Entrevistas
«El Trinche es la continuidad de una línea histórica, el estilo del potrero»
Tomás Felipe no lo pensaba demasiado, rebatía la pregunta con inmediatez y la voz pesada. “¿Y qué es llegar?”. Él, acaso el último símbolo del romanticismo, había sido feliz en el lugar que quiso, donde se sintió como uno más y disfrutó de jugar a la pelota. Con el paso de los años, dejó de ser solo el ídolo de Central Córdoba, el club de barrio Tablada, para ser de todos. Trascendió fronteras desde Rosario. Se transformó en una marca cultural de la ciudad y su figura se hizo conocida hasta traspasando el charco. Es por eso que la pregunta surge instantánea. Su leyenda es de todos, pero ¿qué significó el Trinche Carlovich para un hincha del equipo charrúa?.
“El Trinche es la continuidad de Gabino Sosa y Vicente De la Mata, del Toro Aguirre, Indalecio López, contemporáneo a Mainoni y el Bocha Forgues. Es la continuidad de una línea histórica del club, esa que representó cabalmente aún sin haber nacido en él. El estilo del potrero”, dijo Julio Rodríguez, historiador del club que vio brillar a Carlovich. Y se pregunta qué representa ese estilo. “Es la gambeta, la picardía del rosarino, el jugar a un pase. Hay un montón de futbolistas rosarinos que tienen esa clase, es la escuela del fútbol de esta ciudad. Y él, dentro del club, lo representó”, destacó.
Rosario es una ciudad con alma de pueblo que, aún con el paso de los años, mantiene un aroma que la hace diferente y una pasión por el fútbol que rara vez se respira en otra metrópolis. El talento ha emergido hasta debajo de un ladrillo y el hilo de grandes cracks es inacabable. Rodríguez dice que hoy en día es más difícil encontrar este tipo de jugadores que, con sentido de pertenencia, han dejado una huella indeleble en el club. “Por eso, el Trinche significó tanto este último tiempo”, esgrimió.
Crack de fina estampa, andar cansino en la cancha y una calidad extraordinaria, Carlovich desplegaba su andar por el césped de Virasoro y Juan Manuel de Rosas. “Son raptos de magia de algunos futbolistas y tarda mucho para que se repita”, analizó el historiador rosarino. El ‘5’ era un hombre que jugaba por puro sentido lúdico, no le interesaban las grandes marcas. De hecho, cuando se lo entrevistaba más acá en el tiempo, huía a las comparaciones con grandes jugadores y especificaba haber sido rodeado por grandes compañeros. “Qué voy a ser como Maradona yo… Tal vez se dio por el estilo de uno, el zurdo siempre parece que fuera distinto a los demás”, me dijo una vez fuera de su casa en calle Guatemala.
Durante los últimos años, era común verlo pedalear por las calles y llevarse el saludo cariñoso de la gente. Incluso de niños que han escuchado del mito de la manera en que se propagó, de boca en boca. Pero el Trinche no le daba mucha trascendencia a los grandes partidos que jugó. Por ahí, ni siquiera los tenía en su memoria. “Él no recordaba mucho los partidos, los ascensos. No te decía ‘me acuerdo el partido que le hice tres goles a Tristán Suárez’, no tenía idea. No se acordaba, yo por ahí le decía ‘no, fue con Almagro’, y él me respondía ‘ah, sí, puede ser’, pero era a cuentagotas”, explicó Julio, y relató que la primera vez que lo vio le llamaron la atención sus enormes pies. “Nos atendió descalzo, con un jean y una chomba Lacoste”.
“Descubrí su historia de grande, de adolescente, por medio de vecinos que lo habían visto jugar en el ‘82, cuando el club asciende a Primera B”, contó Rodríguez. Dice que la figura de TFC se empezó a hacer conocida para el gran público por una nota que publicó la revista Mística, allá por el año 2000. Conocía la “prehistoria del club”, como él mismo dice, los días de Sosa o De la Mata. Quedó obnubilado con la historia del Trinche y se comprometió a averiguar más. Visitó hemerotecas, quedó impactado por aquella camiseta con la publicidad de Paladini y leyó cuanto artículo se podía ver en las amarillentas hojas de diarios viejos. Encontró una nota de El Gráfico, otra entrevista del diario rosarino La Capital y así, para cuando se cumplieron 20 años del título del ‘82, ya tenía muchos recortes acumulados.
“Investigando la historia, empecé a unir los lazos que construyen la línea histórica del club de todas las épocas: tener muy buenos jugadores, aunque él no haya salido de Central Córdoba, y que sea una continuidad del buen fútbol”, expresó. Además, señaló que, por entonces, los medios de comunicación no le daban la relevancia de hoy al crack, si bien destacaban su juego. “Era un jugador reconocido, pero dentro de un esquema de un gran equipo. No era la figura individual, era una figura dentro de una estructura”. También, explicó que aquel partido en que la descosió siendo parte del combinado rosarino ante la selección argentina del ‘74, no tuvo un lugar muy importante en la agenda pública. El mito se agrandó con los años.
