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De líderes, liderazgo y dibujos animados
La mayoría de las veces, cuando vemos caricaturas o dibujos animados, los personajes suelen ser animales que hablan, piensan y actúan como seres humanos, o mejor aún, humanos con súper poderes capaces de destruir ciudades. Y en el siguiente capítulo es como si no hubiese pasado nada. Pero había una caricatura en mi infancia que no cumplía con dichos estereotipos. Sí, no negaremos que tenia su magia, sus poderes especiales, pero la historia giraba en torno a algo mas tangible, un balón de fútbol.
En, México, mi país natal, dicha serie animada era transmitida por las tardes, lo que me daba tiempo a llegar del colegio, hacer mis tareas y sentarme frente al televisor, para después salir a la calle y tratar de emular lo visto por Oliver Atom o Tom Misaki, aunque muchas veces solíamos jugar solo como Bruce Harper. Esa caricatura era ni más ni menos que Los Súper Campeones, o Capitán Tsubatsa en su nombre original japonés.
Y es que no solo se trataba de ver a Oliver haciendo goles, se trataba de todo aquello que envuelve el sueño de ser futbolista, de ser siempre el mejor y ganarlo todo. Ahora, a algunas décadas de distancia y recordando aquellas tardes, caigo en cuenta que la caricatura no era solo sobre unos nenes jugando a la pelota, se trataba de la vida misma alrededor del balón.
Y fue cuando me cuestioné, ¿cómo hizo un japonés para maravillarnos a través de los dibujos animados?
Los orígenes
En el año 1978, se celebra el mundial de fútbol en Argentina. Aficionados de muchos países asisten a la cita mundialista. Yoichi Takahashi era uno de ellos. Decidido en ver a sus ídolos del fútbol brasileño, se traslada por las distintas ciudades del país para seguir a los «verde-amarelos». Takahashi sentía gran admiración por un jugador de Brasil en particular: la joven estrella de 24 años del Vasco Da Gama, Roberto Dinamite.
Luego de un controversial triunfo por 6-0 sobre Perú de Argentina, que a la postre se consagraría campeona, el seleccionado carioca quedó confinado a disputar el tercer puesto contra Italia, en el cual obtendría su victoria con un marcador de 2-1. Decepcionado por la ubicación final de su selección favorita en el torneo, y en especial por la «injusta» (así calificada por él) consagración del seleccionado argentino, decide no guardar ese sentimiento. Y se lo hace saber a la delegación de Brasil, con el poco portugués que aún sabe hablar, cuando el equipo se despedía del país en el aeropuerto de Ezeiza.
Roberto Dinamite no pudo dejar de reparar en este «loco japonés», como lo apodaba, y le propone viajar a Brasil, para que conozca más de su cultura y del gusto por el fútbol. Takahashi no lo duda y acepta la invitación. A su llegada a Brasil no puede creer lo que ve. En la calle, niños corriendo detrás de una pelota improvisada, y futbolistas entrenando junto a los más pequeños en las playas. Roberto le habla sobre un niño que conoció meses atrás, oriundo de la ciudad de Bello Horizonte. Se trataba de Ozoro Subira, de 7 años de edad.
Alucinado por las referencias de Roberto, se impacienta por conocer a este joven prodigio. No existen imágenes y menos videos que demuestren el talento que destilaba. Según el propio Yoichi, testigo de uno de los partidos del joven Ozoro, «nunca he visto algo así». Confiesa que se le caían las lágrimas ante las cabriolas de este talento natural.
Luego de finalizar el encuentro, Takahashi le pide a Roberto que le presente al joven Ozoro. Se refiere a él como un niño indescifrable, de una humildad increíble y de mirada profunda. El destello de habilidades del niño dejaría al japonés profundamente sentido. Sin encontrar palabras para agradecerle a Roberto su hospitalidad y la oportunidad de experimentar tamaña experiencia, en el vuelo de regreso a Japón se le ocurre dar a conocer a este enigmático niño a través de su arte. En ese viaje, decide crear la historia que ganaría fama mundial como «Capitan Tsubatsa», o «Supercampeones» en América Latina.
Ahora, mirando en retrospectiva, si analizamos las cualidades de los jugadores en la caricatura, encontramos referencias con nombres contemporáneos y es inevitable hacer dichas semejanzas. Yoichi Takahashi protagonizó una extensa entrevista con el sitio deportivo español Sport, donde respondió a varias inquietudes. Por ejemplo, aclaró porqué la cancha de fútbol de la serie era tan grande, o cómo le fue al protagonista, Oliver Atom, en su paso por el Barcelona.
«Cuando Oliver tiene 21 años llega al Barça. Hace unas pruebas, pero no entra directamente en el primer equipo y se queda en el filial. Ahí, coge como modelo a Rivaldo, que está en el primer equipo y se convierte en su mentor. Al final, después de destacar en el Barça B, llega a Primera. Me encantó poder dibujar sobre un Clásico», respondió. En la entrevista, de igual manera le piden dar nombres de jugadores de la actualidad y quiénes serían en la serie animada. Lionel Messi por ejemplo, según el creador de los Supercampeones, sería Oliver Atom. En tanto el delantero del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, representaría a su rival y posterior amigo Steve Hyuga; Andrés Iniesta, del Barcelona, sería Tom Misaki, y finalmente Iker Casillas personificaría al recordado portero Benji Price.
