Qatar 2022
Croacia, en la cima del fútbol post yugoslavo
Josip Broz “Tito” logró mantener cohesionado un territorio en tensión permanente; la península balcánica. El nombre “Yugoslavia” quedó marcado en la historia como un bloque socialista separado del comunismo soviético, con impronta propia, y con un mariscal que pudo contener por décadas las presiones nacionalistas al interior. El fútbol yugoslavo dejó una marca en muchos fanáticos del fútbol, y por estos días, la selección que mejor se acomodó luego de la balcanización es Croacia.
Los Balcanes, un polvorín. Una península con diferencias étnicas, culturales y religiosas. La chispa de la primera guerra mundial estalló en Bosnia, cuando un nacionalista Serbio atentó contra la vida del Archiduque Austro Húngaro. Acto seguido empezaron a saltar todos los perros guardianes de la Europa central y occidental. Alemania acusó a Serbia, Rusia movió los fierros para defender a su protegida. El resto es una cruenta historia. Caído el Imperio Austro Húngaro al finalizar la guerra, en 1918, aparece la idea de Yugoslavia como estado aglutinador del Reino de los Serbios, croatas y Eslovenos.
Tras la ocupación nazi fascista durante la Segunda Guerra Mundial, fueron los partisanos del Mariscal Tito (milicias sostenidas por la URSS para combatir al enemigo fascista), los que triunfaron al interior de Yugoslavia. No sin antes pasar duros desencuentros lograron conformar la República Federativa Yugoslava. Un gobierno socialista que pronto cortaría con Stalin y haría su propio camino. Sin embargo, esta unión escondía fuertes recelos y resquemores que acabarían por estallar en la década del 90 cuando el mundo de Europa del Este sucumbía ante el colapso de la URSS. Para poner algunos ejemplos explicativos se puede mencionar que el idioma hablado por las distintas naciones es diferente, además de las religiones. La parte que recibió influencia del Imperio Otomano es mayormente musulmana, es el caso de Bosnia y Herzegobina, mientras que los Serbios pertenecen en gran mayoría a la Iglesia Católica Ortodoxa (Europa Oriental), y los Croatas profesan la fe Católica.
Finales de los ’80 y principios de los ’90, tuvo a Yugoslavia en las primeras planas del fútbol mundial. El Mundial Sub20, en Chile, parecía ser el inicio de una proyección meteórica. Pedrag Mijatovic, Robert Prosinecki, Davor Suker o Zvonimir Boban, eran algunos de los juveniles que se quedaron con el título en suelo transandino. Varios de estos, dos años más tarde, formaron parte del plantel que disputó el certamen mundialista en Italia 1990, donde Argentina le puso freno en los cuartos de final, mediante la tanda de penales. Sergio Goycochea se transformó en héroe y verdugo de lo que, con el tiempo, sería el último partido en mundiales para la ex Yugoslavia (participará con ese nombre en Francia 98 pero ya sin Croacia, Eslovenia y Bosnia en la unión). Un año después, Estrella Roja derrotó a Olympique de Marsella y se alzó con la Champions League, colocando al fútbol yugoslavo como uno de los exportadores de talento más importante en el continente europeo.
Tras la muerte de Tito, Yugoslavia comienza un camino de desintegración, y se desprenden Croacia, Bosnia y Herzegovina, Eslovenia y Macedonia. Quedando Serbia y Montenegro con la intención de continuar con un estado amplio, al estilo Yugoslavia, pero sin lograrlo. Las guerras fueron muy cruentas, ya que entraron en coalición las diferencias nacionales, religiosas y terriritoriales, creando situaciones muy complejas para analizar.
En 1998, el Mundial de Francia, contó con una curiosidad bastante peculiar: fue el primer certamen que podían participar las selecciones que formaron parte de la ex Yugoslavia. Lo que quedó de esta y Croacia dijeron presente, y futbolistas que defendían la misma bandera unos años atrás, ahora eran rivales. Mijatovic y Suker, quienes fueran los goleadores del elenco comandado por Mirlo Jozic que se alzó con el título Sub 20, hoy defendían la camiseta de Yugoslavia y Croacia, respectivamente. Vladimir Jugovic y Prosinecki eran los dueños del mediocampo del Estrella Roja multicampeón y en tierras francesas defendían banderas distintas.
Pero lejos de haber sido una ocasión circunstancial, Croacia mantuvo un camino parejo, asistiendo a todas las Eurocopas desde el 96 hasta la actualidad (solo faltó a la edición 2000), y a los campeonatos mundiales 98, 2002, 2006, 2014, 2018 y 2022. En cambio Serbia, la supuesta heredera del fútbol yugoslavo, solo pudo asistir a la Eurocopa 2000 y a los mundiales 98, 2006, 2010, 2018, 2022.
Con el segundo puesto obtenido en Rusia 2018 y la actual clasificación a cuartos de final en Qatar, Croacia se afirma como la gran selección balcánica. Con una figura de primer nivel como lo es Luka Modric, y un elenco que también es de primera línea como Perisic, Kovacic, Kramaric, y compañía. Grandes figuradas muy bien combinadas con un juego paciente, ordenado y colaborativo que es capaz de sostener 120 minutos de tensión sin perder la calma. Aún estará escribiendo la historia este viernes cuando se enfrente al gran candidato Brasil, sin embargo, con lo alcanzado por el momento, Croacia consolida un nombre que impone respeto en el fútbol mundial de cara a lo que vendrá.
Por Nicolás Diana y Claudio González
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- Nicolás Diana
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