América
Cadena de pases
El primer semestre de 2016 ha sido fundamental para Reinaldo Rueda, el entrenador de Atlético Nacional. Durante este curso logró consolidar la idea que trajo cuando llegó al club colombiano hace poco más de un año. El director técnico buscó desde el comienzo que su equipo jugara el balón a ras de pasto teniendo como base la velocidad y los toques de primera intención, ya fuera para desarticular defensas rígidas o para aprovechar los espacios dejados por los rivales con el fin de efectuar contragolpes letales.
Allí es fundamental entender que Atlético Nacional cuenta con piezas claves en cada una de las zonas del campo que le han permitido desarrollar el fútbol con el que le ganó a Huracán en Argentina, a Peñarol en Montevideo, a Sporting Cristal en Perú y recientemente al Sao Paulo en Brasil.
El primer eslabón de esa cadena de toques, con la que comienza el fútbol verdolaga, es el central Alexis Henríquez. El defensor aprendió con Juan Carlos Osorio a salir jugando con el balón en los pies, ya fuera conduciendo hasta la mitad de la cancha y tocándolo ahí o buscando con un pelotazo a un compañero libre más allá del centro del campo. Sin embargo, el equipo tiende a sufrir cuando esa función es delegada a otro zaguero y el rival ejerce presión alta. En ese momento, Nacional pierde la pelota y el que queda expuesto es el guardameta Franco Armani, quien tuvo que corregir los errores de sus compañeros con sendas atajadas a lo largo de la Copa.
Superada esa fase aparece el segundo eslabón de la cadena de pases: la primera línea de mediocampistas, conformada normalmente por Alexander Mejía y Sebastián Pérez. El primero se deshace de la presión rival con cambios de frente que buscan a los extremos, mientras que el segundo conduce, posiciona al equipo en terreno contrario y genera sociedades con los volantes ofensivos.
No obstante, aquí debe decirse que, si la presión del rival no es agresiva, Pérez parte como un volante de segunda línea que entra y sale de su posición con una mayor libertad para crear juego en comparación de la que tiene cuando arranca junto a Mejía en el centro del campo. En cualquiera de los dos casos, enlaza el trabajo de la defensa con los volantes de ataque y se hace indispensable porque es el futbolista intermedio que junta todo lo realizado por el resto de sus compañeros.
El tercer eslabón aparece más adelante de la bomba central y es el grupo de piezas sobre las que recae la mayor parte del andamiaje ofensivo. Los dos extremos y el mediapunta, que son la cuota de talento que termina de llevar el balón al área rival. En este punto, los protagonistas del día son los jugadores que Reinaldo Rueda manda a la cancha, porque determinan cómo va a buscar Nacional el gol. Si el mediapunta titular es Alejandro Guerra, lo más probable es que por las bandas aparezcan Marlos Moreno y Andrés Ibargüen, jugadores que tienden a moverse de afuera hacia adentro para recibir el balón, pasarlo y luego salir a correr para finalizar la jugada. No obstante, si aparece Orlando Berrío, que juega normalmente por la banda derecha, el equipo buscará llegar hasta la línea de fondo para producir, ya sea centrando el esférico, entrando al área con un desborde o con paredes.
Por otra parte, si Macnelly Torres es el mediapunta inicialista en Nacional, lo más probable es que el equipo juegue con un centro delantero. Allí fue fundamental la contratación de Miguel Borja para el cierre de la Copa Libertadores. El “10” colombiano encontró en el artillero un socio ideal para romper líneas con sus pases, porque él tiene el olfato para saber cuándo y cómo atacar, para anticipar los movimientos de los centrales rivales y quedar cómodo de cara al arco.
Nacional tiene una baraja de alternativas para escoger a qué quiere jugar y posee un grupo de jugadores que le permite hilvanar diferentes tipos de jugadas para llegar al área contraria y buscar el gol. Sin embargo, su sello está en jugar el balón a ras de pasto y con velocidad, dominar con el esférico en sus pies. Esa es su clave para elaborar cadenas de pases que solo se rompen cuando el equipo tiene una oportunidad para anotar, como las que lo llevaron a la final de la Copa Libertadores.
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