Copas europeas
Cup Winners’ Cup: de piojos resucitados (?)
Pobres eran los de antes, dicen los gerontes (?). En esta tirada sobre la Copa de Ganadores de Copa de Europa, nos centraremos en dos equipos que hoy están en lo más alto de los charts del fútbol mundial, pero que décadas atrás no eran ni la mitad de lo que son hoy. De todas formas, se las han arreglado para -esporádicamente- vivir algunas horas de gloria. Hoy nos toca hacer hincapié en el Manchester City, ganador de la edición de 1969/70, y en el Chelsea, campeón de la siguiente edición.
El City, hasta la temporada 1969/70, tenía más títulos de segunda (seis) que de primera división (dos ligas: 1937 y 1968) y contaba con cuatro FA Cup en su haber. La última de esas, la obtenida en 1969, es la que lo clasifica a esta edición de la Cup Winners’ Cup, en la que los Citizens se impondrían por sobre equipos como el Olympique de Marsella, el Slovan Bratislava -campeón defensor, recordemos-, el IFK Norrköping de Suecia, dirigido por el legendario Gunnar Nordahl, el PSV y el 1.FC Magdeburg de Alemania Oriental, entre otros.
El conjunto inglés era comandado por Joe Mercer, ex jugador del Everton, del Arsenal y del seleccionado inglés, que agarró al Man C en segunda división en el año 1965 y lo dirigió hasta 1971. En ese ínterin, ascendió al equipo a primera, lo sacó campeón de la Football League, ganó una FA Cup, una copa de liga, una Charity Shield y esta copa continental clase B, si se quiere. Pese a su status de leyenda Citizen, Mercer terminó yendose por la puerta de atrás: a raíz de una disputa jerárquica, él y su ayudante de campo, Malcolm Allison, quedaron enfrentados. Mercer apoyaba a la junta directiva de siempre, presidida por Albert Alexander, mientras que Allison se aferró a Peter Swales, quien quería destronarla, prometiéndole a Allison que, de llegar al poder, él sería el entrenador del primer equipo. Y así fue que llegaron Swales y sus muchachos, quienes acabaron dándole salida a Mercer cual rata por tirante (?). La turbulenta desprolijidad de su salida fue tal, que el bueno de Joe se enteró de su despido cuando llegó al club y ya no tenía su lugar en el estacionamiento (!). Después de semejante traición, terminó tomando las riendas del Coventry City, para cerrar su experiencia como entrenador nada menos que en el seleccionado inglés, donde ofició de interino en la era post Alf Ramsey, hasta la llegada de Don Revie.
Hay que decir que Mercer tuvo la fortuna de contar con una gran generación de jugadores. Lo tenía a Colin Bell, volante internacional inglés, uno de los más grandes jugadores en la historia del City, equipo para el cual jugó durante trece temporadas, culminando su carrera de manera prematura, luego de una grave lesión de rodilla sufrida en un derby ante el Manchester United; tenía 29 años y, luego de esa lesión, jamás pudo reponerse. También contaba con Mike Summerbee, otro histórico del City, que llegó desde el humilde Swindon Town y que jugó más de 400 partidos con los Ciudadanos. Y también estaba Francis Lee, atacante internacional inglés, con 228 goles en su carrera, 112 de ellos con la camiseta de los Citizens; hoy es un empresario exitoso en el rubro del papel higiénico (!); tan bien le fue en el business world (?) que, en 1994, se convirtió en presidente del Manchester City, desplazando al mismísimo Peter Swales (¿lo recuerdan? El principal responsable de la salida de Joe Mercer); en cuatro años llevó al Man C de primera a segunda división, llegando a flirtear con la tercera categoría; lógicamente, terminó renunciando, para abocarse nuevamente a su rubro, para terror del consumidor cascarriento (?).
¿Qué obstáculos tuvieron los de Manchester en el camino al título? En primera ronda, despacharon al Athletic Bilbao de José Ángel Iribar y de Javier Clemente, por un global de 6-3. En segunda ronda destrozaron al Lierse de Bélgica, con un overall de 8-0. En cuartos de final tuvieron que esperar hasta el último suspiro para saberse clasificados a la siguiente fase: el Académica portugués resultó ser un durísimo escollo para los ingleses, que se impusieron por la mínima en tiempo suplementario, luego de igualar a cero a lo largo de los 180 minutos reglamentarios. En la semifinal aguardaba el Schalke 04 de Reinhard Libuda, jugador que cuatro años antes les había dado el título a sus rivales del Borussia Dortmund: fue fácil para el City, que despachó a los alemanes con un contundente global de 5-2.
