas del cotejo, Pelé empató a los 13’ con una asistencia de Garrincha. Pese al cansancio, Argentina logró aguantar el empate durante la última media hora e incluso tuvo ocasiones más claras de contra. Con el 1-1 final, la Albiceleste se coronó campeón continental por duodécima vez -hasta el momento, la última jugando de local- y los hinchas iluminaron las tribunas encendiendo papelitos.
De todos modos, el Desastre de Suecia había hecho mella en el nivel de la Selección. La Nuestra, el estilo criollo característico del fútbol argentino, había quedado atrás post Mundial y los planteos de Spinetto recibían críticas negativas. En su columna para El Gráfico tras la consagración, Dante Panzeri escribió: “No hagamos del hecho que otros no jueguen una razón para justificar que tampoco jueguen los nuestros. Exigir que se juegue mejor es anhelo de ganar jugando mejor. Se abre ahora el ciclo más difícil: darle fútbol, ponerle calidad e inyectarle una escuela que no tiene. Para llegar a destino, Argentina aún debe recorrer largo camino.”
Con ocho tantos, Pelé fue el goleador del Campeonato Sudamericano y obtuvo el premio a mejor jugador. O Rei, quien se había dado a conocer internacionalmente con 17 años al levantar la Copa del Mundo en tierras nórdicas, nunca más volvió a jugar la máxima competición continental de selecciones. Además del brasileño, se destacaron los paraguayos Cayetano Ré y José Raúl Aveiro, el uruguayo José Sasía, el peruano Miguel Loayza y los argentinos Rubén Héctor Sosa, Raúl Oscar Belén, Pedro Manfredini, Pizzuti, Corbatta y Callá.
En diciembre se realizó la segunda edición anual en Ecuador. Sin embargo, muchos seleccionados rechazaron la participación y otros llevaron suplentes. Por ejemplo, Argentina no convocó a ningún campeón, Brasil envió al combinado del Estado de Pernambuco y Paraguay viajó sin sus figuras. El Campeonato Sudamericano Extraordinario 1959 se disputó íntegramente en el nuevo Estadio Modelo de Guayaquil y vio a Uruguay campeón por décima vez, con tres victorias y un empate. Argentina fue subcampeón con cinco unidades, aunque su campaña se vio opacada por una derrota por 5-0 ante la Celeste. José Sanfilippo, quien había ganado el Sudamericano de Perú 1957, fue el máximo anotador del certamen con seis y el uruguayo Alcides Silveira fue elegido mejor jugador. Si bien contó como título oficial, lo curioso fue que Uruguay no recibió una copa porque la CONMEBOL no lo reconoció como el torneo principal del año.
Las Federaciones nacionales perdieron la credibilidad en los torneos de selecciones que organizaba la casa madre del fútbol sudamericano y en la década siguiente solo se disputaron dos Campeonatos: Bolivia 1963 y Uruguay 1967, con sendos títulos locales. Luego estuvo a punto de suspenderse y hubo que esperar hasta 1975 para que se volviera a jugar una competición similar: la primera Copa América con la denominación actual, que contó con la presencia de las diez naciones afiliadas por primera vez. Si algo está claro es que la desorganización de la CONMEBOL existe desde tiempos inmemoriales.
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- AUTOR
- Guido Antonelli
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