#Rusia2018xCR
Fútbol, gestión y enseñanza, el Proyecto Alemán
Todo proyecto de gestión se articula sobre la relación de cuatro factores, a saber:
- El Diagnóstico, que nos brinda un primer enfoque sobre el problema que se va a tratar
- El Diseño, que dará cuenta de los programas, los planes para llevarlo a cabo.
- La Ejecución, que tiene que ver, lógicamente, con la puesta en marcha de tal gestión.
- La Evaluación, buscando hacer una interpretación de la realidad del proyecto.
Haciendo un análisis más bien futbolero, y desde fuera, nos encontramos con que el fútbol alemán en la última década ha cambiado su intencionalidad en el juego. Pasamos de ver jugadores del estilo de Jen Jeremies, Carsten Ramelow o Carsten Jancker, jugadores con amplio despliegue físico, mejor preparados para la entrega, el esfuerzo y el juego aéreo, a futbolistas con gran inteligencia táctica, capaces de cumplir en distintas posiciones, mejor adaptados a la dinámica del fútbol actual. Me refiero con ello a Philipp Lahm, Toni Kroos, Sami Khedira, Marco Reus, y la lista continúa. Ahora bien, ¿esto fue solo un cambio en la visión de juego? ¿Qué hay detrás?
Siguiendo a Axel Torres y Andre Schön en su libro Franz Jurgen Pep y el documental “Made in Germany”, damos cuenta que las consecuencias de las últimas actuaciones de la selección alemana, logrando títulos juveniles, la última Copa del Mundo y la Copa Confederaciones de este año, tienen base en un proyecto de gestión deportiva que cumple los cuatro requisitos planteados en un principio.
Después del Mundial de 1990 que Alemania gana en territorio italiano, luego de vencer a Argentina 1-0, con aquel penal dudoso cobrado minutos antes del fin del partido, Franz Beckenbauer aclaró que a partir de la caída del muro de Berlín, Alemania iba a poder contar ahora con los jugadores de la República Democrática Alemana, lo cual arrastraría al país a convertirse en una potencia aún mayor.
Sin embargo, analizando las competiciones siguientes, el concepto del Kaiser queda refutado. Alemania en el Mundial de 1994 queda sorpresivamente eliminada por la incipiente Bulgaria de Hristo Stoichkov. Luego de ello consigue ganar la Eurocopa en Inglaterra dos años después, un título que según palabras del propio Andre Schon fue “la excepción en un período muy oscuro, que tuvo mucho que ver con la suerte”.
El Mundial de Francia 1998 encuentra a Alemania quedando eliminada frente a la sorpresiva y debutante Croacia, y la Eurocopa del 2000 en los Países Bajos determina el fin de una época, al no poder pasar la fase de grupos cosechando tan solo dos puntos. Esta consecución de resultados no esperados, sumada a la superioridad técnica y táctica que ya mostraban otros países con respecto al juego alemán, llamó la atención a la Federación alemana.
El juego directo, con poca asociación, con delanteros centros fuertes y con gran juego aéreo, añadido a la jerarquía mental de una selección históricamente viril, que en épocas de posguerra utilizó al deporte y al fútbol como motor para “ayudar al renacimiento alemán”, ya no era suficiente para mantener la supremacía que Alemania quería. El nuevo milenio comenzaba con un fútbol que se estaba volviendo más dinámico, donde la mejora de la técnica individual era consecuencia de la mejora de la táctica de equipo, donde el esfuerzo y el despliegue físico comenzaban a dar paso a desplazamientos lógicos de mayor utilidad y calidad.
Es por ello que en 2001, a pesar de que cinco años atrás la Selección teutona había sido campeona europea, que el Bayer Munich, a nivel clubes, dos años antes había llegado a la final de Champions League y que Borussia Dortmund la había ganado en 1997, miembros de la Federación y de la Bundesliga se reúnen para plantear un cambio de gestión en el mundo futbolístico.
Cuenta Oliver Bierhoff en el documental “Made in Germany” que, a partir de aquella reunión, la Deustcher Fussball Bund emprendió una propuesta buscando mejorar sobre el aspecto técnico de sus jugadores. Afirma, tanto él, como Hansi Flick, Director General de la DFB, que necesitaban futbolistas de talla mundial que pudieran competir al máximo nivel.
Así, una inversión millonaria de la federación más grande del mundo, la obligación de que equipos de Primera y Segunda División de la Bundesliga construyan academias formativas, fue dando paso a una estructura cada vez más enriquecedora para el fútbol alemán en general. Los 36 clubes que componen las dos primeras categorías invierten millones de euros año a año en infraestructura y en el rastreo, captación y selección de jugadores.
La DFB, al mismo tiempo, tiene un equipo de entrenadores honoríficos que recorre el resto de las 366 delegaciones que componen el proyecto, explicitando las líneas de la formación, que no solo incluye a los pequeños futuros jugadores, sino también a sus entrenadores. Este paso clave, que sí tiene base en la enseñanza del deporte, tiene como objetivo formar a los entrenadores que tienen los jóvenes en sus inicios en el fútbol, sabiendo transmitir los contenidos de un deporte cada vez más global y dinámico.
Pero es preciso preguntar por qué este sistema hace análisis en la selección y detección de talentos. ¿Por qué se busca jugadores “de talla mundial”? ¿Por qué semejante inversión sólo tiene como intención la captación de jugadores?
