#Rusia2018xCR
Belleza en el caos
Hay una subcultura de la narración –sea de laboriosas obras literarias así como de chapuceras anécdotas- en donde el desorden y la improvisación predecesora del triunfo posee cierta mística. Se premia y ejemplifica en base a la preparación y a la logística cuyo arduo trabajo es consagrado con la obtención de un galardón, pero también nos gusta transitar por historias marginales en donde el escándalo y lo caótico dio a luz, entre iluminaciones fugaces, casualidad o mera fortuna, al tan ansiado éxito.
Si es fútbol el escenario de esta temática, casos encontraremos por docenas. Pero encontrar algo así en un Mundial, donde las exigencias son extremas y los inventos de última hora son materia prima para el fracaso, es tarea difícil. Si la protagonista de esta trama es una selección de vuelo menor, las chances aún son más pequeñas.
El equipo nacional de Nigeria es un caso para el estudio. Aquí solamente repasaremos un poco su andar en Francia 1998, que bien podríamos titular con una frase habitué de estos pagos: contra todos los pronósticos.
La Copa del Mundo anterior lo había vislumbrado como ganador del Grupo D, por sobre Bulgaria, Argentina y Grecia. Sería la Italia de Roberto Baggio la que, recién en el tiempo extra, lograría eliminar al conjunto africano en octavos de final. No obstante, alcanzaría el oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, al vencer en la final al seleccionado argentino. Tamaños antecedentes sentaban a dicho combinado como a tener en cuenta para dar la sorpresa en la cita mundialista a disputarse en suelo francés.
Pero las mieles ya estaban agrias para el verano europeo del ’98. Nigeria ardía. El trotamundos francés Philippe Troussier, encargado de las tácticas durante la fase final de la clasificación, había dado por concluida su obra en vísperas del torneo. Los de casaca verde habían clasificado por encima de Guinea, amén de un solo punto de diferencia. Motivo de ilusión fue que el reemplazante del saliente DT fuera el entrañable Bora Militunovic, artífice en superar la fase de grupos mundialista con México, Costa Rica y Estados Unidos. En su cuarto Mundial consecutivo, ansiaba repetir la gracia con el conjunto africano.
¿Ambiente optimista? Para nada. La preparación nigeriana rumbo a la Copa del Mundo fue un infierno. En primer lugar, los resultados fueron espantosos. Una victoria (1-0 a Irán), un empate (2-2 con Jamaica) y tres derrotas (0-1 con Alemania, 0-3 frente a Yugoslavia y un nefasto 1-5 propinado por Holanda). Para colmo, el plantel comenzó a mostrar hostilidad para con el técnico. Primero, se lo acusó de ser obsesivamente defensivo. ¿Cómo respondió ante esto Bora? Como mejor lo sabe hacer, desarticulando la tensión y concediendo a sus dirigidos siete días de relax. El asunto es que este receso se estiró hasta los diez días, ablandado la preparación rumbo a la cita y retrasando notablemente la preparación física. Para colmo los ánimos con el entrenador seguían caldeados. Alguno hasta balbuceó la posibilidad de salida.
Lo racional hubiera sido una eliminación rápida e indolora de este caótico team. Su grupo, compuesto por España, Bulgaria y Paraguay, era un bocado demasiado grande para una murga que pisaba un escenario apto solo para orquestas. Lo previsible hubiera sido que Peter Rufai, Celestine Babayaro, Taribo West, Jay Jay Okocha y Sunday Oliseh, algunos de los símbolos de la escuadra, ni siquiera trascendieran el recuerdo extraviado de algo sucedido en Francia 1998.
¿Por suerte? el fútbol es impredecible, y entre el desorden, las peleas y las sospechas de conspiraciones, Nigeria le propinó un sorpresivo 3-2 a España en el debut, con un agónico gol de Oliseh que dejó afónico a un continente, primer paso para construir su clasificación como puntero rumbo a octavos de final, gracias a un triunfo por 1-0 ante Bulgaria que les permitió encarar el partido de cierre con Paraguay (1-3) con la tranquilidad de un aprobado triunfante. En octavos, Dinamarca cercenaría su andar, pero eso ya es historia para otro post.
Artículo relacionado: ¿Cómo fue el España – Nigeria del ’98?
Todos recordamos al menos una imagen algo nítida de aquel batacazo nigeriano en el último mundial del siglo XX, ¿pero acaso alguien retenía los escándalos que desestabilizaban al conjunto en la previa? Difícil. Lo cierto es que veinte años más tarde, somos nosotros los que imploramos que el escándalo sea postergado por la gloria de alcanzar un objetivo cuando los pronósticos están en tu contra. Suena caprichoso, lo sé. Tiene aroma a poner el polvo bajo la alfombra. ¿Pero acaso no sentís la necesidad urgente de, el martes a las cuatro y media de la tarde, estar abrazándote a algún transeúnte testigo de la clasificación agónica de la Argentina? Hazaña que se daría, casualmente, frente a Nigeria. Una Nigeria que no es la del ’98. Y si leíste hasta acá, entenderás que eso, justamente, no significa nada.
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- AUTOR
- Esteban Chiacchio
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