Historias
El Diego y el Trinche, aquel encuentro cumbre
“¿Qué haces, Trinche? Diego, mirá quién vino”. Apenas pasaron unos minutos de las seis de la tarde del 14 de febrero de 2020. En el comedor del hotel Ros Tower, en Rosario, Jorge Broun vio a Tomás Felipe Carlovich y no dudó en saludarlo y preguntarle el porqué de su estadía allí. Llamó inmediatamente a su entrenador, quien se sorprendió por la presencia del símbolo rosarino. Ambos cracks se saludaron con placer y llegó la hora de las fotos que inundaron las redes sociales al instante. Era un sueño hecho realidad que las personas que hacen prensa en Central Córdoba habían pergeñado en total secreto durante la semana.
La iniciativa de juntarlos, de que Maradona y Carlovich compartieran aunque sea un rato fuera de cámara y en total intimidad, fue la consecuencia de un plan que tuvo de todo. Primeramente, las tratativas de los encargados en el club de barrio Tablada y un absoluto hermetismo porque la información no se escapara de un grupo de WhatsApp. En segundo orden, la motivación del protagonista rosarino, que muchas veces había expresado su deseo de conocer al astro, pero que en este caso debía mantener su silencio para que la idea no se estancara. La misión era no generar un caos de prensa. Y por último, la creciente incertidumbre del Trinche, pensando en si su ídolo lo saludaría o pasaría por el hall sin verlo.
- – Trinche, queremos juntarte con Maradona
- – Uh, qué bueno, ¿y cómo lo van a hacer?
- – Estamos tratando de armar una reunión en el hotel para que lo vayas a ver, ¿te interesa?
- – Sí, claro, ¿cómo no?
El diálogo se dio en las tribunas del Gabino Sosa, durante un partido de Central Córdoba el fin de semana anterior a la visita de Gimnasia a Rosario Central. La pata de difusión del club charrúa había pensado en el encuentro en una ocasión anterior, cuando Diego visitó el estadio Marcelo Bielsa en octubre de 2019. Pero aquel era un homenaje puro y exclusivo de la entidad rojinegra, analizaron. Y no se equivocaron, dado que el recibimiento para el ‘10’ fue por todo lo alto y con grandes honores en el Coloso. Aunque habría otra oportunidad que, en este caso, no desaprovecharían.
La Subcomisión de Arte y Museo de Gimnasia se convenció rápido de organizar la cumbre entre dos futbolistas que son patrimonio cultural argentino. En segundo orden, desde Rosario se comunicaron con el secretario del club platense, quien dio el visto bueno y, además, aconsejó comunicarse en exclusiva con la prensa oficial de Maradona. Estaba todo dado, habían comprado las camisetas estampadas con los números 10 y 5, pero aún faltaba encontrar la forma de ingresar al hotel para que la reunión se diera adentro, fuera de cámaras.
Con el avance de los días, las oportunidades fueron surgiendo. La encargada de relaciones públicas del hotel aceptó que ingrese el Trinche, aunque solo una persona de prensa podría estar con él. Más tarde, Pablo Paván, periodista encargado de cubrir la llegada de Gimnasia al hotel para ESPN, ofreció la habitación que el canal había reservado. Las posibilidades ahora eran todavía más concretas y todo estaba dado, aunque la duda de Carlovich comenzó a hacerse carne a mitad de semana. “¿Ustedes piensan que me va a recibir? ¿Y si no me quiere ver y quedo como un boludo?”, preguntaba.
“El día del encuentro, fuimos a la casa de calle Guatemala a buscarlo. Y en el viaje le íbamos haciendo el bocho. Estaba muy preocupado porque no quería quedar como un boludo y estar al pedo esperando a Diego. Se imaginaba sentado en el lobby y que Maradona pasaría y no lo saludaría. Iba a ser tremendo para él”, contó Julio Rodríguez, uno de los gestores de este encuentro e historiador del club. Surge instantáneamente el recuerdo de la conferencia de prensa de presentación de Maradona en Newell’s, cuando dijo: “Desde que llegué a Rosario, lo único que escucho son maravillas de un tal Carlovich”.