En la final esperaba un equipo del Este Europeo: el Górnik Zabrze, dirigido por Michal Matyas, que tenía a varios intérpretes de la primera oleada de la generación dorada del fútbol polaco, vencedora en los JJOO de 1972, jugados en Münich. Dicha ola era surfeada por Hubert Kostka -atajó toda su carrera en el Górnik Zabrze-, Stanislaw Oslizlo -defensor, capitán del Górnik Zabrze, equipo para el que jugó 13 temporadas, hasta su retiro, disputando, además, 57 partidos con el seleccionado polaco-, Jerzy Gorgon -uno de los mejores defensores del fútbol europeo de su generación y un auténtico histórico del seleccionado polaco, para el que jugó 55 encuentros y con el que jugó los mundiales de 1974 y 1978- y por Wlodzimierz Lubanski, goleador del certamen con siete anotaciones y uno de los más grandes jugadores en la historia del fútbol polaco: 48 tantos en 75 encuentros vistiendo la camiseta del seleccionado y más de 155 goles con el Górnik Zabrze, desarrollando, además, una gran carrera fuera de su país, jugando para el Lokeren belga (82 goles) y para el Valenciennes francés (28 goles en 31 partidos, en su única temporada con el equipo).
Los polacos habían llegado a la final dejando en el camino al Olympiakos (7-2), al Rangers de James Curran Baxter, el George Best escocés (6-2), al Levski-Spartak de Georgi Asparuhov (4-4 y clasificación gracias al gol de visitante), a la Roma de Fabio Capello y de Joaquín Peiró, que era dirigida por Helenio Herrera. Polacos e italianos igualaron 3-3 en el global, clasificando los primeros gracias a la moneda, en el último lanzamiento, la última intervención netamente azarosa en la historia del fútbol europeo.
La final entre Ciudadanos y Mineros se jugó el 29 de abril de 1970, en el Prater Stadium de Viena, ante el minúsculo amontonamiento de 7.968 espectadores. El City arrancó mejor y Kostka desactivó espectacularmente la primera bomba. A poco de eso, el golero polaco, predecesor del mítico Jan Tomaszewski en el seleccionado, dejó un rebote corto en el área chica, que Neil Young -el Neil Young malo (?)- se encargó de capitalizar. A todo esto, no iban ni 15 minutos de partido. Sobre el final del primer tiempo, un error en la salida del equipo polaco derivó en infracción dentro del área por parte de Kostka, que, evidentemente, estaba teniendo una noche fatal: Francis Lee cambió el penal por gol y los ingleses se fueron al descanso dos goles arriba en el marcador. El segundo tiempo se jugó bajo una lluvia torrencial, ensuciando un partido que terminó exhibiendo más torpezas de las que se habían visto en la etapa inicial. Finalmente, descontaron los polacos a través de Oslizlo, pero no alcanzó.
El Manchester City alcanzaba, así, su primer y único lauro internacional. Hoy busca desesperadamente el upgrade. Los brotes de petrodólares trajeron grandes figuras y nuevos títulos: cuatro de Premier League, dos FA Cup y cuatro copas de liga. Todos títulos locales. Hasta 2011, año en el que ganan la FA Cup, copa que les era esquiva desde 1969 (y que los clasifica para esta CWC que ganan), y hasta 2012, año en el que ganan aquella Premier con el famoso gol del Kun Agüero, solo habían ganado una copa de liga en 1976. La expansión del club, catalizada por los billetes, hizo que aquellas épocas de relativa escasez quedaran atrás. Pero la Champions League, el tan ansiado título, realmente se está haciendo desear.
Parecido, pero distinto, es lo del Chelsea. Hasta la temporada 1970/71, la de la obtención de la Cup Winners’ Cup, solo contaban con una liga (1955), una FA Cup (la de 1970, que lo clasifica a la siguiente edición de la CWC que terminarían ganando) y una copa de liga (1965). Los dinerales arribaron a Stamford Bridge con mayor antelación que en el Manchester City. Y eso se nota en la nutrición posterior de las vitrinas.
Lo cierto es que los Blues se erigieron en la cima por sobre equipos importantes como el Benfica de Eusebio, el Nantes de Henri Michel y Roger Lemerre, el Bologna, dirigido por Juan Carlos Lorenzo, y al flamante subcampeón, Górnik Zabrze, que repitió al máximo artillero del torneo: Wlodzimierz Lubanski, que anotó uno más que en la edición anterior, llevándose la bota de oro -estos 15 goles serían los únicos de Lubanski en la competición, quedando ubicado como el sexto máximo artillero histórico del certamen, puesto que ocupa con Hristo Stoichkov y con un israelí (?)-.
