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Bosman: el impulsor de una ley que le jugó en contra
Corría mediados del mes de diciembre de 1995 cuando un caso sin precedentes sacudió el mundo entero del fútbol. Una ley cambiaba un sistema en general que regía en el modo de transferencias de futbolistas, de la mano de un jugador belga llamado Jean-Marc Bosman. Fueron años de lucha del propio hombre por intentar hacer justicia de un hecho que lo había tenido como protagonista un lustro antes. Definitivamente, resultó paradigmático aunque, como veremos, todo resultó contraproducente para el impulsor de la norma.
El personaje en cuestión tenía 31 años en 1990, jugaba para el RFC Lieja, un club belga (anteriormente lo había hecho para el más conocido Standard de la misma ciudad), y le llegó el momento en el que finalizó su contrato. A través delmecanismo de retención que por ese tiempo regía en el Viejo Continente, la institución ofreció la renovación del vínculo, aunque Bosman no aceptó y solicitó irse a jugar a otro equipo.
Fue en ese momento donde se dio el principio del suceso que acabaría revolucionando el fútbol. El Dunquerque francés lo quería, pero el RFC Lieja solicitó una suma equivalente a 800.000 euros como indemnización, después de acordar la cesión por un año con opción de compra. El club galo no aceptó dicho negocio y Jean-Marc decidió ir a la Justicia. La entidad donde jugaba, por su negativa a renovar el contrato, ya le había reducido en un 60% el salario que cobraba.
Después de cinco años en los que luchó tenazmente, logró que fuese sacada la Ley Bosman, aunque trajo innumerables y excelentes consecuencias para extraños y las peores para él. La norma que él mismo impulsó se le volvió en contra. Con esa medida, se eliminaba ese principio de retención y, al finalizar el vínculo de cada jugador con su club, tenían el derecho de quedar libres y negociar por su propia cuenta con otros clubes. Además, dejaban de existir las limitaciones de cupos de extranjeros dentro de equipos que formen parte de la Unión Europea.
Las nuevas formas trajeron miles de beneficiados. Los clubes más poderosospudieron contratar sin trabas a las más grandes figuras, desembarcar como gigantes en el mercado, al desaparecer las fronteras de jugadores foráneos. Sin embargo, Bosman, en lugar de ser el primer beneficiado, terminó siendo el mayor afectado, por las consecuencias que esta pelea le trajo.
Todo ese tiempo concurriendo a Tribunales con maletines, papeles, de saco y corbata, y la promulgación de la ley, lo acabó alejando de la práctica profesional del deporte. La mayoría de los dirigentes aquejados por el anuncio comenzaron averlo con otros ojos al ver afectados sus negocios. Luego de esto, Bosman no conseguiría jamás una buena posición, y su carrera se deterioraría en poco tiempo.
Hasta 1996 jugó en los equipos franceses Olympique St-Quentin y Sant Denis, para acabar en el Charleroi (allí le pagaban menos de 1000 euros al mes por considerarlo un riesgo) y el Visé de Bélgica. Tras su frustrada transferencia al Dunquerque y la victoria en los Tribunales, el futuro sería devastador para Bosman, al ver que las puertas del fútbol se le cerraban desde todos lados. Prontamente se divorciaría, por ende se alejaría de sus dos hijos, Martin y Samuel, y se encontraría inmerso en una profunda depresión.
El alcohol fue la única salida que encontró para los problemas que tenía. Volvió a la casa de sus padres y reacondicionó el garaje para vivir allí. Llevaba una vida demasiado pobre, angustiante, y así se le pasaron los años. Los excesos lo dejaron sin nada, y los 780.000 euros que había recibido como indemnización tras el juicio ganado lo despilfarró todo en un negocio de camisetas.
Tuvo una nueva pareja, pero la historia terminó mal. En febrero del 2012, fue acusado por pegarle a ella y a su hija. Ya vivía en una casa en las afueras de Lieja, y lo condenaron a un año de prisión condicional por los actos de violencia doméstica ante su novia. Esas condiciones tenían que ver con respetar tres puntos fundamentales para no cumplir la sentencia. El primero era aceptar una ayuda psicológica para solucionar sus problemas, el segundo tenía que ver con someterse a controles de sangre, y por último no debía consumir más alcohol.
Pese a ser tres pasos simples, la depresión y el modo de vida que llevaba perduraron. Jean-Marc no cumplió con esos pactos y hoy en día el dictamen del proceso que arrastra lo acecha. Es casi seguro que terminará cumpliendo la condena que le cabe en prisión. No vivían juntos con su pareja por temor a perder las prestaciones estatales por separado, que hoy en día son la única base en la que Bosman sostiene su vida.
En una entrevista con el diario inglés The Sun en el año 2009 se lo había visto por última vez antes de conocerse la actual noticia de que podría caer en la cárcel. Con ese medio, comentaba que sus hijos eran lo único que lo mantenían vivo y con simples palabras demostraba su parecer de lo que ha tenido que asumir después de la ley que salió en 1995: “Ha sido muy, muy duro. Gané la batalla en los tribunales pero yo soy quien ha tenido que pagar y pagar y pagar”.
Esa nota estaba acompañada por fotos que mostraban su estado. Su cara estaba visiblemente afectada por los excesos, su mirada transmitía tristeza, y se veía que estaba abandonado a lo que el destino pudiera llegar a hacer de él. Admitió ante TS que le gustaría que los grandes futbolistas le reconozcan el esfuerzo que hizo para que hoy ganen millones e incluso la primera imagen de la nota en la web era su figura y la siguiente inscripción: “Wayne Rooney gana 200.000 libras semanales por mí, pero yo estoy viviendo de un subsidio”.
Hoy tiene 48 años, 17 más de cuando se convirtió en el líder de una causa que mejoró notablemente al fútbol (o por lo menos a los futbolistas) y por la cual nadie le agradece actualmente. Tiene una deuda abismal que intentará contrarrestar con la apertura hipotética de una página web referida al fútbol amateur, y afronta más de un cargo familiar. Los números le dan cada vez más en rojo e incluso todo puede ser peor en los próximos días, cuando Apelación pueda mandarlo a la cárcel por no cumplir los requisitos de libertad. Igualmente, su abogado ha expresado que de darse la sentencia de tener que ir a la cárcel, Jean podría suicidarse.
Un futbolista que incluso llegó a jugar algunos partidos en las selecciones juveniles de Bélgica, un mediocampista que allá por los inicios de la década del ’90 tenía buenas habilidades y era seguido por el mercado futbolístico. Esa no transferencia terminó en cinco años de lucha y la victoria en el Tribunal Europeo de Justicia, aunque su vida se vería muy perjudicada. El hombre al que su propia ley se le volvió en contra.
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