Argentina
«Está buenísimo que los chicos quieran ganarle a la situación que les toca vivir»
Descontracturado y con la tranquilidad que lo caracteriza al hablar, Jorge Polo Quinteros se sienta a conversar con Cultura Redonda como si fuera un amigo más de la revista. Dentro de la cancha fue un goleador de esos que el fútbol argentino recuerda con cariño, no sólo por lo deportivo sino también por su forma de ser. Hombre sumamente vinculado con Argentinos Juniors, consiguió dos ascensos a Primera División con el equipo de La Paternal en 1997 y 2004. También fue campeón en el imbatible San Lorenzo del 2001 y, en 2005, en la Universidad Católica, club en el que dejó su sello siendo uno de los goleadores de la Copa Libertadores de aquel año. En su casa no se mira televisión por cable y es fanático de la pesca, la pasión a la que hoy por hoy se dedica a tiempo completo. En el 2001 abrió el Comedor Infantil Catalina en la localidad de San Fernando y aún sigue al frente de este proyecto solidario. Educado futbolísticamente por referentes como Osvaldo Chiche Sosa y José Pastoriza, el Polo es un tipo que reivindica algunos códigos del fútbol y parece repensar otras cuestiones ligadas a la redonda.
CR: ¿En qué momento de tu vida te encontrás en relación al fútbol?
- Hoy por hoy mi relación con el fútbol es muy poca, estoy totalmente alejado. Desde hace ya seis o siete años que no tengo nada que ver y me fui del ambiente, estoy trabajando de otra cosa. Lo último que hice fue ser el Secretario Técnico de Argentinos Juniors en 2016 y apoyé a la actual Comisión Directiva del club.
CR: ¿Y a qué te estás dedicando actualmente?
- En este momento me dedico a la pesca. Organizo viajes y vendo específicamente un motor eléctrico que se usa para las lanchas de pesca. Hace algunos años que estoy con esto, creo que ya voy por el cuarto.
CR: ¿La pesca es una pasión tuya de toda la vida? ¿Cómo surge?
- Sí, es mi gran pasión. Y no es solo eso, también me hace de psicólogo. Yo necesito estar en el agua, necesito pescar. Es algo que me tranquiliza muchísimo y lo hago de toda la vida. Mi viejo era pescador, entonces cuando era chico siempre me llevaba con él. Me acuerdo de que íbamos a pescar en bicicleta desde la casa en la que todavía vive mi viejo, a unos tres kilómetros del Río Luján. Ahora a mis hijos también les gusta porque los empecé a llevar conmigo. Este domingo nos vamos a Mar Chiquita a pescar, les encanta.
CR: ¿Qué fue lo que te alejó del fútbol?
- No hubo nada en especial que me haya alejado del fútbol. Me alejé por decisión propia, pero no hubo un punto de inflexión o un porqué concreto. Toda mi vida fue algo así, me manejé siempre de esa manera. En el año que me retiro del fútbol en Argentinos Juniors, venía de ser el goleador de la Copa Libertadores de América jugando para la Universidad Católica de Chile y tenía 32 años nada más.
«El retiro es todo un tema para el jugador»
CR: Haciendo hincapié en tu retiro siendo tan joven y estando bien desde lo deportivo: ¿Por qué motivos sentiste que ese era el momento indicado?
- Qué se yo, sentí que el momento era ahí. Ya no me ponía más nervioso y veía que no era el mismo. Yo di una conferencia de prensa en Chile en 2006 y dije que me retiraba, porque realmente me retiraba. Mi plan era volver a vivir en Buenos Aires y en el único lugar en el que hubiese seguido jugando era en Argentinos Juniors, pero yo pensaba que no me iban a llamar. ¡Y me llamaron! Pero después de jugar seis meses yo solo me di cuenta de que no estaba como tenía que estar y ahí tomé la decisión definitiva. Para los que fuimos jugadores de fútbol es muy difícil esa situación. No es lo que a veces ve la gente desde afuera. Que el jugador se sube al Audi o al BMW y se va a ser feliz. Es muy difícil reinsertarse en la vida después de haber sido futbolista. Por eso a muchos nos va mal desde lo económico, porque es todo un tema rearmar tu vida. Vos hacé la cuenta. Perdés 32, 33, 35 años de tu vida jugando al fútbol. Después cuando salís a la calle es otra cosa y ahí te tenés que acomodar, lo cual no es nada fácil. Los que no tienen problemas económicos por el resto de sus vidas, por más que se manden 200 cagadas, son pocos. Son muy poquitos. Entonces el retiro es todo un tema para el jugador.
