Historias
Cup Winners’s Cup: De campeones surtidos y otras yerbas
Entraremos a desandar el camino ochentoso de la Copa de Ganadores de Copa, abarcando cuatro ediciones, partidas al medio por el Mundial de España disputado en el año 1982. Cada una tuvo desenlaces diversos, con campeones de variadas nacionalidades.
Para no ser menos, la tirada de 1980/81 supo albergar a equipos de todos los colores: un reciente subcampeón, como el Fortuna Düsseldorf, que era dirigido por Otto Rehhagel, arquitecto del rocoso seleccionado griego campeón de la Euro del año 2004; un equipo importante del continente, como el Celtic, que era dirigido por una leyenda de los Celts, Billy Mc Neill, y que contaba con un joven David Moyes en sus filas; un equipo que empezaba a crecer como el Monaco, que contaba con nuestro Oscar Trossero (en paz descanse) y con jugadores de la selección francesa, como Manuel Amoros y Bruno Bellone.
Un par de clubes caídos en desgracia, como el Haugar noruego, equipo que clasificó a este certamen en condición de subcampeón de copa y que hoy está en la quinta división del fútbol de su país; el otro es el Waterschei Thor de Bélgica, que dejó de existir en 1988 y cuyos restos se fusionaron con los del KFC Winterslag para dar origen al KRC Genk, equipo que supo tener a jugadores como Leon Bailey, Luc Nilis, Didier Zokora, Ruslan Malinovskyi, Sergej Milinkovic-Savic, Thibaut Courtois, Kevin De Bruyne, Christian Benteke, entre otros.
Un equipo humilde como el Sion de Suiza, que tenía a un argentino dando sus primeros pasos como entrenador: hablamos de Oscar Fullone, de breve pero extraña trayectoria como jugador: se fue muy joven de Estudiantes de La Plata para hacer experiencia en Independiente de Medellín, Real Oviedo y Aston Villa (todos breves y anónimos pasos); precisamente en Inglaterra es que se retira por un grave problema en una de sus rodillas; si bien no vio minutos en el Villa, aquel par de años le sirvieron para hacerse con una visa de trabajo; se quedó en el país, primero trabajando como integrante del cuerpo técnico del Millwall, después recaló en el Sheffield United, conminando al club a adquirir a Diego Armando Maradona (ante la imposibilidad, Alejandro Sabella fue el que terminó firmando para los Blades); también colaboró en el Sunderland y, además, fue partícipe del arribo de Julio Ricardo Villa y de Osvaldo Ardiles a Tottenham Hotspur, luego del mundial de 1978; lo cierto es que Fullone inició su experiencia en el Sion, donde dirigió una temporada, para marcharse al continente africano, donde se convertiría en un referente.
Y una presencia extraña, como la del Real Madrid Castilla, que clasificó en condición de subcampeón de la Copa del Rey de 1979/80, cayendo en la final ante su padre merengue, que disputó la Copa Europea de Campeones, premiando a su satélite con una aventura europea, la cual fue efímera, ya que quedaron afuera en primera ronda ante el West Ham United, equipo al que le habían ganado en Madrid por 3-1, no pudiendo sostener la ventaja y cayendo 1-5 en casa de los Hammers; vale aclarar que Rafa Benítez fue partícipe de aquella aventura (como jugador, obviamente).
Continuando en la línea de lo inesperado, hay que decir que la final fue entre equipos del este europeo: el 13 de mayo de 1981, en el Rheinstadion de Düsseldorf, Alemania Federal, el Carl Zeiss Jena, de la otra Alemania, y el Dínamo Tbilisi de la Unión Soviética definieron el título, ante un miserable rejunte de 4750 espectadores: le sobraron casi 55 mil lugares a un estadio que sería demolido en 2002.
Los teutones de Oriente eran dirigidos por Hans Meyer, entrenador que trabajó a uno y otro lado del Muro; destacado por ser copero: le dio tres de sus cuatro copas de liga alemanas y en el año 2006 condujo al Nürnberg (que tenía a Javier Pinola en el equipo) a su cuarta DFB Pokal. Meyer contaba con grandes figuras del fútbol alemán de Oriente, como Hans-Ulrich Grapenthin (arquero del equipo durante casi dos décadas), el capitán Lothar Kurbjuweit, el creativo Rüdiger Schnuphase y la experiencia y goles de Eberhard Vogel, todos jugadores de selección.
