Copas selecciones
¿Cómo fue el inaugural Francia – Senegal del 2002?
Nos situamos en aquel 31 de mayo de 2002 en el Seoul World Cup Stadium. Partido inaugural del Mundial de Japón y Corea del Sur entre el último campeón y la selección africana debutante. Con una asistencia de 62.561 espectadores que esperaban ansiosos ver a uno de los favoritos (junto a Argentina) para levantar la Copa. Incluso, para una gran porción del periodismo mundial, la final deseada era Argentina-Francia.
Sorpresas en los encuentros inaugurales
El primer partido que deparó una confusión general fue el Inglaterra 0-0 Uruguay del Mundial 1966. Aquel juego se disputó en el mítico Wembley con 87.000 espectadores que deseaban gritar el primer gol de muchos para un combinado inglés que partía como favorito debido a la localía y un buen elenco conformado por jugadores como Gordon Banks, Bobby Moore, Bobby Charlton, Geoff Hurst o Roger Hunt.
El 13 de Junio de 1982 en el Camp Nou de Barcelona, hizo su presentación Argentina, que daba inicio al Mundial de España. Aquella derrota del equipo de César Luis Menotti ante Bélgica por la mínima (Erwin Vandenbergh), supondría un cruce mortal en el grupo siguiente con Italia Y Brasil.
El 31 de mayo en México 1986, la Italia de Alessandro Altobelli no pasó del empate 1-1 ante su similar de Bulgaria. Los búlgaros igualarían la contienda a falta de cinco minutos, gracias al tanto anotado por Nasko Sirakov en el Estadio Azteca.
Una de las sorpresas más sonoras fue la del Mundial de Italia 1990. El batacazo lo daría la Camerún de Roger Milla, Cyril Makanaky, Thomas N’Kono y Omam Biyik ante la Argentina de Diego Armando Maradona. Ese 8 de junio, Biyik desafió la gravedad para vencer a un sorprendido Nery Pumpido, de floja respuesta tras el cabezazo del africano. El Giuseppe Meazza fue testigo de un acontecimiento histórico.
La Bolivia de Xavier Azkargorta rozó la épica ante una Alemania que llegaba a USA 1994 como defensora del título conquistado cuatro años antes. Finalmente, el 1-0 de Jurgen Klinsmann a falta de media hora para el final, desahogaba a sus hinchas por la victoria y por no ver manchada su historia.
El Hadji Diouf y un partido que le valió el traspaso a Liverpool
ONCES INICIALES
Sólo se habían jugado cinco minutos del Francia-Senegal cuando El Hadji Diouf avisaba a los europeos tras desbordar a Marcel Desailly. Tras su centro, Khalilou Fadiga disparaba a manos de Fabien Barthez. Esta jugada se repitió durante todo el choque con balones de sus laterales Omar Daf y Ferdinand Coly a la espalda de ambos laterales rivales (Bixente Lizarazu y Lilian Thuram), donde el jugador del Lens desequilibraba con una facilidad asombrosa a la zaga francesa.
La consigna de Senegal era clara y concisa: robo en campo propio y salida rápida en busca de Diouf. Si bien le señalaron innumerables fueras de juego, fue un permanente dolor de cabeza para la línea defensiva.
Su socio en cada ataque fue Fadiga, un enganche de mucha calidad escorado a banda izquierda que intentaba ser el nexo entre sus nueve compañeros y el delantero. Si bien Moussa N’Diaye estaba posicionado como extremo por derecha, su principal objetivo era frenar las subidas de Lizarazu y auxiliar junto a Salif Diao a un Coly que tenía como rival, nada más y nada menos, que a Thierry Henry por su sector.
El Hadji se movió por todo el frente de ataque y recibió siempre muy cómodo de espaldas en cada parcela donde participaba, bien para aguantar el balón y darle oxígeno a sus compañeros (adelantamiento de líneas) o bien para transformarse en la pesadilla de sus contrincantes una y otra vez. Frente a rivales defensivos que nunca se anticiparon debido a su lentitud, existían dos posibilidades tras el primer toque de Diouf, el primero que recibiera falta y el segundo que se fuera de su enemigo con su gambeta y velocidad.
Cuando se estaba por cumplir el minuto 30 de juego, Aliou Cisse robó un balón a Youri Djorkaeff en la mitad de la cancha para asistir a Diouf con un pase a espaldas de Thuram, quien quedaba en desventaja con muchos metros por detrás luego de la pérdida de su compañero. Dos segundos más tarde, el delantero volvía a dejar en evidencia a Frank Leboeuf para ejecutar un centro algo impreciso que despejó Emmanuel Petit, rebotó en Barthez y le cayó para empujarla a Bouba Diop. Era el 0-1. Éste gol era un reflejo de lo sucedido en el choque, un elenco lento en la elaboración y otro que era intenso y aprovechaba espacios en las transiciones ofensivas.
Ese mismo verano europeo, el Liverpool ficharía a Diouf (también a Diao) por cinco temporadas tras el pedido explícito de Gérard Houllier.
