Calcio
Bajo la cultura del trabajo
Muchos entrenadores sostienen que las cualidades técnicas de los futbolistas de élite son innatas. A los que al talento les vino en los genes los caminos suelen allanarse. Sin embargo, esa no es la única condición que deben reunir los grandes jugadores para lograr ser lo que son. También están los que llegan a ese objetivo con la suma de otros elementos indispensables como la disciplina, la pasión, la tenacidad y por sobre todo el trabajo.
Un claro ejemplo de un jugador trabajador es Leonardo Bonucci. No es casualidad que haya nacido el día que homenajea a los trabajadores (1 de mayo de 1987 en Viterbo, ciudad dentro de la región de Lacio). Aún no cumplió los 30 años y ya se lo considera el líder de la retroguardia de la Juventus y la selección italiana.
Sus primeros pasos en el fútbol los hizo como mediocampista central en el club de su ciudad, la Viterbese (de hecho llegó a ser varias veces suplentes del primer equipo, aunque sin debutar). En el sector juvenil de esa entidad logró llamar la atención de varios de los clubes poderosos de Italia. Es así como en el año 2005 recaló en el Inter para terminar de dar sus pasos previos a ser profesional.
Ya en la Primavera interista (lo que sería la cuarta división en nuestro fútbol formativo), bajó unos metros y alternó entre ser lateral y marcador central por el sector derecho. Allí es visto por el entonces entrenador del club, Roberto Mancini, quien lo hizo debutar de manera oficial en la última fecha de la temporada 2005/06 contra el Cagliari, en el mítico Giuseppe Meazza, como marcador de punta.
Ganó el Scudetto de la categoría Primavera (junto al uruguayo Sebastián Ribas, Mario Balotelli y Jonathan Biabiany), y también la Serie A con el Inter. Pero a la temporada siguiente las cosas no marcharon como se esperaban y, con poco espacio en el plantel profesional, apenas jugó tres partidos en la Coppa Italia. Bonucci necesitaba seguir jugando y mostrarse, para no quedar en el anonimato como le pasó a otros grandes proyectos que nunca terminaron de ser lo que se esperaba de ellos. Un luchador y trabajador como él no podía al menos no intentarlo.
A regañadientes bajó a la Serie B, ya que fue cedido a préstamo a otro club del norte italiano, Treviso. Permaneció por dos temporadas (46 partidos y 4 goles), ya dejando el puesto de lateral derecho y afirmándose como marcador central, puesto que tomó para no dejarlo más. Giampiero Ventura (actualmente seleccionador de Italia), siempre tuvo afición por llevar jugadores jóvenes a los clubes donde dirigía, y bajo su ala recaló en el Pisa por media temporada, también en Serie B.
A mediados del 2009 volvió a Inter, ya con rodaje y muchos minutos en su haber, pero sin lugar allí fue utilizado como contrapartida en la negociación con Genoa, por la cual Diego Milito y Thiago Motta fueron al club de Milán y el defensor viajó rumbo a la bella ciudad portuaria, pero solo de pasada. Ventura asumió como entrenador de Bari, recién ascendido a la Serie A, y se llevó en copropiedad a Bonucci y Andrea Ranocchia, ambos desde Genoa, y formaron una de las mejores duplas de marcadores centrales del campeonato en el cual el club del sur italiano terminó siendo la gran revelación en 2009-2010.
Su gran desempeño fue seguido de cerca por Marcello Lippi, por entonces entrenador de Italia, que sobre el filo del armado final de la lista para el mundial lo convocó para participar de Sudáfrica 2010 (debutó el 3 de marzo en el combinado azzurro, con apenas 22 años, ante Camerún en un amistoso).
Finalizada la temporada debieron resolverse las copropiedades, en las cuales se decidió que el pase de Bonucci sea del Bari en su totalidad. A su vez fue vendido a Juventus, luego de ese gran año, por 15 millones de euros. El inicio de Bonucci fue de lo mejor a nivel individual, pero no a nivel colectivo. El equipo era dirigido por Luigi Del Neri, un entrenador muy adepto a la línea de cuatro pero que coartaba con la impronta del defensor, que era más de primer pase y buen juego en especial en balones largos. Terminó siendo el jugador con más presencias en el torneo (34 partidos y 2 goles), pero la Vecchia Signora apenas finalizó en el frustrante séptimo puesto.
La mala temporada que pasó hizo que a la siguiente hubiera un cambio de entrenador en el conjunto de Turín. Asumió Antonio Conte (de buen paso por Bari y Siena, previamente). Con el nuevo entrenador se cambió el sistema táctico a 1-3-5-2. Bonucci se enfrentó a un nuevo desafío: jugar como stopper por derecha, cuando formativamente y a lo largo de su carrera no fue un esquema en el cual había jugado con asiduidad.
En ese interín Bonucci fue acusado por arreglo de partidos cuando jugaba en Serie B, debió pasar por varias audiciones judiciales en las cuales se comprobó su inocencia, aunque ello le costó una decaída en su carrera ascendente, aunque de manera pasajera. Nada pareció detenerlo en su objetivo de transformarse en uno de los mejores en su puesto. Sus inicios como mediocampista central, sumado a su progreso y ductibilidad lo convirtieron en un eje central no solamente en lo defensivo, sino también como creador de peligro en el área rival con su pase largo.
La adaptación costó, pero con trabajo y su inteligencia táctica pasó de ser resistido en un principio, a ser considerado uno de los mejores marcadores centrales del mundo. Consiguió elogios de los entrenadores más galardonados, como José Mourinho, Josep Guardiola y el mismo Conte, quien quiso llevarlo al Chelsea, por lo cual la Juventus debió rechazar una oferta millonaria en este último verano europeo.
Imprescindible por su eficacia en el salteo de líneas a la hora de la gestación de juego, como lo muestra el gol de Ciro Immobile en Italia frente a Holanda (debut de Conte como director técnico de La Nazionale), o el pase a Emmanuele Giaccherini para el gol a Bélgica en el debut de la última Euro 2016.
Fuerte en la marca, en el mano a mano, en el quite y el anticipo. Vive los partidos con una concentración extrema. Sus salvadas en situaciones límites son festejadas como un gol por él mismo. Con los partidos, se asentó en la posición de líbero. Intenso por donde se lo mire. Asume riesgos y eso lo convierte en un jugador por sobre la media, como lo hizo cuando ejecutó el penal contra Alemania, en los cuartos de final de la Euro, y convirtió frente a Neuer el 1-1 (luego Italia cayó por penales).
Hoy, más de 200 partidos en el club más ganador de Italia lo convierten en uno de los favoritos para los hinchas. Aclamado por propios y extraños, parecía mentira que su carrera iba a llegar a los niveles que llegó cuando no era tenido en cuenta en Inter. Indiscutido también en la Azzurra, un líder de esos que se ganan las cosas con personalidad y mucho trabajo en la búsqueda obsesiva y personal por la excelencia.
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- Cultura Redonda
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