América
De ratones verdes y sueños sin sustentos
Nos habla la historia de una Selección presa del pánico, de un equipo sin los galones suficientes no solo para competir, sino para ganar. Apelando a la verborragia desmesurada que nada cuesta, pero que tampoco nada aporta: «No somos un equipo que gane por costumbre y que pierda por casualidad». Hablamos de México y su eterna incapacidad para trascender.
No somos un equipo que gane por costumbre y que pierda por casualidad
La Selección Mexicana encara la Copa América, un torneo que le ha sido esquivo en nueve ediciones anteriores. Rozó, acarició y arañó el campeonato allá por 1993 cuando una deidad con la 9 en la espalda le arrebató la posibilidad de alcanzar la gloria de manera inverosímil. Repitió con un equipo más desangelado en 2001… pero perdió nuevamente, ésta vez ante el anfitrión Colombia. Después a lo largo de otras siete presencias alternó buenas y malas.
¿Qué imposibilita al mexicano a ganar? El trillado discurso de «los que saben» de ésto echan sal en la llaga al afirmar con rotundidad que las falencias de los mexicanos son mentales, y se cree cuando cada cuatro año regresan, con el que me digas en el plantel: más pronto de lo que las ilusiones, las capacidades individuales o de conjunto nos hacían llegar a imaginar; cada vez que la Selección Mexicana se ve inmersa en octavos de final de una Copa del Mundo se termina todo, no importa si es con una actitud de fidelidad absoluta a unas formas como en el 2006 o sí es regalándose todo desde un principio como en 2010, tampoco interesa si estás a minutos de eliminar a una potencia europea… la debacle siempre está latente.
Manuel Seyde (periodista mexicano) tuvo la brillantez de bautizar a la Selección Mexicana como los «ratones verdes» allá por el lejano 1966. No hace falta explicar el apelativo cuando se entiende que los roedores escapan despavoridos ante cualquier dificultad. Como México.
Y aunque resulte increíble el apelativo tiene vigencia, a pesar de haber enarbolado Campeonatos Mundiales infantiles (Mundial Sub-17 en Perú 2005 y en 2011 como locales), un oro olímpico (Londres 2012) o una Copa Confederaciones (1999), el mexicano sigue acusando esa abulia mental. «Éstos chavos tienen otra mentalidad» se decía en su momento y visto lo visto no resultó así. Cuando aquellos se pararon en el mismo terreno que sus antecesores, fracasaron igual. Adolecieron de lo mismo.
Volvamos ahora al presente de la Selección Mexicana: una racha de 22 partidos sin perder invita a muchos a creer en la hazaña de alzarse con la Copa América Centenario. Una seguidilla de encuentros que se inició bajo el mando del pintoresco Miguel Herrera y que continúa ahora con Juan Carlos Osorio, ese al que el mundillo balompédico menospreció cuando se hizo cargo, después se fueron «convenciendo» conforme los resultados llegaron. Sin embargo el equipo mexicano tampoco brinda enteramente paso a la ilusión desaforada, el aficionado y el «especialista» transitan hoy entre la desconfianza y el deseo porque México no ha sido capaz de tener 90 minutos redondos.
No se accede a lo extraordinario si no se rompen paradigmas
Y es aquí donde hace su aparición el hincha mexicano, ese que critica desde la comodidad de un sillón, que no entiende los cambios de Osorio (pero los rechaza igual) ese, el hincha también es un ratón verde ¿Por qué? ¿No acaso ese hincha hace viajes maratónicos para acompañar a su Selección a donde vaya? Sí ese y todos los demás son igual de ratones verdes ante lo cotidiano, ante lo estríctamente futbolístico y ante lo demás. En el partido ante Venezuela el temor rondaba a cada hincha porque de no sumar, el rival sería Argentina. Ya con el primer lugar en la bolsa el hincha ruega ahora por que el rival sea Panamá y no Chile… porque es más fácil.
Entiéndase el punto sobre que el hincha espera, anhela la trascendencia a partir de un camino allanado, he ahí la dificultad de dejar el apelativo en el olvido. No se accede a lo extraordinario si no se rompen paradigmas. ¿Es más satisfactorio irse en cuartos que en la final ante el mismo rival? No lo creo, porque al finalizar el torneo, si no rompiste tus paradigmas tu vitrina seguirá igual de vacía. Y aunque te consuele una hipotética final, seguirá presente en tu vida el estigma del ratón verde.
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- AUTOR
- Abda Barroso
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