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Fútbol y política, cuando los caminos se cruzan
“Si algo ha obstaculizado la comunicación con la gente, ha sido el negocio periodístico.”
Esta frase pertenece nada más y nada menos que a Marcelo Bielsa, entrenador exitoso no solo por el fútbol que han desplegado sus equipos sino también por sus convicciones que no duda en expresar cuando la oportunidad lo amerita. En un contexto donde el fútbol ha pasado de ser parte de una industria del entretenimiento cada vez mayor, los futbolistas y entrenadores están expuestos permanentemente, no solo en lo que corresponde con sus actuaciones dentro del campo de juego, sino también por sus acciones fuera del mismo.
Cabe entonces realizar una primera afirmación que debe ser tomado como dogma de fe para el resto del presente artículo, independientemente de ser una verdad de perogrullo. Los jugadores son personas. Los jugadores de fútbol fueron niños, fueron adolescentes, se criaron en contextos políticos y socioeconómicos muy disimiles, y lo que a priori es el factor igualador dentro del deporte, donde veintidós jugadores se disputan el balón, no importando si el hijo de un multimillonario y el nacido en una villa miseria juegan para el mismo equipo o enfrentados, se convierte con el tiempo en un elemento de potencial conflicto por las distintas cosmovisiones que cada integrante puede tener del universo que lo rodea y de las realidades sociales en las cuales ha crecido y ha experimentado.
En ese marco, entonces, es de esperar que no todo el colectivo “jugadores de fútbol” exprese una ideología política afín. Por el contrario, en muchos casos evitan expresar su afiliación partidaria o siquiera un mínimo de acercamiento con determinada corriente de pensamiento. Son jugadores, profesionales, y no se les permite tal expresión. Su única función es divertir a las masas y hacer su trabajo. Lo contradictorio aquí es por qué causa permitimos que cualquier particular pueda expresar su ideología política, pudiendo estar a favor o en contra de nuestra propia corriente de pensamiento, y no le es permitido a un jugador de fútbol.
Conocidos son los casos de aquellos que se han manifestado públicamente, como el italiano Paolo Di Canio, con un festejo fascista frente a la Roma y Livorno, este último con tradición de ser equipo de la denominada “izquierda”. Mismo saludo hizo Giorgos Katidis en Grecia, lo que le valió su expulsión permanente de la selección nacional y un promisorio futuro deportivo. Por el otro lado, como hemos dicho, es conocida la afiliación del Livorno hacia la izquierda de su país y sus hinchas son abiertamente comunistas, así como el caso del equipo alemán ST. Pauli. Existen también casos argentinos como el de Nahuel “Patón” Guzmán, ex Newell´s Old Boys y actual arquero del Tigres de México, quien en reiteradas oportunidades se manifestó como afín al peronismo y al kirchnerismo y no oculta su afiliación partidaria.
En todos ellos, el elemento distintivo es la descalificación de quien se encuentra en las antípodas del pensamiento al cual el protagonista dice adherir. Mientras que los ultras del Real Madrid han sido identificados como afines a ideologías neonazis, a ningún fanático del fútbol se le ocurriría jamás desistir del fichaje de Luis Figo, Raúl o Iker Casillas por mostrar pancartas apoyando a los “ultra sur” del Real Madrid. Sin embargo, ambos han posado con banderas de estos grupos radicalizados.
Esta última circunstancia que hemos expuesto es la que ha vivido el jugador ucraniano Román Zozulya. Ferviente nacionalista y defensor del ejército de ese país, abiertamente se ha mostrado como defensor de recuperar militarmente el Donbás— la cuenca minera que agrupa las provincias rebeldes de Donetsk y Lugansk, tras el conflicto bélico que azotó al país con sectores rebeldes pro rusos . Condecorado por el gobierno ucraniano por su aporte a las fuerzas armadas, el conflicto estalla en España tras su fichaje por el Rayo Vallecano proveniente del Betis.
