Argentina
Central Ballester: Hogar dulce hogar
El sol comienza a caer y las personas que se acercaron a Sarratea 10500 se dispersan. La fiesta por el aniversario fue el motivo ideal para que los hinchas de Central Ballester se conglomeren, con el mismo fin que tienen hace más de veinte años: volver a tener un estadio propio. Si bien la actualidad muestra que este sueño está cada vez más cerca, los días pasan y los Canallas se aferran a ese deseo. El torneo de penales, la plantación de árboles en el predio, un buffet económico, las miles de anécdotas entre amigos, la presencia del plantel de primera división y ex jugadores con un pasado gigante en el club, además de un día hermoso, era un cóctel ideal para seguir con la premisa de recaudar fondos e ilusionarse con que “la casa está en orden” para el 2020.
Su historia es muy particular, más allá de lo deportivo. El club nació como parte de un reclamo de socios de Central Argentino. Dirigentes de dicha institución habían tomado la decisión de dejar de participar en los torneos AFA, lo cual llevó a la sub-comisión de fútbol a responder con la creación de una nueva entidad: Club Social y Deportivo Central Ballester. El 26 de octubre, en homenaje a la fundación de Villa Ballester, de 1974, inicia su vida deportiva, con Rafael Bavaro como primer presidente, los colores azul y amarillo y el estadio de Italia y Moreno, en la zona de Chilavert. Herencias de Central Argentino. Al igual que la sede social, la cual estaba ubicada en Lacroze 884, pero que en 1975 se trasladó a 1050 de la misma calle de Villa Ballester. Esta fue la primera mudanza institucional. La primera de varias.
El pase de diapositivas requiere JavaScript.
En el plano futbolístico, tuvo su debut ante Acassuso, que con los años se transformaría en el clásico rival, y fue derrota por 2-1. Aquella tarde, Antonio Miguel paró a Pina, Mario Rosales, Rodríguez, Luís Rosales, García, Juan Carlos Puntorero (campeón con Chacarita en 1969), Ramón Maita, Maidana, Sánchez, Tapia y Desimone. El 30 de agosto de 1980 no es un día más para el hincha cacique. O, mejor dicho, el 3 de septiembre. Esta curiosidad se da porque por la última fecha de la Zona “B” de la Primera “D”, Central Ballester recibe a Liniers, pero el duelo se suspendió por las fuertes lluvias. El mismo se reanudó tres días después y el empate ante la “Topadora del Oeste” fue el último en el estadio de Italia y Moreno. Los propietarios del mismo, quienes eran parientes del reconocido tanguero Osvaldo Fresedo, pidieron que Central Ballester se busque otros rumbos. Ante este panorama, el cacique se traslada al Polideportivo de Chacarita Juniors, que le cedió gentilmente los terrenos hasta encontrar un nuevo destino.
Aquel fue el inicio de un nomadismo sorprendente, que incluso lo llevó a jugar en la cancha de Acassuso. En 1987 encontró en su José León Suárez su lugar en el mundo. Carcova y Yapeyú, dentro de Villa “La Carcova”, se transformó en el nuevo hogar del auriazul y escenario de los momentos más tristes y felices en su historia. El primer desencuentro se dio en la temporada 1987/88, cuando quedó desafiliado por un año. Mientras que la alegría máxima fue en la temporada 1995/96, cuando venció a San Martín de Burzaco en el duelo final (ganadores del Apertura y Clausura) y se consagró campeón. En la ida, en el estadio de Talleres de Remedios de Escalada y con arbitraje de Héctor Baldassi, fue victoria de la “Tribu Azul” gracias al gol de Adrián Lezano. La revancha fue en la cancha de J.J. Urquiza con triunfo “canalla” por 2-0, con goles de Julio César Santillán y Ricardo Staszcuzk.
Lo que fue una felicidad inmensa para los fanáticos, terminó siendo el inicio del fin. Si bien contaba con su propio estadio, durante el Clausura ’96 alternó la localía en Chacarita, Juventud Unida y Colegiales. ¿El motivo? En la anteúltima fecha del Apertura ’95, recibió a Cañuelas, el escolta. El local ganaba 2-0 sin grandes inconvenientes hasta que, a los nueve minutos de la segunda parte, los hinchas comenzaron a agredir a los jugadores rivales. El encuentro fue suspendido y reanudado el 27 de marzo de 1996 en el estadio de Colegiales, con triunfo final por 2-1. Aquel 2 de diciembre de 1995 es la mancha negra de Central Ballester: fue la última vez que fue local realmente. Con el ascenso a la Primera “C”, y un estadio que no tenía la reglamentación para la categoría, Colegiales alojó al “canalla” en una aventura que solo duró un año. Consumado el retorno a la “D”, se encontró con un panorama desalentador que sobrepasaba lo futbolístico: en un puñado de meses, se quedó sin sede social y sin estadio. Sí, ya no había rastros de la cancha de Carcova. La emergencia habitacional llevó a la gente del barrio a usurpar los terrenos que conformaban el campo de juego.
El pase de diapositivas requiere JavaScript.
En 1997 empezó un tour por varios estadios del fútbol argentino, una lista larga con nombres propios lejanos a la zona de residencia. A los conocidos destino de Colegiales, Chacarita, Juventud Unida y J.J. Urquiza, también trasladó a sus hinchas a Argentino de Merlo, Luján, Brown de Adrogué, Atlas, L.N. Alem, Midland, Lugano, San Miguel, Ituzaingó, Municipal de Pilar y hasta Campana, para utilizar las instalaciones de Villa Dálmine y Puerto Nuevo. “Era secretario del club y estaba en AFA a la espera del fixture. En el momento del sorteo, tenía a mi par de Puerto Nuevo y le pregunté si nos alquilaban la cancha. Estaba por empezar el torneo y ni sabía adónde íbamos a jugar”, fueron las palabras de Gabriel Pavoni Pekarek, que entre varias actividades del club es el historiador y dueño de una de las mejores anécdotas de por qué es de Ballester.
Anécdotas que los hinchas sueñan contarse en la sede del club, el cual buscan recuperar y anexar esa vida social que anhelan los dirigentes, o el buffet del futuro estadio. Porque el campo de juego, las tribunas y los hinchas es mucho más que una cancha. Sino, pregúntenle a Ezequiel, Oreja, Pato, Matías, el Orejón, Gusano, a Pablito 22, Pitu, al Pela, Fer Ramos o a cualquier “canalla” qué significa Sarratea 10500. O si prefieren salir campeones antes que volver a Suárez. Se van a dar cuenta que la cancha propia es mucho más que eso.
Relacionado
- AUTOR
- Claudio González
Comentarios