Copas europeas
Cup Winners’ Cup: de socialismo y bálsamos espirituales
Este torneo, firme pretendiente de la Copa de Europa -gracias al cielo, rebautizada como Champions League-, nació, consagró a vírgenes, maldijo a campeones defensores, atrajo a clubes importantes, puso en órbita a algunos humildes, entre tantas otras cosas. Entre esas tantas que influyeron en el desarrollo y crecimiento del certamen, podemos mencionar el hecho de quedar bajo el alcance de esquirlas que tenían su génesis en los movimientos sociales y/o políticos de turno, que, durante varios tramos de la existencia de esta copa, fueron no pocos. Porque el fútbol será un juego, pero el impacto que tuvieron, tienen y tendrán lo social y lo político sobre The Game fueron, son y serán notables. Lógicamente, hay una reciprocidad marcada en esa relación casi simbiótica entre este deporte y todo acontecimiento de impacto directo sobre lo social. Y en esta edición que desarrollaremos hoy, la Copa de Ganadores de Copa de Europa de 1968/69, queda representado casi a la perfección.
En agosto de 1968, el Ejército Rojo y sus amigotes invadieron Checoslovaquia, a fines de acabar con la eclosión primaveral que acontecía en Praga. Todo esto, bajo el marco regulatorio del Pacto de Varsovia. Hay que decir que tanto la URSS como Checoslovaquia eran integrantes de dicho tratado. El Pacto de Varsovia, o Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, había sido acordado en 1955, como reacción al ingreso de Alemania Federal al bloque de la OTAN. El mismo abarcaba a los países del Bloque del Este, con Yugoslavia haciéndose la otra (?) y con China como huésped de honor.
Lo que pasaba en Checoslovaquia era que empezaban a aflorar ciertas ideas que tendían a morder la banquina que delimitaba la recta carretera del socialismo, lo cual conminó a la Unión Soviética -máxime e implacable entidad reguladora del Tratado- a aplicar invasión a los fines de terminar con cualquier planteo que pueda desembocar en sentimientos capitalistas, como si de una reacción autoinmune se tratase. Ya había pasado en Hungría, apenas un año después de firmar aquel amistoso convenio, cuando el Ejército Rojo entró en territorio húngaro y terminó con un levantamiento anticomunista en cuestión de días.
Anyway (?), este acontecimiento se dio a poco de comenzar la copa e hizo que la UEFA, a instancias de las federaciones futbolísticas de los países de Occidente Europeo, que amenazaban con boicotear el certamen, intente dar un brusco volantazo: los de la Unión Europea de Fútbol intentaron reorganizar el cuadro de primera ronda, poniendo a los equipos del Este de un lado del cuadro y a los del Oeste del otro lado de la llave (cualquier similitud con el sistema de conferencias de la NBA es pura coincidencia). La incipiente medida conformó a los de occidente, que terminaron abandonando su postura amenazante y se mantuvieron en el torneo. Pero cuando la polarización es extrema, no hay medida aglutinante que pueda surtir efecto. Y los que renunciaron fueron los de oriente: el FC Spartak búlgaro, el Union Berlín de Alemania Oriental, el Górnik Zabrze polaco, el Dynamo de Moscú y el Raba Vasas ETO de Hungría fueron los desertores de turno.
Quedaron compitiendo equipos como el Dinamo București, el Club Brugge KV, el West Bromwich Albion, el Cardiff City de John Benjamin Toshack (siempre firmes en la copa), el Girondins Bordeaux, entre otros. Uno de los que aprovechó la confusión fue el Barcelona, que despachó fácilmente al Lugano suizo en primera ronda, saltando directamente a cuartos de final, dado que, por la retirada de equipos, terminó quedando sin rival en segunda ronda. Se ve que llegaron demasiado relajados a cuartos, instancia en la que se medirían con el Lyn de Noruega, al cual pasaron más que ajustadamente al imponerse por 5-4 en el global, ganando 3-2 en suelo nórdico e igualando a dos en España.
En semifinales tuvieron que ajustar el cinturonga (?), dado que los esperaba el 1.FC Köln de Alemania Federal, que tenía un verdadero equipazo, liderado por Wolfgang Overath, una auténtica leyenda del fútbol germano: desarrolló toda su carrera en el Köln -15 años de servicio ininterrumpido- y jugó más de 80 partidos para el seleccionado, conformando podio en los tres mundiales que jugó: segundo en 1966, tercero en 1970 y campeón en 1974. Acompañaban Hannes Löhr (máximo goleador histórico del Köln, con 166 goles), Wolfgang Weber (otro One Club Man, autor del gol del seleccionado alemán en el último minuto de la final del mundial ’66 contra Inglaterra, que llevó el partido a aquel recordado y controvertido suplementario) y Carl-Heinz Rühl, goleador del certamen con seis anotaciones. Lo cierto es que los dirigidos por Salvador Artigas redondearon una gran serie y, luego de igualar 2-2 en Colonia, aplastaron en el Camp Nou a los alemanes menos orientales (?), a quienes vapulearon con un inapelable 4-1.