El Carl Zeiss Jena coronó un campañón, eliminando sucesivamente a la Roma (global de 4-3, habiendo caído 0-3 en el partido de ida, jugado en la capital italiana), al campeón defensor, Valencia, que había sumado al artillero uruguayo, Fernando Morena (3-2), al Newport County galés, equipo que hoy juega en la League Two inglesa (3-2), y al Benfica de Fernando Chalana, Humberto Coelho y Nené.
El Dínamo Tbilisi, por su parte, era dirigido por una leyenda del fútbol de Georgia: Nodar Akhalkatsi, que integró el cuerpo técnico del seleccionado soviético en el Mundial de España ’82, junto a colegas de la talla de Valeriy Lobanovskyi y Viktor Maslov; además, fue quien encabezó la organización del fútbol de Georgia, una vez lograda la independencia de la extinta Unión Soviética. Akhalkatsi también contaba con buenos soldados: Aleksandre Chivadze (defendió la camiseta del Dínamo durante trece años y fue capitán de la CCCP en el Mundial de España), Vitali Daraselia (uno de los grandes talentos truncos del fútbol soviético, fallecido a los 25 años luego de un feo accidente de tráfico), Tengiz Sulakvelidze (volante con casi medio centenar de partidos con el seleccionado soviético), David Kipiani (uno de los más brillantes futbolistas de la Unión, otro fallecido arriba de un auto, pero a los 49 años, cuando estaba iniciando una prometedora carrera como entrenador) y Ramaz Shengelia, quien terminaría siendo elegido como el futbolista soviético de aquella temporada, siendo titular en el seleccionado que fue a España a disputar la copa del mundo.
Los de Georgia fueron desplazando al Kastoria de Grecia (2-0), al Waterford United de Irlanda (5-0), al West Ham (4-2), que contó con David Cross, quien resultó goleador del certamen, con seis goles, y al Feyenoord de Ruud Krol y Arie Haan (3-2). El italiano Roberto Lattanzi fue el encargado de dirigir la final, que tuvo un primer tiempo complicado, que terminó sin goles, pero en el que el conjunto soviético se mostró mejor, teniendo algunas ocasiones claras. El equipo alemán salió a jugar la segunda parte con bastante más determinación: tuvo dos ocasiones de gol clarísimas y llegando a los veinte minutos de la etapa complementaria abrió el marcador a través de Gerhard Hoppe, quien celebró metiendo terrible corte de manga, seguramente dirigido a algún vecino del otro lado del Muro (?).
El Dínamo reaccionó a tiempo y en menos de cinco minutos empardó la cuestión, gracias a un derechazo irrefutable de Vladimir Gutsaev, jugador que defendió 15 años los colores del Dínamo y que luego de su retiro desarrolló una carrera como ministro y legislador del Movimiento de Unidad Nacional de Georgia. Los soviéticos volvieron a tomar el mando del encuentro, pero recién lo pudieron dar vuelta cerca del final, gracias a un golazo de Vitaly Daraselia, que le daría el único título internacional al fútbol de Georgia.
Los soviéticos, que tenían un equipo muy duro, no pudieron defender la corona con éxito, cayendo en semifinales de la siguiente edición. Fueron acompañados por sus camaradas del SKA Rostov, campeón vigente de la Soviet Cup. Los del sur de Rusia, que hoy navegan las aguas de la tercera categoría del fútbol ruso, disputaron su primera y última participación europea, eran liderados por un joven Oleksandr Zavarov, quien seis años más tarde se convertiría en uno de los primeros jugadores soviéticos en iniciar el éxodo hacia occidente, al firmar nada menos que con la Juventus. Lo cierto es que el copiloto soviético fue despachado por el Eintracht Frankfurt, que contaba con figuras de la talla de Bruno Pezzey (defensor austríaco, considerado uno de los más grandes jugadores de su país) y de Cha Bum-Kun, un referente absoluto del fútbol asiático: primer jugador surcoreano en jugar en Europa, máximo goleador histórico de su seleccionado (58 goles), el jugador más joven en debutar para el combinado nacional y el más joven de todos los tiempos en alcanzar los 100 partidos internacionales, al hacerlo con 24 años (hay que tener en cuenta que cuando desembarcó en el fútbol alemán, allá por la temporada 1978/79, dejó de jugar para su país, volviendo recién en 1986, para el Mundial de México, donde compartió grupo con la Argentina de Diego Maradona). En el plantel de las Águilas estaba un joven Joachim Löw.
