Opinión
Chau mohicano..
El amor por la redonda nació de la nada. Mi familia no era futbolera y bajo ningún sentido había forma de que alcanzara a formar un cariño verdadero por ese deporte, aunque la vida como siempre es rara y te sorprende. Un buen día, no recuerdo bien cuando fue, comencé a jugar con mis compañeros de escuela. Poco a poco el germen se fue instalando y casi sin quererlo comencé a consumir una cantidad aberrante de fútbol.
Un día fue un partido, al otro fue otro, al mes era cualquier cosa que tuviera que ver con la pelota. No hubo con qué darle, la enfermedad estaba instalada y no tenía cura. Uno de esos días donde buscaba qué mirar en la televisión encontré un programa especial de ESPN, donde hablaban de la «Naranja mecánica» y un tal Johan Cruyff.
Obviamente no tenía ni idea quién era y por eso devoré ese primer capítulo sin mediar problemas. Eran tiempos sin internet y sin demasiado dinero para gastar en revistas que venían de afuera. Ni hablemos comprar libros sobre fútbol porque había pocos y no tenía ni idea de dónde sacarlos. La cuestión fue bastante simple y se resumió a ver o leer cada cosa que encontrara de ese hombre y de ese equipo.
Al poco tiempo comprendí que estaba viendo a uno de los mejores jugadores que dio la historia, muchos hablaban de Maradona o de Pelé, pero yo estaba fascinado con el hombre vestido de naranja que tiraba gambetas fácilmente y que siempre tenía la cabeza levantada. Me llamaba la atención su estilo y su contextura física.
Las imágenes lo vendían como alguien demasiado flaco para ser una leyenda de la redonda, pero poco después de buscar hasta el hartazgo pude dar con varios partidos de Cruyff. El flechazo fue directo y directo al corazón, ese tipo entendía todo y era corajudo. Más tarde cayó el amor por ese conjunto holandés que dio cátedra por el mundo y que es recordado como uno de los mejores de la historia.
Hace pocos días, Johan se marchó y con él se fue parte de mi niñez. No es que se fue un padre, sin embargo algo de eso podría llegar a ser. Ese tipo del que poco sabía fue mi primer gran héroe en el mundo futbolístico y seguramente gracias a sus locuras se me terminó por hacer imposible sacarme el fútbol de la cabeza. Un distinto sin lugar a dudas y con el tiempo lo pude corroborar.
Estuvo lejos de casarse con alguien y fue contra las reglas todo el tiempo. Su boca por momentos era una cloaca y los dardos venenosos salían para todos lados. Era autentico y al mundo los auténticos les molesta. Hoy guardo una replica de su camiseta entre mis tesoros y cada vez que me pongo esa casaca me acuerdo de mi niñez. Ahora seguramente me acordaré de ese tipo que me enseñó a amar y a respetar una pelota..
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- AUTOR
- Facundo Mirata
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