América
El infierno está encantador
La historia de los clubes está acompañada de sonrisas y tristezas, trofeos y campañas decepcionantes. De partidos memorables y otros para el olvido, de ilusiones de campeonar y el mal trago de terminar en la parte baja. El hincha, por sus colores, convive con vaivenes que atraviesan todos los sentimientos, con el facilismo “del amor al odio” a flor de piel. Pero hay una cuestión que supera cualquier dolor, incluso, hasta el de perder con tu clásico rival con dos jugadores más, por ejemplo. El descenso es el escenario final que tapa todo, que hace sentir que todo lo logrado es inútil, que poco sirve. Es la mancha que no se puede borrar nunca más. Algo tan normal, por la competitividad, termina siendo algo catastrófico para cualquier fanático. Aunque para muchos suene algo despectivo y doloroso, algunos están más acostumbrados que otros. Los hinchas de los denominados clubes grandes son esos “otros” que no tienen naturalizado este sentimiento. Por eso, el 17 de diciembre del 2011 fue la mancha negra para América de Cali.
El certamen colombiano del 2011 se dividió en dos: en la primera parte, se disputó el Apertura. Para finalizar la temporada, se jugó el torneo Finalización. Curiosamente, y algo comparativo con River que también tocó fondo el mismo año, el elenco caleño terminó en la mitad de la tabla general. Fue 12°con cincuenta puntos, tres por debajo del Deportivo Cali, el acérrimo rival, y con un panorama desalentador. Pero…. los promedios, y las sucesivas malas campañas (último en la general del 2009), lo llevaron a jugar la promoción frente a Patriotas, quien cayó con Deportivo Pasto en la final por el ascenso directo y se midió con el combinado dirigido por Wilson Piedrahita. Ambos partidos terminaron empatados en uno y se definió desde los doce pasos.
La cuestión, más allá de lo angustiante para los hinchas de un elenco histórico del fútbol colombiano, llevó a buscar resoluciones absurdas para evitar esto, como fue la apelación por parte de Edgar Javier Navia. El presidente del elenco caleño pidió la quita del punto de Patriotas ya que, por medio de imágenes televisivas, se ve como Isaac Alba ingresó al campo de juego, cuando este debía cumplir seis fechas de suspensión por injuria verbal. La acción judicial no prosperó y se confirmó el descenso de los “Diablos Rojos”, una de las instituciones más grandes del país, algo que se ve reflejado con los trece títulos y las cuatro veces que fue finalista de la Copa Libertadores. Así como le pasó años atrás a River en Argentina, América de Cali encontraba en su historia el momento más oscuro: le tocaba conocer la segunda categoría por primera vez en 63 años. La llegada de jugadores de jerarquía, como Julián Viáfara, Rubén Bustos, Jersson González o el propio Jairo Castillo, no pudieron torcer el rumbo de un combinado que acumulaba años de malas campañas. Es más, una curiosidad es que Duván Zapata, el hoy futbolista de la Atalanta italiana y considerado uno de los mejores en su puesto, fue parte del plantel durante el primer semestre.
Para que su estadía en la Primera B sea lo más corta posible, el club apostó por Eduardo Lara como el encargado de comandar un plantel golpeado y con la presión del retorno a la máxima categoría. El nuevo entrenador contaba con una espalda importante, gracias a su experiencia como director técnico de las selecciones juveniles de Colombia y los laureles conseguidos con la misma. La obtención del torneo Apertura, luego de vencer a Unión Magdalena por penales, sembró optimismo y confianza de un regreso rápido. No obstante, la parte final fue totalmente antagónica. Finalizó tercero en el Clausura y quedó eliminado en la fase de grupos de los cuadrangulares semifinales. Rionegro y Alianza Petrolera jugaron la final, y este último se quedó con el título tras un 4-1 global.
Esta definición llevó a luchar a Alianza Petrolera y América de Cali por el primer boleto de ascenso. Y otra vez los penales fueron protagonistas, una vez más en contra de los Escarlatas. Luego de un 2-2 global, «La máquina amarilla” se impuso por 4-3 en la serie desde los doce pasos. Ahora, los dirigidos por Lara se tenían que enfrentar con Cúcuta por la promoción y la última oportunidad de ganarse un lugar en la A. El primer duelo se dio el 7 de diciembre en el Pascual Guerrero. Para desgracia de los hinchas locales, los comandados por Guillermo Sanguinetti exhibieron la diferencia de categoría y se quedaron con el partido de ida por un 4-1. El triunfo por 2-1 en el segundo duelo no sirvió y América de Cali tendría que vivir un nuevo año en la B, un nuevo año en el infierno deportivo. La temporada lo tuvo como el combinado que más partidos jugó, con 52, y 100 puntos obtenidos, veinticinco más que Alianza Petrolera, uno de los ascendidos, por ejemplo. Un panorama que, a pesar de la tristeza y el traspié, invitaba a pensar que la estadía sería algo pasajero. No obstante, fue solo un oasis en el desierto.