Pasaremos a mencionar otros participantes de esta edición, la cual precedió a la Copa del Mundo de España: el Swansea City; el Velez Mostar yugoslavo, liderado por su máxima figura, Dusan Bajevic; el Rangers de Escocia; el Ajax, que tenía a jugadores como Wim Jansen y los daneses Soren Lerby y Jesper Olsen (ambos formaron parte del combinado nacional que sorprendió al mundo en el Mundial de México ’86); y una Roma que empezaba a pisar fuerte en Europa, de la mano de jugadores como Roberto Pruzzo, Falcao, Carlo Ancelotti, Bruno Conti y Agostino Di Bartolomei, entre otros.
Como había que probar las amenities (?) de cara a la Copa del Mundo, la final se jugaría en España. Uno de los que llegaron a la instancia decisiva, a definirse el 12 de mayo de 1982, fue el Standard Liege. Los Rojos habían llegado a semifinales de la primitiva Champions League, allá por el año 1962, pero nunca habían tirado hasta una final. El equipo era dirigido por el legendario Raymond Goethals, quien ya había llevado al éxito en este certamen al Anderlecht. Hay que decir que Goethals venía de dirigir en Brasil (al Sao Paulo, más precisamente) y que ganó la liga en su primera intervención con el Standard. Lo cierto es que tres años más tarde salió a la luz que Goethals había intentado sobornar a jugadores del Waterscheid para que vayan a menos en la jornada decisiva, lo cual lo obligó a renunciar. Goethals se refugió en el Vitória Guimaraes de Portugal y en 1990 reapareció en el Olympique Marsella, donde alcanzó dos finales de Copa Europea de Campeones, aunque su ciclo terminó manchado por unos temitas extorsivos. Se ve que Raymond tenía algunos issues (?).
Los belgas tenían un buen equipo, con Eric Gerets como su líder (uno de los mejores defensores europeos de su época), con un joven Michel Preud’homme en el arco, con el holandés Arie Haan y con Eddy Voordeckers, quien fuera el goleador del certamen con seis anotaciones, compartiendo el trofeo con Shengelia, del Dínamo Tbilisi. El conjunto de Goethals fue superando al Floriana de Malta (12-1), al Vasas de Hungría (4-1), al Porto (4-2) y al campeón defensor, Dínamo Tbilisi (2-0).
El contendiente era el local, Barcelona. El Blaugrana era dirigido por Udo Lattek, prócer del fútbol europeo, que venía del Borussia Dortmund para reemplazar en el cargo a Helenio Herrera y que luego fue reemplazado por César Luis Menotti. El plantel catalán tenía a jugadores como Bernd Schuster, Allan Simonsen (uno de los extranjeros que tuvo que partir a la temporada siguiente para liberar un cupo para el arribo de Diego Maradona), nuestro Rafael Zuviría, los españoles Quini, Víctor Muñoz, Migueli, Tente Sánchez y Lobo Carrasco (estos últimos tres fueron los únicos que repitieron final, luego de la disputada en 1979).
Los españoles fueron despachando al Botev Plovdiv de Bulgaria (4-2), al Dukla Praga checoslovaco (4-1), al 1.FC Lokomotive Leipzig, de Alemania Oriental (4-1), y al Tottenham Hotspur de Glenn Hoddle, Ray Clemence, Steve Archibald y los argentinos Osvaldo Ardiles y Julio Ricardo Villa (2-1).
