Fóbal
El budismo dijo presente
Del Leicester se dijo todo en el último tiempo. Derivado de su sorpresiva coronación en la Premier League, se nos hicieron habituales los nombres de Jamie Vardy, N’golo Kanté, Leonardo Ulloa, Shinji Okazaki o Wes Morgan. Mucho se ha hablado del rácano fútbol que desplegaron para alcanzar el cetro tras más de 130 años de historia. Los análisis tácticos surgieron aquí y allá para explicar aquello que no cabía en el inconsciente colectivo de los amantes del fútbol.
La épica alcanzó a la llamada “mejor liga del mundo”. Lo que para muchos representa una historia de éxito en dónde había poco menos que arena y viento, para otros es una sinrazón que debería avergonzar a los imperios constituidos alrededor del balompié inglés. En el efímero éxito del pequeño equipo azul, vemos el fracaso de otros tantos que no supieron alcanzar la gloria en uno de los campeonatos más deslucidos de los últimos tiempos en Inglaterra.
Éste que les escribe no tiene la intención de demeritar un logro que, a todas luces, es uno de los más grandes de la historia del deporte que nos enamora, una gesta a la altura del célebre Maracanazo del 50, de la Grecia de Otto Rehaggel y Ángelos Charisteas o por emotividad al “Milagro de Berna” que dio lugar a la tradición futbolística de una de las naciones más poderosas al día de hoy. Nada más lejos de la realidad, puesto que soy el primero en aplaudir que éste tipo de sucesos tengan lugar. Ojalá se dieran más a menudo; pero se entenderá la dificultad de que ello suceda.
El día de hoy ahondaremos en un hecho que, de no haberse dado la consagración de los Foxes terminaría por pasar desapercibido. Pero que cobra trascendencia tras la epopeya. A principio de la presente temporada Vichai Srivaddhanaprabha, el millonario tailandés dueño del Leicester, tuvo la iniciativa de llevar a sus jugadores a un templo budista en Bangkok para que fuesen bendecidos por el monje Phra Prommangkalachan. Después, mediada la misma, fue el monje tailandés el que visitó la ciudad de Leicester en un par de ocasiones. En dichas visitas repitió la bendición a los jugadores, pero también al cuerpo técnico, utileros y ¡todos los trabajadores del Club! También hubo ocasión para pisar la cancha y seguir repartiendo parabienes.
Más allá de la extraordinaria conducción de Claudio Ranieri, aunado a los extraordinarios rendimientos de Kasper Schmeichel, Riyad Mahrez y compañía, el lado espiritual también estuvo presente en esta historia fantástica. Como en todo hecho humano, imposible de fragmentar para determinar el grado de trascendencia que cada una de las partes alcanza, estamos imposibilitados para determinar la influencia que el budismo pudo o no tener en cada uno de los integrantes del plantel azul, lo que sí es un hecho es que ninguna parte es mejor que todas juntas.
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- AUTOR
- Abda Barroso
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