Argentina
Del vestuario a la literatura: fue campeón en Newell’s y acaba de publicar su primer libro
Sentado en un sillón del living de su casa en Roldán (Santa Fe), mate en mano, Miguel Ángel Fullana, ex futbolista de Newell’s, se permite un viaje a sus días como jugador profesional. Por entonces, ocupaba las horas libres de las concentraciones para escribir, un pasatiempo que lo cautiva hasta el día de hoy y por el que era mirado como “un bicho raro” en el vestuario. Fue así que con los años, rescatando textos viejos y formulando muchos nuevos, dio forma al libro “Comadreja, Historias de un Suplente”, presentado en sociedad hace pocos días.
Durante la pandemia, aprovechó para revisar con su esposa Maricel aquellos escritos que tenía archivados y, por más de un año, se sentó junto a la computadora para plasmar su obra. Hubo noches en que se sintió inspirado y escribió seis páginas de un tirón, para acabar publicando un libro autobiográfico que intenta abarcar una problemática que también atravesó en primera persona. Junto a anécdotas, recuerdos e historias, Fullana pone en relieve la difícil transición de un chico hacia el fútbol profesional y la frustración de los que son descartados en el camino.
“Hace rato que escribo. Generalmente, los futbolistas dedican su carrera solamente a jugar al fútbol y se dejan de lado cosas por ese descanso que muchas veces parece de cristal”, contó Miguel. Afirma, a la vez, que en muchas ocasiones fue observado por los compañeros como si fuese “una hormiga en un elefantario”. En ese tiempo, muchas veces eran citados a concentrar los jueves para jugar el sábado o el domingo, por lo que esas horas sin entrenamiento que parecían estirarse como chicle, él las ocupaba tomando lápiz y papel.
Fullana fue captado para jugar en Newell’s por Jorge Griffa, acaso uno de los formadores más destacados del fútbol nacional en la historia, luego de enfrentar a la Lepra en una final de juveniles jugando para Sportivo Barracas de Colón, provincia de Buenos Aires. Años más tarde, integró el plantel que condujo Marcelo Bielsa y fue titular en la recordada final de la Bombonera de 1991, en la que el equipo rosarino gritó campeón. Sin embargo, este roldanense por adopción nunca tuvo un papel protagónico. “Fui un suplente exitoso”, argumentó.
Aún cuando decidió quedarse en un lugar donde no jugaba seguido, se preocupa en destacar lo importante que es cada componente para la convivencia de un equipo. “El mundo solo se fija en el que brinda dinero, y no solo en el fútbol. Parece que los demás no servimos”, denunció. “Fui titular muchas veces, pero me autopercibí suplente. ¿Hasta qué punto te sirve hacer el mismo sacrificio que tu compañero cuando muchas veces sos ignorado? Ser un suplente significa que te vas desprestigiando, es como acompañar sin ser parte”, describió.
«Ser un suplente significa que te vas desprestigiando, es como acompañar sin ser parte»
“Hay que ver cómo trata la sociedad al segundo, al que no es primero. Mucha gente se adapta mientras le paguen, vivimos en un mundo capitalista en el que todos estamos contentos si nos dan dinero”, opinó Fullana, quien era defensor y, tras su retiro, hizo carrera como director técnico. Actualmente, admite que nunca pudo ganarse un lugar para formar parte del tradicional once de memoria en la escuadra rojinegra, aunque “sí disputé cinco clásicos importantes frente a Rosario Central, jugué en la Bombonera y estuve en más de 200 partidos”.
En su libro hay anécdotas, historias de su tiempo inmiscuido en el profesionalismo y hasta el recuerdo de sus goles, pero las páginas de su obra van más allá. “Hago hincapié en cómo llegan los chicos y cómo es su trayecto desde un pueblo a las inferiores”, relató. A la vez, pone el foco en las dificultades que atraviesan los chicos para superar las pruebas de los clubes y ser seleccionados por los entrenadores. “Hay chicos que se prueban muchas veces y les dicen que vuelvan a los meses. Eso se convierte en frustración, porque el fútbol es pasión y todos quieren llegar”.
Comadreja fue declarado de interés municipal en Rosario y su denominación tiene que ver, lógicamente, con una metáfora. “El hombre va ganando terreno, acorralando a los animales, y estos te aparecen en tu casa. Se aguantan picaduras de víboras, lidian con insectos y tratan de regular la convivencia en el ambiente”, detalló en primer lugar. “Tienen la fortaleza que debe tener un suplente. Hay estudios que certifican que el suplente la pasa peor que el titular. Una vez que entras a jugar, te olvidas de todo y la pasas bien”, mencionó.
Hay días en que a Miguel se le ocurre alguna idea y, para no dejarla escapar, la anota en una servilleta de papel. Hay muchos textos que dejó afuera y pueden ser parte de un segundo libro. “Junto a mi mujer, que es psicóloga deportiva, escribimos sobre la cantidad de jugadores que llegan a Primera División. Hay un mito de que es el 3% y de que llegan muy pocos, pero creemos que ese porcentaje no es real”, dijo. Además, sentencia que el deporte profesional no significa salud, ya que “el jugador no es una máquina y en un momento su físico se deteriora”.
Desde que se mudó a Roldán, en plena pandemia, Miguel Ángel optó por ya no alejarse tanto de su hogar. “Vivíamos en pleno centro de Rosario e hicimos un cambio radical, es otra vida y otro mundo”, contó desde barrio Los Aromos, acostumbrado a los días de paz vividos en Firmat cuando era pibe. Se siente una Comadreja y pudo plasmar sus días de vestuario en la escritura, aunque promete seguir redactando. Del vestuario a la literatura.
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- AUTOR
- Nicolás Galliari
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