“Esto hay que entenderlo, no se puede ser el dueño del fútbol, es imposible lo que está pasando”. Estas fueron las declaraciones del presidente de Boca Juniors, Jorge Amor Ameal, el viernes pasado en el programa Superfútbol. ¿A quién hacía referencia?, pues a alguien quien no está muy lejano de ser el “dueño” del fútbol argentino: Christian Bragarnik.

El abogado, representante y creador de la agencia de representación Score Fútbol S.A. ha estado relacionado con la contingencia futbolística de la Argentina durante la última semana de febrero. En un principio, debido a la polémica periodística acerca del once titular con el que iba a jugar Defensa y Justicia ante River Plate por la definición de la Superliga (tomando en cuenta el estreno del equipo de Hernán Crespo por Copa Libertadores, tres días después, contra el Santos de Brasil).

¿Cómo afecta esto a Bragarnik? Bueno, en realidad casi todo lo relacionado al fútbol argentino y sus protagonistas afectan a Bragarnik. Él mismo se autodenominó como “asesor deportivo” de Defensa y Justicia al conversar con Fox Sports Radio, donde afirmó que el equipo de Florencio Varela pondría lo “mejor posible” para amargarle el campeonato a los subcampeones de América, metiéndole así presión al entrenador del Halcón para que no se guardara nada ante el elenco millonario. Sin embargo, los tentáculos de Bragarnik van más allá de Defensa y Justicia.

Hasta el día de hoy, representa a más de 100 futbolistas y alrededor de 15 técnicos, teniendo influencia aproximadamente en la mitad de los equipos de la Superliga, de manera directa o indirecta.

Cabe cuestionarse quién es este operador responsable de la vuelta del Diego al fútbol argentino, que va a las ceremonias de la Conmebol y ve partidos de la segunda división española en un palco junto a Daniel Angelici.

No obstante, lo que permitió que entrara en el mundo del balón fue la producción de un video de las mejores jugadas de Mariano Monrroy -un enganche surgido en Arsenal-. En 2002, mediante este compilado, Monrroy fue contratado en el Irapuato, filial de la segunda división del Querétaro. Pasado un año, Bragarnik ya era presidente de aquella institución, en la cual fue inversionista Tirso Martínez Sánchez -trabajador del cártel de Sinaloa y socio de “El Chapo” Guzmán-, quien fue declarado culpable por distribuir toneladas de cocaína.

El resto es historia. Durante los años siguientes, fue responsable de los movimientos de jugadores como Darío Benedetto, Iván Marcone o Gabriel Arias, y de técnicos como Diego Dabove, Sebastián Becaccece o Diego Armando Maradona. También, fue asesor de clubes mexicanos, e incluso llegó a ser presidente del club chileno Unión La Calera. Para finalizar, actualmente es dueño del Elche, club de LaLiga 2, que vendría siendo la segunda división española.

En fin, este historial de operaciones lo puso en la mira del mandamás de Boca Jrs, Jorge Ameal, quien observa con recelo esta multifunción de Bragarnik. Tan así, que anunció que en el minuto en que el campeonato argentino vuelva a manos solamente de la AFA, se le intentará poner límite a este tipo de actores.

Muchos ven al empresario como el abanderado en la búsqueda de imponer las SA

¿Existe algo que no sea negocio?, se preguntaba Eduardo Galeano, refiriéndose a la manipulación del fútbol por parte de los grandes intereses económicos mundiales. Puede que para Bragarnik la respuesta sea que no. Puede que al hombre que instauró la vanguardia de la representación cruzada en la Argentina, no se le avecine un declive. Sin embargo, ya acumula enemigos en puestos poderosos, que lo miran como el abanderado de una posible reforma para transformar los clubes en sociedades anónimas.

¿Sería ético que un entrenador tenga en su plantel jugadores con los cuales comparte representante? ¿Corresponderá que un “asesor deportivo” de un club sea representante tanto de jugadores como técnicos que sean rivales directos para clasificarse a torneos internacionales? ¿Qué pasará cuando lo que esté juego sea algo más crucial, como un título o un descenso? ¿Es ética la figura de Bragarnik?