América
El fútbol da revancha
El fútbol da revancha, dice el popular dicho. Siempre, tarde o temprano, según la creencia popular, la vida de las personas atravesadas por una pelota vuelve a tener una oportunidad de alcanzar un logro, o modificar un resultado que hubiese podido ser desfavorable.
Ronaldo Luis Nazario de Lima, uno de los protagonistas de esta nota, fue un exitoso deportista brasilero, uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol, ganador de dos copas del mundo con su selección, balones de oro, premios y reconocimientos de todo tipo. Fue gigantesco su desempeño deportivo, y sin embargo siempre se señaló que hubiese sido aún mayor de no haber sufrido severas lesiones en sus rodillas. Su retiro como deportista profesional también estuvo atravesado por cuestiones médicas.
Fuera del campo, “O Fenómeno” se dedicó al área empresarial del llamado “mundo fútbol”. Participó de agencias de marketing, realizó distintas tareas como embajador y fue cara de múltiples marcas a lo largo y ancho del globo. Pero su punto de contacto directo con el deporte se dio en su llegada en el año 2018 al Real Valladolid CF, donde se hizo con la titularidad del 51% de las acciones del club español, para luego adquirir un 21% adicional en 2019. Vale recordar que en el fútbol español, a partir de la legislación dictada en la década del ‘90, todos los clubes profesionales debieron convertirse a una forma jurídica denominada Sociedad Anónima Deportiva, la cual básicamente opera como una sociedad comercial por acciones, donde el principal accionista de la sociedad es quien dirige los destinos del club. La excepción fueron Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna, equipos que al momento del dictado de la norma tenían saneada su economía.
En Argentina principalmente y en Sudamérica en general, la historia de los clubes deportivos está íntimamente vinculada a los espacios de socialización. Los clubes siempre han funcionado como centros de contención social, prestando servicios que el Estado, por incapacidad o por desidia, no ha podido brindar. Escuelas, comedores, bibliotecas, actividades culturales. Todo ello forma parte de lo que los clubes centenarios de nuestras tierras atesoran como su verdadero legado. Sin embargo, las ideas de “privatización” de tanto en tanto aparecen. Mauricio Macri fue uno de sus principales impulsores en el ámbito nacional, tanto en su época de dirigente de fútbol como durante su etapa como Presidente de Argentina. No tuvo éxito. Pero distinta suerte tuvo su par brasileño Jair Bolsonaro, quien en agosto de 2021 promulgó la ley que permite el cambio voluntario de Asociación Civil a Sociedad Anónima de Fútbol (SAF). El objetivo de la ley, según se dijo, es que los clubes recuperen y saneen su economía, permitiendo el ingreso de inversores que puedan llevar el fútbol profesional hacia una actividad comercial rentable y autosuficiente, como si el modelo de asociación civil no pudiese realizarlo por sí. Esta legislación fue pensada específicamente para los casos de Cruzeiro y Botafogo, asfixiados por deudas generadas por varias administraciones. Y es aquí donde ingresa nuestro otro protagonista de la historia.
El Cruzeiro fue fundado el 2 de enero de 1921, con miras a brindar un espacio a los atletas de la colonia italiana de Belo Horizonte. Dos veces campeón de la Copa Libertadores, es considerado como el mejor equipo brasileño del Siglo XX, según la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol. Y dentro de sus futbolistas más ilustres, se encuentra el propio Ronaldo Luis Nazario de Lima.
El ex futbolista, dueño del Valladolid, se convirtió a finales de 2021 en el máximo accionista del Cruzeiro, el primer club-empresa de Brasil, tras la sanción de la ley antes mencionada. Ronaldo adquirió el Cruzeiro por la suma de 70 millones de USD y se hará cargo del pasivo del club.
La ley brasilera, similar a la de su par chilena, prevé que los clubes se dividan en dos: por un lado, el fútbol profesional, administrado por la sociedad comercial, y por el otro las actividades sociales, que continúan siendo administradas por el club como asociación civil. La cuestión principal, sin embargo, radica sobre quién es el responsable del pago de las deudas que llevaron al club a la situación límite de “privatizar” su actividad principal. En ese sentido, el Art. 9 de la ley señala que la Sociedad Anónima de Fútbol no responde por las obligaciones contraídas por el club (persona jurídica original), tanto anteriores como posteriores, con excepción de aquellas que resultan consecuencia de la actividad específica que desarrolla la sociedad anónima, esto es, el fútbol profesional. En el mismo orden de ideas, el artículo siguiente señala que el club es el responsable de las deudas anteriores a la constitución de la SAF, estableciendo la posibilidad de que esta última libere fondos en el orden del 20% del presupuesto, dependiendo del acuerdo con la sociedad y con los acreedores.
