Copas europeas
Cup Winners’ Cup: de conjuros rotos y maldiciones extendidas
La edición de 1971/72 de la Copa de Ganadores de Copa de Europa albergaría dos hechos. Uno intrínseco y simpático: la disolución de un conjuro, y el otro extrínseco y silencioso: el nacimiento de la Copa UEFA. Esta edición tuvo equipos de todos los colores: el Distillery, de Irlanda del Norte, que contaba con Martin O’Neill, quien marcó el único gol de su equipo en el certamen, en la primera ronda ante el Barcelona de Rinus Michels (global de 7-1 a favor de los catalanes), antes de marcharse al Nottingham Forest; el Liverpool de Bill Shankly, que contaba con dos nuevas figuritas: Kevin Keegan y John Toshack; y, lógicamente, el Chelsea, campeón defensor, que quedó afuera en segunda ronda ante el sorprendente Åtvidaberg de Suecia, que, gracias al gol de visitante, despojó del cetro a los Blues, que tuvieron premio consuelo al contar con Peter Osgood, el goleador del certamen con ocho anotaciones, todas en el partido de primera ronda, en el que los ingleses destruyeron al Jeunesse Hautcharage de Luxemburgo con un global de 21-0.
El ganador del torneo fue, finalmente, el Rangers de Escocia, que tenía dos finales perdidas en su haber. El elenco de Willie Waddell metió un campañón para romper el maelficio y obtener su primer título a nivel continental, el único al día de hoy. Los escoceses fueron tachando de la lista al Rennes de Francia, que contaba con un argentino en su plantel: Héctor Toublanc, volante surgido de Argentinos Juniors y que estuvo no más de tres temporadas con los rojinegros, antes de pegar la vuelta a la Argentina; al Sporting de Lisboa, que tenía en sus filas a Héctor Chirola Yazalde: atacante argentino que destacó en Independiente y que jugó cuatro temporadas en el Sporting, ganando la Bota de Oro al anotar un total de 46 goles en la temporada 1974, la del Mundial de Alemania, torneo que jugó con el seleccionado argentino (además, jugó dos años en el Olympique de Marsella y volvió a su país para jugar en Newell’s y retirarse, luego, en Huracán). Aquí debemos meter un paréntesis para remarcar uno de los hechos más bizarros de la historia del fútbol europeo: la serie entre escoceses y portugueses culminó igualada 6-6. Al término del partido, el árbitro holandés Laurens van Raavens ordenó patear penales, ignorando la regla del gol de visitante, que favorecía a los de Glasgow por haber ganado 3-2 en casa, cayendo por 4-3 como visitante. La tanda de penales se llevó a cabo y ganaron los de Lisboa, pero las reiteradas protestas de los escoceses hicieron que se revoque el resultado final. El juez holandés, que venía de dirigir la final de 1969 y el Mundial del año siguiente disputado en México, dijo creer que los goles de visitante anotados en tiempo suplementario no valían el doble (!).
Retomamos los triunfos del Rangers en cuartos de final, donde despacharon al Torino de Paolo Pulici, máximo goleador histórico del Toro; en semifinales derrotaron nada menos que al Bayern Münich, que tenía en su plantel a muñecos como Gerd Müller, Paul Breitner, Hans-Georg Schwartzenbeck, Uli Hoeness, Sepp Maier, Franz Beckenbauer, Oliver Atom, Tom Misaki, Steve Hyuga y Gokú (?). En la final esperaba uno del Este Europeo, el Dínamo Moscú de Konstantin Beskov. El equipo de Asuntos Internos de la URSS se convirtió en el primer equipo soviético en llegar a la final de una competencia europea.
El camino hacia la final de los moscovitas fue arduo: en primera ronda vencieron al Olympiakos griego por un global de 3-2; en segunda ronda al Eskisehirspor turco por un 2-0 total; en cuartos de final vencieron al Estrella Roja de Dragan Dzajic por un final de 3-2; en semifinales esperaban otros orientales: el Dínamo de Berlín, necesitando de superar una tande de penales para imponerse.
