Copas
El niño que enloqueció de amor
El idilio de Fernando Torres y la afición del Atlético de Madrid fue como el amor a primera vista. No obstante esta relación dependió del destino durante un periodo de tiempo. Atlético no tenía quien le hiciese un préstamo y el Valencia le tendió la mano, pero con la condición de añadir como clausula a una promesa del club colchonero que empezaba a dar las primeras alegrías en las inferiores. Finalmente el club del Manzanares devolvió peseta a peseta la ayuda y Torres permaneció en casa. Más tarde, ascendió al primer equipo desde la cantera con el club de sus amores en Segunda División.
La temporada siguiente logró el billete a Primera División de donde nunca tendría que haber emigrado el club rojiblanco. Él no defraudó y rindió siempre a un nivel superlativo, pero la mentalidad pesimista alrededor del Atlético en aquel momento era menú del día. De hecho fueron bautizados durante un largo período como el «pupas» haciendo referencia a un equipo que siempre acababa lastimado y herido. Podría estar ganando la guerra con gran clarividencia y soltura que al final del convite el resultado siempre era el mismo: desilusión y derrota.
Lo cierto es que el Niño comenzó a contagiarse de ese virus apático y triste y decidió cambiar el rumbo a su carrera, el camino del Liverpool era ideal para no continuar caminando solo por los campos de fútbol y esto le suponía un cambio positivo y la posibilidad de jugar en un conjunto que no le quedase chico en cuanto a sus expectativas. Tras grandes partidos en el equipo inglés, una mala elección con Chelsea, un paso efímero en Milan y unos años dorados con España, el Niño volvió a casa, pero con un Atlético maduro y sin rastros de aquel pupas.
Diego Pablo Simeone confió en él pese a que las voces más autorizadas del periodismo definían su vuelta como un fichaje melancólico. Pronto enterró dichas dudas con dos goles al Real Madrid al que solo le había anotado uno en su etapa anterior en el club. Un partido y ya le había convertido más tantos al eterno rival que en su primer ciclo de siete temporadas. Su primer año no terminó siendo como el de Fuenlabrada deseó desde un principio, con títulos. La campaña actual lo ha situado en un subibaja con momentos de flaqueza al principio pero a medida que la temporada transcurría, Fernando fue ingresando en el once titular con más frecuencia hasta transformarse en un jugador clave por el sacrificio, la confianza, el entendimiento del espacio junto a Antoine Griezmann y el pasillo generado para las llegadas a gol y asistencias de Koke por carril interno.
Fichajes de renombre arribaron al equipo madrileño sin desorientar a un Torres que a base de trabajo y humildad demostró que con amor todo o casi todo se consigue. Nadie le regaló la titularidad. Delanteros como Jackson Martínez o Mario Mandzukic no terminaron de afianzarse. El cariño y respeto con el entrenador argentino es mutuo. «Todo lo que le pasa a Torres es mérito suyo, es persistente en su trabajo» comentó el Cholo tras un triunfo en liga ante el Espanyol. Torres en la previa al partido ante el Rayo Vallecano definió a Simeone como «Ganador, luchador y comunicador».
El Niño enloquecido no quiere morir de pena por desamor, para ello necesita conquistar a una bella señora de nombre Champions y apellido League, para ser feliz por el resto de su vida junto a su familia colchonera.
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- AUTOR
- Nicolás Quiroga
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