América
Canarinhos Arco Íris, contra la homofobia en el fútbol brasileño
Alguna vez señaló Jair Bolsonaro, presidente de Brasil electo a fines del 2018, que no soportaría tener un hijo gay. Incluso, declaró que a un niño gay se lo corrige a golpes y que se siente orgulloso de ser homofóbico. El país que gobierna es el de mayor cantidad de muertes de personas travestis o transexuales al año, y cada 16 horas se repiten asesinatos a personas que declararon amar a alguien del mismo sexo. Es en ese contexto, dentro de un fútbol también contaminado desde las tribunas, que se levanta una nueva corriente contra la LGBTIQfobia. Las hinchadas de diversos clubes, tanto de primera división como de segunda, se han unido para crear espacios de inclusión en los estadios. La iniciativa, que tiene ya más de un año de vida, presentó diferentes propuestas para modificar el entorno de la pelota.
“El colectivo se formó por la necesidad de hablar de la LGBTfobia en el fútbol, un ambiente muy hostil para mujeres, negros y la comunidad LGBTQI+. Muchas personas creen tener el derecho o la libertad de humillar a otros por su sexualidad, color o género”, señaló June, de Canarinhos Arco Íris, la organización que une a los grupos de simpatizantes. Nacida en noviembre de 2019, participó asimismo de manifestaciones pro-democráticas y contra el gobierno del actual presidente del país. El germen estuvo en Bahía, el club de la ciudad de Salvador que formó su propio espacio tras un movimiento que nació desde las entrañas del club.
Inter de Porto Alegre armó una Dirección de Inclusión Social y, con los años, muchas hinchadas se añadieron. Hoy, este colectivo está formado por 12 grupos que decidieron aunarse: Orgulho Vermelho (Inter), Furacão LGBT (Athletico Paranaense), Coxa LGBTQI+ (Coritiba), Palmeiras Livre, Paraná LGBT, Fiel LGBT (Corinthians), FlaGay (Flamengo), LGBTricolor (Bahía), Marias de Minas (Cruzeiro), Papão Livre (Paysandú), Vozão Pride (Ceará), Sport Recife LGBT, Coral Pride – Camisa 24 (Santa Cruz) y Orgulho Rubro-Negro (Vitória). Entre todas, suman casi 800 personas. Son la torcida que canta y vibra contra los preconceptos en el fútbol y la sociedad, expresan. Buscan acabar con la homofobia en las tribunas, así como abrir espacios en los que se debatan temáticas relacionadas.
“Entiende que existo, que esto es parte de mi vida”, gritan desde los cuatro costados del colectivo, en su lucha antifascista y contra la intolerancia. “No aceptamos callados ningún comportamiento LGBTIQfóbico. Tenemos todo el derecho de ‘torcer’ por nuestro equipo de corazón, sin que nuestra identidad u orientación sexual sea factor de represión o prohibición”, se lee en las redes sociales. Cada agrupación tiene su cuenta de Instagram y Twitter, englobadas en la de Canarinhos. Incluso, denuncian que muchos clubes se hacen llamar ‘o time do povo’, pero están lejos de contemplar a todos y de la inclusión.
Dentro de su espacio, la organización ha ideado una serie de medidas que elevó a diferentes organismos, como la Confederación Brasileña de Fútbol, el Tribunal Superior de Justicia y Seguridad Pública, y la Orden de Abogados. Entre ellas, se encuentran el desarrollo de una aplicación para denunciar casos de homofobia en los estadios, la existencia de protocolos que garanticen la seguridad de personas LGBTQ en las tribunas, publicidades que ayuden a tomar conciencia en los entretiempos, el respeto al nombre social de personas transexuales en los registros de socios y que las mujeres sean revisadas por policías mujeres antes de entrar la cancha. Además, hinchas mujeres del Cruzeiro elevaron su disgusto a las autoridades del club por el hecho de que la disponibilidad de ropa oficial del club es mucho mayor para los hombres.
Junto a estas iniciativas, uno de los objetivos es poder formar parte de la cotidianeidad del club desde dentro. “Queremos participar sin tener miedo a ser reprendidos por quiénes y qué somos. Es importante que haya pluralidad dentro del fútbol y de los clubes, teniendo asimismo representatividad en esos espacios”, dice June. El fútbol brasileño es un ámbito poco propicio a estos cambios y el escenario no ha cambiado en los últimos años. Casi no existen jugadores que se hayan declarado gays abiertamente en el profesionalismo, aunque existen torneos amateurs como la Champions LiGay en Río de Janeiro. Un torneo que cada día suma más adeptos y se hace muy competitivo.