Pasadas las 16:30, a poco menos de una hora para el desembarco de la delegación de Gimnasia, el Trinche llegó y esperó unos minutos. Aún no puede ingresar al hotel, por lo que decide salir a caminar e irse. “Me voy, mirá la hora que es. No me voy a quedar acá esperando, aparte vienen todos los periodistas y no me gusta”, dijo Carlovich, un hombre que no necesitaba salir en los medios y que se sentía más cómodo si las cámaras no lo apuntaban. “No sabíamos cómo convencerlo para que se quede. Le dijimos de ir a tomar un café o comprar una gaseosa y nos dijo que no, que lo llevemos del Cuchi, dueño de Pico Fino, un lugar que está en San Martín y Córdoba”, relató Rodríguez.
El Trinche ingresó solo al bar y pidió un café. Afuera esperaba Julio, junto con uno de sus compañeros de prensa, haciéndole marca personal. “Estábamos en el auto con un compañero, rezando, controlando. Si el tipo se iba, no había plan. Iba a ser una frustración. Esperamos un rato y, a los 10 minutos, apareció de nuevo”, expresó. La expedición tomó rumbo nuevamente hacia el Ros Tower y, en camino, los mensajes iban y venían en el grupo. Tomás Felipe ingresó al hotel y subió a la habitación, mientras a las afueras llegaba el micro y Diego bajaba entre flashes y gritos de maradonianos.
Tras las primeras dudas, el encuentro estaba cerca de concretarse. Aburrido, el Trinche convenció a su acompañante de bajar al hall y vio al cuerpo técnico de Gimnasia merendando. Fue allí que se encontró con Fatura. “Maradona también se sorprendió, se sacaron fotos. Él estaba muy emocionado y para nosotros fue igual. Cuando nuestro compañero nos envió la foto, empezamos a gritar y festejar, fue una cosa impresionante”, rememoró Rodríguez. Al fotógrafo, que había subido con el crack rosarino, se le cayó la cámara de la emoción y los nervios, pero eso no evitó tomar una imagen que sin duda es parte de un archivo histórico.
“Al Trinche, que fue mejor que yo”, firmó la camiseta Maradona. Pasados unos segundos de que la foto fue publicada en redes sociales, desde la secretaría y presidencia del club llamaron a prensa para preguntar cómo lo habían logrado. Y diferentes medios consultaban porqué no habían avisado. “No avisamos porque si se pinchaba iba a ser un garrón y una tristeza total”. Con la emoción a flor de piel, Carlovich, Julio y sus amigos fueron a un bar en la esquina de Catamarca e Italia para aliviar tensiones. “Yo ya puedo partir’, decía. Le pregunté en qué habían quedado, pero evadía la respuesta”, recreó aquella situación.
El teléfono del gran ídolo de Central Córdoba, un Nokia antiguo, no paraba de sonar. Pero él no atendía, aún inmerso en lo que acababa de vivir. “Fue una patriada lo que hicimos, y para mí significa una satisfacción enorme. Sobre todo por lo que pasó poco tiempo después, tremendo. Es un sueño que cumplimos después de tanto escucharlo a él. Yo lo escuchaba y pensaba que algo así sería impresionante. Una felicidad total”, profundizó Rodríguez.
Pasados solo un par de meses, en plena cuarentena, las cuentas oficiales del club publicaron un mensaje de feliz cumpleaños para el Trinche. “Un amigo nuestro habló y le preguntó qué hacía, nos dijo: ‘salgo a andar en bicicleta, no me gusta estar encerrado y voy a visitar a los muchachos’. Le decíamos que se cuidara porque, claro, estábamos hablando de una persona de 74 años. Y cuando nos enteramos de lo que pasó, fue muy triste y doloroso”, expresó. El encuentro entre los dos grandes cracks había sido a tiempo. “Fue la culminación de un sueño para un ídolo nuestro. Juntarlo con Maradona fue espectacular”.
- AUTOR
- Nicolás Galliari
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