Copas europeas
Don sonrisas, dos visiones
La sonrisa breve, zen, de Zinedine Zidane, transmite serenidad. Es un gesto habitual de su personalidad, una mueca que repite en cada factor positivo de su equipo durante el juego. Sin grandes determinaciones, creó el mejor Real Madrid del último lustro, brindando libertad a sus futbolistas y controlando un vestuario súper poblado de cracks. El conjunto español ha aumentado en la presente temporada la calidad de su juego, añadiendo un gran volumen de creatividad a la gestación con balón.
La sonrisa de Massimiliano Allegri es ancha, símil a la de un payaso. Exhibe toda su dentadura y, en ciertos momentos, hasta parece burlona, socarrona. En ocasiones la enseña dentro del campo de juego, aunque se hace habitual verla en conferencias de prensa. Es la gestualidad típica de un toscano, orgulloso de sí mismo, indescifrable. El ex entrenador del Milan también ha destacado por su gestión de vestuario; en tres años, añadió matices a lo heredado por Antonio Conte e hizo propia a su Juventus.
Si el técnico italiano ha logrado reubicar a Mario Mandzukic y darle un lugar clave en su estructura, algo parecido realizó su par francés en la capital española. Los futbolistas del Madrid destacaban a Zidane por su cercanía en tiempos de Carlo Ancelotti, cuando el excrack era ayudante de campo. Sin someterlos y manteniendo cierta distancia, logró que sus efectivos se desenvolvieran con confianza. Y dentro de un equipo que parece tener mucho de autodidacta, el DT no ha querido hacer una revolución.
Es necesario observar diferentes puntos que han hecho de Juventus y Real Madrid los mejores equipos de la temporada. Arriban a la final de Cardiff con el mismo objetivo, aunque con un contexto histórico muy diferente. Mientras el primero busca tomarse revancha de las cuatro finales perdidas consecutivamente, entre ellas la sucedida ante el Madrid en 1998, y la derrota ante Barcelona en 2015, intentará alcanzar la gloria esquiva desde 1996 (por aquel tiempo, jugó tres finales consecutivas, y perdió las dos restantes). El segundo, por su lado, tiene la posibilidad única de ser el único conquistador de la Champions League en dos ediciones consecutivas. Incluso, irá por un doblete de Liga y el máximo certamen europeo que se niega desde 1958.
A partir de Luka Modric y Toni Kroos, los Merengues han incrementado en la presente temporada su capacidad de juego. Las opciones de profundizar por delante de la pelota se multiplicaron a partir de los apoyos del croata y la visión y cambios de orientación del alemán. Son los dos nombres que han llevado al colectivo a crecer en ataque organizado, y el ingreso de Isco le brindó en el último escalón del curso una cuota indispensable. Las continuas lesiones de Gareth Bale, quien llevaba al equipo a ser más vertical, han obligado a ZZ a introducir diferentes piezas. Y el ex del Málaga se insertó en el XI jugando con mucho acierto para conducir a su equipo. Más allá de que el galés tiene una fuerza de aceleración y una potencia asombrosa, y su virtud de llegar al gol no lo es menos, también es cierto que no entiende los secretos del juego como su sustituto en el extremo derecho.
Con el partido ante Atlético de Madrid como paradigma, la función de Isco ha caído como un tesoro para ambos interiores madridistas. El joven español parte desde el mismo sitio que Bale, pero aparece por cualquier sector para apoyar la circulación o crear una opción de pase entre líneas. De la banda a caminos interiores, sus pases siempre brindan ventajas al compañero. Su entrada le ha permitido al equipo tener superioridad por dentro, influenciada además por un Karim Benzema siempre exquisito. De tener dos centrocampistas de juego con las esporádicas apariciones del francés, el Madrid ha pasado a tener una gestación de juego con casi cuatro ‘centrocampistas’ de mucha visión y finura. Ante esta situación, la figura de Cristiano Ronaldo ha sido fundamental incluso en el área, como un rematador nato. En fase ofensiva, los continuos movimientos no dan referencias y permiten la llegada de los laterales.
De todos modos, la actual escuadra de Zidane no podría entenderse sin el liderazgo de Sergio Ramos y la presencia de dos hombres clave que le dan amplitud por bandas y un jugador que posibilita una transición defensiva más cómoda. Tanto Dani Carvajal como Marcelo son flechas llegando por los costados y profundizan en cada proyección. En el caso del brasileño, quedó comprobado que es mejor que llegue a que esté, pues en el 3-5-2 que alguna vez probó el entrenador perdió frescura y metros por recorrer. La otra pieza clave del puzzle es Casemiro, vital para relevar y anticiparse a cualquier pérdida del esférico. La pulcritud del mediocentro y su intuición para recuperar dan siempre aire al Madrid para no desbalancearse.