Como cualquier fanático del fútbol, ante el anuncio de una inminente contratación, los hinchas del Rayo comenzaron a indagar en la web antecedentes del nuevo integrante del equipo. Al hacerlo, se encontraron con publicaciones del propio Zozulya donde mostraba su parecido físico con Stepán Bandera, figura controvertida del nacionalismo ucraniano, acusado de dar apoyo al nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. En ese momento Zozulya, ya jugador del equipo madrileño, es sometido al escarnio público del grupo de ultras denominado “Los Bukaneros”, quienes se mostraron a favor de los grupos separatistas pro rusos. Pancartas con leyendas como “Somos libertad, igualdad y solidaridad” y banderas contra la dirección del club, en manos de una Sociedad Anónima Deportiva (como casi todos los equipos en España) por fichar a un jugador en contra de la “ideología” de la institución «No es una cuestión de ideologías o pensamiento, va más allá: el jugador ucraniano ha empuñado armas, ha donado dinero a batallones fascistas, luce sus símbolos y ha manifestado en numerosas ocasiones su apoyo a la ultraderecha de su país, para quien es un símbolo», manifestó la ADRV, plataforma que aglutina a las peñas del Rayo Vallecano y carga contra el presidente del conjunto de Madrid .
Señala con toda razón la Dra. Eva Cañizares, abogada española, que «de ahí a conceder a un grupo -por muy identificado que esté con los colores-, la representatividad de todo un colectivo, necesariamente plural, hay un gran trecho. Si a eso añadimos otorgarles derecho de veto sobre cuestiones deportivas, entonces ya no nos encontramos ante una manera justificada de entender el fútbol popular sino ante una versión distorsionada, e incluso peligrosa de populismo». Todo esto se da, es necesario resaltar, una vez que Zozulya ya era jugador del Rayo Vallecano, de donde llegó cedido del Betis, dueño de su ficha. La cesión, inscripta adecuadamente en los registros, produjo plenos efectos desde el cierre de la ventana de transferencias de enero. Los ultras del Rayo Vallecano manifestaron que “no será bien recibido” y el aluvión de críticas hizo que Zozulya volviese a Sevilla, sin saber dónde jugaría los próximos seis meses de la temporada, para los cuales había sido cedido al equipo madrileño.
Tal fue el descalabro que el propio Javier Tebas, presidente de la Liga Profesional de Fútbol (LFP) española junto con representantes letrados, debió intervenir para garantizar la “seguridad” del ucraniano en lo que debía ser su estadía en Madrid. Pese a esto, el jugador decidió no volver al Rayo, pese a que no podrá disputar el resto de la temporada por haber sido registrado como jugador de este último equipo. Federativamente, el jugador cuya cesión ya fue inscripta y su contrato ya fue firmado, no puede retornar al Betis, dueño de su ficha. En el mismo sentido, el presidente de la LFP anuncio la presentación de una querella criminal contra 17 hinchas radicalizados del Rayo Vallecano. «No podemos permitir que los tribunales populares hagan uso del miedo y la coacción», comentó el presidente de La Liga, que no quiso entrar a valorar cómo se va a solucionar la situación contractual y salarial del jugador con dos clubes implicados por su ficha.
En 2009, la Asociación de Clubes Europeos (ECA) y la UNESCO firmaron una declaración promoviendo la inclusión de la cláusula contra la discriminación y el racismo en los contratos de los jugadores. Asimismo, en Europa abundan legislaciones laborales que impiden prácticas que violenten la libertad de trabajo por razones políticas, religiosas, etc.
