América
Fútbol para Millennials
Cuando en 1985, los hermanos Oliver y Paul Collyer perfeccionaron los incipientes juegos de gestión de fútbol , para jugar con sus amigos de secundaria en lo que años más tarde se convertiría en el Fútbol Manager, uno de los videojuegos mas adictivos de su especie, no imaginaron no sólo el éxito que tendrían, mucho menos la influencia en el verdadero deporte.
Estos videojuegos fueron siempre detrás del fútbol que se juega en la cancha, e intentaron reproducir en bits situaciones más o menos parecidas a lo que sucedía en oficinas y despachos de clubes. Tanto, que ese fue el horizonte en esa especie de prehistoria electrónica. Se elogiaba lo etéreo de los unos y los ceros cuando más parecido era a la vida real. Pero cuando Arséne Wenger pretendió adular a Messi diciendo «es un jugador de Play Station”, inauguró la era de la mutación del elogio.
Hoy, todo lo que desde el mundo del fútbol real se lleve a la fantasía, es recibido con especial júbilo por parte de los fanáticos de la adjetivación y la modernidad. Hasta los festejos de los goles fueron llevados desde la consola al campo de juego. Pero en el medio de esta transformación hubo un equipo. O una empresa, o quién sabe qué, que pasó casi inadvertido en la historia del fútbol y que llevó al extremo la experiencia de la interactividad en el mundo del fútbol, y fue tan revolucionario que hasta quizás haya quedado desfasado. Adelantado a su tiempo.
Murciélagos F.C. es un engendro futbolístico que nació en el año 2008 en la ciudad mexicana, cuándo no, de Guachimil, en el estado de Sinaloa, bajo la impronta del grupo empresario Faharo. Si bien por casualidad esta fecha coincide con la aparición del sistema operativo Android, este dato no será de soslayar.
Luego de dos años jugando en las divisiones amateurs del fútbol azteca, los hermanos Miguel y Elías Favela Galindo, dueños y mentores del nuevo equipo, decidieron dar un paso más en su intención de ampliar y echar a correr su negocio. Cuenta la leyenda que los hermanos Favela Galindo estaban viendo un partido de la selección mexicana durante el Mundial de Corea-Japón 2002, cuando se les ocurrió la idea.
Ese día la selección mexicana estaba perdiendo contra Estados Unidos y Javier Aguirre, técnico de la tricolor en ese momento, decide que a falta de 30 minutos para la finalización del encuentro ingrese Alberto García Aspe, histórico jugador pero muy resistido por la afición, ya que el Beto estaba recorriendo el ocaso de su carrera no de la mejor forma.
Como era de esperar, México perdió el encuentro 2-0, se quedó afuera del Mundial nada menos que a manos de los vecinos y los mexicanos se quedaron mascullando bronca. Entre ellos Miguel y Elías, que no entendían cómo el entrenador no veía lo que todo el mundo veía. Que la formación no era la correcta, que los cambios estaban mal hechos, que como siempre, el quinto partido era poco menos que una quimera, que si el hincha pudiera tener la posibilidad de decidir los movimientos del equipo, seguramente el destino de la selección hubiera sido muy distinto.
Mucho tiempo y desarrollo tecnológico tuvo que pasar para que ocho años después de esa eliminación, los hermanos, que seguían con la lamparita encendida, pudieran darle forma a aquella idea concebida en una madrugada del año 2002, y decidieran desarrollar el sistema de DT electrónico con el fin de atraer inversores y aficionados en todo México y claro, exposición mediática también.
Es que mantener un club, por más humilde que sea, en un estado asediado por la violencia de la mafia del narcotráfico, donde ni siquiera el fútbol tiene el arraigo que tiene por ejemplo el béisbol, les estaba transformando el negocio en algo nada redituable.
El 23 de enero de 2010, Murciélagos se enfrentaba a los Vaqueros de Tepic en la Liga Premier de México. Algo así como la tercera categoría. Ese día debutó el sistema de entrenador electrónico. Una excéntrica forma de incluir al hincha en las decisiones del equipo. El “DT electrónico” no era ni más ni menos que la interactividad llevada a la gestión táctica de un equipo de fútbol profesional, en tiempo real.