La final se jugó el 24/5/1972 en el Camp Nou, ante 24.701 espectadores. Los escoceses abrieron la cuenta con una notable definición de Colin Stein, lo cual desató una invasión de campo -la primera (!)- por parte de hinchas del Rangers. El juego se retomó y sobre el final del primer tiempo Willie Johnston, de cabeza, puso el 2-0. Los forajidos espectadores escoceses lograron contenerse y quedarse al margen del campo de juego, esta vez. Al comienzo de la segunda parte, Johnston volvió a aporvecharse de la pésima capacidad de marca de los soviéticos y puso el 3-0. Los británicos seguían constipando sus entrañas emocionales más primales. El partido, lejos de quedar liquidado, tenía (mucho) más para ofrecer. El Dínamo descontó rápidamente a través del recientemente ingresado Vladimir Eshtrekov, luego de un horror en la salida por parte de los de Glasgow. Los moscovitas empezaron a arremeter y, a diez minutos de cumplirse el tiempo reglamentario, se pusieron a tiro del empate gracias a una buena penetración de Aleksandr Makhovikov. Antes de llegar al tiempo cumplido, lo insólito: una nueva invasión de hinchas del Rangers que fue masificándose con el correr de los segundos y terminando con el partido, que desembocó en protestas por parte de los soviéticos y con represión por parte de la fuerzas policiales españolas sobre los revoltosos simpatizantes británicos. La copa terminó siendo entregada al capitán John Greig dentro de las instalaciones del estadio. La invasión y el comportamiento de los escoceses hicieron que la UEFA le prohibiera defender su título al campeón, ya que quedarían automáticamente excluidos de la próxima edición.
Fueron 36 los años que tuvieron que pasar para que el Rangers disputara una nueva final a nivel continental. En el año 2008 definieron la Copa UEFA ante el Zenit de San Petersburgo, que, de la mano de Andrei Arshavin y de Pavel Pogrebnyak, vengaron a sus antepasados soviéticos (?), extendiendo la nueva sequía continental de los de Glasgow, la cual persiste aún. Por lo menos tuvieron la chance de cortarla en algún momento. Al Leeds United, por ejemplo, se le perpetuó. La edición de 1972/73 fue una de esas en la que los Whites estuvieron a nada de desbloquear un nuevo nivel de gloria.
Los ingleses eran dirigidos por el legendario Don Revie, quien contaba con su elenco de jugadores franquicia: Norman Hunter, Peter Lorimer, Paul Madeley, Joe Jordan y Johnny Giles, entre otros. Venían de tres subcampeonatos en fila por liga (más uno por FA Cup en el medio). Sumarían uno más a su haber. Ojo dos años antes habían ganado la Copa de Ferias, que era una especie de certamen de cabotaje y que, para la temporada anterior, había dejado de existir al ser absorbido por la Copa UEFA, con lo cual no vale (?). Llegaron a la final limpiando al Ankaragücü de Turquía (2-1), a los alemanes orientales del Carl Zeiss Jena, con Peter Ducke a la cabeza (2-0), al Rapid Bucuresti de Rumania (8-1) y al Hajduk Split de Yugoslavia (1-0).
Antes de repasar al otro finalista, es menester hablar de otros participantes destacados, como el Bastia de Francia, el FC Den Haag holandés (que tenía entre sus jugadores a un joven Dick Advocaat), el Schalke 04, el Ferencváros del notable Florian Albert, el Sporting de Lisboa (de nuevo con Chirola Yazalde en el equipo), el Rapid Viena del implacable Hans Krankl, Bota de Oro en el año 1978 gracias a los 42 goles anotados en esa temporada, que catalizaron su fichaje por el Barcelona, y el Wrexham galés, que fue el encargado de cubrir al Cardiff City durante su licencia.
