Copas selecciones
La lucha con FIFA, la hora de los ravioles y las patadas
29 de junio de 1986. Alemania. Partido 7.
Que Diego Armando Maradona fue la gran figura del Mundial de México 1986 no tiene ningún tipo de discusión. Por él pasó cada ataque del seleccionado argentino, y en él depositó su confianza Carlos Bilardo para que manejara al equipo adentro del campo. Y justamente el torneo en el que Maradona pasó a la eternidad tras levantar la copa frente a Alemania es el mismo en el que comenzaron sus entredichos con la máxima entidad de este deporte.
«Todos me preguntaban si no había ido demasiado al frente contra el poder, desprotegido, fuera de tiempo… ¿¡Y qué se pensaban!? ¿¡Qué yo era un político!? ¡No, no, no, nunca lo fui ni lo voy a ser!», señaló Maradona en su libro, Yo soy el Diego de la gente.
Verano. Sol. Las dos apuntando hacia el número 12… Eso marcaban las agujas de los viejos relojes de pared en cada una de las casa del territorio mexicano el 29 de junio de 1986, cuando Argentina y Alemania se disputaron el título mundial, en el Estadio Azteca.
Sin la tecnología de estos tiempos, en la que convivimos con estadios refrigerados y en varios lugares del planeta (Estados Unidos y Qatar, por caso), el verano y las altas temperaturas fueron un tema de discusión constante en la previa y durante aquella Copa del Mundo, que estallaron, como no podía ser de otra forma, en el partido más importante.
Brasil y Francia disputaron su encuentro de cuartos de final con casi 40ºC
Hace 30 años, México fue un hervidero. Brasil y Francia, por ejemplo, disputaron su encuentro de cuartos de final, a 120 minutos y penales, con casi 40ºC. Y a esto hay que sumarle los 1700 metros de altura con los que cuenta Guadalajara, la ciudad que albergó ese encuentro. Tanto el presidente de FIFA por ese entonces, Joao Havelange, como Guillermo Cañedo, presidente del comité organizador, argumentaron con dos motivos tan ridículos como verdaderos: «Como en 1970 (NdR: En ese año, el torneo también fue en México), la mayoría de los partidos se programaron para el mediodía para favorecer a la TV europea. Y además, en aquel Mundial también se dispusieron los mismos horarios y se vieron algunos de los mejores partidos de fútbol de la historia».
«(Havelange) Dijo que se juega a las 12 porque lo decidieron los de arriba. Hay que ver quién está arriba de quién», señaló Diego Maradona en la previa del choque final. La guerra entre el 10 argentino y la entidad madre tuvo punto de partida (todavía no de cierre) y fue en este certamen.
«Ahí mismo empecé con mis luchas contra la FIFA: por los golpes y… Por la hora. Claro, por un lado, los árbitros no defendían a los habilidosos, dejaban pegar, y por el otro, por la televisión. Los partidos se jugaban al mediodía, a la mañana, a cualquier hora. ¿¡Sabés el calor que hacía en México, con altura, a las 12!? Era la hora de los ravioles, no la hora del fútbol viejo…», destacó el astro argentino en su primer libro.
«¿¡Sabés el calor que hacía en México, con altura, a las 12!? Era la hora de los ravioles, no la hora del fútbol viejo…», Diego Maradona.
Pero también se justificó, y con razón: «Encima, Havelange, el mismísimo presidente de la FIFA salió contestándome que había que respetar al que estaba arriba. Para mí le contaron mal lo mío o ya estaba sordo: yo no pretendía arruinarles el negocio de la televisión, allá ellos; lo que le pedía era que nos consultara a nosotros, a los jugadores, a los verdaderos dueños del espectáculo, porque ellos sin nosotros no eran ni son nada».
Por su parte, Jorge Valdano, otro de los que levantó la voz junto con el capitán, también aportó su experiencia sobre la final: «Llevábamos tres minutos y ya tuve que ir a pedir agua. A ver… Me quedan 88 sin descuento. Ahí pensé, yo corro hasta que me desmaye, cuando pase eso, que me saquen. Total no me voy a enterar».