Fue así como el Barça, que no ostentaba estrellas en su plantel, pero sí tenía jugadores importantes como Chus Pereda, Carles Rexach, Josep Maria Fusté, Ferran Olivella, entre otros, se situaba en la final. Su rival en dicha instancia fue -guiño del destino- el Slovan Bratislava de la invadida Checoslovaquia. Los Celestes, dirigidos por un histórico del club, Michal Vican, al igual que el Barcelona, no tenían jugadores rutilantes, aunque sí a unos cuantos de selección, muchos de los cuales disputarían el Mundial de México en 1970 y, algunos, inclusive, llegarían a ser parte del seleccionado que ganó la Euro de 1976, con el recordado penal de Antonín Panenka.
Artículo relacionado: Antonín Panenka, la fama por un penal
A diferencia del conjunto catalán, los de Bratislava debieron disputar todas y cada una de las rondas en el arduo camino hacia la final. Empezaron eliminando al FK Bor de Yugoslavia, que tenía entre sus filas a hombres como Jovan Hajdukovic y Dusan Sopic, jugadores que venían de un llamativo paso por el América de Cali colombiano. En segunda ronda se deshicieron del Porto, al cual sacaron del certamen con un imponente global de 4-1. En cuartos de final los esperaba un descansado Torino, el otro equipo favorecido en la segunda ronda por la deserción de los equipos del Este. Para el equipo de Turín jugaba Néstor Combin, delantero argentín (?) nacido en Las Rosas, Santa Fe, que desarrolló su carrera íntegramente en Europa, al punto de nacionalizarse francés, combinado con el que jugó el Mundial de 1966.
Hablando de combinados, Combin (?) se inició profesionalmente en el Lyon, club en el que estuvo cinco temporadas, marcando casi 80 goles en dicho transcurso, lo cual le valió una transferencia a la Juventus, donde duró una temporada en la cual jugó bastante, aunque sin descollar. Pasó al Varese de la Serie B, donde mostró un buen nivel, recalando rápidamente en el Torino, donde se consolida: más de 30 goles en casi 100 partidos. De ahí, salta al Milan campeón de Europa, donde permanece dos años. Con el Rossonero jugó la Intercontinental de 1969 ante Estudiantes, protagonizando, en La Bombonera, uno de los partidos más violentos que se recuerde: Combin fue duramente agredido -le rompieron la nariz- y, para colmo, al término del partido fue arrestado -era considerado un desertor, dado que su prematura salida a Francia hizo que evitara el servicio militar obligatorio-. Fue rápidamente liberado. Luego de su experiencia en Italia regresó a Francia, donde siguió anotando goles: primero en Metz y luego en el Red Star, equipo en el que se retiró al final de la temporada 1974/75, cerrando su rica trayectoria con más de 200 goles en el haber.
Artículo relacionado: La última barricada del fútbol francés
Bien. ¿Dónde estábamos? Ah (?), el Slovan Bratislava se impuso al Toro por un general de 3-1 y en semis desplazó al sorprendente Dunfermline Athletic escocés, al cual derrotó por 2-1 en el global. La final se disputaría el 21 de mayo en el St. Jakob’s Stadium de Basilea ante casi 20 mil personas, que atestiguaron la salida arrolladora del Slovan Bratislava, que se llevó puesto a su rival desde el check-in en el aeropuerto (?). A los dos minutos de juego, los checoslovacos encontraron el gol a través de Ludovít Cvetler. De hecho, Ján Capkovic tuvo una chance muy clara para aumentar la diferencia, pero desperdició la ocasión. Pasado el cuarto de hora de juego, José Antonio Zaldúa lo empató luego de una muy buena jugada colectiva. Pero a los 30 minutos, los Celestes recuperaron la ventaja luego de una arremetida de Vladimír Hrivnák, defensor del seleccionado checoslovaco cuya subida había sido vital en la apertura del marcador. Y antes de que se termine el primer tiempo, Capkovic, también integrante de la selección checoslovaca, volvió a tener una oportunidad y, aprovechándose del flan defensivo culé, no falló.
Parecía que la cosa estaba cocinada. Pero el Barça se puso a tiro del empate a pocos minutos de iniciada la segunda etapa, gracias a un gol olímpico de Carles Rexach. Los checoslovacos tuvieron algunas ocasiones muy claras para liquidar el pleito, así como también los catalanes tuvieron las suyas para empatar (Zaldúa dispuso de la más clara de todas, rematando por sobre el travesaño una pelota que solo tenía que empujar bajo un arco prácticamente desguarnecido).
Cuando el holandés Laurens van Ravens -árbitro, no DJ (?)- decretó el final del partido, el Slovan Bratislava no solo se convirtió en el campeón de la Copa de Ganadores de Copa ’68/69, sino que se consagró como el primer campeón del Este Europeo en dicho certamen. Justo en la temporada en la que parte de la población checoslovaca sufrió un revés por parte de sus propios vecinos y colaboradores. No hubo lugar para nuevas ideas en Checoslovaquia, pero sí un báslamo espiritual con este título. Tal como le pasó a la Argentina en el Mundial de 1978, disputado en su propio país, un país que estaba ardiendo en sus entrañas. Lo mismo que le ocurrió a la España ganadora de la Euro de 1964, en pleno régimen franquista. Si se quiere, en diferido, podemos mencionar al Manchester United que ganó la Copa de Europa de 1968 con jugadores y cuerpo técnico que, diez años antes, habían sobrevivido a una tragedia aérea, de la que algunos no pudieron salir con vida.
Y, sí. El fútbol no solo es EL juego, sino que es algo más que un juego. Mucho más.
Artículos relacionados:
Cup Winners’ Cup: de orígenes y bautismos
- AUTOR
- Fernando Marino
Comentarios