Entrevistas
Cuando el trabajo derrota a los obstáculos
Correr detrás de una pelota. Estupidizado. Incluso con uno, dos, tres, cuatro o cinco años. Golpearla y escuchar la arenga de todos los familiares presentes. El grito de alegría de la madre o la abuela, como si uno hubiera descubierto la cura para la enfermedad más terrible.
Después uno lo practicará en el jardín, en el colegio, en la escuelita. Esquivar conos, hacer goles, abrazarse con el compañero. Ponerse la camiseta de River, de Boca, de San Lorenzo, de Argentina, de Messi. Ir a la cancha, ver fútbol, disfrutar de la gambeta. Repetirla. Viendo también se aprende. Nunca nos detenemos a pensar que el jugador profesional que miramos por la televisión, en realidad nos está “impartiendo conocimiento” indirectamente.
Porque yo también intentaba la bicicleta del Gordo Ronaldo, la elástica de Ronaldinho, siempre con una ineficacia muy marcada. Apenas si lograba por momentos la vueltita de Zidane, aunque sin ese nivel de elegancia, por supuesto. Trastabillaba. Ridiculicé (y todavía lo sigo haciendo) un deporte que otros embellecen a cada momento. Así es como uno arranca… Mirando.
Hace casi dos meses, Martín Estévez escribía en El Gráfico una gran nota sobre Braian Toledo. Y en esa entrevista, una de sus líneas decía: “A los periodistas nos enseñan que está mal escribir así, en primera persona (…). Lo que yo creo que estaría mal es contar esta entrevista como cualquier otra”. Y esa frase me quedó grabada.
Transcribir algunos pormenores del Seleccionado Argentino de Fútbol 5 para ciegos en la previa de los Juegos Paralímpicos de Río 2016, entiendo que no pueden relatarse igual que la historia de Bochini y Maradona en México 1986. Porque no son lo mismo. Sí, son diferentes y no por la forma en que podés estar pensando ahora. No son mejores ni peores. Distintas.
«Antes le decías a un jugador ciego ‘vamos a jugar con videntes para jugar más rápido’ y no les gustaba porque estaban muy en desventaja. Hoy, es algo habitual para nosotros», Martín Demonte.
“Antes le decías a un jugador ciego ‘vamos a jugar con videntes para jugar más rápido’ y no les gustaba porque estaban muy en desventaja. Hoy jugar con personas que ven es algo habitual para nosotros. Y la mayoría de los partidos los ganan los jugadores ciegos”. Martín Demonte, entrenador de Los Murciélagos, habla de su equipo con una naturalidad que no termino de comprender al 100%.
Lógico, está hace 17 años junto a Los Murciélagos. Primero como preparador físico, después como llamador y ahora como entrenador. Para él, lo más cotidiano del mundo es esto. Muchos pueden pensar que tiene que llevar a los chicos de la mano o jugar pegado a ellos porque se caen o no reconocen la cancha. Nada más alejado de la realidad. Habría que ver y repensar si son ellos los que necesitan nuestra ayuda, la de los videntes, o somos nosotros a los que nos vendría bien una mano de su parte.
Mientras pensás, “¿cómo van a jugar pibes que no ven contra otros que ven?”, el DT se ríe. Porque lo que dice no lo dice de canchero, sino de confiado. Es una realidad. Hoy en día, el Seleccionado Argentino es uno de los mejores equipos del planeta, entre otras cosas, porque su cuerpo técnico labura para ser uno de los mejores equipos del planeta.
“Tenemos cerca de 200 palabras para entendernos mejor y más rápido. Cada una tuvo meses de evolución para poder interiorizarlas. Con todo ese lenguaje, con todo ese proceso y con tantos videos analizados, hoy por hoy los jugadores entienden todo”. El trabajo no es sencillo, no es rápido pero sí muy efectivo. “¿Videos analizados? ¿No son ciegos?”, te preguntás vos, me pregunté yo. Y sí, te responde él.
El staff técnico, que completan Claudio Falco (entrenador de arqueros y DT alterno) y Germán Márquez (preparador físico y llamador), ha creado a lo largo de los años un lenguaje colectivo. Ese mismo que se le pide a un equipo o selección de fútbol vidente, ese famoso “que todos hablen el mismo idioma”. Eso mismo ha llevado a la práctica de forma literal el conjunto dirigido por Demonte.
“Embudo”, “presión en ocho metros”, “bajamos, la tienen ellos”, son algunas de las frases que se escuchan en el entrenamiento. Todos entienden qué significan y se mueven en pos de esas indicaciones. Y sí, con la imagen en la cabeza. Tal vez (no lo sé verdaderamente) igual o más clara aún que la que podríamos tener nosotros, los videntes. “Además, antes de cada partido les damos un audio para que escuchen cuando quieran, con información de cómo juega el rival, dónde se para, puntos fuertes, puntos débiles y por dónde habría que atacar, para que sepan todo lo que nosotros pudimos analizar”, cierra el DT.
