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China mira hacia el futuro
Cifras estratosféricas mueve el mercado chino. Los montos siderales han ido incrementándose con el paso de las temporadas, así como los contratos televisivos y la cantidad de público asistente a los estadios. En el último lustro, a base de una chequera inagotable, dejaron de ser un lugar para jugadores que desandan su retiro y se convirtieron en una liga que comienza a hacerse con los servicios de futbolistas jóvenes. La razón se encuentra en un programa gubernamental, que tiene como gran objetivo el crecimiento sostenido en el tiempo del fútbol de China, para lograr ser una potencia mundial a largo plazo.
Luego de un período en el que la economía del país asiático entró en recesión, el plan de que diferentes empresarios vuelquen su fortuna desembocó en la actividad deportiva. Y sobre todo, en el fútbol, un recurso que puede entregar grandes dividendos a futuro. El presidente Xi Jinping, fanático del fútbol, ideó un plan para que China evolucione progresivamente y comience a observar la disciplina desde otra perspectiva. Así, junto con la fuente de dinero interminable, se aúna el objetivo de que los chicos comiencen a formarse deportivamente en las escuelas desde la niñez.
“China puede enviar un cohete a la luna, pero está frustrada porque no puede ganarle a Tailandia en fútbol”, manifestó Tom Byers, un formador estadounidense que, tras muchos años en Japón, desembarcó en la nación en cuestión. Así, traduce lo que para el gobierno chino es una política de estado. Buscan transformar su fútbol. Solo han clasificado a una Copa del Mundo, la celebrada en Corea del Sur y Japón en 2002, sacando provecho de que los dos gigantes continentales no competían para ingresar por ser sedes de la competición. En la actualidad, su realidad dista de estar cerca de Rusia 2018, aunque todavía no pierden las esperanzas. Ubicados en el puesto 81 del ránking FIFA, por debajo de selecciones como Curazao, Haití o San Cristóbal y Nieves, la empresa no es del todo accesible. Como señaló en 2015 Jinping, al momento de sacar a la luz su plan para dar con el crecimiento futbolístico, el objetivo es “clasificarnos para otro Mundial, organizar un Mundial y ganar un Mundial”. La actual Copa China, reconocida por FIFA y disputada por el local, Chile, Islandia y Croacia, puede ser el puntapié de inicio.
El nuevo paradigma al que se intenta llegar va en concordancia con impulsar la economía nuevamente (asegurarse un capital de 750 billones de dólares para 2025) y, en cuestiones estrictamente deportivas, consagrarse en Asia en 2020 y del mundo en 2050. Al mismo tiempo, no son pocas las voces que aseguran que presentarán una candidatura para albergar la Copa del Mundo en 2026 -en principio, no se permitiría que se organice en Europa o Asia, que recibirán las ediciones de 2018 y 2022-. La gran masa poblacional china, dentro del país más habitado del mundo -más de 1.400 millones de personas-, actúa como plataforma para que en un futuro haya un sinfín de practicantes de la actividad. Muchas veces ha surgido la pregunta de porqué China no tiene un seleccionado aceptable entre su cantidad inmensa de habitantes; Gregorio Manzano, entrenador español que dirigió en los últimos años en la Superliga de aquel país, señala que los chinos aún no entienden la filosofía del fútbol. Para los próximos años, se programa la creación de 20.000 centros de entrenamiento a lo largo del territorio nacional que a su vez comprendan 70.000 canchas y lograr, de ese modo y en una década, poseer un terreno de juego cada 10.000 habitantes.
En el el medio, diferentes empresarios han sacudido los cimientos del fútbol en todo el planeta, tentando a las figuras con sumas de dinero inauditas. Carlos Tevez ha sido el último en llegar, y jugará en el Shanghai Shenhua a cambio de una remuneración superior a lo que cobran Lionel Messi y Cristiano Ronaldo en conjunto (contando solamente lo que perciben de sus clubes sin premios). A propósito del crack del Barcelona y el portugués, en los últimos días trascendieron ofertas chinas de 500 millones por el ‘10’ y un salario anual de más de 100M por el astro del Real Madrid. Hoy en día, parece que son lo único inalcanzable.
Mientras, las transferencias baten récords (en 2016, los números fueron superiores al gigantesco mercado de la liga inglesa). Las reglas de mercado han cambiado en pleno proceso de traspasos, pero eso no ha imposibilitado que salgan en busca de los mejores nombres europeos y sudamericanos. Desde la próxima temporada, deberá haber solo cinco extranjeros concentrados por equipo, y tres podrán ser titulares; incluso, se ha eliminado la distinción entre foráneos asiáticos y no asiáticos, y cada conjunto deberá convocar a dos sub 23 y por lo menos colocar uno en el once titular. También se establece que, como mínimo, debe haber tres futbolistas surgidos de las divisiones formativas en el plantel. El contrato de televisación de la liga, que comienza en marzo y finaliza en noviembre con 16 equipos participantes, se ha incrementando unas 30 veces con respecto al anterior: China Sports Media pagará 1.150 millones de euros. Con el objetivo de evitar una saturación y que la burbuja crezca hasta un punto imparable, el gobierno obligará a los clubes a que destinen dinero al fútbol base y comiencen a dar lugar al futbolista chino. La utilización de nuevas metodologías de entrenamiento y formación es el comienzo, sumado a la intención de que futbolistas de grandes ligas lleven consigo distintos recursos a los jugadores chinos.
