América
El taco sí
Buceando en el intrincado mapa del profundo ascenso mexicano entre los 192 escudos que componen la Tercera División (cuarta categoría del fútbol de ese país), desconocidos la mayoría salvo por alguna filial de algún equipo más importante, entre nombres tan particulares como Pejelagartos de Tabasco o Papanes de Papantla, hay uno que brilla con luz propia y es reconocible a miles de kilómetros. De esos que obliga a volver la vista y leer con más atención su nombre: Club Atlético River Plate Escuela Oficial Jalisco.
El escudo es exactamente igual de su homónimo más famoso. La camiseta es la misma que luce Enzo Pérez o Javier Pinola y hasta la publicidad es la misma compañía aérea que la de la casaca del River argentino. ¿Cómo fue el viaje de 7762 km que separan a Buenos Aires de la ciudad de Guadalajara, donde River Plate está expandiendo su sentido de pertenencia?
Estar afuera, vivir en otro país, implica muchas cosas. Historias de sacrificios, sueños nuevos por lo que vendrá y en algunos casos rotos por lo que queda atrás. Miedos, muchos miedos, y para un argentino en la mayoría de los casos implica algo más. Romper ese lazo con su club que en realidad es inquebrantable pero que la distancia hará que quede difuso, encapsulado en algún lugar del corazón, y genere un dolorcito en el pecho difícil de describir cuando del otro lado de la pantalla, en algún horario indecoroso y robándole horas al sueño se trate de captar la señal del partido de su equipo.
El caso de Matías Vellaz, publicista de 48 años, fue más o menos así con River Plate. «Vivía en Quesada y Montañeses, por lo tanto mi vida transcurrió en gran parte en River. Estudié en el colegio del club, fui a la colonia ahí, desde los tres años prácticamente viví en el Monumental». Pero su vínculo con el fútbol no se resume a Núñez. Matías hizo inferiores en Independiente y jugó hasta los 22 años, hasta que dejó. Pero de esa época le quedaron amistades y relaciones que tuvo que abandonar, cuando se enamoró de una tapatía a fines del 99, y decidió mudarse a Guadalajara.
Luego de unos años, volvió a vivir a la ciudad de Pilar y a jugar el torneo de veteranos para Independiente, pero el puente Argentina-México quedó tendido. En 2013, otra vez la vida lo llevó a instalarse definitivamente en Guadalajara y ahí esa necesidad de vincularse con su club de toda la vida se hizo insoportable: «Cuando llegué casi en 2014 quería seguir ligado al torneo de la mutual o algo que tenga que ver con el fútbol, abrí la filial oficial de River como las hay en distintas partes del mundo y a partir de ahí intenté armar el equipo de veteranos. Armé un partido de leyendas en donde entre otros vinieron a jugar Guille Pereyra, Danilo Gerlo y Leandro Cuffré, contra un equipo de glorias de Chivas que perdimos 5-2. Pero además perdí un montón de guita porque lo armé yo y le pagué el pasaje a todos, pero estuvo bueno». Así y todo, Matías no logró prolongar el deseo de armar algo más duradero que un partido de beneficencia, aunque la semilla ya estaba instalada y volvió a insistir tiempo más tarde: «Intenté abrir una escuela de fútbol con la administración anterior pero también había que poner mucha plata que no tenía».
Recién en 2018 su deseo de unir su nombre a River comenzó a ver la luz, cuando pensaba que ya no iba a ser posible, y es que en un viaje a Argentina dirigiendo a una Selección de Jalisco, que viajó para jugar un amistoso con la Escuela de fútbol formativa que River tiene en Pilar, se encontró con Rodrigo Faraone y le propuso reflotar la idea de fundar la escuela de fútbol de la institución en México.
«El proceso no es fácil, además de contar con el dinero que hay que tener para abrir la escuela que River nos exige, que es mucho, hay que presentar un proyecto que por más que se pague toda esa plata si el que lo presenta no está identificado o no es del riñón del club es muy difícil lograrlo. Por suerte, en ese sentido recibimos mucho apoyo del club y en nuestro caso, además de mi historia como alumno y socio, y si bien nunca me puse esa camiseta, conozco a todo el mundo. Mi mamá es ahijada de doña Ana Labruna (esposa del máximo ídolo del club), puse como referencia a Omar Labruna que conoce a toda mi familia, también a Diego Cocca que es mi compadre y con todo eso sumado a que Rodrigo Faraone ya trabajaba, pudimos convencer a los directivos de armar la escuela y empezar con este sueño». Finalmente el 15 de enero de 2020 la Escuela de Fútbol de River Plate abrió oficialmente en Guadalajara después de dos años de idas y vueltas, de papeleos, de buscar lugares físicos donde establecerse y de mucho trabajo.
Rápidamente, el escudo de River funcionó como imán para que muchos chicos se acerquen. Al principio jugadores de 12 a 20 años con los que se formaron distintos equipos para competir en una liga paralela de la federación mexicana, ya que no podían jugar el torneo oficial de lo que serían las divisiones inferiores en México.
