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Atlético de Madrid 2016, la versión mejorada de 2014
El martes pasado se cumplieron dos años. Dos años de lo que pudo ser y no fue. De lo que verdaderamente estuve cerca de ser y no se concretó. Hubiera sido la primera porque ni siquiera el propio Luis Aragonés, poco menos que su santidad para el Atlético de Madrid, pudo conseguirla en su etapa como jugador. Él también se quedó en las puertas del logro más importante de Europa.
40 años después del empate épico de Georg Schwarzenbeck en el minuto 120 de la Final de 1974, Diego Pablo Simeone fue quien debió padecer un tanto a segundos del cierre, que le arrebató la Copa de Campeones cuando ya la estaba saboreando.
El próximo sábado será la tercera posibilidad del Atlético de Madrid de conquistar la Orejona. Todas las palabras que puedan llegar a leer esta semana serán pura falacia: “Venganza”, “Revancha” o lo que sea que los diarios quieran titular, será sólo marketing y estrategias de venta.
La realidad aquí es que los jugadores han cambiado (aunque no mucho), las realidades son diferentes, como así también el estadio, el momento y uno de los entrenadores. En definitiva, ha cambiado el partido. En crónicas como esta se suelen comparar los dos planteles, los dos equipos, las dos finales. Y sí, es cierto, entre aquel Atlético y este, se repiten cinco jugadores. Básicamente la estructura defensiva de Simeone.
Sin embargo, lo importante no son los nombres sino la idea. Y el Cholo no sólo que la mantuvo, sino que la perfeccionó. Por conocimiento y trabajo de su parte, y mediante la respuesta de sus jugadores dentro del campo. Tal vez, individual y colectivamente, mejores con respecto a su versión de 2014.
Juanfrán, Godín y Filipe Luis repiten. Tres de los cuatro defensores. Ejecutan y comprenden el plan de juego del entrenador casi tan bien como el mismísimo DT. No hay que explicarles nada. Repliegue, achique hacia atrás o adelante, salida, transiciones y pase. En corto o en largo.
Gabi y Koke completan la nómina de los que volverán a vivir esta gran final. Organizadores, cada uno en lo suyo. El que cubre las espaldas de todos y el que suele recibir la primera pelota post recuperación.
Las capacidades y variantes ofensivas del Atlético son escandalosamente más importantes que en aquella época. Grupalmente tiene más armas porque ahora no sólo cuenta con la voracidad ofensiva de Diego Costa.
Sin dudas el estilo no ha cambiado, pero si algunos matices de ese estilo. Actualmente las capacidades y variantes ofensivas del Atlético son escandalosamente más importantes que en aquella época. Grupalmente tiene más armas porque ahora no sólo cuenta con la voracidad ofensiva de Diego Costa. El talento de Antoine Griezmann, el renacimiento de Fernando Torres, el desequilibrio por banda de Saúl, los ataques de Filipe Luis y Juanfrán o porqué no la revolución de Ángel Correa. Y Koke… Madre mía Koke. Un absoluto “todocampista”, antes y ahora.
El juego directo, de desequilibrio por afuera, de presión en la salida, el apoyo de los volantes a la segunda jugada o los centros, tanto a delanteros como defensores. Todas estas características estaban en el pasado y permanecen en la actualidad, aunque en una versión mejorada. Y como dijo el propio Jorge Resurrección hace unos días, este equipo puede hacerse responsable del balón, de un ataque organizado, estático. No vive de las transiciones, aunque sea esa su arma principal.
Seguramente en el aspecto defensivo se entregará como lo hace siempre en esta clase de contiendas. Responsabilidad, compañerismo, doblajes y mucha actitud. La diferencia estará en las transiciones ofensivas. Allí radica la diferencia primordial entre la versión 2016 y 2014.
El Atlético no llegará de punto como aquella vez, cuando jugó contra la plantilla con más recursos de Europa. No llegará de punto porque no habrá que rezarle al Santo de las plaquetas de caballo para que Costa juegue sin dolores (estuvo siete minutos en el campo). No llegará de punto porque no será la primera final de los grandes baluartes colchoneros. No llegará de punto porque en los últimos años demostró que lo realizado en 2014 no fue casualidad. Y JAMÁS podrá llegar de punto un equipo que derrotó a Barcelona y Bayern Munich (con Pep Guardiola en el banco), para alcanzar el encuentro estelar.
Lo que alguna vez fue Thibaut Courtois hoy es Jan Oblak. Antes Miranda, ahora Giménez. Raúl García, José Sosa o Arda Turán, en 2016 son Augusto Fernández, Carrasco y Saúl. El Lagarto Costa le dio pasó al genio de Griezmann. Y la experiencia de Villa es hoy la vuelta del Niño Torres.
¿Algunos cambios? Sí. Pero en el banco, esta vez y siempre… Diego Pablo Simeone.
Y quizá en algún lado, por qué no, también Don Luis Aragonés.
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