La ley establece también un régimen centralizado para el concurso de acreedores, similar al que se determina en la legislación argentina y que permitió el ingreso de los gerenciamientos de Racing y Ferro, entre otros. La diferencia entre la legislación argentina y la brasilera, sin embargo, es que la primera de ellas apunta a la recuperación del club como asociación civil, permitiéndole gestionar el concurso con autoridades electas por los socios, bajo el control de un síndico, un juez y un órgano fiduciario. En la ley de Brasil, por el contrario, la sociedad debe haber manifestado previamente su voluntad de convertirse a SAF para activar el mecanismo previsto, donde se establece un plazo de seis años, prorrogable por otros cuatro en ciertas circunstancias especialmente tipificadas, tal como el pago de al menos el 60% del pasivo original del club. Pasado dicho plazo, se procederá a la liquidación.
¿Cual seria el problema, entonces, de que una empresa comercial o que un ídolo del calibre de Ronaldo ingrese a un club de fútbol para intentar sanear su economía y devolverle su gloria deportiva? Como dice el Dr. Luciano Motta en su libro «O mito do clube-empresa», en los clubes, generalmente, la finalidad de lucro y el logro deportivo no van de la mano. Por un lado, porque muchas veces se encuentra mal desarrollado el concepto “lucro”, que resulta de entender la búsqueda de ganancia como una actividad meramente especulativa y comercial. Las asociaciones civiles deben perseguir el lucro, desarrollar actividades lucrativas y obtener ganancias que permitan alcanzar su auto sustentabilidad en el tiempo. Pero la diferencia radica en que el resultado de esa actividad lucrativa, esa ganancia, es reinvertida en la propia institución, potenciando sus distintas áreas en beneficio de la masa societaria y de la comunidad toda. Por el contrario, en la Sociedad Anónima, el resultado de ese lucro va directamente dirigido a sus accionistas. Entonces, la experiencia indica que el logro deportivo entra muchísimas veces en contradicción con la necesidad de resultados económicos. A quien no lo haya visto, me permito recomendar la serie que desarrolla el caso del Sunderland (“Sunderland till I die”) en la plataforma Netflix, donde unos pocos capítulos permitirán al lector comprender acabadamente qué sucede cuando el dueño de un equipo ya no tiene interés en invertir en el desarrollo deportivo del mismo.
También se ha dicho, en el mismo orden de ideas, que el ingreso de capital especulativo distorsiona la competencia deportiva. Los clubes “privatizados”, al inicio, inyectan capital por encima de la media del ecosistema. Los casos de PSG, Manchester City, Red Bull (que también tiene su filial brasilera con el Red Bull Bragantino) y otros clubes que apuntan a la multipropiedad es una clara muestra de ello. Esto obliga al resto de los clubes a convertirse a este tipo de forma jurídica, con no tan buena suerte como sus competidores y con resultados muchas veces catastróficos.
Justamente, el propio Ronaldo ha dicho en alguna oportunidad, respecto de su incursión en España, que “no me voy a quedar aquí para siempre porque tengo otras cosas para el futuro en mi mente, pero es demasiado pronto para hablar de eso». El Valladolid, actualmente, se encuentra en la Segunda División española, luego de un descenso en la última temporada. Nuevamente nos permitimos preguntarnos cuál es el sentido de darle a una persona las llaves de la pasión de miles, cuando el objetivo es estar de paso.
Casi 30 años después del dictado de la ley de sociedades anónimas deportivas, y por la experiencia de varios clubes históricos caídos en desgracia, España acaba de modificar su ley del deporte, y ahora los clubes que asciendan a categorías profesionales ya no tendrán lo obligación de convertirse en sociedades anónimas, pudiendo conversar el formato de asociación civil sin fines de lucro.
Si el fútbol da revancha, esperemos que el paso de Ronaldo por Cruzeiro sea glorioso como su trayectoria deportiva, logre el saneamiento del club y permita nuevamente a los socios elegir sus autoridades, recuperando la democracia.
- AUTOR
- Juan Esteban Diez
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