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El otro Velez
A 11600 kilómetros del estadio José Amalfitani, en la sitiada pero pintoresca ciudad de Mostar -Bosnia y Herzegovina-, se encuentra la nueva casa del “otro Velez”, el Vrapcici, sede actual del llamativo club Velez Mostar. Su verdadera casa ha sido derrumbada por el odio, el peor de los venenos que se esparce en seres humanos sin alma. La interesante historia de la ciudad, con sus conflictos sociales, culturales y religiosos a flor de piel, dispara un sinfín de sucesos que deben ser contados y que explican de cierto modo el porqué de una actualidad con paz relativa, en la que el fútbol siempre saca a relucir su verdadera importancia. Allí, en esa ciudad partida literalmente en dos, Velez Mostar engloba a una gran cantidad de fanáticos que expresan su ideología dentro del club como modelo de vida.
Cuando uno se pone a investigar por plena curiosidad si hay algún club de fútbol alrededor del mundo con el mismo nombre que el que es hincha, y encuentra que en una recóndita ciudad de Bosnia y Herzegovina existe tal equipo, no puede dejar de preguntarse por qué se llaman exactamente del mismo modo. Quizás haya alguna conexión histórica, tal vez se trate de algún homenaje, o simplemente una coincidencia del destino. En esta oportunidad, la opción que cabe es la última, ya que el Fudbalski Klub Velez Mostar debe su nombre a un monte homónimo en las afueras de la pequeña y atractiva ciudad. Esto quiere decir que el paralelismo con “nuestro Vélez” no es otra cosa que una circunstancia provista por el mero azar: no coinciden los colores (azul y blanco vs rojo y blanco), tampoco su palmarés, ni siquiera es sencillo encontrar un punto de conexión entre ambos clubes. Sin embargo, lo que las paredes agujereadas y puentes colapsados tienen para contar de esta ciudad bosnia-croata es digna de unas líneas, muy a pesar de aquellos que pensaban que aquí rememorarían goles de Chilavert y el Turco Asad.
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Mostar es una ciudad en la que viven poco más de 120 mil habitantes, la misma cantidad que si se agrupan los barrios porteños de Liniers, Villa Luro y Floresta, y la primera particularidad que presenta es que en ella conviven la misma cantidad de bosnios (musulmanes) que de croatas (católicos). Decir “conviven” en realidad es un tanto erróneo, ya que como se menciona antes, la ciudad está partida en dos: del lado occidental del río Neretva se encuentran los croatas y del lado oriental, los bosnios. Velez Mostar pertenece a la parte bosnia musulmana, mientras que su clásico rival, el Zrinjski Sports Club Mostar, se encuentra del lado occidental y comprende en su gran mayoría croatas. Los escudos por sí solos ya vislumbran algunas diferencias, puesto que en el de Velez predomina el rojo y blanco con una estrella roja, mientras que en el del Zrinjski figura una bandera croata en el centro. La “pica” entre ambos clubes es tremenda desde el año 1922, año en que se fundó Velez, sin embargo en el medio de la guerra su estadio –el Bijeli Brijeg– quedó devastado por las fuerzas croatas, que para colmo tuvieron el tupé de reconstruirlo y adjudicárselo al clásico rival. De todas formas, sería injusto contar solo una parte de la historia, puesto que el Zrinjski durante la época comunista yugoslava fue borrado del mapa hasta la disolución definitiva.
No fue hasta el año 2000 que ambos equipos se enfrentaron nuevamente de manera oficial. ¿Por qué? Básicamente porque desde los inicios de la guerra en 1992 hasta ese año, cada club jugaba en una liga distinta. Existía la liga de equipos croatas, la de equipos serbios y la de equipos bosnios, todo esto dentro de un territorio de tan solo 51.200 kilómetros cuadrados (para que tomen dimensión, Argentina cuenta con una superficie de 2,78 millones de km2). La Guerra de los Balcanes fue y es un tema digno de análisis para una nota propia, pero a grandes rasgos, hasta que finalizó el conflicto bélico en Bosnia, Velez jugaba en la Premijer Liga (que vendría a ser la Liga oficial de Bosnia), mientras que Zrinjski participaba de la Primera Liga de Herzeg-Bosnia (disidentes croatas). Hasta 2016, Velez Mostar se paseaba por todo el país jugando en Segunda División, por lo que el ascenso en aquella temporada no solo llenó del algarabía a los miles de fanáticos (cabe aclarar, no solo de Mostar) sino que también confirmó la recuperación absoluta del clásico ciudadano. Hoy en día, ambos están en la Premijer Liga de Bosnia y Herzegovina y permanecen a tiro del título que defiende con uñas y dientes el FK Sarajevo, equipo de la capital y más importante en la actualidad. Los equipos de Sarajevo suelen monopolizar el fútbol bosnio, aunque de a poco determinados equipos del interior, como los dos de Mostar, se animan a hacerles fuerza.