El encuentro, que se jugó en el Camp Nou ante casi cien mil espectadores, fue arbitrado por el alemán Walter Eschweiler. La cosa arrancó mal para los catalanes, que a los 8’ de juego ya perdían por el gol de Guy Vandersmissen, luego de una jugada preparada a la salida de una falta. El Barcelona reaccionó rápidamente, convirtiendo a Preud’homme en figura. Pero cuando los equipos estaban por irse al descanso, una salida en falso del bueno de Michel encontró la cabeza de Allan Simonsen, que igualó el tanteador. Ni lerdos ni perezosos, los locales madrugaron al conjunto belga, sorprendiendo en un tiro libre capitalizado por Quini, que puso al Blaugrana al frente en el marcador. El Standard quiso igualar a puro centro, pero no pudo hacer daño en el arco rival. El que sí pudo dañar fue Walter Meeuws, quien se fue expulsado sobre el final del partido, por un patadón sobre la humanidad de Carrasco. Así fue como el Barcelona obtuvo su segunda Copa de Campeones de Copa.
Hay que decir que los catalanes seguían en la búsqueda de la Copa de Europa. Para convertir en asequible aquel objetivo, llegaría Diego Armando Maradona, quien venía de padecer frustraciones varias en su primer Mundial. El Blaugrana no pudo pasar de los cuartos de final, instancia en la que quedó eliminado por el Austria Viena, por obra y gracia del gol de visitante. Maradona se despidió de su primera competencia continental europea con cinco goles, entre ellos el globo perfecto encajado al Estrella Roja, en Belgrado.
El que sí pudo llegar a la última jornada fue el Real Madrid, que jugó la competencia en calidad de campeón de la Copa del Rey. El Merengue era dirigido por Alfredo Di Stéfano, leyenda del club, quien había ganado este trofeo un par de temporadas antes con el Valencia. Di Stéfano contaba con un plantel sólido, compuesto por jugadores del seleccionado español, como José Antonio Camacho, Ricardo Gallego, Vicente Del Bosque, Santillana (goleador del torneo, con ocho anotaciones) y Juanito, entre otros. Los Galácticos de ocasión (?) eran el holandés John Metgod y el alemán Uli Stielike, campeón europeo en 1980 y subcampeón Mundial en 1982 con el seleccionado alemán, surgido del Gladbach y con ocho años de estancia en La Casa Blanca.
El club madrileño llegó a la final luego de ir eliminando al Baia Mare, de Rumania (5-2), al Újpesti Dósza, de Hungría (4-1), al Inter de Milan, que contaba con jugadores como Alessandro Altobelli, Hansi Müller, Giuseppe Baresi, Giuseppe Bergomi, Fulvio Collovati, Riccardo Ferri, Gabriele Oriali y que era dirigido por Rino Marchesi, que luego dirigiría a Maradona en Napoli (3-2) y al Austria Viena de Toni Polster (5-3).
Antes de develar (?) al otro finalista, es menester hacer un somero repaso sobre otros participantes del certamen, como, por ejemplo el Swansea City, que tenía a John Toshack en el papel dual de jugador/entrenador; el Tottenham Hotspur, que contaba con Steve Archibald, Ray Clemence y Julio Ricardo Villa; Ossie Ardiles, empujado por la situación bélica entre argentinos e ingleses, se había ido cedido al PSG, equipo que también dijo presente en esta CWC de 1982/83, ostentando jugadores como Dominique Bathenay, Luis Fernandez, Dominique Rocheteau y el killer holandés, Kees Kist; el Torpedo Moscú, de la Unión Soviética; el Dynamo Dresden, uno de los clubes más importantes de Alemania Oriental; el Galatasaray; el Panathinaikos, dirigido por el rumano Stefan Kovacs, quien diez años antes había sucedido a Rinus Michels en Ajax, ganando Copa de Campeones de Europa en dos ocasiones, siendo el único extranjero en dirigir al seleccionado francés; el AZ de Holanda; el Slovan Bratislava, de Checoslovaquia, entre otros.
La finalísima, programada para el 11 de mayo de 1983, se jugaría en el Nya Ullevi, de Gotemburgo, Suecia. Decíamos que el Real Madrid era uno de los contendientes al título. Vale aclarar que el último trofeo internacional de los de la capital española había sido la Copa de Campeones de Europa del año 1966. Ya habían llegado a una final de CWC, allá, por el año 1971, cayendo en tiempo extra ante el Chelsea. Estaban realmente sedientos de éxito en La Casa Blanca.
