Copas
El otro Independiente
1 de marzo de 1958. En un bar de Sangolquí, ciudad cercana a Quito, una mesa reúne a cinco amigos: Jorge, el Negro, Tomás, el Marino y Pepe. A su corta edad son un poco niños y un poco hombres. Sus días se reparten entre trabajar -son todos obreros- y jugar al fútbol en un descampado del pueblo. Pepe se llama José Terán y tiene 16 años. Desde la mañana una idea le da vueltas en la cabeza y no ve la hora de comentarla con sus amigos.
«Fundemos un club», dijo.
Después de las humoradas que provoca toda proposición de una empresa desmesurada, la idea prende en todo el grupo. Al fin y al cabo en una vida tan llena de sacrificios no parece nada descabellado aferrarse a algo que disfrutan más que nada. Tras una charla animada sobre los principios que debían cimentar al club, fue José el que tomó la palabra de nuevo.
«Independiente. Que se llame Independiente, como los Diablos Rojos«
José Terán había visto al cuadro de Avellaneda unos años antes cuando éste visitó Ecuador en una gira internacional. El Rojo había aplastado 6-3 a Sport Patria y desde ese entonces había profesado un amor platónico por esos colores. En una época en la que era difícil enterarse de lo que estaba pasando a unos kilómetros, Pepito se decía hincha de un club de la otra punta del continente.
El acta de fundación fue redactada. El club fue bautizado como Club Deportivo Independiente y los colores elegidos fueron el rojo y el blanco. En 1975 Pepe, de 33 años, murió por una peritonitis. Sus amigos Jorge y Gilberto Lara decidieron hacerse cargo del club, cuya existencia peligraba, y dos años después lo refundaron como Independiente José Terán.
Independiente transitó su historia jugando en ligas regionales hasta que en 2006 ascendió a la Serie B de Ecuador. Un año después el empresario Michel Deller tomó el control del club y decidió cambiar el nombre y los colores de la institución para construir una identidad propia. “Estaba todo muy argentinizado”, dijo el nuevo presidente. Desde entonces el andar del club fue ascendente y vertiginoso. En 2009 ascendió a la Serie A del fútbol ecuatoriano y clasificó a copas internacionales. Se posicionó, además, como el mayor centro formativo de su país y los productos de su cantera ya juegan en el exterior y nutren los seleccionados nacionales.
Hoy Independiente del Valle jugará ante Boca el partido más importante de su historia. Como contra River y Pumas de México, el local abandonó su estadio de Sangolquí con capacidad para poco más de siete mil personas y jugará en el Olímpico Atahualpa ante 40 mil almas. Si el cuadro de La Ribera es campeón de este torneo conquistará América por séptima vez e igualará a Independiente de Avellaneda como el más ganador de la Copa Libertadores. Pero primero tendrá que sortear a otro Independiente, el de Sangolquí, que quiere entrar en la historia grande del continente emulando al club que le dio su nombre y sus colores.
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