América
Brasil 2014, un Mundial nada “pachorra”
Alejandro Sabella interpretó el rol de entrenador en la pasada Copa del Mundo. Y, aunque mayormente depositemos la lupa del análisis sobre los protagonistas que están de la línea de cal para adentro, nos permitimos desmenuzar ¿a qué jugaron sus dirigidos? ¿Cuál fue su táctica? ¿Qué rol ocupó su as de espadas?
Cuando hablamos de esta competición es inevitable pensar en la típica y redundante frase: “fue/es el de…”, e, inmediatamente, hacemos referencia a alguna de las estrellas que estuvieron o estarán presentes, sobre quienes el ojo clínico del periodismo y el vox populi juzgará. Pero, ¿cuál fue la idea prima del técnico? ¿Cómo conformó la lista de 23 hombres que viajaron a Brasil en 2014?
Dicen los que saben que una de las máximas del exentrenador de Estudiantes de La Plata es armar los esquemas de atrás hacia adelante. Claro, esto depende de los artífices propios que poseas en la plantilla, pero ya hablaremos de los de posición de vanguardia, seguramente, los primeros que se ganaron un lugar en la nómina definitiva.
Es por eso que, una de las primeras cuestiones a delimitar era cómo iba a cranear la retaguardia. En el arco no había dudas. Pese a su poca continuidad en el Mónaco de Francia, Sergio Romero era el apuntado a estar bajo los tres palos, con Mariano Andújar –hombre que conoció de su paso por el Pincha– y Agustín Orión, de gran continuidad en Boca Juniors, como sustitutos.
Abajo, siempre o casi, estaban los mismos: Pablo Zabaleta, Federico Fernández, Ezequiel Garay y Marcos Rojo eran los que más minutos disputaron, con Nicolás Otamendi colándose como moneda de recambio habitué aunque, más tarde, no sería parte de la delegación, inclinándose por otros apellidos como los de Hugo Campagnaro –del Inter de Milán- y José Basanta, del Monterrey de México.
En la medular, Javier Mascherano sería el volante de contención y salida, metiéndose entre los dos postes del fondo cuando los laterales pasaran al ataque; Fernando Gago o Lucas Biglia harían de “doble cinco”, con la obligación de sumarse más a la línea de ataque y colaborar en la gesta de juego; por la izquierda, Ángel Di María, el pulmón del equipo. Velocista por experiencia, su ida y vuelta, diagonales, su capacidad para el retroceso y el factor sorpresa lo volvían clave.
Arriba estaba todo claro. Y es por eso que, anteriormente, hablábamos que, dependiendo de los elementos que tengas, el cómo de conformar tu once. Y en la cabeza del estratega estaba claro que Sergio Agüero, Gonzalo Higuaín y Lionel Messi eran los inamovibles. Ellos, junto al Fideo, serían los “cuatro fantásticos”. En las eliminatorias, el tridente sumó 24 de los 35 tantos de la albiceleste.
¿Qué le asignó a cada uno? El Pipita personificó al centro delantero, papel en escena que conoce de memoria; el Kun fue una especie de segundo punta, con más libertades para entrar y salir de la zona de peligro, volcarse hacia los costados y ser parte del circuito futbolístico; el ’10’ era el encargado del tiempo, el cuándo, el cómo, la pausa, la aceleración y el armado. Sus mejores socios fueron los pies de Pintita. Cuando uno de los dos laterales se sumaba, un volante se desprendía y Di María acompañaba, atacar con seis era letal, los números previos abalaban.
Así entonces, si tenemos que dibujar un esquema táctico sería un 4-3-3 puro. Pero, si este deté tenía algo, era no casarse con números duros. Y la principal muestra de ello ocurrió en la primera fecha del “Grupo F”, ante Bosnia, en el Maracaná. En el estreno, pese a los pronósticos de todos, cinco defensas aparecieron en el fondo. Garay fue el central derecho, Fernández el líbero y Campagnaro el zaguero por izquierda, más dos por las bandas. En el medio, Maximiliano Rodríguez en lugar de Gago, y arriba el de Barcelona con el de Manchester City, sin Higuaín.
La première fue con victoria dos a uno. Pero parece que el cambio no resultó del agrado de muchos, tanto es así que, en posterior conferencia de prensa, el crack del Barça demostró su descontento: “En el primer tiempo me costaba agarrar la pelota y, cuando lo hacía, estaba lejos del arco rival y no había descarga para ir adelante. Perdí varias y no podía hacer el partido que yo pretendía, no lograba hacer las cosas”, opinó el autor de uno de los dos tantos del triunfo, que también argumentó: “Creo que nosotros en la delantera nos sentimos más cómodos con tres”.
Claro. Sabella tomó nota y decidió atender el consejo que le tiró su jugador MVP. En los dos últimos juegos de la primera fase, volvió al “once ideal”, con la Pulga en un gran nivel, con cuatro conquistas en el lomo y apareciendo en momentos claves como contra Irán, en donde clavó un zurdazo de afuera del área al lado del palo.
Los recaudos comenzaron en los mata-mata, como dirían en Uruguay. Claro que uno de los atenuantes fue la lesión en el bíceps femoral del delantero del City que obligó a otra variante en la formación. Apareció el 4-4-2. El lugar del ex Independiente lo ocupó Ezequiel Lavezzi, estacionándose en el carril del volante por derecha, aportando el retroceso por las bandas. Los costados se volvieron un elemento clave, y muestra de ello es el gol que selló el boleto a la siguiente llave, en el partido ante Suiza. Messi controló, condujo por el andarivel central y abrió para Di María que, entrando por la diestra, selló el uno a cero en tiempo suplementario.
¿Qué más demostró? Un ideólogo que pregonaba el “pressing”, pero que supo defenderse y aguantar como, por ejemplo, la mínima que estableció Higuaín ante Bélgica en cuartos de final; la capacidad de defenderse con el balón, pero pudiendo ceder y salir disparado con los cuatro de arriba. Aún con la pérdida de nombres como Agüero, Di María ante Holanda –reemplazado por Enzo Pérez- o de Marcos Rojo ante los belgas –por Basanta- mantuvo el libreto y las nuevas ideas se acoplaron a sus doctrinas.
Artículo relacionado: Una escuela, un camino y otra alegría
La final ante Alemania no rompió con ese molde. Con algunas de sus armas más letales sentadas en el banco de suplentes y los ingresos de Lucas Biglia por Gago y Martín Demichelis, que apareció recién en cuartos, logró jugarle de igual a igual a Alemania, disponiendo de dos chances inmejorables para levantar la copa de la FIFA, pese a que yerros personales y una distracción en el fondo hicieron que se quede en manos teutonas.
Sabella, el último técnico que logró manejar seriamente al combinado nacional, en un país sin una línea futbolística y que dispuso de, nada más y nada menos, siete técnicos en doce años, clara muestra de que no hay proyecto alguno.
Y vos lector, fanático, hincha, seguidor… ¿qué opinás de Pachorra en la mayor?
Relacionado
- AUTOR
- Julián Barral
Comentarios