Opinión
El club de los desahuciados
Leicester City logró un título impensado y sorpresivo en una de las principales competencias ligueras del viejo continente. La multimillonaria e hipermarketinera Premier League ve con asombro la conquista de un club modesto que regresó a la máxima categoría la temporada pasada y tras defender su lugar en la élite del fútbol inglés con uñas y dientes en 2014-15, dio el gran batacazo y superó a cuanta estructura gigante se le pusiera delante para levantar su primer trofeo de Liga.
Si bien Leicester City proviene de una zona que nuclea a varios clubes que hoy pertenecen al fútbol de ascenso como Chesterfield, Mansfield Town, Northampton Town, Burton Albion, Notts County o Lincoln City, sólo Derby County y Nottingham Forest consiguieron galardones futbolísticos importantes, coincidiendo con la era más próspera del inefable Brian Clough. La región respira rugby de la mano de Leicester Tigers, un gigante inglés cuyo estadio, Victoria Park, que alguna vez acuñó a los ‘Foxes’, se ubica a pocos metros del King Power Stadium y de Northampton Saints, que ha realizado campañas importantes en los últimos años, obteniendo un título de Premiership en 2013-14 y que, incluso, ha ganado la Heineken Cup –la Champions League del Rugby- en el año 2000.
Todo esto, aunque parezca sólo un dato anecdótico, le agrega condimento importante a la conquista. Leicester, un club cuya academia de fútbol se ha ubicado entre las más pródigas de Inglaterra junto a exponentes como West Ham United, Southampton o Manchester United, ha vivido siempre a la sombra de los éxitos de sus conciudadanos de Rugby y de sus vecinos regionales. Incluso debió soportar dos conquistas continentales consecutivas de su archirrival, Nottingham Forest, además de la prosperidad de Derby County en los años 70.
Pero el ruido de este título se escuchará por mucho tiempo. En épocas de enormes movimientos de dinero y de clubes superpoderosos en el dominio de las principales competencias futbolísticas europeas, Leicester dio un sacudón mayúsculo a las enormes estructuras del fútbol inglés, a partir de una serie de jugadores de dudoso pasado a la hora de conformar un plantel que intente ir en busca del suceso deportivo. Claudio Ranieri recibió y terminó de conformar, un plantel confeccionado para mantener la categoría, con elementos provenientes del fútbol de ascenso, descartes de otros equipos y algún que otro gustito como Shinji Okazaki, N’Golo Kanté o Gokhan Inler que llegaron por sumas onerosas pero lejanas a los grandes pases de la temporada.
Este plantel humilde y luchador comenzó a conformarse en 2011-12 cuando Sven-Goran Eriksson recurrió a Kasper Schmeichel, quien había recorrido el ascenso, con más contenido filiatorio que nivel futbolistico, prestado por Manchester City, a un potente defensor central de Nottingham Forest llamado Wes Morgan y a Danny Drinkwater, un inteligente y relegado mediocampista sin posibilidades en Manchester United, un club que ha alimentado muy bien a los Foxes en lo últimos años. Además, Jeffrey Schlupp, un joven Ghanés nacido en Hamburgo, dio sus primeros pasos importantes en el primer equipo.
Jamie Vardy, un ambicioso atacante surgido en Sheffield Wednesday y con reciente pasado en el fútbol de conferencias, llegó como apuesta en la siguiente campaña, ya bajo el mando de Nigel Pearson. Y en 2013-14 llegó un habilidoso y escurridizo extremo argelino desde Le-Havre de la Ligue 2 francesa. El retorno a Premier League trajo consigo, como fichaje estelar, al goleador argentino Leonardo Ulloa, desde Brighton & Hove Albion. Detrás del delantero llegaron Marc Allbrighton, descartado por Aston Villa, Danny Simpson, un lateral surgido de Manchester United, proveniente de Queen´s Park Rangers, Marc Schwarzer, libre de Chelsea y Robert Huth, quien llegaba a préstamo desde Stoke City.
Quedaba preparada la base de un equipo que se completaría en la presente campaña con el austríaco Christian Fuchs, libre de Schalke 04 y la llegada de Shinji Okazaki y los fichajes genuinos de la gestión Ranieri con Kanté –arribado desde el modesto Caen francés-, Gökhan Inler –de escasa participación en su última temporada en Napoli-, Demaray Gray –proveniente de Birmingham de Championship-, como principales exponentes.
Este montón de muchacho se debía una revancha. Fracasos varios. Escasos éxitos. Mucha hambre. Talento en cuentagotas. Toneladas de ganas. Ambición de trascender. Detrás un club cuya historia tiene muchos puntos de contacto con cada una de estas realidades y un entrenador que nunca había obtenido una Liga de Primera División, que derrochaba experiencia y que quería escribir con letras de oro una de sus últimas páginas en el fútbol. Un hombre con un pasado inmediato de luces tenues que se debía una revancha.
El objetivo era claro: mantener la categoría. El mensaje transparente. Somos quienes somos. No sobra talento. No hay opciones para derrochar. Orden táctico, concentración máxima, sacar ventaja donde se puede, generar y aprovechar el error, correr juntos hacia cada balón, defender el propio arco con la vida para tener vida en el de enfrente. Con estas máximas, la dinámica de Kanté fue cubierta por el equilibrio de Drinkwater. La perseverancia de Vardy fue premiada con goles. El talento de Mahrez tuvo lugar para explotar en los espacios a la contra. La lentitud física de los centrales fue exonerada por una defensa grupal que no permitía espacios. Las deficiencias de los laterales fueron solventadas por la solidaridad colectiva.
Las premisas construyeron un conjunto. Un poder colectivo que sosegó las consecuencias de la escasez de jerarquía individual. Que no sufrió cuando falló el jugador porque detrás estaba el equipo. Que escondió la estética debajo de la alfombra para desplegar la bandera del practicismo. Que le sacó partido a cada situación donde igualaba fuerzas y supo contener las desigualdades en los terrenos poco fértiles. Que supo esperar al momento donde el rival se equivocara y no dudó en remarcárselo con estiletazos profundos. Que fue campeón por la ineptitud de los demás pero más que nada por el convencimiento de que su capitalización era el pasaporte seguro al éxito. Cuidar la propio y arrebatarle la cartera al descuidado. Las claves de un gran ladrón. Un ladrón que se llevó todo el oro en una gala de ricos y famosos.
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- AUTOR
- Nicolás Di Pasqua
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