CR: ¿Creés que tenías una presión excesiva cuando fuiste Secretario Técnico y no se daban los resultados?
- No sentía presión cuando no se nos daban los resultados, la verdad es que no. Lo que sí sentía era impotencia. Yo en mi vida no tengo grises, lo mío es blanco o negro. Entonces, al estar trabajando para un club con el que estoy tan identificado, quiera o no, me metí en la política. Yo apoyé a la actual comisión de Cristian Malaspina y eso es meterse en política. Y me han criticado mucho. Me ha acusado gente que conozco desde hace muchos años de pedir plata y otras cosas que a mí me daban muchísima bronca. Yo era y todavía soy muy verde en lo que refiere a la política y no podía entender cómo se inventaban tantas cosas. Más sobre mí, que por ejemplo en mi época de jugador les he pagado salarios a mis compañeros. Siendo Secretario Técnico también le presté plata al club, entonces que se hable de uno de esa manera me llenaba de bronca e impotencia.
«Les he pagado salarios a mis compañeros»
CR: ¿Le has pagado salarios a tus compañeros? ¿Se puede contar esa historia?
- Sí, la historia de los salarios coincide con un momento en el que yo venía pensando en el retiro. Ya no daba pie con bola, no me gustaba lo que hacía y estaba disconforme en todos lados. Entonces, estando todavía en Talleres, le dije a mi señora que quería volver a Argentinos Juniors. En ese año el Bicho había perdido la promoción para ascender contra Nueva Chicago, en 2003. Y a mí me dolió mucho que el club no haya podido volver a Primera. Mi señora me apoyó y nos vinimos para Argentinos, en donde yo pedí jugar. Y al llegar pregunté cómo estábamos y me respondieron: “vamos a estar bien, vamos a contratar jugadores para ascender”. Al final, en los primeros tres meses no vimos un peso. Entonces, antes de uno de los partidos de aquel torneo de la B Nacional en el que yo era el capitán, los pibes me vinieron a plantear que no querían concentrar. ¡Y con razón! No teníamos que concentrar, si nos debían un montón de plata. Así que fui y lo hablé. Les dije: “estamos hace tres meses y nos deben los tres”. No era que estábamos más o menos ordenados, que fue lo que me habían dicho cuando firmé. Pero bueno, yo tenía unas ganas de ascender… Yo estaba enfermo, volví a Argentinos para ascender. Cobraba 2 pesos con 50, pero no me importaba. Yo quería ascender, fui por la gloria. Y puse plata de mi bolsillo. Le presté al club unos 70 mil dólares que me los devolvió al año siguiente.
CR: ¿Qué significaba para vos ser capitán y cómo tratabas de desenvolverte?
- En el fútbol argentino no podés ser capitán, es un dolor de huevos. Yo fui por poco tiempo y no me gustó para nada. No sé bien cómo es ahora, pero cuando jugaba era siempre un problema. Ibas a hablar con el dirigente de turno y terminabas a las puteadas porque no le garpaba al plantel y te debían meses o te mentían. Pero después ibas a hablar con el plantel, a explicar la situación y te miraban mal. O por lo menos uno se siente mal, a mí me pasaba eso. Porque empezaban los rumores entre los compañeros de que este no presiona, no nos defiende, es un dolor de huevos. Ahora, si me decís para ser capitán de la Católica te digo que sí toda la vida. No teníamos ningún problema. Cobrábamos del 1 al 3, había ropa, pelotas, de todo. El capitán estaba al pedo en la Católica.