Quien buscaba prolongar esa sequía era el Aberdeen escocés, equipo comandado por Alex Ferguson. El legendario entrenador escocés, que aún no era Sir, dirigía a los Dons desde 1978, permaneciendo allí hasta el año 1986, cuando quedó repentinamente al mando del seleccionado escocés de cara al Mundial de México, para luego dar el salto al Manchester United, dejando tres ligas y cuatro Copas de Liga en las vitrinas del club. Ferguson venía de cuatro años exitosos en el St. Mirren, equipo al que agarró perfilado para el descenso a tercera y al cual ascendió a Primera. Como verán, ya empezaba a mostrarse como uno de los mejores entrenadores del continente.
Alex disponía de una buena escuadra, compuesta por jugadores del seleccionado nacional, entre ellos: Jim Leighton -legendario arquero escocés, que estuvo con su selección en los mundiales de 1982, 1986, 1990 y 1998, siendo titular en este último con casi 40 años; con 91 partidos es el segundo con más presencias en el seleccionado; Ferguson se lo terminó llevando a Old Trafford-, Alex McLeish -más de 15 años al servicio de los Dons, 77 caps con Escocia-, Willie Miller -el capitán, uno de los preferidos de Ferguson, el de más presencias con los Dons (560) y con 65 partidos con el combinado nacional-, Gordon Strachan -50 caps con Escocia; se reencontraría con Ferguson en el United; luego jugó en el Leeds United, ganando la última liga inglesa para los Whites; dirigió al seleccionado entre 2013 y 2017.
Es menester aclarar que el Aberdeen arrancó desde la ronda preliminar, instancia en la que pulverizó al Sion de Suiza, con un global de 11-1. Luego fue eliminando al Dínamo Tirana, de Albania (1-0), al Lech Poznan, de Polonia (3-0), al Bayern Münich, de Alemania Federal, que tenía a muñecos de la talla de Paul Breitner, Jean-Marie Pfaff, Klaus Augenthaler, Karl-Heinz Rummenigge y Dieter Hoeness (3-2), y al sorprendente Waterschei Thor, de Bélgica (5-2).
El match, arbitrado por el italiano Gianfranco Menegali, se jugó ante más de 17.800 espectadores. El partido arrancó con todo. Los escoceses también: marcaron territorio rápidamente, generando algunas ocasiones, entre ellas, una gran tijera de Erick Black, que dio en el travesaño del arco custodiado por Agustín. Black tuvo su desquite rápidamente, al marcar el tanto inicial, a tan solo siete minutos de comenzado el juego. Todo iba fenómeno para el Aberdeen, hasta que un fatídico pase atrás es interceptado por Camacho, quien es derribado en el área por Leighton. Iban quince minutos de partido cuando Juanito igualó el encuentro gracias a la conversión del penal.
La lluvia obligó a que la pelota vaya más por el aire. Las patadas empezaron a prevalecer. El partido se hizo parejo, manteniéndose la igualdad en uno hasta el final de los 90’ reglamentarios. Lo ganó el Aberdeen en la segunda etapa complementaria, gracias a un gol del ingresado John Hewitt, luego de un gran desborde de Mark McGhee. El Real Madrid agravaría su sequía, mientras que los de Ferguson se harían con su primera medalla internacional y agregando luego la segunda, al imponerse en la Supercopa Europea al Hamburgo, convirtiéndose en el único equipo escocés en ganar dos títulos internacionales. Para darnos una idea de la solidez del equipo formado por Alex Ferguson, el Aberdeen casi alcanza una nueva final en la siguiente edición, la que defendían, cayendo de pie en semifinales…
La edición de 1983/84 tuvo la particularidad de dejar afuera a un participante escritorio mediante: el Universitatea Craiova de Rumania no pudo participar de la Copa de Ganadores de Copa debido a que la definición de la copa nacional estaba programada para una fecha posterior al cierre de inscripciones para la CWC. El error administrativo les costó los puestos a los capos de la Federación Rumana de Fútbol, accidente en pancha mediante (?).
