Copas europeas
Fusilados por la Cruz Roja…
Mundial de Italia 1990. Diego Maradona, en todas sus facetas: insultos en Napoli, tobillo destrozado, habilitación al Pájaro Caniggia y tantas otras anécdotas y en medio un héroe inesperado. Sí, sí, Sergio Goygochea, el arquero que con sus atajadas en las tandas de penales le dio la chance a la albiceleste de volver a disputar una final del mundo. Todo un combo del recuerdo, pero por aquellos días hubo varios equipos que deslumbraron y no son pocos los argentinos que recuerdan a Yugoslavia, equipo al cual Argentina termina por eliminar en los cuartos de final tras una atajada sensacional del Goyco a Faruk Hadzibegić. Ese día se mostró el potencial yugoslavo, sin embargo la verdadera posibilidad de exhibir su poderío fue un año después cuando el Estrella Roja se consagró en la Champions League, e iremos desmenuzando aquel campeón por partes.
En la década de los 80/90, Europa del Este no era lo que es hoy en día. Al mejor estilo Ricardo Bochini, mítico 10 de Independiente que solo vistió la camiseta del Rojo, los jugadores no solían salir de sus equipos para ir a los grandes del continente. Los casos eran contados y esos traspasos se daban recién cuando estaban más curtidos (28 o 29 años). Partiendo de esa base, era lógico que los clubes tuvieran varios años a sus figuras y de esa forma dispusieran de la posibilidad de formar mejores planteles. Con el director deportivo de la institución, Dragan Dzajic, a la cabeza, Red Star logró quedarse con varias figuritas complicadas de los mercados. Llegaron el goleador Darko Pancev, Dejan Savicevic, quien hoy también es recordado por su paso por el Milan -deslumbró a Silvio Berlusconi-, Sinisa Mihajlovic, ese defensor que la clavaba en el ángulo en los tiros libres y que usaba la casaca ’11’, y el bestial Robert Prosinecki, aquel que dejó sin pasto a más de una línea de cal. Con esa base más Dragan Stojkovic, quien paradójicamente en 1990 se fue al Olympique de Marsella (unas líneas más adelante, este dato no será menor), el Estrella llegó a ganar un par de ligas locales y esto hizo que la meta fuera otra: posicionarse a nivel internacional.
A la locura de Dzajic, a quien muchos catalogan como uno de los jugadores más talentosos que ha dado Serbia, hay que sumarle al entrenador Ljubo Petrovic, un hombre que hoy por hoy sigue detrás de la línea de cal pero en latitudes algo más extrañas como Vietnam. La vida lo llevó a manejar el FLC Thanh Hóa F.C, aunque su carrera como director técnico comenzó allá por 1982. Ustedes dirán ’35 años haciendo lo mismo’, y nosotros les diremos que eso no es lo más extraño porque su GPS marca que estuvo manejando los hilos de Peñarol de Uruguay en 1992. Muchos aseguran que su comunicación con los jugadores era casi nula, el idioma español no era su fuerte, pero la mayoría lo recuerda por una frase celebre: «¡Catástrofa!». Nada de catástrofe, así literal, catástrofa. Todo tiene un contexto pero al parecer el DT no estaba enterado de lo que era el fútbol sudamericano y esa palabrita le salió cuando conoció el estadio de Progreso. Tiempo después se fue del club sin dar razones y sin avisarle a nadie. Una historia para despechugar en algún otro momento.
Ahora bien, regresamos a aquellos años. Extrañamente la historia del fútbol yugoslavo a nivel internacional jamás fue muy fuerte. El caso del Zvezda (Estrella en croata) es una clara demostración. Antes de aquel mítico team de 1991, solo había disputado dos definiciones internacionales. La primera fue en 1958 cuando se quedó con la ya desaparecida Copa Mitropa, logro que volvió a repetir en 1968. Su otro gran hito fue en la temporada 1978/79 cuando perdió la definición de la Copa UEFA ante Borussia Mönchengladbach. En aquella ocasión el partido de ida fue empate en uno y en la vuelta, los alemanes se quedaron con la victoria gracias a un gol de Allan Simonsen, que definió desde los doce pasos después de que el árbitro diera un penal que para muchos fue algo dudoso; los noticieros de hoy en día hubieran repetido una y otra vez las oportunidades que erró el conjunto yugoslavo.