También pasó por allí el Atlético Madrid, que tenía a varios personajes destacados: uno es Iselín Santos Ovejero, marcador central nacido en Mendoza, que debutó en Vélez Sarsfield, club con el que ganó el Nacional de 1968; luego, por recomendación de Osvaldo Zubeldía, pasó al Colchonero, que necesitaba un reemplazante para Jorge Griffa; en cinco años con el club ganó tres títulos (dos ligas y una Copa del Rey), partiendo tras la famosa caída ante el Bayern Münich por la vieja Champions League, en 1974; firmó en el Real Zaragoza, donde contribuyó para acceder a un histórico subcampeonato; disputó sus últimos cartuchos por el ascenso español (Terrassa y UE Sant Andreu) hasta su retiro; como entrenador -interino- condujo al Atlético a la Copa del Rey de 1991. También estaba Domingo Benegas, marcador central paraguayo que abandonó muy joven Libertad y se fue para Madrid, donde permaneció dos años, debiendo abandonar el club en la búsqueda de más protagonismo: pasó por el Mallorca y el Burgos, donde anduvo muy bien, lo cual precipita su regreso al Vicente Calderón, permaneciendo seis años y ganando dos ligas, una Copa del Rey y perdiendo la mencionada final de la Copa de Europa ante los Bávaros. Por último, hablaremos de Heraldo Bezerra, atacante brasileño surgido del Cruzeiro, que destacó en nuestro país, jugando para Newell’s Old Boys; como era hijo de un español, su llegada al fútbol europeo se dio sin inconvenientes; en el Atlético estuvo seis años y regresó luego a la Argentina para jugar en Boca Juniors, pero al poco tiempo de su llegada, con 31 años, falleció en un accidente de tránsito, en un viaje a Rosario, en el que iba a visitar a sus suegros; el auto era manejado por un compañero de equipo suyo que resultó ileso.
Cuestión que el Leeds United perdió en la instancia decisiva ante uno de los grandes del continente, que, además, estaba viviendo una era dorada: el Milan, que ya había ganado la Cup Winners’ Cup cinco años atrás y que ya había ganado dos Copas de Europa, además de los lógicos Scudettos y Copa Italia. El Rossonero, que volvía a tener al gran Nereo Rocco a cargo del equipo, tenía un plantel tan rico como equilibrado, con la experiencia de Roberto Rosato, la prestancia de Karl-Heinz Schnellinger, el sacrificio de Romeo Benetti y el talento de Gianni Rivera y Pierino Prati. Vale aclarar que también integraban el plantel Alberto Bigon, quien fuera DT de Diego Maradona en Napoli cuando el Partenopei ganó su segunda liga, y a Villiam Vecchi, que actualmente es el entrenador de arqueros de Carlo Ancelotti, es decir, un tipo que supo preparar a muchachos como Gianluigi Buffon e Iker Casillas, entre otros.
El camino a la final de los italianos arrancó con todo, despachando por un global de 7-1 al Red Boys de Suiza. Luego pasaron ajustadamente al Legia Varsovia del legendario Kazimierz Deyna y al Spartak de Moscú, equipo entonces conducido por el mítico Nikita Simonian, cerrando globales de 3-2 y de 2-1, respectivamente. En semifinales esperaba otro equipo del Este Europeo, el Sparta Praga checoslovaco, que sintió el rigor Rossonero y se quedó en las puertas de las puertas de la gloria (?), al caer por un global de 0-2.
La final se jugó el 16 de mayo de 1973, en Grecia, más precisamente en el Estadio Kaftanzoglio, ante más de 40 mil personas, y fue dirigida por el griego Christos Michas. Ganaron los italianos por 1-0, con un gol de Luciano Chiarugi (goleador del torneo con siete unidades) a los tres minutos de partido. El partido fue bastante picante. Terminó en una loca tángana, con algunos expulsados por bando. Tuvimos la deferencia de dar el dato del juez, dado que parece ser que el griego tuvo un muy mal partido, favoreciendo en demasía a los italianos: hubo dos penales no cobrados a favor de los ingleses que fueron bastante claros. Tan claros que la gente le arrojó proyectiles a los del Rossonero cuando estos daban la vuelta olímpica. El pésimo arbitraje derivó en una investigación que terminó dejando al descubierto que Michas había estado involucrado en el arreglo de partidos (en Grecia, no en esta final), siendo suspendido de por vida por la UEFA. A instancias de las verdades arrojadas por la investigación, los ingleses aprovecharon para pedir volver a jugar la final, cosa que jamás sucedió.
Los Whites se quedaban con la sangre en el ojo. Para colmo, dos años más tarde supieron llegar a la final de la Copa de Europa, pero volvieron a flaquear en instancias decisivas, cayendo, esta vez, ante el Bayern Münich. Jamás volvieron a tener una oportunidad semejante.
- AUTOR
- Fernando Marino
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