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El retiro de un ídolo checo
“Mi cabeza me pide que siga jugando, pero el físico no me lo permite. Los problemas en el tendón de Aquiles no me dejan rendir como me gustaría”. Quien dijo eso fue Milan Baros, en una conferencia de prensa que él mismo ordenó el pasado viernes 3 de julio. Dos días después, ingresó en el 0-0 de su Baník Ostrava contra Viktoria Plzen por la anteúltima fecha de la Czech First League. No pudo retirarse frente a los hinchas, pero sí pudo hacerlo en la despedida como local -en esta larga temporada- del club que lo vio nacer. En 2017 había regresado a Baník para su cuarta etapa en la institución.
Baros jugó en nueve equipos de cuatro países distintos, pero siempre tuvo a Ostrava como lugar de referencia. En la primera década de este siglo fue un delantero reconocido mundialmente, aunque las lesiones, ciertos actos de indisciplina y la poca continuidad en todos los clubes donde jugó fueron una constante en la última etapa de su carrera.
Nacido en 1981 en el pueblo de Valasské Meziricí, a 80 de kilómetros de Ostrava, se mudó a los 12 años para jugar en las juveniles de Baník. Con 17 hizo su debut en el primer equipo y allí permaneció hasta enero de 2002, cuando Liverpool lo fue a buscar luego de que marcara 23 goles en 76 partidos. En sus años como “Banícek”, ganó el premio “Talento del Año” como mejor futbolista joven de República Checa en 2000, fue convocado a los Juegos Olímpicos de Sídney y se consagró campeón de la Eurocopa sub-21.
En 2001 fue convocado a la selección mayor y anotó cuatro goles, pero fue muy cuestionado por la expulsión -junto a Pavel Nedved- en la caída por 1-0 ante Bélgica en Praga en el repechaje para Corea/Japón, demorando la primera participación mundialista de República Checa desde su independencia. Logró recomponer su relación con el público checo en las eliminatorias para la Eurocopa 2004, a tal punto que se ganó el apodo de “Maradona de Ostrava”.
República Checa llegó a Portugal con la mejor camada de futbolistas de su historia moderna, capitaneados por un Nedved que venía de ganar el Balón de Oro en 2003. En ese certamen, Milan Baros rindió a un nivel superlativo y fue el máximo goleador con 5 tantos. Anotó en todos los partidos de fase de grupos (Letonia, Holanda y Alemania fueron sus víctimas) y lo hizo por duplicado en el 3-0 contra Dinamarca de cuartos de final. Los checos llegaron a semifinales con la idea de igualar lo hecho en 1996 (perdieron la final ante Alemania), pero un gol de plata del central griego Traianos Dellas en el minuto de descuento del primer tiempo extra -prácticamente un gol de oro- terminó con sus ilusiones.
El Botín de Oro en la Eurocopa lo ubicó decimosegundo junto a Cristiano Ronaldo en la lista de los mejores jugadores de 2004 y, con la llegada de Rafael Benítez a la dirección técnica, recuperó la titularidad en Liverpool. Durante la primera temporada del entrenador español en los Reds, Baros jugó 45 partidos entre todas las competiciones -el delantero con más minutos del plantel- y metió 13 goles. Hasta hace un mes, era el único titular de la final de la Champions League contra Milan en Estambul que quedaba en actividad. Cuando los jugadores festejaban el título en el hotel, a Baros se le cayó la Orejona de las manos y quedó abollada por el golpe contra el piso.
Fueron tres temporadas y media las que jugó Baros en noroeste inglés. Entre 2002 y 2004 le costó ganarse un lugar en el once inicial, jugando principalmente en las copas domésticas. Para colmo, una fractura de tobillo en septiembre de 2003 lo mantuvo afuera de las canchas durante cinco meses. Cuando regresó del certamen de selecciones para ponerse a las órdenes de Benítez, el veloz y habilidoso delantero aseguró que, de haber seguido Gérard Houllier como director técnico, él hubiera exigido que lo transfirieran. Aprovechando las ventas de Michael Owen y Emile Heskey a Real Madrid y Birmingham City respectivamente, sumado a la fractura de tibia y peroné sufrida por el refuerzo Djibril Cissé ante Blackburn Rovers -mismo rival con el que se lesionó el checo un año antes-, Baros quedó como la principal referencia de ataque del plantel. Después de ganar la UCL, rechazó una oferta de Lyon porque el DT era Houllier.
Inició la temporada 2005/2006 en Liverpool, jugando los dos primeros partidos de la Premier League. Sin embargo, con las llegadas de Peter Crouch y Fernando Morientes más la recuperación de Cissé, al checo le tocaba pelear por un puesto de nuevo. Por eso aceptó ser traspasado a Aston Villa días antes de terminar el mercado de pases de agosto. En los Villanos sería titular y llegaría con rodaje al Mundial 2006. En su primer curso anotó 12 goles en 30 partidos, pero se lo recuerda por uno en especial. En el 4-0 contra Everton del Boxing Day de 2005, él abrió el marcador luego de bajar la pelota con la mano. Mientras los rivales protestaban, encaró a los hinchas visitantes para gritarles el gol por su pasado Red, provocando la ira de los Evertonians. Posteriormente, metió un doblete en el clásico contra Birmingham y fue elegido figura de ese partido.