«Mi mayor deseo es que el fútbol juegue un rol importante para hacer que el pueblo chino sea más sano de salud y mentalmente. Perseguimos metas como fortalecer a los jóvenes, reformar el sistema futbolístico profesional, mejorar la cooperación internacional y promover la industria del fútbol». Jinping, presidente de China, a la agencia Reuters
Asimismo, la nueva filosofía busca proteger al futbolista de China. Entre los traspasos poco cuantificables, ninguno es de un arquero. Se debe a que los porteros no pueden ser extranjeros, en la pretensión de empezar a formarlos desde abajo. Sin embargo, en opinión de Liu Yang, especialista en factores sociopolíticos de China, “allí siguen pensando que los partidos se ganan gracias al guardameta. Por eso, todos los porteros tienen que ser chinos. Continúan jugando a la defensiva. Es su filosofía”.
Las incorporaciones no solo son de jugadores, sino que también el certamen se ha nutrido de diferentes entrenadores de renombre. Luiz Felipe Scolari, Gustavo Poyet, André Villas Boas, Félix Magath y Marcello Lippi, que tras coronarse en Guangzhou Evergrande Taobao, dirige a la selección china. Poyet, que conduciera al Sunderland inglés y al Betis español últimamente, reemplazó a Manzano en Shanghai Shenhua para esta temporada y dirigirá a Tevez. En entrevista con La Nación, el uruguayo expresó que “si el fútbol chino puede mantener el poderío económico, va a tener sin lugar a dudas un nivel muy alto. Creo que cada vez veremos mejores jugadores y entrenadores”.
Previamente a la contratación de la exestrella de Boca, Axel Witsel firmó en Tianjin Quanjian desestimando a Juventus y a China llegó el brasileño Oscar -precisamente al otro club de la ciudad, el Shanghai SIPG-, sin lugar en el Chelsea de Antonio Conte. La compra fue récord, en un monto de 61 millones de euros. Con anterioridad, Gervinho, Alex Teixeira, Gael Kakuta, Elkeson, Ricardo Goulart, Hulk y Ezequiel Lavezzi continuaron por el camino que comenzaron a trazar Didier Drogba y Nicolas Anelka allá por 2012.
En tanto, el Guangzhou -firmó convenios el pasado año con Real Madrid para divisiones formativas- domina el certamen nacional desde 2011, después de ascender de la segunda división. Consiguió cinco ligas y dos Champions asiáticas, aunque sus compras no fueron del todo redituables. Un caso testigo es el del colombiano Jackson Martínez, por quien pagaron 42,5M, y el atacante aún no ha respondido con goles. Dirigido hoy por Scolari, disputó el Mundial de Clubes en 2015, torneo en el que el brasileño Robinho fue apenas suplente.
El dinero chino, en Europa
Causó curiosidad el desembarco de empresarios chinos en el Fútbol Club Jumilla, de la Segunda División B española (tercera categoría). Lian Xiang y Hui Tang, periodistas, lograron hacerse con la administración del club tras sumar a sus arcas millonarias una gran recaudación del “La Liga is fun”, el programa que conducían con tono humorístico. Sin ser el único ejemplo en las ligas de ascenso del fútbol europeo, los hombres en cuestión llevan hacia Jumilla jóvenes chinos que comienzan a hacer sus primeras armas. Tras formarse en un ámbito más competitivo, vuelven a su lugar de origen.
Los negocios también se hacen presente en la Primera de España. Wang Jianlin, el hombre más rico del país oriental según la revista Forbes y dueño de la empresa Dalian Wanda, propietaria de bienes inmuebles, decidió hacerse con el 20% del Atlético Madrid. Próximamente, los Colchoneros abandonarán el Vicente Calderón para presentar su nuevo estadio, el Wanda Metropolitano. Granada y Espanyol también cuentan actualmente con capitales chinos. Además, los horarios de partidos también se encuentran en vías de facilitar el acceso del juego a China, y los asiáticos pueden disfrutar en prime time del espectáculo por televisión. Incluso, muchos equipos importantes del Viejo Continente tienen sus cuentas en las principales redes sociales chinas (Tencent Weibo o Sina Weibo), y sus páginas webs en idioma chino logran captar a millones de nuevos seguidores.