Equipos que sí pudieron jugarla: Swansea City, que ya tenía a John Toshack desempeñándose full time como entrenador; el Magdeburg, de Alemania Oriental; el Dukla de Praga; el 1.FC Köln, de Alemania Federal, entrenado por Hannes Löhr y con jugadores de la talla de Pierre Littbarski, Toni Schumacher, Klaus Fischer, Klaus Allofs y Santa Klaus (?); y el Barcelona de Diego Armando Maradona, entrenado por César Luis Menotti, que se quedó nuevamente en cuartos de final, a manos del Manchester United, que dio vuelta el 0-2 con el que había arrancado la serie en el Camp Nou.
¿Quiénes fueron los finalistas? La Juventus y el Porto, equipos que se estaban preparando para el éxito en el mainstream del fútbol continental y mundial. Los Dragones, que ganarían la Copa de Campeones de Europa tres años más tarde, eran dirigidos por António Morais, quien reemplazó a Pedroto, despedido en pleno torneo. El equipo lusitano contaba con muchos jugadores del seleccionado nacional, como Fernando Gomes (capitán, figura, símbolo, goleador -venía de ganar la Bota de Oro en la temporada anterior-), Joao Pinto, Eurico, António Frasco, António Sousa y Jaime Pachecho.
El Porto fue quitando del camino al Dínamo Zagreb, de Yugoslavia (2-2, gol de visitante); a los Rangers de Glasgow (2-2, gol de visitante otra vez); al Shakthar Donetsk, de la Unión Soviética, que contó con dos de los tres goleadores del certamen: Serhiy Morozov y Viktor Hrachov, con cinco goles cada uno (4-3); y al Aberdeen, campeón defensor, que tuvo al otro goleador, Mark McGhee (2-0).
La Vecchia Signora, por su parte, era entrenada por Giovanni Trapattoni, quien estaba al mando del equipo desde 1976, luego de una breve pero exitosa experiencia inicial como director técnico en el Milan. Su único lauro continental había sido una Copa UEFA, en el año 1977 (dicho certamen era el tercero en importancia por aquella época). Trap contaba con un gran plantel: estrellas internacionales como el francés Michel Platini y el polaco Zbigniew Boniek, acompañados por figuras del seleccionado italiano, como Claudio Gentile, Antonio Cabrini, Paolo Rossi, Gaetano Scirea y Marco Tardelli, entre otros.
La final se jugaría el 15 de mayo de 1984, en el estadio del Basel, una vez más. La Juve llegó a dicha instancia luego de eliminar sucesivamente al Lechia Gdansk, de Polonia (10-2), al PSG de Safet Susic, Dominique Bathenay, Gerard Janvion, Luis Fernandez y Dominique Rocheteau (2-2, gol de visitante), al sorpresivo Haka finlandés (2-0) y al Manchester United, que tenía en sus filas a Ray Wilkins, Bryan Robson, Norman Whiteside, Arnold Mühren y Mark Hughes (3-2).
Casi 60.000 personas se hicieron presentes en el St. Jakob Stadium para ver el triunfo de los italianos, que se pusieron al frente a los 12’, gracias a un zurdazo cruzado de Beniamino Vignola. Llegando a la media hora de juego, Sousa lo empata con un remate de larga distancia que se le filtra tontamente a Tacconi. Una arremetida de Boniek (beneficiado por la mala salida de Zé Beto) le da nuevamente la ventaja a Juventus a los 41 minutos.
Ambos tuvieron situaciones claras para convertir. Tacconi tuvo un par de intervenciones reivindicatorias, mientras que Zé Beto terminaría suspendido por dos años tras agredir a uno de los jueces de línea tras este encuentro, perdiéndose la final de la Copa de Campeones de 1987 (el malogrado Zé Beto terminaría falleciendo a los 29 años en un accidente automovilístico). La Juventus añadía, así, un nuevo título a su palmarés, dando el paso adelante para lograr la Copa de Campeones de Europa de la siguiente temporada, que los mandaría a Japón a medirse con el mítico equipo de Argentinos Juniors…
- AUTOR
- Fernando Marino
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