Es en aquel ‘74, cuando Central Córdoba gana la zona norte de la Primera B y se halla cerca de un retorno a Primera que no fue, que los diarios empiezan a hablar de Carlovich y que es convocado para aquel amistoso contra el equipo que se preparaba para el Mundial. Por entonces, el equipo jugó el cuadrangular final y, en el primer partido, igualó 1-1 ante Unión, con goles de Carlovich y Leopoldo Jacinto Luque. El Trinche había llegado dos años antes al club, sin renombre y bajo la condición de una prueba ya que era de la ciudad. Luego, debutó siendo ‘9’ y anotó dos goles. Con los años y merced a su calidad con la pelota en los pies, retrasó su posición y fue el mediocampista central, acompañado de dos grandes jugadores: Mainoni por derecha y Cassinerio por izquierda. Adelante, el goleador Fachetti o su reemplazante, el Bocha Forgues.
Bajo un toldo que protege de la llovizna en un bar de la esquina rosarina de Mendoza y Francia, Rodríguez dibujó líneas históricas en el aire y se asombró cuando rememoró cómo un jugador puede haber alcanzado semejante renombre cuando casi no existen videos y hay muy pocas fotos. “El documental de Informe Robinson que se filmó en 2011 fue una revolución, con mucha gente de Europa. Era una locura total, porque no había registros fílmicos. ¿Cómo puede ser que personas de Europa se enamoren e idolatren tanto a un futbolista sin haberlo visto?”, se sorprende y entusiasma. “¿Qué puede tocar en el nervio de la gente, más que nada de los europeos, de la historia de él? Fue muy impactante”, recordó.
En paralelo, hizo una pausa y viajó a los días en que, junto a otras personas que trabajaban en el club, recuperaron la película que, hasta hace poco tiempo, era el único registro fílmico del crack de Tablada. En medio de una escena que transcurre en la cancha, se lo ve al Trinche enganchar con la pelota. Sólo eso. “En ese momento de investigación, Eugenio Gallo, quien había sido presidente del club y tuvo como futbolista al Trinche durante el ascenso del ‘82, me dijo que recordaba que se había hecho una película argentina y salió Central Córdoba. ¡Mirá de lo que se acordaba!”, dijo. Eran tiempos sin redes sociales y ni siquiera podían guglear, por lo que se pusieron en contacto con un periodista que halló el film. “El tipo encontró esa gambeta. Gallo tenía razón, él habría de estar en la cancha cuando se rodó”.
Tras su fallecimiento, acontecido el 8 de mayo tras el robo de dos días antes que le produjo un fuerte golpe en la cabeza, se conocieron nuevos videos que dan cuenta de su calidad dentro del campo. “Ahora salió un partido con Morón del ‘74 del que tampoco se ven muchas imágenes, el compacto del partido por la vieja B contra Defensores de Belgrano del ‘84 que en su momento televisó ATC, pero él no aparece. Y hace poco salió el video de Monte Maíz, pero desde dentro del club no hay nada”, manifiestó el historiador.
El Trinche tuvo tres etapas en el club de sus amores. En ningún otro lugar disfrutó como cuando se calzaba la casaca azul y roja. Jugó en una etapa en la que el club tenía carencias, dado que por ejemplo poseía un solo juego de camisetas y muchas veces no había agua caliente en los vestuarios. De todas maneras, su escuela había sido el potrero, las canchitas de su barrio de calles de tierra rodeadas de zanjas. En las notas que brindaba durante su época de jugador, se podía ver al hombre que no deseaba nada extraordinario. “Encontrabas la cotidianeidad de la persona, del futbolista. Era un tipo desinteresado en otro tipo de cuestiones, lo único que quería era jugar a la pelota porque, al igual que otros pibes, fue criado de esa manera. Una generación irrepetible”, bosquejó Julio.
Siendo una leyenda del fútbol argentino, Rodríguez aceptó que haber jugado en el ascenso tal vez le quita brillo a su impecable andar. Así como los pocos partidos que coleccionó en Primera División. Pero, al unísono, destacó su guapeza para jugar en un entorno muy rudo, cuando aún había pocos medios que cubrían esta clase de partidos. “Mi abuelo, que me hizo hincha de Central Córdoba, me decía que le gustaba más el Bocha. ¿Por qué? ‘El Trinche te cagaba a codazos y metía’. Claro, el tipo jugaba de número 5 en el ascenso y, aparte de ser un lírico, tenes que meter un par de piñas o codazos”, subrayó.
Con el paso de los años, el hombre que la rompió dentro de la cancha, tuvo su oportunidad fuera. Asumió la función de manager, tuvo un gran inicio aunque un mal final como entrenador y dio por finalizada su tarea profesional en el club. Su lugar era, desde ese momento, la tribuna, el sitio en el que se lo podía ver cada fin de semana alentando al equipo de su vida. Y cada viernes se juntaba con los grandes compañeros del ‘70 en su casa. Aquel ídolo, que debía ser sinónimo de inmunidad para una ciudad que todavía lo extraña, tiene hoy su figura eternizada con una estatua que se inauguró en la tribuna hace pocos días.
- AUTOR
- Nicolás Galliari
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