Aunque parece que la frase de Maradona bien podría formar parte del discurso de cualquier jugador actual, habla sobre el Mundial de 1986. Treinta años, y nada parece haber cambiado. Temporadas de casi 60 partidos (38 de liga, 13 de Champions/Europa League y seis de copas nacionales) para aquellos equipos que logran llegar a las instancias finales de los torneos continentales. Encuentros más, encuentros menos. Obviamente sin contar los compromisos con sus respectivas selecciones. Ni hablar si, como en esta temporada, hay competencias de relevancia como la Copa América y la Eurocopa.
Diego Maradona fue el futbolista más castigado del Mundial con 53 infracciones en contra.
Pero el calor, la altura y los partidos al mediodía no fueron el único motivo para que Maradona (y el propio Valdano, entre otros) levantaran quejas. El enorme maltrato físico que recibieron varios jugadores en México 1986 también formó parte de las prioridades. Y no sólo por la cantidad, lista que encabeza Maradona con 53 faltas en contra en toda la competencia, sino también por la intensidad de muchas de ellas. Uruguay fue protagonista de este segundo ítem, capitaneado por Miguel Bossio y seguido por Víctor Diogo y José Batista (expulsado al minuto contra Escocia, en fase de grupos), los más violentos del elenco sudamericano. Frank Arnesen (Dinamarca), Thomas Berthold (Alemania), Gordon Strachan (Escocia) y el propio Maradona sufrieron castigos brutales de parte de ellos.
Pero guarda, Argentina también tuvo lo suyo, de parte de Jorge Burrachaga y Ricardo Giusti, contra Italia. Y al mismo tiempo es imposible olvidarse del terrible patadón de Jung Moo Huh al astro argentino en el debut, contra Corea del Sur.
De las 53 infracciones que recibió el N°10, once fueron ante los asiáticos en el primer partido, siete contra Italia, tres con Bulgaria (el partido más calmo), diez contra Uruguay, siete con Inglaterra y Bélgica y otras ocho en el encuentro cumbre, contra Alemania. Un promedio de 7.6 por partido. Bastante motivo para quejarse tuvo Maradona en el Mundial, ¿no?. De hecho, ningún rival de Argentina fue expulsado a lo largo de los siete cotejos.
Sea quien fuera el infractor, el nivel de impunidad con el que se jugó este Mundial es impensado para estos tiempos. El torneo terminó con un promedio de 2.7 amonestaciones por partido y 0.2 expulsiones por encuentro. Uruguay, el más castigado por las tarjetas a lo largo de la competencia, recibió dos rojas en cuatro presentaciones y once tarjetas amarillas. ¿Los finalistas? Doce amonestaciones para Argentina, ocho para Alemania; una expulsión para los europeos (Berthold ante México, en cuartos) y cero para los sudamericanos.
Este enfrentamiento fue el primero pero no el último de Maradona con la FIFA. En varias ocasiones, con Havelange, también con Joseph Blatter y ahora con Gianni Infantino, denunció lavado de dinero y corrupción a viva voz. «Blatter ya nos hizo mucho daño y nunca pateó una pelota», «se están comiendo la pelota», «Infantino es un traidor» y «Blatter y Platini son hijos de Grondona. Busquen a sus testaferros y van a encontrar muchas cosas» son algunas de sus frases.
El enemigo número 1 (¿lo sigue siendo acaso?) hoy es veedor designado para colaborar con la comisión normalizadora de FIFA en lo que respecta a la situación de AFA. Mucho de lo que significa Maradona hoy, tiene que ver con el Mundial de 1986. Si durante treinta años pudo disparar bala tras bala a la máxima entidad del fútbol mundial y salir indemne, seguro algo tuvo que ver su actuación frente a Inglaterra y la posterior obtención de la copa.
Hoy se cumplen tres décadas de aquella gesta. Eternidad y algo más para un equipo que se fue sin pena ni gloria de Argentina, se conoció y formó en México y terminó llevándose el último torneo grande para el Selección Argentina.
El camino de Argentina en el Mundial 1986
- AUTOR
- Cultura Redonda
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