Intentando buscar respuestas, podemos identificar que los discursos modernos sobre la enseñanza del fútbol se basan en lo cuantificable, en lo mensurable. Es por eso que estamos cada vez más en presencia de Test, GPS, mediciones antropométricas que determinan quién sí, quién no, quién puede, quién queda fuera, siempre avalados por el discurso científico de la biología, la fisiología y actualmente las neurociencias. Estas disciplinas ponen el acento en el rendimiento individual, en lo físico, lo veloz, lo ágil, poniendo en el centro de la enseñanza al jugador y no al deporte que practica. Sobre este discurso los agentes del cambio alemán hacen hincapié y mucho hablan de la adaptación del jugador a los nuevos ritmos del deporte profesional, a los cuidados y los beneficios de ser un deportista en potencia, etc.
Los jugadores alemanes no solo son más veloces y más ágiles que hace algunos años atrás, sino que cuentan con una inteligencia táctica notable, capaces de jugar un fútbol de asociaciones, de sorpresa, de triangulaciones, jugadores que pueden ser utilizados en varias posiciones, un juego que, salvo en algún pasaje de la década de los ’70, Alemania nunca había mostrado. Han sido “tocados por la varita” de la enseñanza del deporte, de una enseñanza basada en la relación de las reglas, los objetivos y las situaciones que hoy el fútbol plantea.
A su vez, Arne Gullich, quien participa del documental ya mencionado, avalando nuestra teoría, cuenta que según investigaciones recientes sobre el rastreo, captación y selección que las academias formativas llevan a cabo en todo momento, son muy pocos los jugadores que son captados en las primeras edades (11, 12, 13 años) y luego terminan convirtiéndose en futbolistas profesionales; sino, más bien, son muchos más los que no participan durante gran parte de los procesos de selección y acaban llegando a Primera División. Este detalle nos hace ver que no se puede hacer hincapié en el aprendizaje, porque no todos los chicos aprenden de la misma manera, al mismo tiempo, bajo las mismas circunstancias, y que la función de una gestión deportiva no debe estar en la captación y selección, sino en la enseñanza, en el saber.
Mucho se habla del “proyecto alemán”, en tiempos donde la Selección Argentina, capitaneada por, quizás, el mejor jugador de todos los tiempos, clasificó de manera casi agónica al Mundial de Rusia, donde la urgencia de una estructura que organice nuestra formación es cada vez mayor.
Haciendo un análisis de la cuestión, después de la aplicación de la Ley Bosman, nuestro país ha quedado subsumido en la generación de materias primas para el mercado internacional. Como no podía ser de otra manera, las necesidades del mercado influyen en los modos de enseñar y esto vale en cualquier ámbito, sea social, político o deportivo. El fútbol argentino ha puesto el acento de la enseñanza en la exacerbación de lo individual. La enseñanza de la técnica por sobre las situaciones de juego responde a las necesidades de los clubes en producir para vender y sanear cuentas. La enseñanza del fútbol no está articulada con los objetivos de los clubes sociales y deportivos. Exceptuando algunos casos (Lanús, Racing, Estudiantes, por citar alguno) los dirigentes de los clubes argentinos no han planteado proyectos de gestión deportiva que no tengan que ver con lo económico y político. Las discusiones mediáticas pasan por los ingresos que generan los clubes a partir de los derechos de televisación, por las nuevas directivas de la AFA que no permite que los balances de los clubes den negativo, por si tal o cual jugador tiene nivel para jugar en la máxima categoría. Esta manera de pensar siempre desde el plano económico y eximiendo el planteo de la necesidad de crear formadores que trabajen en los clubes con los juveniles trae como resultado que padres y ex jugadores sin ningún aval y criterio para enseñar se pongan al frente de grupos de jóvenes reproduciendo el orden actual.
Asimismo, la enseñanza que pone en el centro al jugador y deja de lado los fundamentos del juego en sí tiene como resultado jugadores capaces de producir espectacularidad, de producir acciones que llaman la atención pero que lejos están de resolver las situaciones que se plantean en el fútbol de élite. La consecuencia de la enseñanza basada en el jugador y no en el fútbol trae como resultado el momento en el que los seleccionados argentinos se encuentran, fuera de las competiciones juveniles, que años atrás animaban, con jugadores con muy buena técnica pero incapaces de entender la organización de un equipo en plena interacción con los compañeros y los rivales.
A su vez, los responsables de la gestión deportiva en vez de diagnosticar un problema como lo han hecho los responsables en Alemania, o en la misma Islandia (por citar un país sin tradición futbolera), siguen gestionando desde lo económico y lo político, porque así lo plantean las necesidades del mercado deportivo de este lado del mundo.
Es hora de pensar nuevas teorías que pongan en el centro la enseñanza del fútbol, alejándose de los discursos de las ciencias positivistas, contextualizando con las particularidades de nuestro entorno.
Volviendo a la gestión alemana y citando la islandesa, que participará por primera vez en un Mundial en Rusia 2018, es necesario pensar que han puesto la enseñanza del fútbol por encima de todo. Islandia, un país de poco más de 300.000 habitantes sin tradición en el deporte, ha desarrollado hace algunos años ya un sistema de formación de entrenadores y jugadores que empieza a dar sus frutos.
Estos ejemplos de gestión deportiva, si bien pueden tener algunas contradicciones como las mencionadas anteriormente, se han puesto a pensar en la necesidad de cambiar ciertas estructuras en la formación de sus futbolistas. Estas preguntas por la enseñanza pueden, a su vez, derivar en nuevos interrogantes que terminen alejando de una vez por todas del centro a los intereses económicos y políticos que enmarcan un proyecto como tal, colocando al saber, esto es, la enseñanza de tal deporte, como motor de cambio.
Como dijimos, pensar en inversiones semejantes en Argentina puede sonar a disparate. Pero a la hora de diseñar una estructura para enseñar el fútbol, en un primer momento, solo se necesita una cancha, jugadores, una pelota y, sobre todo, el deseo de enseñar. Eso tiene que sobrar.
- AUTOR
- Federico Reichenbach
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Jonathan
02. jun, 2021Deseo ascensoria