Copas selecciones
Ferenc Puskas, subcampeón de oro
Al Mundial de Suiza 1954, primer torneo en suelo europeo luego de la Segunda Guerra Mundial y del devastador escenario dejado por la locura nazi, concurrieron 16 equipos. El candidato número uno era el seleccionado de Hungría, los “Magiares Mágicos” que no caían derrotados desde 1949, venían de salir campeones en Helsinki 1952 y habían roto el invicto del Estadio Wembley con un mitológico 6-3 contra los inventores del fútbol. El líder de este equipo era un zurdo de 1,72 metros, morrudo, nacido bajo el nombre de Ferenc Purczeld Biró en 1927. Su padre cambió su apellido a Puskas, quitándole el origen del Danubio alemán, una vez concretada la invasión nazi a su país en 1937.
Puskas jugó en Hungría toda su vida en el mismo club. Hasta 1949 se llamaba Kispest, pero cuando fue tomada por el Ministerio de Defensa, pasó a llamarse Honvéd. En aquel equipo jugaría junto a Gyula Grosics, József Bozsik, Sándor Kocsis y Zoltán Czibor, quienes serían sus grandes compañeros en la selección nacional, junto a otras estrellas de otros equipos como el Vörös Lobogó SE, el equipo de la policía secreta húngara, actual MTK, con Nandor Hidegkuti a la cabeza.
La fama de Puskas antes del Mundial 1954 era, valga la redundancia, mundial. No sólo la selección húngara conocida como los “Magiares Mágicos” y dirigida por Gustav Sebes venía de salir campeones en los Juegos Olímpicos de Helsinki, sino que se encontraban invictos desde hacía 30 partidos, incluyendo un notable 6-3 en Wembley frente al seleccionado de Inglaterra que perdió por primera vez en el mítico estadio. Hungría llegaba al Mundial como candidato número uno, seguido de los vigentes campeones mundiales, Uruguay y de Brasil, ya renovado tanto en jugadores como en indumentaria, dado que aquí comenzaron a utilizar la casaca amarilla con pantalones azules.
Para las Eliminatorias, Hungría debía disputar el Grupo 7 contra Polonia, pero esta última desistió, y asistieron al Mundial sin haber necesitado disputar ningún partido. Muy probablemente no lo necesitaban. A la hora del sorteo de los grupos de los 16 equipos del Mundial, se seleccionaron ocho cabezas de serie y se decidió una forma de disputa muy extraña, que solo se daría en Suiza. Estos ocho equipos no se enfrentarían entre sí en sus propios grupos, solo disputándose cuatro partidos por grupo. En caso de igualdad en puntos, los equipos irían a un partido desempate. Hungría quedó en el grupo con la debutante Turquía, el otro cabeza de serie luego de haber eliminado por sorteo a España, y Alemania Federal, curiosamente no elegida entre las primeras aunque haya sido por la situación de devastación del país después de la Segunda Guerra Mundial y junto a otros debutantes, Corea del Sur. Curiosamente estos dos debutantes tendrían su momento de gloria en el mismo mundial del año 2002 alcanzando las semifinales.
El 17 de junio de 1954 en la ciudad de Zurich sería el partido debut de Puskas frente a los coreanos. Formaron con Gyula Grosics, Jeno Buzanszky, Mihaly Lantos; Jozsef Bozsik, Gyula Lorant, Ferenc Szojka, Laszlo Budai, Sandor Kocsis, Peter Palotas, Ferenc Puskas y Zoltan Czibor. No hubo rivalidad. Fue un 9-0 para los magiares. Nuestro homenajeado anotó el primer y el último gol del partido a los 12 y 89 minutos. Los otros siete tantos los marcaron los Lantos, Kocsis por tres, Czibor y dos del centrodelantero Palotas. Fue el resultado más abultado en la historia de los mundiales hasta ese momento. Y el récord se mantendría por otros 28 años hasta que otro seleccionado húngaro, de menor nivel a este, derrotara por diez tantos contra uno a El Salvador.
Para el segundo partido se enfrentaron a Alemania Federal que venía de derrotar por cuatro a uno a Turquía. Vale decir, una derrota de los teutones ante un posible triunfo turco, implicaría otro encuentro entre las mismas selecciones. Hungría introdujo tres cambios con respecto a su alineación inicial. Saldrían Szojka, Budai y Palotas para el ingreso de Jozsef Zakarias, Jozsef Toth y Nandor Hidegkuti, compañero de equipo de Palotas y rival en la posición de “falso 9” que es considerado como el primero en hacerlo en el mundo, si bien Adolfo Pedernera también lo hizo un poco antes en River Plate. Era una época de menos comunicaciones y las innovaciones se veían fuerte en los mundiales. Alemania dispuso siete cambios de su alineación inicial, solo conservando a Werner Kohlmeyer, Horst EckeL, Jupp Posipal y el capitán Fritz Walter. El encuentro fue disputado el 20 de junio en un calor muy sofocante en la ciudad de Berna. Dos goles de Kocsis y uno de Puskas harían terminar el primer tiempo por tres tantos contra uno. En el segundo, aumentó aún más la inspiración húngara llegando a anotar ocho tantos. Pero recibiendo tres de los alemanes. Sin embargo, Puskas recibió una dura marca del número diez alemán Werner Liebrich, que no había jugado frente a los turcos. Finamente a los 62 minutos Ferenc se retiró lesionado, con una inflamación en su tobillo. No volvería a jugar hasta la final.
