América
Fútbol colombiano, entre el narcotráfico y la Generación Dorada
El imperio del narcotráfico reinó en Colombia durante la década de 1980, avasallando a la sociedad, a la política y también al fútbol. Tres equipos de las tres ciudades más importantes del país arrasaron con los títulos locales y protagonizaron un papel muy importante a nivel internacional: América de Cali, Atlético Nacional de Medellín y Millonarios. Si bien el cartel de la ciudad paisa, liderado por el inexpugnable Pablo Escobar Gaviria, disponía del monopolio casi absoluto de la comercialización de droga, otros carteles menores (que luego cobrarían mayor importancia con la caída del “Patrón del Mal”) fueron parte de este proceso, como el de Cali y el de Bogotá. Lo que en un principio parecía ser el auge del fútbol colombiano, terminó convirtiéndose en la peor pesadilla puesto que el narcotráfico –con todo lo que arrastra- se impregnó en el deporte inexorablemente.
Los ’80 comenzaron con buenas noticias bien al norte del país, cuando Junior de Barranquilla se consagró por segunda vez en su historia. Al año siguiente, de la mano del entrenador argentino Osvaldo Zubeldía, Atlético Nacional se llevaría el título, aunque la noticia resonante aquel año fue el fallecimiento de Zubeldía, por un infarto cardíaco. De todos modos, para encontrarle un sentido a esta década, habría que mudarse a Cali, lugar donde un equipo hasta el momento de segundo orden se convertiría en un grande de Colombia. América fue sinónimo de récord, historia, fútbol, estrellas y desazón, todo este combo en tan pocos años. Arrasó en el plano local con los títulos del 1982, ’83, ’84, ’85 y ’86 (primera y única vez que un equipo logra un pentacampeonato) con el aporte de grandes futbolistas como Julio César Falcioni, Roberto Cabañas, Anthony De Ávila, Willington Ortiz, Ricardo Gareca y Gabriel Ochoa Uribe como DT. El hecho fue posible gracias al dinero narco que ofrecían los hermanos Rodríguez Orejuela, dueños del cartel de Cali. Sin embargo, en el marco internacional, la suerte les fue esquiva: disputaron nada menos que tres finales de Copa Libertadores de manera consecutiva en 1985, 1986 y 1987 y no pudieron alzarse con el título en ninguna de estas ocasiones, una maldición difícil de igualar teniendo en cuenta que en todas ellas “La Escarlata” no fue menos que sus rivales.
En la edición de 1985, se enfrentaría a un equipo que atravesaba su época dorada en el fútbol argentino, Argentinos Juniors. Disputado el encuentro de ida en Buenos Aires, los caleños cayeron por la mínima diferencia y regresaban a su ciudad con ansiedad y expectativa, ya que en las fases anteriores la localía les había jugado a su favor con goleadas a Peñarol y El Nacional por 4-0 y 5-0 respectivamente. En el Pascual Guerrero aquella noche no hubo más que incertidumbre, América logró convertir un solo gol que le posibilitó jugar el tercer partido de desempate en el estadio Defensores del Chaco en Asunción. Allí, los nervios de ambos equipos fueron actores principales y el empate a uno en los 120 minutos los obligó a definir al campeón desde el punto de penal. Desafortunadamente para los caleños, De Ávila malogró el suyo y así Argentinos Juniors se convirtió en campeón de América, por primera y –hasta ahora- única vez.
Un año más tarde, el equipo rojo llegaría nuevamente a la final pasando las etapas previas con un fútbol poco vistoso pero con grandes individualidades. En la última instancia de aquella temporada, otro equipo argentino sería el rival: River Plate. Luego de eliminar a su archirrival Deportivo Cali en la primera fase, América despachó a Olimpia y Bolivar sin atenuantes. En el primer partido de la final, jugado en Cali, los Millonarios se llevaron un triunfo casi definitorio por 2-1; más tarde, en el Monumental ratificaron la ventaja con el gol de Juan Gilberto “Búfalo” Funes y el 1-0. Así, los argentinos se sacaban la espina de las dos finales perdidas anteriormente en 1966 y 1976 y sumaban un dolor de cabeza más para los colombianos que veían su suerte doblegada.