Los londinenses también supieron llegar más lejos que otros equipos no tan importantes, aunque no menos llamativos, como el Åtvidabergs FF -club sueco que reside en una ciudad de aproximadamente 7.000 habitantes y su estadio, el Kopparvallen, tiene capacidad para 8.100 espectadores, y que tuvo su época de gloria en los 70s, ganando dos títulos de liga y dos copas domésticas; actualmente se encuentra en la tercera división del fútbol sueco-, el TJ Gottwaldov -hoy llamado FC Fastav Zlín, luego de múltiples bautismos- de Zdenek Nehoda (atacante checoslovaco que duró dos años en el TJ, para luego pasar al Dukla Praga, donde desarrolló, con éxito, la mayor parte de su carrera, llegando a jugar también en el SV Darmstadt 98 de Alemania, en el Standard Lieja de Bélgica y el Grenoble de Francia; disputó 91 partidos con su seleccionado, anotando 31 goles y ganando -en el proceso- la Eurocopa de 1976; actualmente, es uno de los representantes más influyentes del fútbol checo), el Kickers Offenbach -equipo que hoy milita en la cuarta categoría del fútbol alemán, en las divisionales regionales; en 1970, alcanzó el ascenso a la Bundesliga y, además, ganó la DFB-Pokal, su único trofeo de importancia-, el Karpaty Lviv -equipo que hoy juega en la Premier League ucraniana y que era dueño del pase de Jorge Carrascal, hoy en River- y el Pezoporikos Larnaca -club chipriota fundado en 1927 y que, en 1994, se fusionó con el EPA Larnaca para dar nacimiento al AEK Larnaca-.
El Chelsea era dirigido por Dave Sexton, entrenador que le dio a los Blues la primera FA Cup de su historia. Sexton contaba con una serie de jugadores que eran verdaderos históricos del club: Ron Harris y Peter Bonetti (los jugadores con más presencias en la historia Blue, en ese orden), John Hollins (el quinto con más presencias con la del Chelsea y el segundo jugador con más apariciones en encuentros de primera división, detrás del interminable Peter Shilton) y Peter Osgood (un símbolo del Chelsea, una de las primeras estrellitas de Stamford Bridge).
Los ingleses llegaron al encuentro decisivo luego de ir dejando en el camino al Aris (global de 6-2), al CSKA Sofia (2-0), al Club Brugge de Raoul Lambert y de Rob Rensenbrink (4-2, definido en tiempo suplementario) y al Manchester City, campeón defensor (2-0).
En la final esperaba nada menos que el Real Madrid. El Merengue, dirigido por Miguel Muñoz, ostentaba un plantel que, lejos de ser galáctico, estaba bien nutrido, con intérpretes como Goyo Benito, Ignacio Zoco, Pirri, Ramón Grosso, Amancio Amaro, Paco Gento y dos personajes que vale la pena destacar: uno es Miguel Ángel Pérez Pilipiux, atacante argentino que hizo inferiores en Racing Club y que inició su carrera profesional en el Deportivo Italiano y que, desde allí, saltó al Real Madrid, que lo prestó de inmediato al Mónaco francés; a su regreso, fue relevo en el competitivo equipo Merengue; luego de seis años en la Casa Blanca, se marchó al Zaragoza, luego al Castellón y después al Alcorcón, donde se retiró al poco tiempo, con 30 años de edad. El otro figurín es Sebastián Fleitas, atacante paraguayo que debutó en Libertad con 17 años y que rápidamente se consagró goleador del fútbol guaraní, lo cual precipitó su salto al fútbol europeo: en Málaga anduvo tan bien, que el Real Madrid terminó llevándoselo; estuvo tres años en la Casa Blanca y partió al Nimes Olympique, donde duró menos de dos años; volvió a España, donde acabó su carrera luego de pasos por el Sevilla y por el Marbella.
Los españoles fueron despachando al Hibernians escocés (5-0), al Wacker Innsbruck austríaco (2-1), al Cardiff City de John Toshack (2-1) y al PSV de Guus Hiddink (2-1).
El match decisivo se jugó el 19 de mayo de 1971, en el Karaiskakis Stadium de Piraeus, ante la friolera (?) de 45.000 espectadores. Fue bastante disputado el primer tiempo, rompiéndose la paridad recién a los 11 minutos de la segunda etapa, gracias a Peter Osgood, quien anotó al capturar un rebote en el área, batiendo a Goyo Benito. El Real fue a la carga con toda la artillería en la búsqueda de la igualdad. Tuvo algunas ocasiones y, cuando parecía que no había caso, un error garrafal en el fondo de los Blues permitió a Ignacio Zoco empatarlo en el último minuto, obligando a disputar un partido revancha que se jugó dos días más tarde en el mismo recinto, pero esta vez ante 19.917 personas. El Chelsea se aseguró el título rápidamente, gracias a sendos tantos de John Dempsey y de Osgood. Descontó el mencionado Fleitas a los 75 minutos de juego, pero no alcanzó para los madridistas. El Real se quedaría con las ganas del séptimo título a nivel europeo, mientras que el Chelsea se desvirgaba en ese rubro.
Y, tal como decíamos antes, el dinero que empezó a llegar desde Rusia empezó a dar sus frutos. En los ’90, etapa de transición Blue, obtuvieron una FA Cup, una copa de liga y repitieron en la CWC. A partir del año 2000 se le papotearon las vitrinas (?): cinco títulos de Premier League, seis FA Cup, tres copas de liga y la tan deseada Champions League, que tanto viene esquivando a sus adinerados rivales hoy mencionados.
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- AUTOR
- Fernando Marino
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