Opinión
Ese pequeño detalle
Está todo el día. Lo vivimos cada minuto. En ésta epoca, tal vez sea por que la figura del DT dejó de ser «solo un entrenador» para convertirse en una figura pública más, por el auge de técnicos que cuentan cómo elaboran sus planteos o simplemente porque cada día el fútbol avanza a pasos agigantados y eso lleva a reiventarse continuamente.
Sea por lo que sea, en el mundo futbolístico hace tiempo no se habla de otra cosa que no sea sobre las «tácticas». Que si juegan con 4-4-2 es más defensivo, linea de cinco atrás «para esperar al rival» o poner un delantero más para «atacar mejor». Todo se termina transformando en números que cambian de orden y, de acuerdo si la cuenta sube o baja, el nivel de ataque o defensa será mayor o menor. Parece ser que el mejor DT es aquel que «sabe acomodar a los jugadores».
Quizás, el gol de Juan Fernando Quintero a Racing les sirva a toda esa gente para saber que existe un elemento primordial que hace al fútbol esencial: los futbolistas. Y, junto a ellos, su capacidad técnica para poder, en una sola pegada, romper todo el tablero de ajedrez armado durante horas.
Muchos dirán que el partido entre River y Racing estaba destinado a ser del local debido a ser mejor en cancha que su rival. Y si bien es cierto, el Millonario logró destrabar un partido que parecía dar muchas chances pero a su vez debía aprovecharlas para no pasar ningún susto. Y fue con una genialidad hecha por la pegada magnífica de Quintero que comenzó a mostrar verdaderamente su superioridad táctica. Nunca sabremos qué hubiese pasado si ese golazo no hubiese existido. Pero ocurrió.
Un ejemplo que abarca a muchos más es el de la final del Mundial 2014. Argentina, con un Alejandro Sabella discutido por sus decisiones tácticas, encontró el funcionamiento del equipo después de aquel infartante partido ante Suiza. Las victorias ante Bélgica y Holanda ayudaron a crear la idea de que ese planteo no tenía vencedores. Sin embargo, contra Alemania parecía una misión imposible. Según los analistas, dominar a un equipo que venía de construir un modelo de juego durante más de 10 años era una locura.
El partido fue más parejo de lo esperado y, por momentos, la Albiceleste acorraló a la Maanschaft. Pero llegó el tiempo extra y, con ello, los cambios. Sabella metió a Sergio Agüero, Rodrigo Palacio y Fernando Gago. Joachim Löw a Per Mertesacker, André Schürrle y Mario Götze. La diferencia estuvo en los dos últimos nombres de cada equipo. En Argentina, por ser participes de una chance de gol desperdiciada y de un mal retroceso. Y en Alemania, uno por ser el encargado de lanzar el centro y el otro de convertir el gol que les dio la Copa.
Horas después, los memes invadieron las redes. «Era por abajo, Palacio» se convirtió en uno de los tantos hits de aquella fatídica final. El problema no estaba en la definición, estaba en la técnica. En la misma situación en que Palacio debió controlar la pelota antes para después definir con el arquero cara a cara, a Götze solo le costó un impacto para dejar a Sergio Romero desarmado ante su remate.
Una final de un Mundial, definida por eso que cada vez se mira menos, que parece ser insignificante y desvalorizado ante una formación de números. O por si el lateral va al ataque o si se queda o cuantos kilómetros corrió tal o cual. Todo para olvidar ese pequeño detalle, la técnica.
Relacionado
- AUTOR
- Bruno Scavelli
Comentarios