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¿Podemos sumar una nueva desilusión al bochorno que es el fútbol argentino? Quizás sí, pero la eliminación de la Selección Argentina Sub 17 del Sudamericano disputado en Chile solo es una mancha más en esta organización desorganizada. Poco se le puede achacar a los chicos. En una de las mejores épocas de la vida estuvieron vistiendo la camiseta albiceleste. Sin embargo analizaremos los puntos altos y bajos de su andar en este torneo, el cual deja en claro algo sin lugar a dudas: no se puede «quemar» a los juveniles por el simple hecho de un mal resultado, el trabajo debe ser formador y en busca de la evolución.
Varios de los jugadores que estuvieron presentes en el plantel demostraron un gran nivel, aunque sin un plan de juego claro, sus intenciones quedaron solo en eso. No es por caerle a Miguel Ángel Micó, entrenador del equipo, ya que como el bien lo dijo hubo «poco tiempo» de trabajo. “Los del Sudamericano fueron nuestros primeros partidos internacionales. El poco tiempo de trabajo lleva a estos detalles en los partidos”, lo cual termina por demostrar, si es que hace falta, la poca importancia que le dio la dirigencia de AFA a este certamen y mucho más a la organización previa. Los muchachos no tuvieron un argumento claro y el resultado fue contundente: eliminación en la primera ronda y afuera del Mundial de la India de la categoría, que se disputará en octubre de este año.
A pesar de esto, como dijimos, son varios los futbolistas que mostraron un buen nivel como es el caso del arquero Manuel Roffo, de la cantera de Boca, quien sin lugar a dudas fue de lo mejor del seleccionado. Seguro abajo de los tres palos, con presencia, sin titubeos a la hora de salir a cortar centros y, al parecer, con personalidad a la hora de comandar una defensa. Queda pendiente, no se pudo apreciar en el Sudamericano, si tiene buen juego con los pies pero a la hora de sacar rápido desde el arco para armar una contra se le vieron buenas condiciones técnicas. Un pibe con futuro y habrá que seguir su crecimiento.
La delantera estuvo integrada en la mayoría de los encuentros por Facundo Colidio y Agustín Obando, quienes también integran las divisiones menores del conjunto de la Ribera, que aportó ocho jugadores a la Selección. El primero de ellos se mostró como un buen número 9 de área. La potencia y algunos buenos movimientos fueron sus mejores armas, con las cuales causó más daño. Cada vez que salió fuera de su zona de confort se lo vio activo y con buen manejo del balón para pivotear y distribuir. Por su parte, el correntino fue todo lo contrario ya que se movió siempre por afuera con desbordes y gambetas, para intentar romper las líneas de los rivales. De sus pies salió más de una situación de peligro y a esto le agregó un buen disparo desde lejos, como lo demostró con el gol a Perú.
Otro de los puntos altos fue Benjamín Garré, el nieto Oscar el «Mago» Garré. Lamentablemente en los primeros dos partidos (Venezuela y Paraguay) se lo pudo ver a cuentagotas, porque al venir sin minutos de juego por los problemas que tuvo al pasar de Vélez al Manchester City, el técnico decidió que vaya sumando competencia paulatinamente. Ya en el tercer choque -ante Perú- entró como titular y ahí se vio toda su calidad. Un enganche/mediapunta con mucha calidad técnica y diversos recursos para sacarse la marca de encima. Pisadas, gambetas, cabeza levantada pero siempre tirado sobre la banda derecha para tener la cancha a «pierna cambiada». Recibió más de una falta por atrevimiento, aunque no cabe dudas de que tiene muchas condiciones. Otro jugador para seguir de cerca.
Otro futbolista que comenzó como suplente pero que con el correr de los choques se ganó un lugar fue Facundo Fernández, también de los Xeneizes. Sus sustentos fueron, como en caso de Garré, un buen manejo del balón, capacidad creatiiva y su constante despliegue. Un paso más atrás aparece Benjamín Rollheiser, de River, quien alternó entre los titulares y los suplentes pero siempre con buenas intenciones. Esos fueron los puntos más altos de este equipo, aunque, como marcamos, la falta de trabajo pudo haber afectado el funcionamiento de muchos de estos futbolistas que recién tienen edad de octava división.
Algo para mejorar fue el desempeño de una defensa que fue mutando durante el torneo y, a pesar de eso, no consiguió los resultados deseados. No obstante los laterales siempre fueron los más destacados, ya que tanto Marcelo Weigandt y Laureano Grandis (ambos de Boca) como Elías López (River) y Joan Mazzoco (Rosario Central) respondieron de buena manera. Sobre todo en ataque. Los centrales Nehuén Pérez (Argentinos) y Rodrigo Cavallera (San Lorenzo), dupla titular en tres de los cuatro partidos, tuvieron problemas a la hora del retroceso y en muchos momentos cubrieron mal los espacios. La posibilidad de mejorar esta más latente que nunca porque es una edad ideal para corregir errores y mejorar, pero todo esto debe ser tomando con la seriedad que se merece porque el futuro del fútbol argentino no puede estar librado al azar. El Sub 17 de Argentina tuvo un mal desempeño y esto seguirá sino se marca un camino claro. Por suerte se puede ver algo positivo entre tanta oscuridad.
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- AUTOR
- Facundo Mirata
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