Ya para 1987, las expectativas siguieron siendo grandes, los escarlatas estaban lejos de tirar la toalla para conseguir el título más importante del continente a nivel clubes. Para ello, reforzaron al plantel con el peruano Julio Cesar Uribe, con la esperanza de que la tercera –al igual que River- sea la vencida. Sin embargo, la maldición tomó cuerpo propio cuando en la final se midieron ante Peñarol. Si en las ediciones anteriores los caleños habían estado cerca de ganar el título, lo que sucedió en 1987 excede a toda explicación lógica posible. En la ida, América había vencido por 2-0 a los uruguayos con goles de Cabañas y Juan Manuel Battaglia y les alcanzaba con un empate en Montevideo. El mismo Cabañas fue el autor de la ventaja parcial que los dejaba a un paso del campeonato, sin embargo, a los 22 minutos del complemento, Peñarol igualó el partido con gol del actual entrenador de San Lorenzo, Diego Aguirre. Como si fuera poco, sobre el final del encuentro, los charrúas dieron vuelta el resultado con el gol de Jorge Villar y la edición se definiría en el Monumental de Santiago de Chile. Aquel 31 de octubre se dieron por terminadas las ilusiones caleñas en la década de la manera más horrorosa. Luego de no haberse sacado ventajas en 119 minutos de juego, en el último suspiro volvió a aparecer el ídolo Aguirre para Peñarol. Ese gol selló la tercera final consecutiva perdida para América de Cali, que más adelante volvería a sufrir otro gran traspié.
Los años finales de una década positiva para Colombia tuvieron al primer campeón de América del país. Atlético Nacional, de la mano de René Higuita, Luis Perea, Leonel Álvarez, Albeiro Usuriaga y Francisco Maturana desde el banco, logró conquistar la ansiada Copa Libertadores del año 1989. Este año fue, es y será recordado por todos los colombianos por coincidir eventos futbolísticos destacables con eventos extra futbolísticos deplorables. Mientras los paisas obtenían el histórico título (muchos aseveran que fue comprado por Pablo Escobar), el torneo doméstico se encontraba parado por el asesinato del árbitro Álvaro Ortega a manos del cartel de Medellín. La intromisión de los carteles de droga en el fútbol era ya un hecho, no por nada figuras del fútbol sudamericano recalaban en Colombia y protagonizaban todos los certámenes internacionales.
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Tanto Escobar en Medellín y su socio Gonzalo Gacha en Millonarios de Bogotá como los Rodríguez Orejuela en Cali, hicieron de la redonda un negocio redituable que permitió poner a Colombia en un lugar privilegiado a nivel continental (y luego mundial), pero que también ubicó a la mafia de la peor manera, oscureciendo los valores intrínsecos del deporte. Al asesinato del árbitro Ortega luego de un partido entre Atlético Nacional y América de Cali, debe sumarse el del Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, en 1984, luego de que el mismo acusara a varios equipos de estar manejados por narcotraficantes. Dentro de toda esta malaria que azotó a Colombia de norte a sur y de este a oeste, se encuentra la edición de la Copa Libertadores de 1989, en pleno auge del narcotráfico colombiano. Futbolísticamente, nada puede reprochársele al conjunto paisa, que en la final remontó un 0-2 de la ida ante Olimpia de Paraguay en Asunción, y en la tanda de penales terminó haciéndose con el trofeo por 5-4. Paradójicamente, siete penales fueron errados de manera consecutiva entre los dos equipos, hasta que Leonel Álvarez selló la hazaña. De esta manera, finalizaba una década con varios condimentos que se verían con mayor claridad en los años ’90.
1990- La Generación Dorada en los Mundiales
Para meterse de lleno en esta etapa decorosa del fútbol colombiano, es imprescindible referirse a la Selección mayor. Tan grande fue el impacto que se generó en la sociedad en los años ’80 con el desembarco de millones y millones de pesos en el fútbol de parte de los cárteles narcos, que durante esta década y hasta estos días, Colombia se puede dar el lujo de tener figuras de talla internacional. Carlos “El Pibe” Valderrama plantó un árbol que hoy sigue dando frutos, posibilitando la participación del seleccionado nacional en los mundiales de Italia 1990, Estados Unidos 1994 y Francia 1998 para luego, con otra espeluznante generación con futbolistas como James Rodríguez, Radamel Falcao García, entre otros, hacer historia en el último Mundial de Brasil 2014.
Italia 1990
Jugar el Mundial de Italia fue posible gracias a la repesca intercontinental con Israel, en la que los cafeteros vencieron 1-0 en Barranquilla y luego igualaron sin goles en la ciudad de Ramat Gan. Con Pacho Maturana al mando, Valderrama, Álvarez, Rincón y compañía viajaron a Bologna para disputar el primer encuentro del certamen. Aquel debut fue victoria ante Emiratos Árabes Unidos por 2-0 y debían ganarle a Yugoslavia para asegurarse la clasificación, ya que en el tercer y último partido debían verse las caras con la Alemania de Rudy Voller, Jurgen Klinsman, Lothar Mathhaus y Franz Beckenbauer. Los balcánicos se impusieron por la mínima y dejaron a Colombia con la clasificación pendiendo de un hilo. Lo curioso fue que ante los teutones, Colombia jugó un verdadero partidazo y mantuvo el arco en cero hasta el minuto 89, cuando Pierre Littbarski anotó el único gol del juego. Quedaban pocos minutos para conseguir lo imposible, aunque en el fútbol esa palabra está prohibida. Una jugada colectiva excepcional en el tiempo añadido, que terminó con la definición de caño de Rincón, coronó la histórica clasificación de Colombia a los octavos de final de la Copa del Mundo, como mejor tercero en su segunda participación.