«Armamos un equipazo con un ADN 100 por ciento riverplatense»
Al poco tiempo, también llegaron jugadores que quedaban libres de los grandes clubes de la ciudad como Tecos, Chivas o Atlas, principalmente en la categorías más grandes entre 17 y 20 años: «Armamos un equipazo con un ADN 100 por ciento riverplatense, porque en esos equipos si no medís de 1,80 metros para arriba no te quieren, y nosotros queríamos jugadores que jueguen la pelota y no al básquet. Vinieron muchos jugadores con muy buen pie, que jugaban muy bien al fútbol. Además, nosotros los tratábamos bien, sin gritarles ni exigirles por demás, y el sistema de entrenamiento también era distinto. De pronto, empezamos a ganar y ganar».
Tal fue el impacto que generó el advenimiento del Millonario en tierras tapatías que al poco tiempo llegó a las oficinas de Vellaz, hoy además de mentor del proyecto convertido en Director Deportivo, la invitación para jugar la Liga TDP, Tercera División profesional. Casi como lo hicieron los pioneros que fusionaron Santa Rosa y La Rosales y dieron origen allá por 1901 al River gigante, hegemónico y famoso mundialmente, se gestó casi 120 años después en el ascenso mexicano un hijo de su misma sangre y estirpe millonaria.
El sistema de disputa de la Tercera División tiene sus peculiaridades. Un importante número de los 192 equipos que participan divididos en 14 zonas geográficas y están impedidos de ascender a la categoría superior ya que juegan por invitación de la Federación, entre ellos los filiales de los de Primera División. Por este motivo, una vez finalizadas las 14 zonas, los equipos imposibilitados al ascenso se dividen y los 16 de mejor promedio juegan a partir de los octavos de final para definir al campeón de filiales.
En su primera participación, River finalizó noveno de 26 equipos y quedó eliminado en cuartos de final por gol de visitante ante el filial de los Dorados de Sinaloa, equipo recordado por el paso de Diego Maradona como DT. Para participar en esta liga, River Plate Escuela Oficial Jalisco tiene que pagar un cánon a la federación mexicana, presentar un plantel de 30 jugadores y por cada uno pagar un monto por partido, además de los gastos como apertura de estadio, jueces y pelotas.
En total, se estima que la temporada le cuesta al River Mexicano cerca de 80 mil dólares sólo para poder competir. Para conseguir el permiso de ascenso, el club también debe cumplir requisitos legales, corporativos y financieros estrictos. Debe hacer lo propio con lo establecido por el reglamento en cuanto a las instalaciones y afiliación, que requieren de un proceso engorroso y más caro aún.
Además del equipo profesional, la organización que Vellaz y su grupo están armando cuenta con todas las fuerzas básicas armadas. Sub 20, Sub 18, Sub 16 y Sub 14 tanto en varones como en mujeres. Un técnico con título por cada categoría, preparador físico para la categoría principal y para divisiones menores y Luis Bongiovani como asesor general.
Según Vellaz: «Se podría decir que por ahora tenemos una estructura parecida a lo que sería un club de Primera C de Argentina”. Hoy en día, muchos de los jugadores formados por la institución hicieron el recorrido inverso y fueron captados por los grandes del fútbol mexicano: «Ahora, dos chicos se nos van a las inferiores del Monterrey. Nuestras inferiores ahora están armando a los Rayados. Estamos haciendo un trabajo estructural súper sólido, por ejemplo nuestro Director Técnico jugó 15 años en Primera, fue compañero de Ronaldinho en el Querétaro».
Por supuesto, lejos está de jugar en un estadio como el Monumental. En México existe un sistema parecido al español donde el Estado le cede al club el usufructo de distintas instalaciones para que desarrollen sus proyectos. Para la temporada pasada, el equipo tenía dos canchas en la Unidad López Mateos y hoy se está negociando la cesión de un nuevo espacio para el curso que comienza.
La ambición es grande y la idea es seguir avanzando para emular lo más posible a su par argentino. En este sentido, el Director Deportivo cuenta: «Además de todo, queremos hacer algo con el instituto para completar el ciclo de lo que significa River a nivel educativo también. Además, tenemos la intención de armar un departamento de psicología para todos los chicos que estén con nosotros. A los jugadores les hacemos ver los partidos que juega River para inculcarles el espíritu y la ideología del club». Si bien no cobran un sueldo, la institución se encarga de darles todas las atenciones necesarias que se requieren para la competencia. Desde atención médica gratuita y la comida diaria, hasta la ropa, botines y viajes.
Más allá de todo intento, la sinergia entre los dos clubes, el argentino y el mexicano, parece todavía estar edificándose entre varios contratiempos que produjo la pandemia en el último año y medio, que hizo que la Escuela Oficial de River haya tenido que reformularse en distintos aspectos como ir cambiando lugares de entrenamientos, sedes para la competición y soportar el parate de la actividad durante varios meses.