Según explican diferentes estadísticas, la cantidad de asesinatos de quienes declaran amar a alguien del mismo sexo ha crecido sobremanera en Brasil: de 317 muertes en 2017 a tres cada dos días en la actualidad. Estas conductas se han trasladado al fútbol y se traducen en que la confederación ha sido multada en cinco oportunidades durante las Eliminatorias para el Mundial de Rusia 2018 por cantos racistas. Es decir, en la mitad de las presentaciones del equipo de Thiago Silva, Neymar y compañía. Argentina no se quedó atrás en ese rubro y pagó en seis ocasiones, quedando en el tercer lugar de un ránking latinoamericano que lideró México.
“Levantamos la pauta de combate a la LGBTfobia, que existe en un medio en el que convivimos, y resistimos. Ya hubo ataques a nuestro colectivo”, añaden desde los pasillos interiores de la iniciativa. Fue a mediados de 2019 que el Supremo Tribunal Federal de Brasil declaró este tipo de discriminaciones como un delito. “Las prácticas homotransfóbicas califican como racismo. Tales conductas se traducen en actos de segregación que inferioriza a los miembros del grupo LGBT”, se podía leer en la sanción de la ley.
Brasil ha sido el último país en abolir la esclavitud. Lo hizo hace relativamente no mucho tiempo, en 1888. Algunos de los quilombos, el lugar donde se escondían los esclavos rebeldes, todavía siguen en pie en las grandes ciudades; allí viven sus descendientes y continuarán haciéndolo, pese a que Bolsonaro haya amenazado con destruirlos por los gastos que originan. En ese orden, la voz de Roger Machado, técnico del Bahía, es una de las más importantes del movimiento negro en el fútbol con mayor cantidad de títulos del mundo. Machado acaba de lanzar una campaña por la que se publicarán 50 libros escritos por negros e indígenas a precios accesibles. “Cuando mis hijas eran pequeñas, buscaba libros de literatura infanto juvenil con personajes negros y me costaba encontrar. Esa inquietud creció hasta hoy, con un libro de Chimamanda Adichie (escritora nigeriana) que habla de los peligros de la historia contada de una única manera”, señaló.
Es hasta hoy en día que, asimismo, el número 24 es poco utilizado en Brasil. Los jugadores lo han esquivado por mucho tiempo y, en competiciones que obligan a una numeración en orden -como las copas internacionales-, es reservado para el tercer arquero o un futbolista destinado a tener poca participación. El origen está en ‘o jogo do bicho’, la lotería que en los años ‘80 reemplazó números por animales. Al 24 le tocó el venado, que se escribe en idioma portugués como veado, muy similar a la palabra viado con que se denomina a un gay en el lenguaje coloquial. Muchas figuras, como Gabigol Barbosa, llamaron a utilizar el dorsal nuevamente y acabar con esa tradición ilógica.
Fue en 1997, años después de que la homosexualidad fuese retirada del catálogo de enfermedades por la Organización Mundial de la Salud, que en Brasil se dio el primer levantamiento del orgullo LGBT. Cinco años más tarde, se posibilitó la redesignación sexual, y en 2011 se aprobó el casamiento civil de personas del mismo sexo. Incluso, poco después del cambio de presidencia hace casi dos años, aumentaron los matrimonios gay por el miedo a que las nuevas políticas de derecha pongan palos a una facultad obtenida por ley.
Os Canarinhos buscan visibilidad y han lanzado sus propuestas de inclusión y convivencia en las tribunas, mientras algunas decisiones desde dentro de la confederación brasileña pueden implicar un cambio: se igualarán los viáticos y premios de los seleccionados masculino y femenino, y la injerencia de mujeres en cargos de alto rango es cada día mayor (Duda Luizelli y Aliné Pellegrino tomaron los puestos de Coordinadora de Selecciones y Directora de Competencias). “Estamos intentando quebrar esto de a poco. Algunos clubes se sumaron a la iniciativa hace poco tiempo. El Bahía generó la campaña y una buena parte de los otros clubes se adhirió” explicó June, y amplió su perspectiva con su opinión sobre Jair Bolsonaro: “Estamos totalmente en contra de lo que pregona y piensa, un discurso de odio y fake news. Jamás concordaremos con ese tipo de pensamiento retrógrado y que incita al odio”. La nueva iniciativa es una paleta de colores, mientras la pelota corre y el colectivo se propone revolucionar el fútbol. “Ocupamos las calles. Nuestra primavera está recién comenzando”.
- AUTOR
- Nicolás Galliari
Comentarios