Aunque es obvio que para las décadas (’80/’90) en que la serie animada se volvió popular estos jugadores no figuraban en el plano aún, es ahí donde surgen más preguntas que respuestas, sobre qué futbolistas contemporáneos a la creación de la caricatura tomó Takahashi como referencias, qué cualidades veía en ellos y cómo logro a llevarlos a los dibujos animados. Y una respuesta que encuentro, estimado lector, va más allá de dar un nombre o varios. Si nos ponemos a pensarlo un poco, en épocas anteriores era común destacar a aquel jugador símbolo o estandarte de los equipos y selecciones, aquellos que cargaban con el peso del equipo en sus hombros, que en los momentos importantes daban la cara y ponían pecho en las situaciones de apremio dentro del terreno de juego. Podríamos mencionar a un sinnumero de estos futbolistas, ya sea en sus equipos o en representativos nacionales.
Y es así que, repasando a los artífices de tal serie animada, encontramos que cada equipo contaba con un jugador emblema que ponía en aprietos al principal actor Oliver, haciendo la función de villano para éste pero de líder para su escuadra. Para mejor comprensión de lo que es un líder, revisaremos la teoría de Kurt Lewin, reconocido psicólogo alemán, que nos plantea su papel y las posturas que asume.
Los líderes dentro y fuera de la cancha
En primera instancia, Lewin nos argumenta que el líder es esencial en la vida de cualquier grupo, es en quien se confía, quien influye y consigue que los miembros trabajen para lograr metas colectivas, quien negocia la mayoría de los aspectos para llegar a consensos. Al líder se le elige por afinidad, empatía y confianza.
En su Teoría del Líder llevada al fútbol, la figura que lo representa es el entrenador (líder formal, elegido por la organización o club), quien a su vez es representado dentro del terreno de juego por el capitán del equipo (líder informal, que surge por la interacción entre los miembros del conjunto).
Lewin plantea que el entrenador tiene dos grandes funciones:
- Intentar satisfacer las exigencias de la organización, es decir dar los resultados esperados en el plazo acordado. Un ejemplo, la consecución de un campeonato.
- Que el propio grupo lleve a cabo sus necesidades y aspiraciones, es decir ser el activador para que los integrantes del equipo ejecuten las indicaciones de acuerdo a sus capacidades.
Entendiendo al capitán del equipo como el líder en la cancha, manifiesta igualmente que hay diferentes clases de liderazgo y cada uno consigue distintos resultados y emociones generales. Según Kurt, existen tres tipos:
Líder autoritario: es el único del grupo que toma las decisiones y no necesita justificarlas. Los criterios para tomarlas no tienen por qué ser conocidos por el resto. Además, permanece alejado de la participación activa, salvo cuando hace demostraciones. Es decir, es aquel que llega, ordena y se va. Retomando la serie animada, aquí bien cabría incluir al acérrimo rival de Oliver, es decir Steve Hyuga.
Este tipo de líder consigue una alta producción en su presencia pero muy baja en su ausencia. La probabilidad de ganar partidos (en el caso de fútbol) disminuye ya que crea un malestar generalizado basado en la apatía y agresividad en todos los miembros de su equipo.
Líder democrático: es aquel que toma las decisiones tras ofrecer varias alternativas y discutirlas con el grupo, recibiendo opiniones de sus seguidores. Los criterios para ejercer de mandamás son explícitos y claros. Es sencillo discernir el actor de este modelo de liderazgo, ni mas ni menos que el capitán del Niupi, Oliver Atom.
Consigue una alta producción tanto en su ausencia como en su presencia, por lo que la probabilidad de ganar partidos aumenta porque existe una mayor satisfacción y rendimiento, además de elevar la unión entre los miembros del grupo.
Líder “dejar hacer”: es aquel que adopta un papel pasivo, abandona el poder en manos del grupo y se limita a aportar las medidas necesarias. No juzga ni evalúa las aportaciones de los demás miembros. En este ámbito, el indicado sería el chico llamado Andy Johnson, el cual debido a su problema cardíaco hacía apariciones esporádicas con su equipo en Supercampeones.
Su producción, tanto ausente como presente, es baja, por lo que la probabilidad de ganar partidos disminuye considerablemente. Raramente encontraremos este tipo de líderes en equipos de fútbol de renombre.
En el fútbol actual, las individualidades son sustituidas por esquemas tácticos o sistemas complementarios para el funcionamiento de los equipos, sin menospreciar a estos jugadores que cada fin de semana nos regalan acciones fantásticas. Los planteamientos ofensivos-defensivos, los recorridos, el pressing, todos aquellos términos utilizados hoy en día para explicar dichas búsquedas, hacen referencia al equipo como un todo, como una maquina perfecta en la que cada jugador es un engranaje para la perfecta ejecución. Esto va llevando a la necesidad de equipos compactos, bien trabajados en el plano táctico, sobre la presencia del jugador individual.
En consecuencia, es cada vez menor la identificación de líderes como nos lo planteaba la caricatura o el mismo juego de fútbol en las décadas pasadas. Vería a Diego Armando Maradona como aquel Oliver Atom, a Benji Price representado por arqueros como José Luis Chilavert, a los hermanos Korioto personificados en Brian y Michael Laudrup, al mismo Andy Johnson durante aquel juego en que está a poco de dejar la vida en la cancha como Franz Beckenbauer en aquel inolvidable partido de la Copa del Mundo de 1970 en México, cuando llegó a jugar un partido con el brazo en cabestrillo. Podría continuar con la lista pero mejor se lo dejo a usted, que evoque su memoria y les ponga nombre a tan hermosos recuerdos de la infancia que los dibujos animados y un balón nos dejaron por siempre.
- AUTOR
- Cultura Redonda
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