Al no ser una sociedad civil y ante la obligación que corre en México por parte de la Federación de Fútbol de que los clubes deben ser sociedades anónimas deportivas, la financiación de todo el proyecto corre a cuenta de Vellaz y su equipo, y de los distintos aportes que pueda conseguir. Desde siempre estuvo metido en el mundo de la publicidad y del marketing y a partir de eso es que trabaja para lograr la llegada de algún sponsor: «Hoy en día nos manejamos con la ayuda de amigos, pequeñas empresas y publicidad. Ni siquiera son patrocinios, sino pequeñas publicidades que nos permiten seguir adelante. Muchos me preguntan qué fue lo más loco que hice por esta aventura. Bueno, yo tenía una Audi Q7 y la vendí para poder continuar. Es una locura lo que estamos haciendo, cualquier financiero te dice que estás en pedo por meterte ahí, pero en lo personal para mí es un orgullo llevar el escudo de River y haber logrado lo que logramos, aunque económicamente estemos llegando a cada fin de mes con las uñas».
La erogación monetaria es mucha. A lo que se debe pagar a la federación para competir, se suma lo que hay que transferir al club madre para obtener los permisos de uso de nombre oficial, escudos, etc. El vínculo con el River de Argentina todavía es difuso, más allá del contrato que tienen firmado.
Mucha gente, incluso puertas adentro del Monumental, no tiene idea de la existencia de un equipo que representa en total mancomunión al Millonario fuera de Núñez, aún más que por ejemplo las experiencias más conocidas que pueden ser las unidades de negocio del City Group como el Montevideo Torque, o Red Bull donde no existe el sentido de pertenencia más allá del interés de rendimiento financiero y el negocio.
En este sentido, lo que proporciona llevar en el pecho el escudo del club es infinitamente superior a lo que pueda hacer River desde otro lugar. Según el Director Deportivo, la proporción es un 95 por ciento a favor del primero. Por contrato, River México tiene la opción de mandar a prueba a cinco jugadores por año según una de las cláusulas que figuran en el mismo, pero sostiene que es muy difícil llevarlo a la práctica por una especie de soslayo que sufre el fútbol mexicano por parte del argentino. Y plantea: «El futbolista mexicano es muy ninguneado por el ambiente argentino. Nosotros recién ahora estamos haciendo algo de ruido, pero dar vuelta esa historia va a depender de lo que podamos hacer nosotros. Que el Monterrey, el mismo club que compró a Barovero, Vangioni, Funes Mori y tantos jugadores argentinos por muchísima plata, haya venido a buscarnos a dos jugadores, quiere decir que algo bien debemos estar haciendo».
Con las complicaciones del caso y a pesar de ser un bicho raro dentro del fútbol mexicano, prácticamente un infiltrado si bien existen otros ejemplos como el caso de Atlético Madrid que es el propietario del San Luis pero que no compromete su nombre ni su escudo, River plantó bandera fuera de su territorio y está dispuesto a que no sea un experimento pasajero.
El proyecto parece cada vez más consolidado y el deseo principal de sus creadores es llevar el legado riverplatense más allá de las fronteras. Los directivos ya recibieron las felicitaciones de la gente de la federación de ese país no sólo por los resultados deportivos y la calidad del fútbol desplegado en una categoría que se empata con lo que sería la Primera C argentina, sino por el respeto de instituciones rivales a los colores y al comportamiento de los jugadores.
El club no tiene deudas con la Federación ni con los trabajadores, ya sea entrenadores, médicos, preparadores físicos, utileros o asistentes. De esta manera, el punto de partida está definido y para los dirigentes queda plantearse los objetivos a futuro. Y por eso van.
“Cundo concretamos la idea, lo que planteamos fue que todo lo que hagamos tiene que estar al nivel de las inferiores de allá y si bien nos llamamos Escuela, no somos una escuela. Entrenamos todos los días, todos los profesores tienen título, las canchas son de primer nivel profesional, ese es el objetivo principal. Competir arriba, salir campeones y de ahí se decanta todo”.
También, la atención está puesta en que más allá de las 700 personas promedio que hoy van a ver los partidos, los hinchas de todo el mundo se sientan representados por un grupo de jugadores que estén donde estén van a llevar la bandera a lo más alto. Se estima que en el país hay una gran cantidad de gente de River y el potencial es enorme. A las distintas filiales no oficiales que hay en ciudades como Tulum, Monterrey y Guadalajara, se le suma la reciente oficialización de la Filial del club en Ciudad de México con más de 150 participantes que la convierten en una de las principales a nivel global; gran parte de los integrantes de las mismas son aficionados mexicanos que se enamoraron de los colores y la impronta que lleva a River Plate a ser un grande a nivel mundial.
“Lo que puedo decir es que acá nos miran con admiración. River está posicionado claramente junto al Real Madrid, Barcelona o Manchester o apenas atrás, pero que en cada lugar del planeta haya filiales de River con hinchas incluso de los países originarios de cada filial que no tienen vínculo con Argentina más que la banda roja, es motivo de orgullo”.
- AUTOR
- Horacio Ojeda
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