El año comenzó con cambio en el banquillo. Tras la salida de Eduardo Lara, llegó un viejo conocido como Diego Umaña, que además de su extensa trayectoria, arribaba con el antecedente cercano de alzarse con el trofeo peruano con Juan Aurich. Pero no solo eso, el entrenador tenía entre sus laureles ser el último que comandó a América de Cali a un título, conquistando el Torneo Finalización del 2008. Cinco años más tarde volvían a encontrar sus caminos, aunque con realidades totalmente distintas. Para lograr el ascenso, la dirigencia invirtió fuertemente -terminó siendo el plantel más caro durante su paso por la B- y hasta buscó en el exterior para potenciar el equipo. Hasta un mediocampista inglés se sumó a esta aventura caleña. George Saunders, volante con trayectoria en Villarreal C, Levante B y Eldense, fue la cara de la ambición (y de marketing) para el retorno. Pero, porque siempre hay un pero, lo que soñaban en color rosa, terminó siendo negro. Lideró el torneo Apertura y Finalización, pero quedó eliminado en la fase de grupos del cuadrangular semifinalista. Ni la incorporación del experimentado Martín Arzuaga en el receso fue suficiente para llegar a la instancia de pelear seriamente el ascenso. Otro año siendo el conjunto con más puntos, pero se quedó con las manos vacías.
El tercer año consecutivo en la B tuvo un inicio similar a los anteriores: el proyecto futbolístico nuevamente mutó con el cambio de entrenador. Jhon Jairo López fue el elegido por los directivos para transitar el tan ansiado ascenso. Así como la contratación del DT generó sorpresa, la incorporación de dos españoles fue la frutilla del postre. Jesús Suárez y Jorge Brazález cruzaron el Atlántico para vestir la camiseta roja. Defensor y delantero, respectivamente, se convirtieron en refuerzos una vez superaron la etapa de pruebas. “Es un reto, creo que es lo mismo si a un jugador de acá lo llama el Atlético de Madrid”, fueron las primeras palabras de Brazález. Un poquito de labia para endulzar los oídos de la hinchada. En el plano deportivo, las cosas no fueron muy distintas. Las ilusiones se renovaron cuando “los Diablos Rojos” llegaron a la final, tras eliminar a Deportes Quindío y Llaneros. Sin embargo, Jaguares y el olfato goleador de Harold Preciado fueron demasiado y se quedaron con el duelo por un 5-2 en el global. Un nuevo cachetazo en busca de ganarse un lugar en la final para el ascenso. El siguiente torneo sería el peor durante su estadía en la B: compartió el octavo puesto con Real Cartagena, pero accedió al cuadrangular semifinalista por contar con mejor diferencia de gol.
El comienzo del 2015 traía noticias alentadoras para el América de Cali. La máxima categoría del fútbol colombiano aumentaba el número de participantes de 18 a 20, por lo que debían ascender dos instituciones. Para esto, se creó un torneo especial con ocho equipos tradicionales (concepto establecido por su condición de “Socios de la Dimayor Clase ‘A’”), divididos en dos grupos y con sede en los estadios Metropolitano de Techo, los representantes del Grupo ‘A’, y Nemesio Camacho “el Campín”, los del Grupo ‘B’. En este último estuvieron los Diablos, junto a Cortuluá, Unión Magdalena y Deportivo Pereira. La performance fue paupérrima y se quedó con las manos vacías, al cosechar dos puntos, producto de dos empates y una derrota. Es decir, ante una posibilidad ideal para regresar a la A, los comandados por Luis Augusto García mostraron no estar a la altura de la historia de una institución que supo ser animadora, no solo en el ámbito local sino también a nivel internacional.