CR: ¿Y cómo hacías para tolerar esas acusaciones más bien «políticas» de tu época como Secretario Técnico?
- Se me hacía muy difícil. Hasta Marcelo Benedetto una vez me increpó sin sentido, porque él apoyaba a la gestión anterior en Argentinos Juniors. Una vez me hizo un reportaje y me trató muy mal. Y no solo eso, después siguió hablando mal de mí. Todo por política. Pero él lo hacía desde afuera, de chupamedias nomás, porque quería quedar bien con Luis Segura. Y como veían que veníamos nosotros que éramos más pibes, nos querían perjudicar. Pero es todo política y la verdad es que era difícil de aguantar, porque uno tampoco podía salir a gritar a los cuatro vientos. A veces te la tenías que comer.
«En el fútbol argentino no podés ser capitán, es un dolor de huevos»
CR: ¿Creés que eso se transformó en un desencanto con el fútbol?
- No, porque el hecho de tener que tolerar todas esas cosas no tuvo nada que ver con mi decisión de alejarme del fútbol. No hubo un desencanto ni mucho menos. Yo me alejé porque soy así. Me retiré siendo goleador de una Copa Libertadores de América, así que imagínate. Mi vida es así. Cuando me va bien, me voy. Y cuando me va mal, me echan. No soy una persona que se mantenga en un mismo lugar por mucho tiempo. Con el fútbol se dio así, pero no tiene nada que ver con un desencanto.
CR: ¿En el pasado los tiempos del fútbol en cuanto a los resultados eran distintos? ¿Había menos presión que ahora?
- Ahora no sé, yo te hablo de cuando jugaba. Creo que como jugador siempre hay presión, pero está buena esa presión. Siempre tiene un porqué. ¿Me entendés? Tenés que ganar, tenés que competir por un puesto, tenés que ser titular, eso está buenísimo. El jugador de fútbol gana dinero entonces no se puede tampoco evitar la presión. Ser futbolista no es un trabajo light, digamos. Pero la presión es buena, a mí me gustaba en mi época. Cuando dejé de sentir el cosquilleo en la panza y el nerviosismo, me retiré. Y bueno, a mí me paso a los 32 años.
CR: ¿Cómo ves al seleccionado argentino de fútbol tras haber logrado el éxito de la Copa América?
- La verdad es que no veo fútbol. Cuando digo que estoy alejado es que estoy realmente alejado y prácticamente no veo nada. Más allá de que en mi casa tomamos la decisión de no tener televisión por cable, así que no vemos tele tampoco. La final de la Copa América la fui a ver a lo de mi papá porque era un partido que no me quería perder, pero es muy poco lo que veo. Obviamente me puse feliz por el partido, pero me pasó lo que creo que le pasó a todo el mundo. ¡Hasta los compañeros de Messi se pusieron contentos por él! Y a mí me pasó lo mismo, yo quería que ganara una copa él. Por suerte, después de tanto insistir, insistir e insistir, se le dio.
«¡Hasta los compañeros de Messi se pusieron contentos por él! Y a mí me pasó lo mismo».
CR: En sintonía con esto: ¿Te parece que antes de la Copa América se castigó demasiado al nuevo cuerpo técnico al acusarlo de no tener experiencia?
- Por cómo somos y vemos las cosas nosotros acá es lógico que si se va la cabeza de un cuerpo técnico, vos te tenés que ir con él. Es una cuestión de respeto, de códigos y un montón de cosas más. Y yo creo que a Scaloni le jugó en contra eso, más que nada. El hecho de no irse. A mí en su lugar no me hubiese importado nada, yo me hubiera ido y él se quedó. Pero bueno, la verdad es que lo que se vio en la Selección Argentina hace rato que no se veía. Hay buen juego, se ganó la Copa América en Brasil. ¡Bienvenido sea! Pero eso no quita que yo entiendo que se tendría que haber ido.
