Historias
El Caballero
La historia de vida de Josef Masopust está plagada de riquezas. Esas vivencias que a uno lo enamoran, lo atrapan, lo dejan con una sensación de querer conocer más, de explorar hasta los detalles más mínimos, hasta casi saber más sobre su vida que él mismo. Una vida entre servicios militares, Dukla Praga, selección checoslovaca y galardones, a continuación se repasarán sus hitos más recordados, sus amistades forjadas dentro del campo, sus actividades fuera del mismo y, lo más destacado, el legado que sembró en el fútbol moderno.
Masopust representó y representa un símbolo para el fútbol checo, que en la actualidad no parece encontrar el camino para volver a ser lo que fue en los años ’60. En la historia reciente, Pavel Nedved fue quien más se acercó a esa figura, un jugador espeluznante que disfrutó la Juve y que en 2003 logró obtener el mismo galardón que su precursor, el Balón de Oro, tras conseguir el bicampeonato en el Calcio. En varias ocasiones mostró la moneda que le acuñó la empresa Jablonek nad Nisou luego de ganar el premio, cuando se sumó al proyecto de Leyendas Checoslovacas para ayudar financieramente a ex jugadores. Siempre que tuvo la oportunidad, se encargó de poner a Masopust en un pedestal tan alto como el delantero compatriota histórico Jan Koller, con sus eternos dos metros dos. Lo cierto es que si se alega que Masopust fue el mejor jugador checo del siglo XX, de Nedved podría decirse lo mismo para el siglo actual, al menos por el momento.
Pero volviendo a Masopust, protagonista principal en este rodaje, es preciso retroceder en el tiempo, unos 60 años aproximadamente. Varios históricos lo acompañaron y lo sufrieron, muchos otros lo disfrutaron y hasta forjaron amistades. Pelé y Puskas se encargaron de que Josef no fuese uno más. Con el primero, compartieron contadas anécdotas relacionadas con lo futbolístico, en las que siempre se tuvieron como rivales, pero nunca como enemigos. Tal es así que el precursor del “slalom” como método de amague protagonizó junto a O Rei una jugada que por estos días sería súper criticada en los medios masivos de comunicación: resulta que Pelé estaba cojeando ante las interminables patadas que recibía, y como las sustituciones por aquel momento aún no estaban permitidas, Masopust lo dejaba seguir para que el astro brasileño pudiera dar un pase. El partido amistoso entre el Santos y el Dukla, celebrado en México ante más de 90 mil personas, terminó siendo victoria por 4-3 para los praguenses.
Aunque aquel juego había terminado con resultado a favor de los europeos, tres años más tarde la historia se escribiría de otra manera. Esta vez, Masopust y compañía habían llevado a Checoslovaquia a jugar su primera y única final del mundo en Chile 1962. Se verían las caras nada menos que con el Scratch brasileño, con un Pelé entre algodones, pero con un Garrincha intratable. Aquella final disputada en el Estadio Nacional de Santiago ante casi 69 mil espectadores, comenzó con los checoslovacos en ventaja gracias a un gol de Masopust (cabe destacar que hacer goles no era su mayor fuerte), aunque en el segundo tiempo se daría vuelta la tortilla cuando Brasil encadenó dos goles consecutivos tras los fallos inéditos del arquero Viliam Schrojf. Según «El Caballero», como era apodado Josef luego del fair play con Pelé, “Schrojf tuvo su peor actuación, diferente a lo que venía mostrando en los juegos anteriores”. Aquel día, una vez finalizado el encuentro que dio por campeón a Brasil, Masopust alzó su propia copa, el Balón de Oro al mejor jugador de aquella Copa del Mundo. Pelé, que en los años ulteriores a su retiro continuó alabando al checo, manifestó en una entrevista que “Masopust jugaba como un brasileño”. Coincidencia o no, la traducción del checo de masopust es “carnaval”, por lo que la idea do Rei, en definitiva, no era tan descabellada.
Con Puskas, otro de los contemporáneos, compartió otra tanda de historietas. Como el Honved de Hungría y el Dukla de Praga eran equipos militares, se enfrentaron en varias ocasiones en encuentros arreglados por ambos equipos. Ambos jugadores hablaban perfecto alemán, por lo que la comunicación era más que fluida. Para 1950, Masopust debió realizar el servicio militar obligatorio de dos años, cuando Checoslovaquia estaba en manos del totalitarista Iosif Stalin. 18 años después llegaría la recordada Primavera de Praga, en la que El Caballero y miles de checos huyeron despavoridos entre las protestas por la liberación estalinista, al mando de Antonín Novotny, luego de graves crisis económicas que afectaron varias regiones de Europa del Este. Convengamos que, entre todo ese proceso de “desestalinización”, Masopust escribió las líneas más importantes del Dukla de Praga, equipo que fue fundado en conmemoración a los soldados caídos ante el ejército nazi en 1944, mientras se desarrollaba la batalla del Paso de Dukla en las fronteras polacas y eslovacas. Allí, Josef jugó durante 16 años, entre los que consiguió obtener ocho títulos de Primera División y tres copas nacionales, además de poder darse el gusto de haber enfrentado al Real Madrid de Paco Gento y compañía, el famoso ballet blanco: fue en la Champions League 1964-1965, cuando en primera ronda se enfrentaron en el Santiago Bernabéu con victoria para los locales 4-0. Luego, en el juego de vuelta, el Dukla logró sacarle un empate al pentacampeón europeo, 2-2, aunque de poco serviría.
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Por último, y para no ser menos, Masopust y su Checoslovaquia nos dieron un baño de realidad en el Mundial de Suecia 1958. 6-1. Nos pasaron por arriba. De acá fuimos con información errada, en tiempos en que Internet era inexistente y los datos de los rivales llegaban a cuentagotas. Josef declaró en varias ocasiones que los menospreciamos y que por eso ellos nos avasallaron. Aunque duela, no solo no faltó a la verdad sino que además tenía razón en disparar esas municiones. Aquel día en Helsingborg, al sur de Suecia, nos propinaron la mayor goleada en la historia de los mundiales. Masopust no convirtió -menos mal- aunque está en ese once estelar que cuatro años más tarde le mojaría la oreja al Scratch de Pelé.
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- AUTOR
- Juan Podestá
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