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Australia va por la confirmación, Siria quiere hacer historia
Siria y Australia llegan a octubre de 2017 con el sueño intacto de decir presente en el Mundial del año próximo, aunque con distintas sensaciones. Ambos terminaron terceros en sus respectivos grupos de tercera fase de las eliminatorias de la AFC y definirán el quinto puesto en una serie a partidos de ida y vuelta.
Los Socceroos deberán hacer memoria para recordar la última vez que sufrieron tanto para clasificar a un Mundial. Es que los oceánicos, que desde 2007 compiten en las eliminatorias asiáticas, han sido asiduos participantes en la Copa del Mundo durante el último tiempo: Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014 hospedaron a los australianos, pero el pasaje rumbo a Rusia 2018 es una incógnita.
El equipo dirigido por Ange Postecoglou fue campeón de la Copa de Asia en 2015 y mantuvo el ritmo ganador en la segunda ronda de las eliminatorias: siete triunfos en ocho partidos para meterse en el Grupo 2 de la tercera fase. Tras un buen arranque, cuatro empates seguidos y una derrota en Japón complicaron el panorama de Australia, que en la última fecha desperdició una oportunidad clarísima. Venció apenas por la mínima a la débil Tailandia y quedó empatada en puntos con Arabia Saudita, que como tenía mejor diferencia de gol entró derecho al Mundial.
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Australia es una selección que combina a los jóvenes (y otros no tanto) Tom Rogić, Mathew Ryan, Trent Sainsbury, Bailey Wright, Alex Gersbach y Milos Degenek con la experiencia del interminable Tim Cahill, James Troisi, Robbie Kruse y Mark Milligan. Después de muchos años de tranquilidad se encendió la alarma para los Socceroos, que deberán revalidar su jerarquía para pensar en el repechaje.
El caso de Siria es completamente diferente. Las Águilas de Qasioun ni siquiera clasificaron a la última Copa de Asia y resultaron la gran revelación en las eliminatorias. Ahora, están a dos pasos de hacer historia pura. El sólo hecho de disputar un desempate es un sueño que ni el más optimista de los sirios se animó a imaginar con la almohada.
Nada podría generar más contraste con las paradisíacas playas australianas que la destrucción, muerte y desolación que se vive en Siria. En un país sumido desde 2011 en una sangrienta guerra civil, la selección se vio obligada a jugar sus partidos de local fuera de su territorio, principalmente en Malasia y Omán, casi como un grupo de exiliados más. Hoy, en medio de una crisis humanitaria insostenible, con más de 400.000 muertos por el conflicto y millones de refugiados que han escapado a otros puntos del planeta, los sirios ven en el fútbol una luz de esperanza en medio de tanto horror.
Siria fue uno de los mejores segundos en la Fase 2 y se ganó un lugar en el Grupo 1. Allí, definió su suerte en la última fecha con un gol agónico en tiempo de descuento de Omar Al Somah que le dio el empate 2-2 ante Irán como visitante. Ese tanto le permitió terminar tercero por encima de Uzbekistán (igual en puntos, pero con mejor diferencia de gol) y le dio el derecho de enfrentar a Australia en un desempate por el quinto lugar.
El equipo de Ayman Hakeem suele ser una conjunción de edades opuestas. Mientras Ibrahim Alma, Omar Al Midani, Moayad Ajan y Mahmoud Al Mawas representan a la nueva camada, Firas Al Khatib, Tamer Haj Mohamad, Zahir Midani y Hadi Al Masri conforman la vieja guardia.
Si la eliminatoria de los sirios ya es memorable, ni pensar en lo que sería la clasificación a Rusia 2018. Pero para eso falta, y mucho. Primero una serie ida y vuelta con los australianos y luego un hipotético repechaje ante un equipo de la CONCACAF.
Aunque, dicen por ahí, soñar no cuesta nada…
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- AUTOR
- Federico Leiva
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