A través de la página de internet del club o vía SMS desde un celular, el supuestamente hincha del club (debería estar previamente registrado) tenía la potestad de llevar adelante distintas acciones con respecto al equipo y su funcionamiento. Dentro de la lógica, si algo de todo esto la tuviera, el aficionado votaba para elegir los cambios del equipo durante los partidos que Murciélagos juegue de local.
Llegado el momento, el entrenador ponía a disposición dos nombres para la posible sustitución y, a partir de ahí, el hincha tenía tres minutos para correr a la computadora o para mandar el mensaje de texto con el nombre del afortunado ganador. El míster, eso sí, no tenía opción. Si la elección de la mayoría no iba con su pensamiento, nada podía hacer más que asumir la decisión del supremo, aunque éste no tuviera la menor idea de táctica o, por ejemplo, si hubiera una conspiración del equipo contrario para que sus hinchas se registren y voten el cambio más indicado a sus propios intereses. Pero aún así, si el técnico se demoraba en una sustitución, los hinchas podían forzar, siempre mediante el voto electrónico, un reemplazo.
De esta forma, el futuro del director técnico quedaba supeditado a terceras personas con las que ni siquiera podía llegar a tener un intercambio de opiniones. Pero los cambios no era la única novedad.
Como en el viejo y querido Pac Man de las antiguas casas de juegos electrónicos, el entrenador comenzaba su gestión con 20 vidas y, dependiendo el resultado, ellas se incrementaban o consumían. Por ejemplo, ante un partido ganado como local, sumaba tres vidas. Pero ante una caída en su reducto, se le descontaban seis. Estos créditos se sumaban y restaban de manera inversamente proporcional por una victoria o derrota de visitante y el empate sacaba o quitaba dos vidas dependiendo donde fuera.
Una vez acabado ese crédito, el entrenador quedaba automáticamente despedido, no antes que los cibernautas dieran el veredicto final, ya que el sistema proponía darle una extensión de vidas al desdichado técnico o le bajaban el pulgar definitivamente. Pero si la mayoría consideraba que no era necesario esperar a que el contador llegue a cero, también existía la posibilidad de mostrarle la salida mucho antes.
Con semejante intromisión en un mundo muy celoso como es el de los técnicos de fútbol, no era de extrañarse que más de uno no aguantara semejante interpelación popular y decidiera abandonar la cueva por sus propios medios, como lo hicieron el argentino Roberto Ayala o el uruguayo Cecilio de los Santos.
No sólo eso tuvieron que aceptar los entrenadores que se ponían el buzo de los «Caballeros de la Noche», tal el apodo del equipo. Las charlas técnicas en las previas y en los entretiempos de los partidos eran televisadas en vivo hacia aquellos que estaban registrados, para así poder analizar el desempeño del guía del equipo y su destreza en la motivación de los muchachos.
En este punto, la aparición de una empresa de televisión era fundamental y Televisa se tiró de cabeza al experimento, no sólo para transmitir los partidos que en tercera división eran un poco más que una misión compleja, sino también para montar la estructura técnica y tecnológica.
Bajo estas condiciones, a Murciélagos no le fue mal. Logró clasificarse a siete liguillas, consiguió el campeonato de la Liga Premier en 2011 y perdió la final por el ascenso en 2013.
Algunos números no dejan de ser curiosos. Al pequeño estadio de Guachimil no iban más de dos mil personas, pero lejos de ser un fracaso la audaz jugada de los hermanos, cada vez que el equipo jugaba de local, 60 mil personas de promedio estaban frente a la tele esperando el momento de votar. Incluso, en la final de 2011 frente a Coras se produjo el récord de 121 mil registrados para tomar las decisiones.