Dejando de lado declaraciones altisonantes y en rara ocasión haciendo referencia a cuestiones del juego ante periodistas, Zidane ha logrado una comunión impostergable con la prensa madrileña. Muchas veces apeló a la palabra «intensidad» para remarcar el presente de su equipo. No obstante, la gran virtud del Madrid residió en su fondo de armario. Futbolistas como Kiko Casilla, Nacho, Mateo Kovacic, James Rodríguez, Marco Asensio, Lucas Vázquez o Álvaro Morata fueron imprescindibles para obtener la Liga tras cinco años y permitir a los titulares llegar en óptimas condiciones al final.
Dice presente del lado contiguo un equipo con identidad definida en el tiempo. Juventus nunca deja de lado su esencia. Se ha transformado en un cuadro muy competitivo, su espíritu europeo creció sobremanera en el último tiempo. Mientras en Serie A domina, habiendo obtenido su sexto título consecutivo y sacado adelante diferentes partidos casi por inercia, busca recuperar el trono europeo que alguna vez le perteneció. Y el modelo de gestión del club alcanzaría el súmmum con una consagración. Sabido es que la política de fichajes, su inversión por jóvenes valores del Calcio y los ingresos que le brinda su marca y el estadio han sido elementos fundamentales.
La temporada de la Juve se explica por los matices tácticos de Allegri, cimentados en la mejor defensa del mundo (solo recibió tres goles en UCL, uno en fase de eliminación directa) y un ataque sudamericano con la actualidad intratable de Gonzalo Higuaín. El ejercicio defensivo del equipo parte de la escuela italiana y se centra en los años que han compartido en la última línea nombres como Gianluigi Buffon, Leonardo Bonucci, Giorgio Chiellini o Andrea Barzagli. Este último, por caso, perdió regularidad en tiempos recientes, pero el DT le ha vuelto a dar un papel preponderante en el cierre de la campaña. Dejaron en cero al Barcelona, cuidando su impenetrable área. El repliegue siempre efectivo de la Vecchia Signora encuentra sustento en movimientos siempre sincronizados y muy automatizados en busca de recuperar la pelota. Más allá de que el elenco rival pueda situarse en tres cuartos de campo, el muro turinés conoce la ecuación.
En su primera temporada, el entrenador despejaba dudas sin realizar grandes cambios, manteniendo el 3-5-2 de su antecesor y alejando las críticas de aquellos que no depositaban su confianza en él por llegar de Milan. Durante tres años, incorporó diferentes señales propias al juego, aunque no ha sido hasta la presente temporada que realizó cambios significativos. Todo, sin perder ni un ápice de seguridad en la última línea. El 4-2-3-1 apareció en gran parte del año, aún sin un mediocentro de rol, retornando en diferentes momentos a la línea de tres zagueros y a los dos carrileros.
Sin embargo, la modificación más importante y que muestra la gestión de Max tiene que ver con el lugar que dio a Mandzukic. Siempre poco dócil, el atacante balcánico comenzó a jugar por el costado izquierdo y se transformó en un hombre clave dentro de la alineación titular. Dispuesto a ayudar defensivamente, incansable en los apoyos para robar, sin perder presencia ofensiva para participar con balón o cargar el área cuando la acción se origina en el costado opuesto. Su voluntad y dinamismo compensó la salida de un centrocampista en el esquema, y dio mayor libertad a Paulo Dybala por dentro. El pie de seda del cordobés y su elegante finura lo han erigido en el conductor; creció la sociedad del argentino con Dani Alves -una remake de lo que han hecho el brasileño y Lionel Messi-, y el zurdo puede aparecer en cualquier lugar del terreno, ya sea en salida de balón al costado de Miralem Pjanic o entre líneas.
Precisamente en torno al bosnio ha sucedido otra de las variaciones en el equipo bianconeri. Pjanic tomó el lugar de regista que había dejado vacante Andrea Pirlo desde su salida hacia el fútbol estadounidense. Más allá del buen andar de Claudio Marchisio, ante sus continuas lesiones es el exjugador de la Roma quien mejor interpreta como sacar la pelota jugada desde atrás. Además, las lecturas defensivas son un apartado sólido en su listado de virtudes. La serie disputada ante Barcelona es una clara demostración de lo que Miralem brinda cada semana en la liga italiana. Incluso, su intervención en Juventus fue descendiendo escalones en el campo, sin dejar de ser vital: en los primeros compases del curso, se lo veía más cerca de la mediapunta.
Queda por ver cuál de los dos entrenadores exhibirá su sonrisa. Zidane enfrentará al club en el que marcó época, donde jugaba cuando ambos equipos de la final de Champions League se enfrentaron en 1998. Ambos han llevado adelante una gestión de vestuario que los muestra como grandes conductores, y llevaron a sus conjuntos a un partido cumbre de protagonistas indiscutidos.
Especial final de Champions League
- AUTOR
- Nicolás Galliari
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