La ausencia de Zidane
Debido a una lesión en el muslo izquierdo, Zinedine Zidane no era de la partida en el primer partido de su selección. Djorkaeff iba a reemplazarlo, pero no sería lo mismo.
Si bien Francia gozó durante todo el encuentro de la posesión del esférico, nunca halló una respuesta clara al gran planteamiento defensivo de Bruno Metsu, el entrenador de Senegal. Los africanos esperaban agazapados detrás de la medular, aplicando una marca áspera, en ocasiones algo agresiva. Una selección senegalesa con mucha intensidad que tenía en el contraataque su mejor arma.
FRANCIA, SIN IDEAS ANTE UN REPLIEGUE BASADO AYUDAS Y BUEN POSICIONAMIENTO
Zizou era el regate o el pase necesario para romper con la posesión inofensiva y, por consiguiente, con las líneas rivales. Su magia se añoró ante un rival que basó sus fuerzas en el rápido repliegue y la defensa organizada.
Petit se ofrecía en cada salida de balón desde portería, pero la telaraña construida por Metsu impedía visualizar una calle libre o un compañero disponible y sin marca. Un juego estático muy lento y con escasa movilidad favorecía a su rival, que permanecía bien ubicado en facetas defensivas.
Djorkaeff no pudo participar del juego y Patrick Vieira no encontró nunca metros para correr y llegar a área rival desde su posición de mediocentro de ida y vuelta. Francia se atascaba una y otra vez mientras el reloj corría y el resultado y las sensaciones no eran buenas.
A la imprecisión de los galos se añadía la excelente labor de Bouba Diop, quien fue protagonista de varios robos en la mitad del campo, además de sus llegadas al área contraria y una marca pegajosa en todo momento sobre Djorkaeff. Senegal formaba con un 4-5-1 en defensa, que se transformaba en transiciones ofensivas en un 4-3-3. A las ayudas de Diao y N’Diaye a Coly, hay que agregar el auxilio constante de Cissé y Fadiga a Daf.
Sylvain Wiltord no era partícipe de las jugadas porque cuando el balón llevaba su destino era por alto, y el extremo tenía que controlarlo primero para luego buscar el regate, todo muy pausado y complicado ante una defensa rápida y con coberturas constantes.
Senegal estaba siendo muy sólida y compacta y no sufría en demasía, ya que sus laterales no atacaban (manteniendo la posición) y los marcadores de punta franceses no abrían el campo de juego para ofrecer otras salidas. El problema de la selección debutante en un Mundial era la línea de cuatro defensores, donde fallaba el timing y la coordinación. Gracias a esto, Francia pudo anotar en las pocas oportunidades de gol que tuvo en todo el partido.
Primero fue David Trezeguet quien destinó su balón al palo tras recibir entre líneas de Henry. También pudo igualar la contienda Henry tras ejecutar su disparo al travesaño, previa prolongación de un envío largo hacia el recién ingresado Christophe Dugarry (ejerció de enganche). Los balones directos eran la única solución para crear peligro. Con un Vieira desaprovechado, laterales que subían tímidamente ya en la segunda parte, la sensación de que podía llegar el gol del empate era más por defectos ajenos que por virtudes propias. El cansancio de los pupilos de Metsu iba a más debido a su desgaste por el rigor táctico (físico y mental).
Fueron cinco minutos desde el 55 al 60 donde Francia hizo trabajar a un seguro Toni Sylva, tras un disparo lejano de Djorkaeff que el meta del Mónaco despejó al córner. En ese saque de esquina, Vieira remató de cabeza pero Sylva volvió a responder con firmeza. También pudo sentenciar Fadiga a la contra tras un pase medido de Daf entre Thuram y Leboeuf (misma zona del gol), pero el travesaño se lo negó. El central Lamine Diatta cumplió con creces gracias a su gran juego por alto (anulando toda jugada a balón parado de Francia) y la repetida anticipación ante los atacantes.
Senegal se mostraba nerviosa con el cuero en los pies conforme iban pasando los minutos y el triunfo heroico se acercaba. Francia seguía disfrutando de la tenencia de la pelota pero se desesperaba y, a medida que se acercaba el final, aumentaba el desgaste mental por no poder romper el muro rival.
Henry casi anota sobre el final pero Sylva contuvo para resarcir el error de su compañero Daf, que no despejó un balón largo de Barthez y, por cubrirlo ante Trezeguet, descuidó su espalda donde esperaba Henry frotándose las manos. Senegal ganaría ese encuentro por la mínima y caería más tarde en cuartos de final (no pudo romper el maleficio de cuartos para África) ante la otra revelación, Turquía.
Por otro lado, Francia y Argentina hicieron las maletas en primera ronda en un Mundial donde muchos suponían que serían los últimos en hacerlas. Francia igualaría sin goles su segundo partido ante Uruguay y cerraría su participación con derrota ante Dinamarca.
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- AUTOR
- Nicolás Quiroga
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