Historias
El «ave Fénix» checo
¿Quién no conoce la leyenda del ave Fénix? Aquel pájaro con silueta símil a la de un águila que aparece envuelto en llamas y resucita cuando emerge de sus propias cenizas. ¿Cuántas simbiosis con esta fábula han aparecido a lo largo de la historia, para enmarcar a aquellos clubes que salieron de una situación delicada y volvieron al pedestal del que nunca debieron bajarse? En la disuelta Checoslovaquia, encontramos un nuevo punto de conexión digno de narrar.
La resiliencia, término psicológico que define la capacidad que posee una persona -o entidad futbolera, ¿no?- para superar algún hecho traumático. Y, en el mundo denominado «fútbol», no hay nada que genere más tristeza y desazón que el mero hecho de la desaparición. Ya ni siquiera un descenso, una final perdida, la cargada del hincha rival luego de un resultado adverso en un clásico… el simple hecho de caer en el abismo del ostracismo definitivo será el peor castigo que cualquier hincha podría afrontar.
El Dukla Praga es ejemplo de todo esto que contamos hasta aquí, no sólo por los obstáculos sorteados a lo largo de su historia, sino porque su mismísimo génesis lo rubrican las cenizas que cualquier casquillo de bala dejó en el campo de batalla. El año 1944 fue clave en la lucha de varios países para sublevarse en contra del dominio que Alemania ejercía sobre gran parte de Europa. Con levantamientos populares, diversas naciones comenzaron a sembrar la semilla de lo que sería el fin de la «Segunda Guerra Mundial», y la consecuente caída de Adolf Hitler. Eslovaquia no sería la excepción.
El 29 de agosto del ’44 tuvo lugar la batalla de «Banská Bystrica», el momento en el que los ciudadanos eslovacos se levantaron contra los nazis con el apoyo del Ejército Rojo, que contaba con la increíble cantidad de 20.000 checoslovacos en sus filas.
Con la liberación de la nación -y la caída en combate de más de 70.000 hombres-, las tropas tomaron la decisión de formar su propio equipo, al que bautizaron como Dukla Praga, en honor a la homónima ciudad clave en la estrategia bélica por su tripartita conexión entre Eslovaquia, Polonia y Ucrania.
Las primeras siglas del flamante combinado fueron ATK, «Armádní Telocvicny Klub» -Club del Ejército Checo- y, tras su conformación definitiva el 1° de octubre, su lema fue, como diríamos en la jerga popular, cortito y al pie: «“Los mejores jugadores, fueran del equipo que fueran, tenía que ir a jugar al Dukla”.
La escala hacia la cima fue meteórica. En el mismo año de su natalicio, consiguieron el ascenso a primera división ante el MZK Pardubice y, sólo cuatro temporadas más tarde, atraparon su primera Copa de Checoslovaquia. Por si quedan dudas, 12 meses después llegó el título de liga, acomodándose lenta y paulatinamente en el lote de los denominados grandes.
Las décadas del ’50 y el ’60 vieron el florecer del conjunto de la armada. Ya conocidos oficialmente como «Dukla Praga», conquistaron siete ligas (1956, 1958, 1961, 1962, 1963, 1964, 1966), cinco copas domésticas (1952, 1961, 1965, 1966, 1969), llegaron a semifinales de la Copa de Europa en el ’66, cayendo con el futuro campeón Celtic, y con el aliciente de contar en sus filas con Josef Masopust, player nombrado como «mejor futbolista europeo» en el ’62, y subcampeón del mundo en la misma temporada. Esto parecería ser un suelo fértil en donde germinaría una nueva potencia del Viejo Continente, aunque lejos de contar con varios adeptos, en sus filas no gozaban del clamor y acompañamiento popular en sus gradas.
Todo venía viento en popa pero, como (casi) siempre, el éxito resulta efímero. Tres torneos locales más (1977, 1979, 1982) y misma cantidad de copas condujeron cronológicamente hacia la antesala de la «Revolución de Terciopelo», movimiento pacífico que provocó la pérdida del monopolio político y la consecuente caída de Checoslovaquia. Una vuelta olímpica en 1990 y el imprevisible descenso en la temporada 1993-1994 decretaron el principio del fin de un equipo, adosado a lo que acontecía a nivel nación.
En 1996, fue tangible la crónica de la muerte anunciada. El empresario eslovaco Bohumír Ďuričko intentó salvar al elenco comprando a uno de sus rivales, el FC Příbram, que jugaba en la Segunda División, fusionándolos para dar lugar al Dukla Příbram -posteriormente 1. Fotbalový Klub Příbram-, rótulo que envalentonó su historia deportiva, relegando a la balística.
Para cerrar la cronología, entrados en el nuevo milenio el FK Dukla Praha volvió a aparecer en escena, recuperando su estadio Na Julisce, sus colores y nombre, desenvolviéndose actualmente en la Druhá Liga, segundo eslabón de este deporte en República Checa.
El mito, una vez más, se hizo realidad. El Dukla se reinventó y volvió a la vida, luego de un sinfín de obstáculos en el camino que debieron sortear aún bajo otro nombre. Una vez más, de la cenizas, aunque estas sean producto del fuego que destella cualquier arma, resurgió el «ave Fénix».
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- AUTOR
- Julián Barral
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