En las eliminatorias para el Mundial 2006 metió cinco goles, pero llegó tocado a Alemania por una lesión en el pie sufrida en un amistoso previo a viajar. Se perdió los encuentros ante Estados Unidos y Ghana e inició ante Italia, saliendo durante el segundo tiempo y con su equipo quedando eliminado en fase de grupos. Su segundo semestre de ese año en Aston Villa fue flojo y, en enero de 2007, finalmente aceptó pasar a Lyon a pesar de que lo entrenara Houllier. Llegó a Francia en un intercambio con el noruego John Carew y permaneció durante un año calendario. Gérard Houllier renunció peleado con los dirigentes y con su reemplazante Alain Perrin apenas tuvo continuidad. En noviembre protagonizó dos hechos que hicieron que los mandatarios del club perdieran la paciencia con el checo: primero lo detuvieron por manejar una Ferrari a 271 kilómetros por hora, cuando la velocidad máxima permitida en las rutas de Lyon es de 130. Las autoridades locales le quitaron la licencia por tiempo indefinido y comentaron que superó el récord de velocidad en la región (antes lo tenía un motociclista que había alcanzado los 248 kilómetros por hora en 2000). Luego, tuvo un altercado con Perrin en una práctica, que terminó con Baros manifestando que no jugaría más en OL si el entrenador seguía.
El primer semestre de 2008 jugó cedido en Portsmouth y, si bien no convirtió en 16 partidos, fue importante para que los del sur inglés ganaran su segunda FA Cup. Fue el socio del nigeriano Nwankwo Kanu en la delantera y dejó una buena impresión entre los hinchas, quienes pedían que se ejecutara la opción de compra. De todos modos, Portsmouth contrató a Crouch en un fichaje récord del club y Baros tuvo que volver a Lyon. En la Eurocopa, estuvo muy lejos de repetir lo hecho en Portugal cuatro años antes. Solo participó en la derrota contra los portugueses y fue amonestado siendo suplente en tiempo de descuento en el partido que decretó la eliminación checa a manos de Turquía.
Justamente sería en el país transcontinental donde Baros relanzaría su carrera. Galatasaray le pagó cerca de 5 millones de euros a Lyon para hacerse de sus servicios y, en sus primeras dos temporadas, alcanzó su pico de rendimiento a nivel clubes. En la 2008/2009 fue el máximo artillero de la Süper Lig de Turquía con 20 tantos, incluido un hat-trick contra el campeón Besiktas. En el inicio de la siguiente campaña, todo indicaba que superaría esa cantidad, hasta que se fracturó dos dedos del pie por una infracción que le cometió Emre Belözoglu en una derrota ante Fenerbahçe y, cirugía mediante, se perdió cuatro meses de competencia. En marzo de 2010 regresó con un gol a Ankaragücü y una fecha después le metió un hat-trick a Diyarbakirspor. Solo pudo jugar media temporada, aunque en 23 encuentros sumando Liga y Copas convirtió 16 goles.
Una estadística llamativa en la carrera de Milan Baros es que cuando mejor le iba en su club, peor le iba en la selección. Mientras mostraba un nivel altísimo en Estambul, tenía problemas en las convocatorias de República Checa. En abril de 2009 la Federación lo sancionó por ir a un bar la noche previa a un partido de eliminatorias mundialistas, pero meses después asumió Ivan Hasek y dijo que un futbolista de la calidad del delantero no podía estar marginado. En su regreso metió cuatro goles (récord personal) en un 7-0 contra San Marino, que no sirvió demasiado porque su equipo terminó tercero en su grupo por detrás de Eslovaquia y Eslovenia y no clasificó ni siquiera al repechaje para Sudáfrica.
En 2010, el “Maradona de Ostrava” renovó con Galatasaray por tres temporadas más. En ellas, las lesiones musculares y las sanciones tuvieron tanto protagonismo como los goles. Tras caer contra Besiktas en marzo de 2011, insultó al árbitro y fue suspendido hasta el final del campeonato. En febrero de 2012, reapareció contra Antalyaspor luego de una lesión y fue expulsado quince minutos después de haber entrado, recibiendo una sanción de tres partidos. En la última fecha contra Manisaspor convirtió el que sería su último tanto en un ya campeón Galatasaray.
Después de la Eurocopa 2012 le puso fin a su carrera internacional. 41 goles en 93 partidos lo ubican como el segundo anotador histórico de la selección de República Checa, a 14 de su socio Jan Koller. Mas los problemas con los entrenadores continuaron y se peleó con Fatih Terim, el DT de Galatasaray por excelencia. El turco le dijo que no jugaría más con él, aunque Baros le comunicó que se quedaría en el equipo hasta la finalización de su contrato. Finalmente, en febrero de 2013 e inactivo desde la Eurocopa rescindió y regresó a Ostrava, el lugar donde todo empezó. En 12 partidos de Liga anotó 5 goles, tres de ellos en el mismo encuentro. A mitad de ese año volvió a Turquía, firmando por un año con Antalyaspor. Su estadía en Antalya arrancó bien, pero en diciembre se rompió el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha y decidió abandonar la institución. Pasó su rehabilitación en República Checa y, cuando recibió el alta médica, volvió a vestir la camiseta de Baník en lo que restaba de la temporada 2014/2015. Continuó su derrotero en su país defendiendo los colores de Mladá Boleslav y Slovan Liberec, previo a su vuelta definitiva al “Banícek” en 2017.
Las lesiones lo tuvieron a maltraer esta última década -una crónica en el tendón de Aquiles fue la que más lo dañó- y su nivel futbolístico decayó considerablemente, estando muy lejos del jugador que fue entre 2004 y 2009. Además, cuando se retiró mucha gente se sorprendió de que aún siguiera jugando. Sin embargo, lo ofrecido en su pico de rendimiento lo coloca entre los mejores jugadores checos desde la disolución de Checoslovaquia.
- AUTOR
- Guido Antonelli
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