Antes de llegar a la gran definición de Copa de Europa, los rojiblancos pasaron varios escollos complicados aunque en primera instancia aplastaron al Grasshopper de Suiza por un global de 5-2. Lo extraño es que la victoria más abultada fue en su visita a Zurich, allí la la serie se destrabó gracias a un doblete de Prosinečki de penal. En la siguiente etapa enfrentó al Rangers de Escocia y en esa oportunidad el desnivel lo consiguió en el choque de ida en Belgrado, donde obtuvo un 3-0, terminando empatado en uno el otro enfrentamiento. En cuartos de final le tocó medirse con el Dynamo Dresden de Alemania, aquí los libros de historia marcarán que en total nuestros homenajeados apabullaron a los teutones con tres goles en el primer partido y tres en el segundo, pero la cuestión fue que en Dresden el encuentro ni terminó. Dar vuelta el resultado era la misión de los alemanes en el partido que cerró la llave, de esa manera salieron al ataque desde el primer minuto y se pusieron en ventaja a los tres minutos de juego. ‘Todo viento en popa’ habrán pensando los hinchas, que no se mostraban muy amigables. El tiempo comenzó a pasar y el tanteador no se modificó hasta que llegó Savićević con gol maradoniano a los 52′, y el sueño comenzó a desplomarse, algo que terminó de confirmarse a los 69′ cuando Pancev puso el 2-1. Los germanos no se bancaron la eliminación y el árbitro español Soriano Aladrén, un poco asustado, no dio muchas vueltas y suspendió el cotejo a los 78′. A pesar de que faltaban varios minutos, se decretó victoria para los serbios por 3-0.
Bayern Munich fue el rival de las semifinales, un equipo que contaba con Brian Laudrup, Stefan Effenberg, Olaf Thon y Roland Wohlfarth, entre otros. Probablemente este fue, junto con la final, uno de los enfrentamientos más difíciles que atravesó el Estrella en la competición. Lo demuestra el 2-1 en Múnich, victoria para el Crveno-beli (rojo y blanco en croata) y el 2-2 en el cotejo restante. Sin embargo, como para sumarle una hermosa escena a esta película, el gol que puso el empate definitorio se dio en el minuto 90 y fue en contra. Las imágenes no tienen desperdicio para los amantes de mirar videos de fútbol de otra época. Corrida sensacional, al mejor estilo desesperación en la playstation, centro al área, un rechazo defectuoso de Klaus Augenthaler y la complicidad bestial del arquero Raimond Aumann, quien parece entender que la pelota cae en el techo del arco pero finalmente tiene que recoger el balón dentro de su portería. Instantáneamente explotó la alegría en los players del Estrella Roja, que hasta se animaban a tirar saltos mortales. Un recuerdo para atesorar.
Estadio San Nicola, Bari. 29 de mayo de 1991. Día de la gran final. A uno de los protagonistas ya lo conocemos, así que vamos directamente al otro: Olympique de Marsella. Era un animador constante de este torneo por aquellos días y contaba entre sus filas con Abédi Pelé, Chris Waddle, Bernard Casoni y, de pie señores, Jean Pierre Papin. Ah, casi nos olvidamos de algo, el plantel también contaba con Stojkovic, ídolo por excelencia del Estrella, y como dijimos había llegado a la entidad francesa hacía un año. El morbo reinaba en el aire. Algunas leyendas cuentan que Pixie no quiso disputar aquel encuentro, pero esas palabras se podrían refutar sin problemas, porque a los 21 minutos de prórroga el mediapunta ingresó pero no pudo modificar la senda de un partido que estuvo condenando a la definición por penales. Extraña paradoja la de aquel 0-0, ya que ambos conjuntos llegaron al cierre de esa copa a base de goles y más goles.
Los 12 pasos definieron al ganador y un error significó la diferencia letal. Manuel Amoros, de los franceses, tomó carrera, miró al arco, corrió hacía el balón y le dio fuerte y al medio. Stevan Stojanovic, capitán del Red Star, se quedó quieto hasta último momento y cuando la vio venir se arrojó. Fue el segundo penal de la tanda, el que rompió la paridad. Los shoteadores fueron pasando pero nada cambió. Pancev se encargó de la última bola y no falló. Adentro el penal y adentro la primera y, por ahora, única Champions que ganó un equipo serbio, que por aquel entonces representaba a Yugoslavia. Tras esta conquista, el plantel se desarmó, hasta el DT se marchó, pero no por completo y por esa razón logró gritar campeón en la desaparecida Copa Intercontinental frente al Colo Colo de Chile. La actualidad marca que es complicado que un equipo de Europa del Este se vuelva a quedar con la Orejona, pero como con el Goyco o como con Stojanovic a veces la variante la puede marcar una simple atajada…
- AUTOR
- Facundo Mirata
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