En este sinsentido, mezcla de fútbol moderno, negocios, marketing y social media, la mercadotecnia tuvo otro exitoso capitulo cuando, en agosto de 2014, Gabriel Montiel firmó para los Caballeros.
Gabriel Montiel era el youtuber más famoso de México en ese momento, con más de 8 millones de suscriptores y ganancias por encima del millón y medio de dólares anuales debido a su éxito en las redes sociales. Más conocido como Werevertumorro, el bloguero había jugado poco en un ignoto club del estado de México en la última de las categorías amateurs del fútbol mexicano, hasta que decidió optar por lo que se le daba bien, que era hablar delante de una cámara de computadora antes que patear una pelota.
Ante semejantes números de seguidores y el anunciado deseo frustrado de Werevertumorro de ser futbolista, el grupo Faharo vio la veta por la cual dar un nuevo golpe de mercadotecnia y se decidió a ficharlo. Se hizo una gran conferencia de prensa que tuvo tanta repercusión o más que la tuvo en su momento la presentación de André Gignac con Tigres, y lo que siguió fue una locura.
Millones de suscriptores mirando cómo Montiel se entrenaba, siguiendo sus historias, el encuentro con sus compañeros, las charlas con el DT. Esperando la hora del gran debut. Un gran boom mediático que, en realidad, era la nada misma, porque Werevertumorro finalmente sólo llegó a jugar tres minutos en toda la temporada en el 1-1 contra Zacatecas y se volvió a su casa.
En el medio, cada vez que Murciélagos visitaba algún estadio en otro estado, miles de personas iban a recibir al equipo solo para ver de cerca al famoso youtuber. La apuesta fue exitosa para ambas partes y los hermanos fueron por el siguiente paso.
Dueños también del club Irapuato que militaba en segunda división, en 2015 el grupo empresario decide mudar al equipo del estado de Guanajuato y unir sus dos unidades de negocio en una nueva ciudad: Los Mochis, y cederle la plaza que el Irapuato tenía en la división de plata a Murciélagos.
La jugada de los hermanos Favela fue arriesgada. El Irapuato era un club con cierto prestigio e historia en el fútbol mexicano. Pero emitieron dos escuetos mensajes: 1) “Les informamos que a partir de la siguiente temporada, la franquicia de Irapuato FC se traslada a Los Mochis”; 2) “Agradecemos a la verdadera afición por su gran apoyo en este año y estamos seguros de que el fútbol profesional regresará muy pronto”. Así, y a pesar de las infructuosas protestas que habían llevado adelante los hinchas del club, el sonido del cierre del candado fue lo último que se escuchó en la vieja sede del club Irapuato.
El sistema de DT electrónico continuó en Los Mochis y en ese año el equipo logró clasificar a la liguilla por el ascenso a primera, aunque no logró el objetivo. Luego de esto, la directiva decidió abandonar la novedosa práctica y ya no solo que no pudo optar más por el ascenso, sino que cayó en deudas que no pudo cumplir y sus complicaciones económicas lo llevaron a descender nuevamente el año pasado. Si bien el grupo Faharo consideró y sigue considerando volver al viejo sistema, todavía no lo hizo y el equipo deambula por mitad de tabla de la tercera división.
Solo dos años después del nacimiento del nuevo equipo, el grupo Faharo, el de Miguel y Elías Favela, revolucionó el fútbol. Guste o no, dieron inicio a una era que, si bien fue efímera, y nadie sabe a ciencia cierta para qué lado puede disparar el novedoso sistema, sigue latente y nadie sabe quién será el próximo a decidirse a dar un paso más allá de la tecnología.
Es difícil pensar si el fútbol va para la dirección al que lo llevaron los hermanos, ya que este experimento se dio en un fútbol de poco arraigo a las tradicionales pasiones de otras regiones, y en un club que nació con el marketing y la cuestión mediática como ADN principal. Lo que es seguro es que pase lo que pase con el negocio de la pelota, siempre va a haber que darle a Murciélagos F.C. el crédito de ser el más moderno del “fútbol moderno”.
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- AUTOR
- Horacio Ojeda
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