El Rincón de Roger Milla
El caso Mertens: la creatividad al servicio de la urgencia
Para comenzar este espacio dedicado exclusivamente al análisis de delanteros, variantes ofensivas y todo lo que sucede en el último cuarto del campo de juego, qué mejor que hacerlo en el espacio físico (Italia) que vio los mejores días de aquel que bautiza este espacio. Roger Milla como inspiración, como figura mitológica, como recuerdo de un fútbol que estaba en transición y empezaba a abrirse a jugadores de latitudes diversas, pero que aún guardaba cierto aroma más tradicionalista. Por eso, hacia la península se dirige la pluma, más precisamente a la Campania.
Maurizio Sarri vio cómo ese delantero al que él ayudó a convertirse en el máximo goleador en una temporada de la Serie A, Gonzalo Higuaín, se llevaba sus anotaciones a Turín. Juventus golpeó a la puerta del Pipita, y de un golpe (de más de 90 millones de euros) el Napoli no solo perdía a su figura y emblema, sino que reforzaba a quien había había sido el contendiente, y vencedor, del último Scudetto. Se mencionaron muchas variantes, pero Arkadiusz Milik, prometedor delantero polaco, fue la única incorporación para suplir tamaña ausencia.
La adaptación del flamante fichaje pareció la ideal. Rápidamente se hizo de un hueco entre los titulares y además, sumó varios «gol partita«, denominación italiana para los goles que definen los encuentros. Sin embargo, la maldición llamó a la puerta partenopea: Milik se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda jugando para su selección y la temporada napolitana olía a fracaso.
Manolo Gabbiadini, delantero que en Sampdoria se destacó como externo, parecía ser la única opción de un Sarri que jamás confió en él en poco más de un año. Titularidades en partidos con formaciones alternativas, minutos basura y vivir a la sombra de Higuaín habían confinado al espigado zurdo a un papel netamente de reparto. Mientras el «23» intentaba asegurarse el lugar, muchos apellidos sonaban como fichajes instantáneos o bien para enero.
Napoli entró en una mini crisis futbolística. En Champions League arriesgó tras caer ante Besiktas en el San Paolo lo que parecía una clasificación segura luego de las dos primeras jornadas. En Serie A se le escaparon puntos valiosos y llegó a caer hasta la octava colocación. El creativo entrenador maximizó sus variantes y se la jugó por Dries Mertens, extremo de muchísima técnica pero que siempre generó dudas por su toma de decisiones. Además, el belga no fue titular regularmente en la enorme temporada 2015/2016.
La disputa por un puesto entre Mertens y Lorenzo Insigne (victoria amplia del italiano) fue uno de los focos de conflicto de Sarri apenas arribado a Nápoles. El flamenco había gozado de muchos minutos con Rafa Benítez, pero con la llegada del entrenador proveniente de Empoli, perdió la pulseada. Su talento nunca estuvo en discusión, sí sus resoluciones. Para un equipo que construyó su fútbol en base a las asociaciones, los desmarques y las triangulaciones, el sesgo individualista del juego de Mertens lo terminó excluyendo.
Insigne, en la banda izquierda, le daba al conjunto de Sarri una vía de asistencia a Higuaín y podía ser también rematador directo como lanzador para los desmarques al espacio de José Callejón. Incluso, se convirtió en socio de Marek Hamsik cuando el eslovaco se descolgaba desde el centro y le liberaba el carril para el pasaje de Faouzi Ghoulam, el lateral argelino. Las conducciones solistas de Mertens complotaban contra el andamiaje del colectivo, a pesar de que en ocasiones sus resoluciones individuales reportaban dividendos para Napoli.
Ahora bien, si esas gambetas, esa potencia y ese disparo con ambos perfiles ya no aparece en la zona de tres cuartos sino dentro del área, la ecuación cambia. Con la rapidez que posee y su centro de gravedad bajo, sus desmarques al espacio son amenazas latentes para los defensores centrales rivales.
El equipo también debió reconstruirse, más allá de este cambio de piezas. Porque si antes el «9» generaba muchísimos desmarques de apoyo para pivotear hacia los volantes interiores, ahora Mertens tiende a recargar una banda con sus diagonales o su posicionamiento natural. Es lógico: si realiza el trabajo habitual de un centrodelantero pierde por biotipo físico (169 centímetros, 61 kilogramos). Esa figura que se puso de moda hace un par de años, la del «falso 9», fue aplicada a la perfección por el Napoli en el curso 2016/2017 tras la lesión de Milik.
Los 27 goles en 34 partidos que anotó en Serie A son la mejor evidencia de una tendencia clara. A su vez, además de la respuesta táctica al enigma Milik, esta reubicación le da más aire al vestuario. Esa disputa entre los Insigne y Mertens se saldó y la complementación entre ambos expone otra victoria más del entrenador.
Con un Napoli que aseguró su cupo en la próxima UEFA Champions League y que fue superado en las competiciones de eliminación directa por Real Madrid y Juventus, los dos finalistas del máximo torneo continental, la próxima campaña encierra una gran incógnita. ¿Qué harán Sarri y Aurelio De Laurentiis en el apartado centrodelanteros? Milik volvió para los últimos tres meses de campeonato y esta puesta a punto le servirá de cara a lo que viene. Mertens fue la revelación del año y parecería una locura regresarlo a la banda. Leonardo Pavoletti llegó en enero y casi no jugó. ¿Se puede apostar a otro año de gracia del belga? Todas esas incógnitas deberán resolver en este verano en la Campania, a sabiendas de que el equipo está cada vez más cerca de los grandes conjuntos de Europa.
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- AUTOR
- Diego Huerta
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