Sin bien la normativa FIFA tiene dimensión internacional, el Articulo 5 del RETJ (Reglamento sobre el Estatuto y Transferencia de Jugadores) de FIFA establece que los jugadores pueden estar inscritos en un máximo de tres clubes durante una temporada, pero durante este periodo el jugador es elegible para jugar partidos oficiales solamente por dos clubes. Establece el Artículo 6 que un jugador podrá inscribirse durante uno de los dos periodos anuales de inscripción fijados por la asociación correspondiente. Asimismo, determina que “en el caso de que exista una causa justificada para la rescisión de un contrato, la FIFA podrá adoptar medidas provisionales a fin de evitar abusos, conforme al Artículo 22. Este artículo establece que una de las causas de competencia de los tribunales de FIFA se da en razón de conflictos por transferencias y cuestiones laborales en las cuales la relación adquiera carácter internacional, es decir, que intervengan sujetos de distintas nacionalidades. Sin perjuicio de la nacionalidad ucraniana del protagonista, en principio los clubes que han intervenido son españoles, y justamente por dicha razón se ha elevado una consulta a los organismos de FIFA para analizar los pasos a seguir, atento que la prensa informara que Zozulya se quedaría en el Betis y que perderá la ficha que había pactado con el Rayo Vallecano, más allá de que no podrá disputar ningún encuentro con el conjunto sevillano.
Todo esto ocurre en un marco internacional de sospechas hacia la Rusia de Vladímir Putin, acusada de intervenir en operaciones informáticas durante las elecciones de Estados Unidos. En el contexto de sospecha a las operaciones rusas en el extranjero, sostiene el diario El País de España en su artículo titulado «Así influyó la propaganda rusa en el veto a Zozulya» señalando que “el delantero, internacional con las categorías inferiores desde los 15 años, llegó al aeropuerto de San Pablo con una camiseta que lucía el escudo ucranio, un símbolo que diversos medios españoles relacionaron erróneamente con el Batallón Azov”. Continua señalando que «la propaganda rusa vinculó el Maidán con el auge de los neonazis, un mito que se ha desmontado en cada cita electoral».
En junio, tras una serie de artículos que ponían de manifiesto la presencia de elementos fascistas y neonazis en el mencionado batallón Azov, el Congreso de Estados Unidos aprobaba una enmienda que prohibía al ejército estadounidense armar, entrenar o financiar a lo que Conyers definía como la «milicia paramilitar neo-nazi ucraniana Batallón Azov». En su argumentación, congresistas calificaban también de fascistas y defensores de la supremacía blanca a miembros del batallón.
Inclusive, combatientes ucranianos enviaron un video de apoyo al jugador por su apoyo a la causa nacional. «Gracias Zozulya por lo que haces a favor de nosotros», dice uno de estos combatientes ucranianos en el video, con un fusil de asalto en la mano. Pese a todo ello, el presidente de la LFP señalo que «hablar de geopolítica ucraniana y de guerra parece que sabemos todos y aprendemos todos rapidísimamente de toda esa situación, y de lo que se vive en una guerra y en un conflicto. Deseo que en este país no tenga una situación como la que hay en Ucrania y nos enfrente entre nosotros, como pasó en este país hace muchos años».
Como corolario, y retomando el «dogma de fe» señalado al inicio del presente artículo, Zozulya creció en Ucrania, vivió en la actual zona de conflicto y puede o no adherir a las ideas nacionalistas que se le adjudican. Pero independientemente de ello, la sentencia condenatoria a la que los hinchas del Rayo lo han sometido lo mantendrá apartado de los terrenos de juego y sin poder ejercer su derecho a trabajar, en principio, hasta agosto. El caso de Zozulya marca un antecedente importante en lo que respecta al poder del periodismo, redes sociales y de los medios de comunicación respecto del perfil «publico» que los jugadores ostentan, así como también de los aficionados, que si bien pueden expresar el sentimiento «legitimo» de la institución a la cual defienden, el límite en el cual estos pueden llevar a cabo su accionar para la defensa de esos intereses queda totalmente desdibujado.
Por Juan Esteban Diez.
- AUTOR
- Cultura Redonda
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