Al igual que en el certamen de la A, la segunda categoría también cambió su modalidad de disputa. De dos torneos cortos, con cuadrangulares semifinalistas al final de cada uno, mutó a un torneo largo, donde los ocho primeros clasificaban a la fase de grupos final. Tras el fracaso en el cuadrangular jugado en febrero, “Chiqui” García fue despedido de su cargo como entrenador para que asuma Fernando Velasco. En cuanto a la plantilla, Ernesto Farías y Neider Morantes llegaron para reforzar un ataque diezmado y muy dependiente de Ayron del Valle. La primera parte del campeonato no fue la deseada y, como en el mundo del fútbol es más fácil cambiar el DT que a un plantel completo, Velasco fue destituido y suplantado por José Alberto Suárez, que hasta el momento ocupaba el cargo de Director Deportivo. La idea futbolística mutó y los Escarlatas se transformaron en animadores. No obstante, terminó en tercera posición, algo lejos de Atlético Bucaramanga (56 puntos contra los 71 del líder), pero con un poder ofensivo envidiable. Los 61 tantos lo catapultaban como el equipo más goleador, además de tener a del Valle, goleador de la temporada con 29 dianas. Para desgracia de los caleños, en la fase de cuadrangulares compartieron el grupo A con Bucaramanga, que finalmente se quedó con el título, y quedaron afuera de la final por el ascenso.
Las ilusiones se renovaron tras las buenas presentaciones durante el torneo anterior. La mezcla de experiencia, con Farías, David Ferreyra, Diego Herner y Carlos Bejarano como referentes, con juveniles de gran calidad, como Jeison Lucumí o Brayan Angulo Mosquera, fue crucial para comenzar una temporada que invitaba a cortar con la época más negra del club. No solo por la calidad del plantel, sino también por las buenas presentaciones que llevaba desde el certamen anterior. Sin embargo, cuando reinaba la paz en Cali, la junta directiva decidió poner fin al ciclo de Suárez porque querían “un técnico ganador y disciplinado”, por lo que nombraron a Hernán Torres Oliveros, con pasado campeón en Millonarios y de destacadas campañas en Deportes Tolima e Itagüí. El «todos contra todos” lo tuvo a América como uno de los animadores, siendo escolta de Deportivo Pereira y con un invicto de 16 encuentros sin conocer la derrota durante toda la segunda parte.
Durante la final, compartió el Grupo B con Real Cartagena, Universitario y Deportes Quindío, que le propinó un baldazo de agua fría en la primera fecha de los cuadrangulares. Damir Ceter marcó el tanto con el que los cafeteros se quedaron con el duelo y pusieron fin a la racha sin conocer la derrota de los de Torres Oliveros. No obstante, como se dice en el fútbol, fue el cachetazo a tiempo y América acumuló tres triunfos y un empate, para llegar a la última fecha con posibilidad de quedarse con el grupo, y con ello, con un pasaje para la máxima categoría. El rival del duelo decisivo era nada más ni nada menos que Deportes Quindío, invicto y líder con 11 unidades. Carlos Bejarano; Camilo Angulo, Diego Herner, Efraín Cortés, Járol Martínez; Jonny Mosquera, Camilo Ayala, Jeison Lucumí, Jonathan Álvarez; Cristian Martínez Borja y Ernesto Farías fueron los once que Torres Oliveros paró en el Pascual Guerrero.
A los 20 minutos, Farías aprovechó un centro de Lucumí y tiró toda su experiencia en una definición que ponía a los locales 1-0 arriba. La alegría duró poco, ya que seis minutos más tarde, Mosquera marcó un gol en contra para igualar las acciones. Cuando el primer tiempo estaba llegando a su fin, Wilmar Roldán no dudó en marcar el punto de penal, luego de una falta sobre Lucumí. Martínez Borja no falló y le devolvió el triunfo a los dueños de casa. El resultado no se modificó y el estadio estalló en alegría. El sol aparecía nuevamente en la zona roja de Cali, en uno de los elencos más representativos del fútbol cafetero. La institución que supo disfrutar de Julio Cesar Falcioni, Anthony Vila, Freddy Rincón, Óscar Córdoba o Jorge Bermúdez, ponía fin al capítulo de terror del libro de su historia. La victoria sobre Tigres, que determinó que se quede con el título de la categoría, es anecdótico para los fanáticos que solo querían volver a la A.
Los laureles obtenidos posteriormente, como el Torneo Finalización 2019 y el Campeonato Colombiano 2020, este último con el argentino Juan Cruz Real como DT, no tienen que tapar los cinco años en un lugar que no se merecía un combinado tan importante como es América de Cali. Cinco años que fueron demasiados, si se los compara con otros equipos importantes del continente. Cinco años que tienen que servir para no volver a cometer los errores que lo llevaron a ese desenlace. Pero cinco años que también sirvieron para saber que, hoy, “el infierno está encantador”.
- AUTOR
- Claudio González
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