Varios clubes italianos e ingleses firmaron contrato para comenzar a vender sus productos por la empresa Alibaba, dedicada a ventas electrónicas. FC Sochaux de Francia, Slavia Praga de República Checa, ADO Den Haag de Holanda y Aston Villa de Inglaterra fueron otras instituciones que se añadieron al mercado oriental, mientras el China Media Capital adquirió el 13% del Manchester City. Jinping, el presidente, estuvo de visita en Inglaterra, se sacó una selfie en el centro de entrenamiento con Sergio Aguero y David Cameron (exprimer ministro inglés) y manifestó: “en 2012, se lanzó un programa de cooperación para promover el fútbol en las escuelas y el Reino Unido comenzó a formar entrenadores chinos a nivel básico. Un año después, la Premier League y la Superliga china firmaron una carta de intenciones sobre colaboración”.
«El fútbol chino ha fallado por la prisa de alcanzar el éxito instantáneo. El problema es que nuestra manera de pensar está muy arraigada en ideas tradicionales. Todos creen que el fútbol solo consiste en obtener resultados». Zhang Lu, comentarista en transmisiones televisivas chinas
Suning, otra empresa de ventas por internet, compró el 70% de las acciones del Inter de Milán en 2016, mientras el 30% restante corresponde al indonesio Erick Thohir. El Milan, por su lado, siguió el mismo camino, cuando Silvio Berlusconi vendió el 99,93% a la sociedad Sino-Europe Investment Management Changxing. Nombres como los de Jack Ma, Zhang Jindong y Romain Woo y sus fortunas comienzan a agolparse en Europa, como también en el fútbol chino, y amenazan con aumentar sus desembolsos.
Así como las grandes multinacionales se hacen dueñas de clubes con mucha importancia en Europa, dan su nombre a diferentes entidades chinas en las que invierten. El Jiangsu Suning convive con el Shanghai SIPG, Hebei China Fortune y Guangzhou, que debe sus dos siguientes nombres a empresas como Evergrande, un gigante inmobiliario, y Taobao, sitio de compras online.
Desde dentro
Manuel Irissou fue parte de un grupo de cuatro entrenadores españoles que viajó a China para brindar entrenamientos y charlas a jóvenes. A partir de su experiencia en 2016, acerca su punto de vista sobre cuán lejos están los chinos de entender el juego: “Mucho. En los deportes individuales pueden destacar y su progreso es continuo, pero en deportes que implican una táctica colectiva tienen grandes carencias”. Y da su perspectiva sobre posibles razones. “Puede que sea un aspecto cultural, pero les falta el componente competitivo. Es cierto que hay buenos jugadores a nivel físico o técnico, pero carecen de conciencia colectiva”, manifiesta.
Además de ejercer como director técnico, jugó en un equipo amateur en sus horas libres. “Tras marcar el 2-1 en el minuto 89 de un amistoso, giré para celebrarlo con mis compañeros y mi sorpresa fue mayúscula al ver que, en lugar de correr al córner y abrazarse conmigo, estaban ya todos en nuestra propia mitad de terreno, ¡metiéndome prisa por volver!”, rememora.
Ante la consulta sobre si es posible que los chinos den el salto buscado en el futuro, Irissou advierte que “la mayor parte del fútbol se está enfocando desde un punto de vista escolar y hay muy pocos clubes”. “Además, gastan mucho dinero en llevar técnicos extranjeros para entrenar chavales pero a sus entrenadores no los estamos formando. Nosotros nos encontramos con campos de cemento, sin material o dando clases de 45 minutos a 60 niños con dos balones”, repasa de su experiencia.
«En los deportes individuales pueden destacar y su progreso es continuo, pero en deportes que implican una táctica colectiva tienen grandes carencias». Manuel Irissou
– ¿Les servirá con este modelo o deben cambiar?
– El hombre llegó a la Luna, nada es imposible, pero creo que con el modelo actual es muy difícil. Están construyendo la casa desde el tejado. Pretenden que la gente vea mucho fútbol, y lo ven, aunque hay una gran carencia de torneos a nivel regional o local. Trabajé en una ciudad de tres millones de habitantes y tan solo había un par de ligas amateur. Entrenaba a equipos con un total de siete escalafones y no llegué a competir un solo día. Otros compañeros tuvieron solamente un campeonato de una semana. Considero que para crecer hay que competir y que los niños han de jugar mucho pero también ver en directo, cosa que les falta a ellos.
Las aspiraciones del presidente parecen ir por el sendero adecuado en términos económicos. No obstante, China aún está lejos de un ideal futbolístico que lo acerque a su primer objetivo de campeonar en su continente dentro de tres años. El máximo mandatario lucha hasta con la resistencia de padres con miedo a que sus hijos desperdicien su tiempo. Los consecuentes desembolsos y el propósito continuo de fichar estrellas es el modelo, sustentando en el fútbol base y la formación progresiva. El tiempo brindará consecuencias y dirá si las opciones tomadas son las de mejor alcance, en un fútbol que parece haber enterrado todo síntoma de corrupción a fines de la década pasada.
- AUTOR
- Nicolás Galliari
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