CR: ¿Te había pasado en algún momento de tu carrera que un cuerpo técnico se «rompa» y una parte se quede y otra se vaya?
- No recuerdo haber tenido un cuerpo técnico que se haya fraccionado así, pero por ahí te digo que no y te miento. Una vez cuando tuve a Luis Garisto como DT, él se fue a México y el profe Óscar Ortega se quedó en Argentinos Juniors. Pero se quedó porque no arregló el dinero. La oferta del Toluca no era buena y se quedó un tiempo más con nosotros. Creo que al día de hoy Ortega todavía es el profe del Cholo Simeone, mil años juntos estuvieron. Igualmente, eso está bien, si te pagan 2 con 50 te conviene quedarte en donde estás. Pero cuando se va un cuerpo técnico se van todos. Yo me formé con el Chiche Sosa y con Pastoriza… tipos más bohemios, con muchos códigos, sobre todo en el sentido de la amistad y la camaradería.
CR: Después de toda una carrera ligada al deporte imagino que no ver más fútbol con frecuencia te cambió la vida. ¿Es así? ¿O cuando jugabas tampoco mirabas tanto?
- No, cuando jugaba sí que miraba fútbol. En realidad, no es que dejé de mirar por una cuestión de ya no querer. Yo miraría fútbol. Cuando voy a lo de mi papá me siento con él y charlamos y miramos lo que venga, partidos de todos lados. Lo que pasa es que en mi familia tomamos la decisión de no tener cable. No queremos saber nada con la televisión por cable. Porque todas las noticias son malas, siempre noticias feas, y la verdad es que nos estaba perjudicando desde lo personal. Vos ponés el noticiero y son todas malas. Y aunque no quieras siempre caes en el noticiero. Entonces decidimos no tener cable y por eso no veo fútbol, pero no te niego que muchas veces me quedo con las ganas de ver un partidito. A mí me encantan los del Nacional B y la Primera B, pero decidimos eso como forma de vida y cayó en la volteada el fútbol. Estamos bien sin la tele. Con mi señora vemos series, los chicos ven películas. Estamos mucho más tranquilos así.
«Estamos bien sin la tele. Estamos mucho más tranquilos así».
CR: ¿Cuáles son los mejores recuerdos que conservas de tu etapa como jugador?
- Recuerdos son muchos, no me puedo quedar con uno. Lo primero que se me viene a la cabeza es el día en el que estando en la casa de mi novia, que hoy es mi señora, me llamó mi mamá por teléfono. Me acuerdo de que me dijo: “Jorge, Jorge, te llamaron del club para que te presentes a las 9 de la mañana en IMOS”. ¡Y en IMOS entrenaba la Primera de Argentinos! Te lo cuento hoy y todavía se me pone la piel de gallina. Ese momento lo conservo como uno de los mejores de mi carrera. No jugué al final en el siguiente partido, pero era lo que yo tanto esperaba. Mi viejo trabajaba a dos cuadras y me fui corriendo a contarle, medio llorando, porque era lo que estaba buscando desde hacía muchísimo tiempo. Y se me dio gracias al Chiche (Sosa). Él me hizo debutar y me tenía mucho cariño. Ese es uno, después hay miles.
CR: Siempre fuiste un hombre sumamente vinculado a Argentinos Juniors y la gente te tiene un gran cariño. ¿Qué significa eso para vos?
- Argentinos es mi segunda casa. Yo desde los 15 años que ando por ahí, por La Paternal. Y a mí el club me dio todo. Yo le debo todo a Argentinos Juniors, me dio muchísimo a nivel personal. Justamente hace poco hice una publicación en la que decía que el club me educó y me formó como persona, aparte de formarme como jugador. El fútbol es muy lindo y te enseña un montón de cosas. Yo con el fútbol crecí en todo sentido y pude educarme. Y en ese sentido, Argentinos Juniors es muy especial. Siempre me agradecen mucho los hinchas, pero les digo que ellos y el club me dieron mucho más a mí de lo que yo les di a ellos.
