América
El juego de Lucas Alario
Se cree que el cambio entre un equipo denominado “chico”, a uno grande, en general, necesita de un período de adaptación, porque la dimensión de los clubes no alcanza la misma magnitud. No debe ser fácil esa alteración. No obstante, hay un futbolista, llamado Lucas Alario, que fue vendido de Colón a River y, luego de su sexto partido con el conjunto de Núñez, le tocó, ni más ni menos, que lograr una Copa Libertadores con sus nuevos compañeros.
No solo es que tuvo la oportunidad de ganar el máximo título a nivel equipos, en Sudamérica, a pocos días de haber llegado, sino que fue protagonista principal de dicha consagración. Además de dos asistencias en la ida de las semifinales, en el Monumental contra Guaraní, y un gol en la vuelta, en Paraguay, convirtió un tanto en el segundo partido de la final, es decir el encuentro decisivo, ante Tigres de México. Desde esos momentos, el delantero comenzó a escribir su historia en el club millonario.
Alario, dos años después, ya metió 38 en 67 partidos. Es decir, un poco más de medio gol por encuentro jugado. El santafesino es un delantero completo, que además de cumplir con las características de nueve de área, también se suma para darle apoyos a sus compañeros, sea para recibir un pase corto o uno largo. Tiene potencia, técnica, juego por arriba, pegada… realmente es difícil pensar en un defecto que sea muy notorio y que lo termine por perjudicar. Por ejemplo, acá van dos casos de la capacidad de Alario para continuar la jugada, primero con la cabeza y después desde abajo.
Se dijo que al ex Colón no solo lo define el gol, pero sin dudas sí es lo que le permitió meterse en la historia de River. ¿Por qué? Porque convirtió en varios partidos decisivos; además de los nombrados anteriormente, le metió tres en la final de Copa Argentina a Rosario Central, uno en la Recopa Sudamericana ante Independiente Santa Fe, el gol de la victoria, en el encuentro frente a Sanfrecce, que le dio la chance a su equipo de jugar contra el Barcelona en el Mundial de Clubes…son muchos. Y hechos de distintas maneras, colocándola sobre un palo, de un cabezazo, pegándole desde afuera, o solo teniendo que empujarla.
Lo que distingue a Alario, de un delantero centro ordinario, es su capacidad para, siempre, darse un segundo más en el área para definir. Es difícil que tome una mala decisión, o que se apresure. Y no es una característica que sea común entre los arietes. Como en el gol contra Independiente, en el cual, si le pegaba de primera con la zurda probablemente hubiese sido gol, pero decide realizar el amague para asegurarlo aún más. O, también, en el tanto frente a Chicago, que recibe de espaldas, casi en área chica y con dos defensores marcándolo, se inventa esta jugada.
Asimismo, los goles con la cabeza son otro sello distintivo del futbolista de River. Tiene la técnica y la calma para realizar tantos como los mostrados anteriormente, tomándose un tiempo de más. Pero la capacidad para meter cabezazos, y colocar la pelota dentro de la red, es de un nivel excelente también. Porque sabe ubicarse bien en el área, mover de forma correcta el cuello y, por último, agregarle mucha potencia y fuerza. Los goles abajo colocados, primero frente a Central y el segundo contra San Martín de San Juan, demuestran lo descripto. Y podrían utilizarse varios ejemplos más así.
¿Qué es lo que le falta a Alario? Quizás, un defecto tan marcado, que le afecte a su rendimiento, no está a la vista. Podría ser un poco más veloz, aunque su altura, y su físico, en ese caso, le juegan en contra. O mejorar más con su pierna débil, la zurda. A medida que transcurran los años, probablemente vaya perfeccionándose, pero el futbolista de River es un delantero completo, porque puede involucrarse con sus compañeros, como vimos, y también convertir goles de varias formas distintas.
Es difícil que Alario se mantenga en el club millonario mucho tiempo más. Si no le toca irse para Europa a mitad de año, será a fines, con el comienzo del mercado invernal del Viejo Continente y ya terminada la Copa Libertadores en River. El fútbol tiene muchos imponderables pero, si demuestra de lo que es capaz, va a continuar rindiendo y metiendo goles sea donde sea que esté.
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