Ser medallista olímpico y panamericano, ganar Mundiales y permanecer durante tantos años en la conversación grande, no es tarea fácil para ningún equipo de fútbol. Vean o no. Para eso se requiere trabajo en conjunto, y justamente a eso se refiere Demonte: “Algo que hicimos también fue trabajar con la Selección Juvenil e Infantil, entonces todos hablan el mismo lenguaje. Cuando aprenden, aprenden lo mismo. Así cuando llegan a la Selección, ya saben todo. Nada los deslumbra, nada les queda grande y no tienen proceso de adaptación”.
“Tenemos cerca de 200 palabras para entendernos mejor y más rápido. Cada una tuvo meses de evolución para poder interiorizarlas. Con todo ese lenguaje, con todo ese proceso y con tantos videos analizados, hoy por hoy los jugadores entienden todo”, destaca el DT.
Proyectos. De eso se trata. Eso que tanto se pide y poco se ve. Qué fácil es hablar de proyectos. Pero aquí no quedan en la nada. Esta Selección los tiene, y así es como logra progresar año tras año. No es casualidad que al comienzo de cada ciclo olímpico, el equipo viaje por las distintas provincias en busca de nuevos talentos. Los “años de oportunidades”, como los llama el entrenador: “Después de los Juegos arrancamos nuevamente. Salimos mucho más y también le damos espacio a jugadores más nuevos, de proyección. Incluso en torneos internacionales”.
Para ellos todo es prueba y error. Tanto con los jugadores como con las situaciones de juego. ¿Por qué? Porque Argentina y Brasil son pioneros en esta disciplina. Por tal motivo, los caminos para copiar y adaptar no existen. Aquí, el entrenador de Midland puede ver entrenamientos en Youtube del Manchester City de Guardiola, del Barcelona de Luis Enrique, del Real Madrid de Zidane, del Manchester United de Mourinho o de la Juventus de Allegri.
Los Murciélagos no tienen esa posibilidad. “Nosotros -afirma Demonte- tenemos que inventar metodologías porque no existen. Somos muy autodidactas”. A partir de esa capacidad para hallar nuevas y constantes respuestas a los problemas que los demás ocasionan es que el Seleccionado Nacional se ha transformado en los últimos años en uno de los precursores a nivel mundial. “Eso que hizo China en 2008, lo hacemos nosotros a partir de 2009: marcar la tendencia de cómo hay que jugar. Generamos algo, lo trabajamos, y después de los torneos, el mundo nos copia porque ven que da resultados”, relata con sinceridad y algo de timidez el entrenador argentino.
Habla mientras cae una tibia lluvia, y de paso mira entrar en calor a sus muchachos. Son su familia. Los Murciélagos son para Martín como un gran amor. 17 años son demasiados, la verdad. De hecho, en esa época, cuando apenas comenzaba a practicarse esta disciplina, ni siquiera él imaginaba que el equipo podría estar jugando como lo hace hoy en día. Pero lógico, el deporte en general, no sólo el conjunto argentino, ha evolucionado terriblemente.
“Antes era mucho más básico. Dos defensores, dos delanteros y la cancha partida. Hoy por hoy todos se defienden con cuatro, y te atacan con uno, algunos te atacan con dos y Argentina ataca con cuatro. El deporte en sí cada vez es más parecido al futsal”, analiza el técnico.
En Atenas 2004 participaron seis equipos, y sólo Brasil estaba a la par de Los Murciélagos. Hoy, los Juegos se componen de dos grupos de cuatro selecciones, y varias de ellas tienen capacidades para incomodar a los grandes de Sudamérica. España, Irán o el estilo de Rusia (ausente por decisión del COI a raíz de los casos de dóping) entran también en la discusión. Incluso México, rival del debut.
La pelota con cascabeles va de un lado a otro. “Voy”, “voy”, “voy”, gritan para tenerse mutuamente como referencia. Los 38×20 de la cancha son ocupados por Los Murciélagos con la misma naturalidad que lo hacemos con mis compañeros de equipo, en el torneo (amateur, por supuesto) de los sábados. En realidad, ellos lo hacen mucho mejor. Tres “llamadores” para guiar a los cuatro jugadores de campo. En defensa, el arquero; en el mediocampo, se encarga el entrenador; y en ofensiva, otro integrante del cuerpo técnico, que se ubica detrás del arco rival.
Las paredes de policarbonato de no mucho más de un metro de alto evitan que la pelota se vaya. No existen los laterales. Y el portero se mueve solamente en su área chica, y créanme que dicho así parece gigantesca, comparado con lo que realmente es. Debería llamarse “área minúscula”.
Porque nosotros los videntes creemos que sabemos todo. Pero son ellos, Los Murciélagos (jugadores y cuerpo técnico), que cobrando las becas del Enard, practicando en una cancha de cemento con arcos sin redes y pagando su propia merienda en el buffet del CeNARD, son los que en serio saben de qué se trata la vida. Proyectos, trabajo y sueños… El de ahora, es sin dudas la medalla dorada.
- AUTOR
- Cultura Redonda
Comentarios