Pero volviendo un poco a la historia de Mostar, es imprescindible mencionar la importancia del río Neretva, que con unos pocos metros de ancho es capaz de dividir a la ciudad en dos. La parte occidental croata cuenta con edificios modernos, shoppings, bares nocturnos y ferias pintorescas, y con tan solo cruzar el famoso puente Stari Most (demolido en los años 90 por las fuerzas croatas), se llega a otra dimensión, otra cultura, otra forma de vida, otra religión. Es asombroso cómo con tan solo hacer 30 pasos las pintadas en las paredes cambian de líder político o de equipo de fútbol, la arquitectura se ve más devastada, los orificios en los muros continúan formando parte de la historia viva y los ciudadanos utilizan otras vestimentas, comen distinto, rezan distinto, viven distinto. Son dos ciudades prácticamente divergentes, en donde el lujo y la vulgaridad dicen presente, en donde el orden y la limpieza de un lado se contrastan con el polvo y los escombros del otro.
Hoy en día es difícil pensar en la concordia de ambos pueblos, ya que aún quedan vestigios de la guerra que sacudió a los Balcanes -y especialmente a Bosnia- entre 1992 y 1995. El resultado de este enfrentamiento ni siquiera reviste la posibilidad de emparentarlo con un clásico de fútbol: cerca de 100 mil muertos, en su mayoría bosnios musulmanes, como saldo de una historia cruenta que aún hoy se vive a flor de piel. Si la suerte te acompañaba en algunas de las redadas croatas siendo bosnio, quizás podías evitar la muerte mas no así el desamparo. Un caso así sucedió con el reconocido futbolista Meho Kodro, que nació en Mostar y jugó en Velez hasta que tuvo que huir al país vasco. Allí recompuso su carrera jugando en Real Sociedad y, luego, nada menos que en el Barcelona. Coincide que por esos años negros para la ciudad y por definición para Velez Mostar, nuestro Vélez vivía los años más gloriosos de su historia, en los que cosechó nada menos que la Copa Libertadores y luego la Copa Intercontinental de 1994 de la mano de Chilavert, Bianchi y compañía. No será tarea sencilla encontrar dos situaciones más incompatibles en la historia desde que se fundaron ambas instituciones que las que transcurrieron por esos años.
Por suerte, hoy en día la ciudad recibe a cientos de turistas que se agolpan en el Stari Most para ver a algunos forajidos hacer saltos ornamentales desde el punto más alto, visitan los shoppings de un lado y las mezquitas del otro, compran recuerdos en ferias artesanales y hasta se pueden dar el lujo de ver algún partido de los dos equipos representativos. Si bien en los ’90 transcurrieron los años más oscuros, hoy al menos se puede vivir de forma pacífica y Mostar no es solo noticia por derrumbes de mezquitas y escombros en las calles. Eso sí, cada uno de su lado. Hace no mucho tiempo, la empresa Red Bull organiza allí el evento “Red Bull Cliff Diving”, práctica similar a la referida, solo que con formato de competición oficial, hecho que representa la llegada de una gran cantidad de turistas. Mostar necesita más que nunca que todos conozcan su historia, pues no hay nada que ayude más a recomponer el presente que hacer un revisionismo del pasado, y cada nuevo turista que llegue a esa zona entenderá qué sucede en carne propia y podrá (si es que le interesa) sacar sus propias conclusiones.
Retornando a lo que Velez Mostar representó para el fútbol local, es preciso señalar que a lo largo de su historia, y desde su creación gracias a un grupo de obreros de izquierda, la institución cuenta con solo dos copas yugoslavas en los años 1981 y 1986, pero nunca pudo ser campeón de un torneo de Primera División, aunque en contadas ocasiones coqueteó con la hazaña quedando en segundo lugar. Sin embargo, en los años ’60, ’70 y ’80, décadas previas a la hecatombe, Velez supo formar equipos competitivos que le hicieron frente a pares de las ligas más importantes de Europa. Coincide también que los ’80 son los mejores años para Bosnia, por ejemplo con la organización de los Juegos Olímpicos de Sarajevo en 1984, o bien con varios equipos bosnios disputando finales de copas yugoslavas. Velez Mostar supo laurear su institución en dos oportunidades: primero en 1982, cuando vencieron al Zeljeznicar de Sarajevo (dos equipos bosnios en una final sin croatas ni serbios, quienes solían comandar en el fútbol yugoslavo), y luego en 1986, cuando le ganaron nada menos que al Dínamo de Zagreb por 3-1 y fue así el triunfo más importante de su golpeada historia.
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La vida de Velez Mostar estuvo y está plagada de sinsabores de cualquier índole: desaparición de su estadio, secesión, descensos, guerra, terror, y la lista no acaba más. Pero es tiempo de nuevos horizontes y hacia allí apuntan dirigentes e hinchas, que avizoran un futuro más que alentador. La tensión está, claro, no es fácil vivir en Mostar, pero, ¡mirá si un bosnio no va a estar preparado para luchar! Por lo pronto, desde nuestra sección de #EquiposZurditos, podrán seguir de cerca la actualidad de este maravilloso club. Zdravlje! Salud!
- AUTOR
- Juan Podestá
One Comment
Joaquín Roffé
22. sep, 2021Buenisimo locoooo. Estuve en esa ciudad y en ese estadio, puedo dar fe de que es así. Segui asi. Un abrazo ricoteroooo