CR: ¿Y seguís el día a día del club ya sea desde lo deportivo o desde lo institucional?
- Sigo más el presente institucional que el deportivo. Al no mirar los partidos no sé muy bien cómo vienen como para hacer un análisis futbolístico. Sí estoy al tanto de los resultados y estoy atento a eso porque tengo Instagram y Facebook, entonces uno siempre se entera. Y desde lo institucional el club no para de crecer. Tiene un predio increíble. Siempre digo que nosotros entrenábamos en el estacionamiento de una bodega. Creo que era la bodega Vino Toro, ahí en La Paternal, que tenía una cancha al lado del estacionamiento. En realidad, ni siquiera era una cancha, eran dos arcos puestos ahí y en ese espacio entrenábamos nosotros. Ver cómo está el club ahora es imponente. Igual, por cómo soy yo, lo tengo que decir: esto lo tendríamos que haber tenido hace 20 años atrás. Pero por el choreo o por una cosa u otra nunca se podía hacer. Hoy evidentemente no se mete más la mano en la lata y cuando los jugadores se venden vas al CEFFA y ves que la plata está ahí.
«Hoy evidentemente no se mete más la mano en la lata».
CR: ¿Cómo viene el presente en el Comedor Catalina?
- En el comedor Catalina venimos bien, con muchos proyectos en la cabeza. Queremos darles a los chicos un poco más de lo que les estamos dando y no limitarnos únicamente a la alimentación. Queremos también ofrecer apoyo escolar y lo estamos haciendo. Además, las madres están colaborando con talleres que son muy útiles para que ellas también tengan su lugar. Estamos todo el tiempo charlando y viendo de qué manera podemos mejorar. Principalmente, queremos crecer en el sentido de darles mucho más apoyo y prepararlos para el futuro. Muchos ya están en la facultad y no queremos que pierdan la posibilidad de lograr lo que quieren hacer.
CR: ¿Y cómo fue atravesar la pandemia teniendo esa responsabilidad a cuestas?
- En cuanto a la pandemia, la pasamos bastante bien porque pudimos seguir cocinando en el comedor para que después la gente se lleve la comida a sus casas. Hoy seguimos trabajando de la misma manera. Se cocina en el comedor y se lo llevan. Por un lado está mejor, porque así las familias pueden compartir el momento del almuerzo o la cena en sus casas. Eso está muy bueno.
CR: ¿Qué otros proyectos o necesidades tienen en el comedor?
- Las necesidades del comedor siempre son las mismas: la comida, eso es lo principal. El comedor se abrió para ayudar con la alimentación de los chicos y siempre tenemos que pedir alimentos porque no nos da el bolsillo. Tratamos de estar atentos y movernos mucho para ver quién nos puede donar y darnos una mano. Proyectos tenemos varios, pero a mí me desvela que los chicos estudien. Quiero que se reciban y darles una posibilidad de crecimiento, eso me encanta. Y como ya tenemos a algunos chicos cursando el CBC (Ciclo Básico Común) hay que apoyarlos, porque quieren crecer. Eso está buenísimo, el hecho de que ellos también tengan ganas de ganarle a la situación que les toca vivir.
CR: Pasó el primer cumpleaños de Maradona sin su presencia, ¿cómo lo viviste desde lo personal?
- A mí lo del Diego me genera nostalgia y pena, un poco de todo me parece. Porque te acordás de cómo estaba, de cómo andaba en el último tiempo y es triste. Uno ve que murió solo, sin afecto y te da tristeza. Yo no lo conocí, pero también me imagino que era un tipo difícil de llevar adelante. Aunque creo que no se merecía eso, el morir solo. Entonces me acordaba de todo eso y de todas las alegrías que nos dio como jugador. Lo que Diego hizo por nosotros es impagable, no se merecía ese final.
- AUTOR
- Agustin Capsala
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