Los húngaros pasaron de fase anotando la friolera de 17 goles. Se enfrentaban ni más ni menos que al subcampeón del mundo, Brasil, que ya contaba entre sus filas con estrellas como Nilton Santos, Djalma Santos o Didi. Los magiares eran candidatos, pero no podían contar con Puskas. El único cambio fue Mihaly Toth por él. Fue 4-2 la victoria húngara pero el encuentro se hizo famoso por ser conocido como la “Batalla de Berna”. El juego fue violento, hubo expulsados pero cuentan las anécdotas que luego del partido Puskas arrojó una botella al brasileño Pinheiro, situación que ocasionó que recibiera puntos de sutura en la cabeza.
Más allá de los hechos bochornosos, Hungría continuaba avanzando a paso de campeón, ya con 21 goles en su haber. Su rival sería el equipo más poderoso en mundiales, dado que había ganado los únicos dos que había disputado y que estaba invicto hasta la fecha: Uruguay. Sin Puskas y sin Jozsef Toth entre sus titulares, los húngaros se enfrentaron ante un rival muy duro. Tal es así que pese a estar ganando por 2-0 merced a los goles de Czibor e Hidegkuti, los uruguayos lograron forzar el pase a tiempo extra gracias a dos anotaciones del argentino nacionalizado Juan Hohberg. Pese a tener chances para marcar el tercero, los uruguayos sucumbieron frente a dos goles de Sandor Kocsis en el segundo tiempo del suplementario.
Cuatro días después, el 4 de julio de 1954 llegaba la gran final nuevamente contra Alemania Federal. De aquel 8-3, solo había un cambio en Hungría. Mihaly Toth reemplazaba a su hermano Joszef. Es decir que Puskas volvía a salir al terreno de juego capiteando a su equipo. Por el lado alemán, seis jugadores repetían de aquella derrota. A los mencionados Fritz Walter, Eckel, Kohlmeyer, Posipal y Liebrich se sumaba el número 12 Helmuth Rahn, que había ganado su puesto. Antes del partido era una tarde de sol en la ciudad de Berna. Sin embargo, ya al comienzo del cotejo el cielo se encontraba cubierto. El inicio fue apabullante para Hungría y todo hacía prever otra goleada. Puskas a los seis y Czibor a los ocho dejaban 2-0 el match. Sin embargo, Max Morlock descontó dos minutos después. Y Rahn a los 18 dejaba el marcador igualado.
Ya para el segundo tiempo, se dio una lluvia torrencial que había anegado el terreno, dificultando la tarea húngara. Así y todo, tuvieron el control del partido y el arquero Toni Turek fue figura. También los palos acompañaron al elenco teutón. El encuentro seguía igualado, hasta que faltando seis minutos, Rahn con un remate de zurda al palo izquierdo de Grocsis sentenció el partido ante la sorpresa de todos. Así y todo, los húngaros fueron al ataque en búsqueda de lo que tanto ansiaban: el título mundial. Puskas logró anotar un tanto en el último minuto, que fue festejado fuertemente. Sin embargo, fue anulado por posición adelantada. Y así fue como los Magiares Mágicos pasaron a la historia como subcampeones.
Puskas fue elegido mejor jugador del mundial, pese a que el Balón de Oro no estaba instaurado como tal. Queda la duda si es una elección adecuada, dado que apenas había jugado tres de los cinco partidos, sin poder participar de los encuentros contra Brasil y Uruguay. Quizás el goleador Kocsis o el extremo Czibor tuvieron un rol más importante en el Mundial. Así y todo, Puskas es considerado sin lugar a dudas como el mejor futbolista húngaro de la historia y las dudas si fue justo o no este galardón no opaca en lo más mínimo su carrera.
Dos años después del Mundial, ante el estallido de la Revolución Húngara de 1956 contra las políticas impuestas por la Unión Soviética, los futbolistas del Honved no volvieron a su país organizando giras para recaudar fondos. Puskas dejó su país para no volver hasta 1981 cuando se lo permitieron. Y recién en 1958 pudo jugar para el Real Madrid. Allí obtuvo tres copas de campeones y la posibilidad de volver a jugar un Mundial, en este caso con la selección española en Chile 1962. Disputó los tres encuentros ya con 35 años, pero no pudo anotar goles y España quedó fuera en Primera Fase. Hungría llegó a cuartos de final en dicho Mundial con el único sobreviviente de aquel gran equipo Gyula Grocsis al arco.
Ferenc Puskas fue uno de los jugadores más importantes de la historia y, pese a no haber podido ser campeón del mundo, fue elegido mejor jugador del que debió haber sido “su” mundial. Las lesiones, el tesón alemán y cierta dosis de fortuna le impidieron al público suizo disfrutarlo en el mismo esplendor que lo hicieron sus compatriotas durante tantos años y que lo vivirían los madridistas unos años después, grande y con evidente sobrepeso, pero con un talento y una pegada de zurda sin igual.
- AUTOR
- Pablo Dragun
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