1863
En el recuerdo: Ajax campeón de la Copa UEFA 1991-92
La década del noventa estaba en pañales pero ya había entregado muestras de su importancia histórica. La Copa del Mundo de Italia dejó lugar a hechos relevantes a nivel político en el viejo continente. La reunificación de Alemania, la disolución de Yugoslavia y la ruptura de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas acapararon los títulos de una Europa eufórica. En ese contexto, el fútbol holandés veía disiparse el éxito en la Euro ’88 de la mano de Ruud Gullit, Marco Van Basten y Frank Rijkaard, así como los títulos de PSV Eindhoven –Champions League- y Ajax –Recopa- en el contexto continental. La primavera neerlandesa no parecía convertirse en verano.
En la competición interna, Ajax tenía complicaciones para desbancar a un PSV Eindhoven que imponía su dominio. Entre 1985 y 1992 el equipo de Philips había obtenido seis de las siete ediciones disputadas de la Eredivisie, tres copas locales y la Liga de Campeones, desplazando a un segundo plano a un Ajax con más historia que presente. En ese escenario la Copa UEFA, el antepasado de la actual Europa League, proponía un nivel de competencia interesante que la convertía en un certamen mucho más atractivo que el disputado en nuestros días. Con una Copa de Campeones reservada para los ganadores de cada liga local, la presencia de equipos de renombre estaba asegurada en la segunda competencia continental. Real Madrid, Liverpool, Steaua Bucarest, Celtic, Internazionale, Hamburgo y Bayern Munich debían disputar la edición 1991-92, y a ellos se sumaban los poderosos equipos de segundo nivel que vestían de lujo al Calcio italiano como Parma, Genoa y Torino.
Pero a finales de septiembre de 1991, luego del triunfo inaugural en la Copa UEFA ante el Orebro sueco, Leo Beenhakker dejó el banquillo de Ajax para mudar sus conocimientos al Santiago Bernabéu. Real Madrid había requerido nuevamente sus servicios tras un exitoso paso previo entre 1986 y 1989. El club de Amsterdam, casa fundamental de la ‘Naranja Mecánica’ y hogar natal de los pensamientos futbolísticos de Rinus Michels y Johan Cruyff, creyó que era momento de darle la oportunidad a un tal Louis Van Gaal de conducir los destinos del primer equipo. El hombre nacido en la capital holandesa y criado futbolísticamente en la institución, había vivido desde el mismo vestuario el génesis del período más exitoso del fútbol holandés, cuando conformó el plantel profesional entre 1971 y 1973, antes de mudarse a Bélgica para vestir los colores de Royal Antwerp. Como asistente del entrenador saliente, Van Gaal también tenía pleno conocimiento de la plantilla, de su potencial y de los objetivos propuestos por la institución. Todo cerraba perfecto.
Así fue que el nuevo conductor puso manos a la obra con un plantel que mezclaba la experiencia de internacionales holandeses como Stanley Menzo, Danny Blind, Sonny Silooy, John Van’t Schip y Jan Wouters, con la juventud de un grupo de talentosos valores entre los que se destacaban Wim Jonk, Marciano Vink, Frank De Boer, Bryan Roy y Dennis Bergkamp. Detrás de ellos comenzaba a despuntar una generación de jugadores que llevaría las ideas de Van Gaal a la máxima expresión pocos años después. Edwin Van der Sar, Ronald De Boer, Edgard Davids y Michael Reiziger figuraban entre ellos.
Tras el contundente 3-0 sobre Orebro que dejó prácticamente sellado el pasaje a la segunda ronda, en un torneo que se disputaba sin fase de grupos y por eliminación en partidos de ida y vuelta, la victoria por la mínima en tierras escandinavas no hizo más que confirmar la faena en el debut de Van Gaal. En dieciseisavos, el conjunto rojiblanco dejó en el camino, con un global de 5-1, a Rot-Weiss Erfurt, último representante de Alemania Democrática en Copa UEFA, para instalarse en octavos de final.