A la selección colombiana la esperaba con ansias la camerunesa, con Roger Milla en un momento único. El mismo Milla se encargó de dejar sin chances a Colombia al anotar un doblete en el tiempo extra, luego de que el partido terminara 0-0 en los 90 minutos. Sobre el final, el descuento de Bernardo Redín no alcanzó para llevar el encuentro hacia los penales y así Colombia quedó eliminada a manos de los africanos.
Estados Unidos 1994
Antes de pasar a analizar la participación de la Selección en territorio estadounidense, es necesario remitirse al 5 de septiembre de 1993, en el estadio Monumental de River, Argentina. La albiceleste se posicionaba segunda con siete puntos, a uno del líder Colombia, que debía empatar para clasificar directo al Mundial. A la Argentina, en cambio, solo le servía ganar para evitar jugar el repechaje. Esa tarde noche fue un encanto para toda Colombia, que reunió todos los requisitos que pide este deporte para apabullar a los argentinos por 5-0, con Faustino Asprilla en un nivel superlativo y la clase del Pibe. Si bien el primer tiempo terminó solo 1-0, la necesidad de Argentina de buscar el gol del empate para seguir a tiro provocó que Colombia encontrara espacios en el fondo, un pecado que con ese equipo no se puede cometer.
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Esa goleada a domicilio ante Argentina encendió un alerta a todas las selecciones que competirían en Norteamérica al año siguiente. Por primera vez en todos los tiempos, la Generación Dorada llegaba como un rival a respetar y tener en cuenta para aquella Copa del Mundo. Sin embargo, la realidad fue bien distinta: dos derrotas ante Rumania y Estados Unidos la dejaba con las manos vacías. Pero eso no fue todo, en realidad, eso fue nada, porque lo que ocurrió después atravesó todos los límites posibles. El autogol de Andrés Escobar en el partido ante los locales provocó su muerte el 2 de julio siguiente, a manos de los narcotraficantes que, en su afán por continuar agrandando cada vez más sus cuentas, habían realizado fuertes apuestas ilegales que quedaron en la nada. Para un depravado delincuente, perder es sinónimo de muerte, y Escobar pagó su desafortunado error de esa manera. Tal cual había sucedido en la década anterior, en Colombia convivieron los mejores años en cuanto a lo futbolístico y los peores en relación a la política y la sociedad.
Francia 1998
Ya con el formato de clasificación actual (todos contra todos, ida y vuelta), la Selección cafetera se clasificó por tercera vez consecutiva a un Mundial. Francia la esperaba con sus bellezas culturales y estadios modernos para ver quizás la última función de la Generación Dorada. En el debut en la ciudad de Lyon, Colombia cayó ante Rumania nuevamente –esta vez por 1-0-, y en el segundo encuentro ganó ante los tunecinos, también por la mínima diferencia con el gol de Léider Preciado en los minutos finales. La clasificación estaba más que complicada porque en el último partido del grupo se enfrentaba a Inglaterra, y la única opción era ganar. No obstante, la diferencia aquel día entre un equipo y otro fue abrumadora, los ingleses superaron sin reparos a Colombia por 2-0 pero bien la diferencia pudo ser mayor. De hecho, el histórico Faryd Mondragón (futbolista más longevo en jugar un Mundial, en 2014) fue figura del encuentro y elegido el mejor arquero de la fase de grupos.
Para darle un cierre al intensivo repaso de la historia del fútbol colombiano, ya en la década del 2000, con la competencia local cambiada de formato de calendario europeo a Apertura y Finalización, queda por descubrir la hazaña del Once Caldas al obtener la Copa Libertadores en 2004 tras vencer en la final nada menos que a Boca Juniors por penales, con una actuación monumental del arquero Juan Carlos Henao atajando dos remates (los otros dos Boca los falló). Así se consagró por primera vez en su historia en el certamen continental. Con altos y bajos, la redonda dio que hablar a lo largo de más de 60 años. Si Colombia hoy es lo que es con su poderío a nivel nacional e internacional, fue gracias a que alguna vez Alfredo Di Stéfano recayó sin tantas convicciones en un país que hasta ese momento no tenía al fútbol como prioridad. Todo lo que pasó después fue contagio.
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- AUTOR
- Juan Podestá
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