Las características del equipo comenzaban a delinear perfectamente la idea del entrenador. Un 4-3-3 con un líbero y un central que se sumaba a la mitad del campo con el afán de marcar superioridad numérica, extremos abiertos, desequilibrio por los costados, llegada con mucha gente al área rival, cuidado extremo del balón e intento de recuperación rápida ante la pérdida. A esto se le sumaba un gran potencial cuando se producían espacios para contraatacar. Bergkamp y el mundialista sueco Stefan Petterson hacían sentir el rigor de los metros disponibles y poseían una enorme facilidad para llegar al gol. Así se convirtieron en bastiones ofensivos de un equipo que marcó 20 goles en 12 partidos durante la Copa.
El camino puso delante al Osasuna español. Un duro equipo que reunía nombres como los del goleador polaco Jan Urban, el internacional yugoslavo Predrag Spasic y un joven Iñigo Larraínzar que luego haría una gran carrera en Athletic Bilbao. Sin embargo, Ajax ganó 1-0 en El Sadar y repitió en Dusseldorf, donde debió hacer de local por una sanción que pesó sobre su estadio durante las tres primeras fases. El fabuloso Bergkamp fue el factor de desequilibrio en ambos encuentros.
En cuartos de final debió verse las caras con KAA Gent, donde militaba el potente Erwin Vanderbergh, el autor del gol de Bélgica ante Argentina en el partido inaugural del mundial España ’82. Un empate sin goles en tierras belgas fue solventado con un 3-0 en el regreso al Olímpico de Amsterdam con goles de Bergkamp, Michael Kreek y Wim Jonk. Y en las semifinales, las dificultades crecían de la mano del exigente Genoa italiano. El conjunto dirigido por Osvaldo Bagnoli tenía en sus filas a extranjeros de la talla de Branco, Carlos Aguilera y Thomas Skhuravy, que se complementaban con Fulvio Collovati, Gianluca Signorini, Maurizio Iorio y Stefano Eranio.
En el estadio Luigi Ferraris, Ajax se puso en ventaja rápidamente con un gol de Petterson, y Roy aumentó diferencias con media hora por jugar. Pero dos goles del uruguayo Aguilera equibraron el score hasta que Bergkamp frotó la lámpara y asistió magistralmente a Winter, que selló el 3-2 final en el minuto 89. En la vuelta, Iorio puso en ventaja a Genoa aunque Bergkamp empató en el inicio del complemento y definió la serie en favor del equipo holandés.
La definición ante Torino suponía un desafío de gran nivel. El tercero de la Serie A alineaba a Vincenzo Scifo, Rafael Martín Vázquez, Walter Casagrande, Roberto Mussi y Gianluigi Lentini, entre otras figuras, y era serio candidato a llevarse el título. Pero un 2-2 en Turín dio lugar a un emotivo partido decisivo que por esas cosas del fútbol terminó igualado sin goles pese a la gran cantidad de chances de gol que supieron construir ambos equipos. La igualdad coronó campeón a Ajax sin conocer la derrota. Ocho triunfos y cuatro empates conformaron una campaña que sirvió de trampolín a un equipo que haría historia en el fútbol mundial pocos años más tarde.
Este miércoles Ajax vuelve a una definición de un torneo continental tras 22 años de ausencia. Aquel equipo campeón de Europa de 1995 comenzó a gestarse en la consagración de Copa UEFA. Hoy los tiempos son distintos. Más allá del resultado ante Manchester United, el club holandés sufrirá una sangría de jugadores hacia las más poderosas instituciones del mundo. Muy probablemente no habrá chances de construir a futuro. Pero bienvenido sea que un club que tanto ha aportado a la historia del fútbol moderno aparezca nuevamente en una final de este calibre.
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- AUTOR
- Nicolás Di Pasqua
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